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martes, 4 de julio de 2023

Fortaleza y agilidad confluyen: cada vez más, grandes empresas y startups trabajan en conjunto

(este artículo se publicó originalmente en The Conversation el día 3 julio 2023)


La colaboración entre startups y grandes empresas ha dejado de ser algo excepcional en España. Al contrario, es una actividad ya presente en el 80 % de las cotizadas en el IBEX 35 y en el 76 % de los 50 mayores grupos empresariales del país. Esta colaboración se conoce como emprendimiento corporativo o innovación abierta (corporate venturing).

Las grandes corporaciones, pesadas como elefantes, pero también fuertes y robustas, ya son capaces de seguir el ritmo de innovación de las startups, ligeras y ágiles como gacelas. Hasta ahora, ese baile acababa perjudicando a los emprendedores, que se veían aplastados por las normas y la cultura corporativa de las grandes empresas.

Una investigación dirigida por la UNIR y auspiciada por el CISE muestra cómo ha mejorado la visión que tienen las grandes empresas españolas sobre las startups: ahora las consideran catalizadoras de la innovación corporativa.

El 76,4 % de las empresas analizadas tienen programas de innovación abierta y el 70,5 % de intraemprendimiento. La mitad de las entidades de la muestra (52,9 %) compatibilizan ambas actividades.

Nuestro estudio constata que el arraigo del emprendimiento corporativo se manifiesta también en la antigüedad de los programas. Casi el 70 % de las organizaciones tienen ya más de cinco años de experiencia en esta actividad. En el informe de 2020 dicho porcentaje estaba 25 puntos por debajo.

También es relevante señalar la fortaleza de las relaciones de colaboración con empresas del mismo sector, incluso potencialmente competidoras: llega al 91,4 % entre las entidades encuestadas.

No obstante, la actividad innovadora no siempre tiene la ambición que se le presupone al emprendimiento corporativo. Si un 86,6 % de las organizaciones la enfoca a la mejora continua de bienes y servicios que ya se comercializan, la cifra baja al 68,6 % en cuanto a innovación disruptiva, aquella que busca competir contra la tecnología dominante mediante una renovación radical de los productos o servicios.

Un campo de mejora pendiente es la escasa presencia de los directivos del área de innovación en los órganos de decisión de la empresa.

En menos de la mitad de las organizaciones analizadas el responsable del emprendimiento corporativo forma parte del máximo órgano de dirección de la empresa. Además, solo en el 17,9 % de los casos esos directivos se dedican de forma exclusiva al área de innovación.

Aunque, en términos generales, los datos obtenidos son positivos, los aspectos relativos al aprendizaje de nuevas tecnologías y a la imagen corporativa están sensiblemente mejor valorados que aquellos que pueden tener un impacto más directo o evidente en la cuenta de resultados.

Que el objetivo de rentabilidad financiera no sea prioritario favorece la función exploratoria del emprendimiento corporativo centrándolo en el negocio futuro. Sin embargo, su lejanía del centro de la actividad empresarial presente hace que los programas de innovación sean especialmente vulnerables a los cambios o reestructuraciones que la alta dirección pueda llegar a adoptar en un momento dado.

Este estudio ha querido mencionar cinco buenas prácticas empresariales en España que pueden inspirar a otras empresas a seguir este camino de colaboración entre pequeñas y grandes unidades empresariales. Los programas seleccionados de MAPFRE, Ecoembes, Soltec, Mercadona y Cofares son la constatación de que España va por el buen camino para lograr que startups y grandes empresas trabajen juntas y la sociedad en su conjunto se pueda beneficiar de ello en términos de generación de empleo y riqueza.


Iñaki Ortega Cachón. Profesor de Dirección de Empresas, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja


viernes, 2 de junio de 2023

La fauna empresarial española

(este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 1 de junio de 2023)

Esta semana ha sido presentado el informe que mide el emprendimiento de las grandes compañías españolas. En la Fundación Botín de Madrid se ha conocido el estado de salud de la colaboración de las corporaciones patrias con las startups. Usando una muestra de 95 compañías se ha confirmado que ha dejado de ser algo excepcional trabajar con los emprendedores, más bien al contrario, es una actividad ya presente en el 80% de las cotizadas en el IBEX 35 y en el 76% de los 50 mayores grupos empresariales. De ahí el subtítulo del informe “Elefantes y gacelas ya bailan juntos”


La metáfora de los animales fue acuñada por el investigador del MIT, David Birch, en la cual los elefantes se correspondían con compañías que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresa minúsculas y recién creadas por tanto vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades inéditas para el elefante. De ahí que en 2017 se optase por “Gacelas y Elefantes bailan sin pisarse” como subtítulo del I Informe de emprendimiento corporativo en España.


