jueves, 13 de octubre de 2016

De contratos, matemáticas y sociedades

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Economista el día 11 de octubre de 2016)

Ayer conocimos que el premio Nobel de Economía de 2016 viaja de nuevo a Estados Unidos en las personas de dos matemáticos Oliver Hart, nacido en Londres, y el finlandés Bengt Holmström, por "sus contribuciones a la teoría de los contratos", tal y como anunció la Real Academia de las Ciencias Sueca. Ambos académicos han desarrollado su carrera en prestigiosas instituciones americanos como Harvard, Yale o Princeton.

Estos tres aspectos: los contratos, la matemática y los Estados Unidos merecen la pena ser puestos en relación para entender la virtualidad del galardón.

"Los premiados desarrollaron la teoría del contrato, un amplio marco de análisis de los múltiples aspectos del contrato, como la remuneración de los directivos basada en sus resultados, las franquicias, los copagos en los seguros o la privatización de las actividades del sector público", ha explicado el jurado.
El comité del Nobel ha destacado que "las contribuciones de los galardonados ayudaron a un mejor entendimiento de muchos de los contratos que se observan en la vida real. Brindaron, además, nuevas maneras de pensar cómo deberían ser diseñados, tanto en los mercados privados como en materia de política pública".

Su teoría de los contratos no deja de entroncar con el institucionalismo de Douglass North, quien también fue acreedor de un premio Nobel en 1993 por explicar la economía como una extensión de la sociedad a la que sirve.
La concesión del premio Nobel de Economía es un reconocimiento tácito a esa concepción de las ciencias económicas que trasciende lo que en el mundo anglosajón se conoce como "physics envy", pues huyen del ideal mecanicista de las ciencias de la naturaleza, para explicar el comportamiento de los agentes económicos desde una perspectiva humana.

Y es ahí ,en el humanismo de las teorías de los dos nuevos galardonados, donde encuentra sentido la decisión de la Academia Sueca. Porque si algo define a las sociedades libres es la existencia de contratos que se cumplan, que se interpreten ecuánimemente y su carácter paccionado que precisamente recoge la primera acepción de este término por parte del diccionario de la Real Academia Española de Lengua.

En segundo lugar y aunque no faltan los matemáticos que han ganado el Nobel de Economía como el célebre John Nash en 1994, no debemos volver a incidir que esta es una disciplina que queda coja si se aísla completamente del componente humano que mueve y da sentido a los fenómenos que la integran.
La disrupción de la tecnología nos ha situado en un momento de la historia en la que hasta la geología ha propuesto un cambio de era por su efecto, hemos entrado en el Antropoceno, porque como evoca su etimología helena, el hombre lo está haciendo todo nuevo.

Las ciencias puras o como dicen en el mundo anglosajón, las STEM, han pasado a ser más importante que nunca y los grados en matemáticas son los más demandados por los futuros estudiantes de la educación superior y los protagonistas de nuestro tiempo: los emprendedores, lo saben bien.

Los dos fundadores de Google tienen en común con el creador de Amazon o con Elon Musk de Tesla que los cuatro estudiaron STEM (science, tech, engine y maths). La ciencia recobra el protagonismo que nunca debió perder pero lo hace con alma como esos emprendedores que solucionan problemas o los dos matemáticos premiados el día de ayer.

Por último conviene recordar en este momento al filósofo Karl Popper, que aunque no recibió el reconocimiento del Nobel sí supo cómo nadie plasmar en su ensayo "La sociedad abierta y sus enemigos" la importancia de la libertad de pensamiento que ha hecho posible que dos europeos talentosos como Hart y Holmström hayan desarrollado su carrera académica en un país tan lejano de sus lugares de origen.

Ahora cuando todavía resuenan los ecos de la convención tory con la primera ministra del Reino Unido Theresa May poniendo trabas a los profesionales extranjeros, por no hablar del inefable Donald Trump con una campaña centrada en volver al proteccionismo más montaraz, conviene recordar que solo las sociedad abiertas como Estados Unidos, son capaces de egresar y atraer talentos como los premiados ayer.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto

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