miércoles, 5 de octubre de 2022

No son ricos

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 3 de octubre de 2022)


Esa abogada que parece que vive en el despacho porque a la hora del día que vayas, hasta los sábados, está impecable con su carmín y su traje de chaqueta. Ya ha contratado a varios graduados en derecho, mucho mayores que ella y a una docena de auxiliares, al mismo tiempo que está cursando por las noches su enésimo máster sobre fiscalidad. Los domingos los dedica a viajar a las seis ciudades donde ha abierto delegaciones.

Ese amigo del colegio que por las tardes estudiaba alemán mientras los demás estábamos callejeando, acabó graduándose en ingeniería, aunque la mayoría de sábados no le veíamos por la noche porque siempre tenía que “empollar”. Pidió un crédito para estudiar en MBA en la mejor escuela de negocios y le fichó muy pronto una empresa americana. Se casó y empezó a viajar por todo el mundo, los niños llegaron y él seguía viviendo en un avión. Ahora, es directivo de esa compañía. Pasa más noche al año fuera de casa que con su familia.

Ese zapatero a punto de jubilarse que te sigue atendiendo con una sonrisa, pese a que ya casi no le visitas. Empezó con un almacén de calzado, repartiendo por toda la ciudad género que traía desde Alicante. Madrugar con los pedidos y trasnochar con las devoluciones fue su vida durante cuarenta años. La primera tienda la abrió con los nuevos barrios de la ciudad, luego llegaron una docena más, que ahora gestionan sus hijos.

Esa doctora de la seguridad social que ha curado todos los catarros de tus hijos y ahora los achaques de tus padres. De joven, empezó por las tardes en una consulta privada que le hacía llegar a casa muy tarde. Los fines de semana, atendía guardias en varias clínicas, para ahorrar y tener su propia consulta. Hoy sigue trabajando más de 12 horas, seis días a la semana, pero tiene su negocio en propiedad.

Ese bisabuelo que harto de la miseria de su pueblo, se enroló como polizonte en un carguero hacia América. En México entró de aprendiz con un herrero que hacía cajas de caudales. 15 años de ferrería le sirvieron para conocer el oficio y empezar a vender ese producto por todo el país. Cada hotel nuevo disponía de cientos de esas cajas, 50 años en la carretera le convirtieron en el principal proveedor de cajas de seguridad de los hoteles de esa parte del mundo. Sus hijos, nietos y bisnietos heredaron su patrimonio; con prudencia y ahorro lo mantienen hoy en día.

Dentistas, arquitectos, industriales, comerciantes, ganaderos… esas historias y muchas más que seguro conoces, tienen un denominador común: esfuerzo, riesgo y ahorro. No son personas ricas, son españoles que generaron riqueza e hicieron mejor su vida y la de mucha gente a su alrededor. Por eso cuando oigas eso de que hay que subir los impuestos a los ricos, no te fíes. Piensa si no sería más importante dedicar los debates a cómo tener menos pobres, a cómo conseguir más biografías de éxito y no a poner trabas a los que generan riqueza con su dedicación. Pero si, aun así, crees que esos ricos no merecen lo que tiene, te animo a que lo intentes tú mismo. Verás que no es tan fácil.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

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