En 2020 el II Informe de emprendimiento corporativo en España publicado consiguió demostrar con datos empíricos y casos reales que estas dos especies tan distintas podrían ensayar un baile sin que las gacelas -las startups- corriesen el riesgo de ser apisonadas por los 5.000 kilos del paquidermo -las multinacionales-. “Enseñando a bailar al elefante como una gacela” fue el subtítulo de ese informe precisamente porque demostrado que han empezado a danzar muchos elefantes con gacelas, urge enseñarle a perfeccionar su baile para evitar pisotones de consecuencias irreversibles. De nuevo la referencia se trajo de otro investigador, esta vez James Belasco de la Universidad de San Diego State, que en 1991 utilizó este símil en su libro “Enseñando a bailar al elefante” para enfatizar la necesidad de mantener vivo el espíritu de innovación en las grandes empresas. Las grandes compañías se comportan del mismo modo que los elefantes que raramente olvidan lo que aprendieron hace muchísimos años y esto en los asuntos de la innovación no ayuda precisamente.


El nuevo informe conocido estos días ha analizado exhaustivamente las herramientas que hacen posible la colaboración entre emprendedores y grandes empresas, además de actualizar con una nueva encuesta, la fotografía del fenómeno del emprendimiento corporativo en nuestro país. La buena noticia es que las corporaciones han "desaprendido” esa cultura paquidérmica de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación de una startup. De hecho, una mayoría aplastante de las grandes empresas españolas analizadas en este informe utilizan e invierten recursos en el emprendimiento corporativo para innovar y apuestan por seguir

así.


En la presentación de la investigación participaron varios directivos en representación de otras tantas buenas prácticas de empresas españolas de sectores tan diferentes como la salud, la energía, el medio ambiente, la energía o la distribución. La sorpresa fue que estos campeones nacionales no quieren ser lentos y robustos elefantes, pero tampoco rápidas y frágiles gacelas. Defendieron ser jirafas. Fuertes ya que pesan más de una tonelada, pero asombrosamente rápidas ya que en una carrera Usain Bolt no podría alcanzarlas. Y lo más importante, con un cuello tan alto que les permite otear los peligros y adelantarse a ellos. Las empresas españolas aspiran a tener sólidas bases en el territorio al mismo tiempo que la capacidad para moverse rápido cuando las circunstancias económicas lo exijan y siempre con la suficiente altura de miras para distinguir lo importante de lo accesorio. No estaría mal: muchas más organizaciones jirafas no solo en la empresa sino también en la vida pública.


 

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

domingo, 27 de junio de 2021

3, …, 1, 0 ¿la cuenta atrás para las empresas españolas?

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de junio en el diario El Economista)


No hay equivocación en el título de este artículo. No se ha borrado el número “2” de esta particular cuenta. Lo entenderán si se animan a seguir leyendo y de paso para conocerán la mayor startup de finanzas en el planeta.

Ant Group es su nombre. Y ha llegado a esta posición gracias a ser la plataforma de pago y de servicios de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico. Sus resultados del año 2020 impresionan, unos ingresos de 71.985 millones de dólares que suponen un crecimiento del 62% frente al ejercicio anterior y un beneficio neto de 21.080 millones de dólares que mejora en un 85% el de 2019. Ant Group, con sede en Hangzhou, conocida como el Silicon Valley chino, controla el 70% del mercado de pagos móviles en su país China y da servicio a un total de 960 millones de clientes, en el que dos de cada diez ya están fuera de China.

La ambición de convertirse en un supermercado financiero le ha llevado a abrirse camino internacionalmente a golpe de talonario. En 2018 pagó 880 millones de euros por MoneyGram, el líder americano de las remesas. También ha invertido en la india Paytm, la tailandesa Ascent Money y la surcoreana Kakao Pay. La guinda de esta estrategia corporativa iba a ser la salida a Bolsa a finales del pasado año, la más grande de la historia con un importe total de 270.000 millones de euros, pero se canceló por el gobierno chino que no veía con buenos ojos tanto poder en una única empresa. Abrumadoras cifras e intervenciones estatales aparte, es evidente que Ant Group es un buen ejemplo de la innovación que está sufriendo las finanzas con las conocidas como fintech, empresas de nueva creación en este sector que se apalancan sobre la tecnología.

Los pagos a través de Alipay son el negocio fundamental de Ant Group, sin embargo, la empresa está creciendo rápidamente con nuevos servicios que van desde la gestión de activos hasta los préstamos y seguros. Servicios como Ant Fortune (plataforma de gestión de patrimonio), Zhima Credit (sistema de calificación de riesgos o scoring financiero además de un programa de fidelización) o Ant Forest (aplicación que busca concienciar a los ciudadanos de llevar una vida más saludable y respetuosa con el medio ambiente) son una muestra de esta diversificación.

Pero para lo que nos ocupa aquí tenemos que destacar su servicio MyBank, un banco exclusivamente digital, muy enfocado a los autónomos y a las PYMES chinas que desde su creación en 2015 ha concedido más de 290 billones de dólares en préstamos bajo el modelo 3-1-0. Una oferta imbatible que se resumen en “3 minutos para solicitar el préstamo, 1 segundo para su aprobación y 0 intervención humana”. En todo el proceso no precisan de personal alguno pues el big data y la inteligencia artificial hacen todo el trabajo. Además, lLa cantidad de información que Ant Group posee de sus clientes hace además posible tenerle permite además hacer gala del el menor nivel de impagados del sector, un 1%. Por eso nos preguntamos si el slogan 3-1-0 puede ser la cuenta atrás para la desaparición de las entidades que no sean capaces de digitalizarse a la velocidad china.

A principios de este año Jack Ma, el fundador de este grupo, aseguró que los bancos tradicionales son dirigidos como “viejas casas de empeño”. Más allá del exabrupto contra uno de sus competidores, es una realidad la debilidad de las empresas europeas de finanzas pero también del retail, y lo que es peor el desplome de sus valores bursátiles. Si las empresas incumbentes de esta parte del mundo quieren defender su cuota de mercado están obligados a innovar y prestar una atención excelente al cliente, dos áreas en las que destacan las fintech exitosas,

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

Por todo lo anterior se requiere una transformación completa y “enseñar a bailar a los elefantes como gacelas” que así como resumieron los investigadores de CISE en su reciente informe sobre intraemprendimiento. En la búsqueda de mantener vivo el espíritu de innovación las grandes empresas se sienten torpes, su estructura paquidérmica les impide ser ágiles como las fintechs. Pero la música está sonando, y la pista de baile se está poblando con infinidad de gacelas bailonas, de hecho, se estima que actualmente hay ya más de 20.000 fintechs operando en los mercados financieros.

Este momento recuerda a un agujero negro, donde las leyes convencionales de espacio y tiempo no resultan aplicables. Las corporaciones tienen que “desaprender” la cultura de gran empresa para volver a sentir el ansia de innovación. Esperemos que la amenaza china del “3, …, 1, 0” junto con la oportunidad del emprendimiento corporativo lleven a muchas grandes empresas a aprender a bailar como estas gacelas fintech y así salvarse.

 

IÑAKI ORTEGA CACHÓN, PhD. Profesor en Universidad Internacional de la Rioja UNIR

JOAQUIN SANZ BERRIOATEGORTUA, PhD. Socio en Kereon venture capital

viernes, 2 de marzo de 2018

Sandbox. Una caja de arena para la innovación corporativa


(este artículo se publicó originalmente el día 26 de febrero de 2018, su versión corta, en el periódico lainformacion.com dentro de la columna semanal #serendipias)


Un arenero es un espacio lleno de arena que suele situarse en parques y patios de colegios para que los niños jueguen. La arena de estos espacios mantiene a los niños entretenidos haciendo carreteras y castillos pero también les evita consecuencias mayores ante golpes o accidentes y protege a los más pequeños de los juegos más violentos de los mayores. 


En la pirotecnia las cajas de arena se usan para explotar fuegos artificiales que ya no pueden lanzarse y de ese modo amortiguar el sonido y otras consecuencias de la deflagración.

 Por último, en el ámbito de los desarrollos informáticos, el término se utiliza para referirse a un entorno de pruebas aislado que evita la eventual afección a las partes claves del sistema en funcionamiento. En ciberseguridad es habitual usar estas cajas de arena o sandbox para estudiar la evolución de un software potencialmente malicioso sin que afecte de manera real a los sistemas. 

Aunque como directivo de una empresa no te ocupen los virus informáticos, no tengas niños pequeños y lo más cerca que hayas visto fuegos artificiales sea en las fiestas de tu ciudad, me temo que cada día más a menudo oirás hablar de las sandbox. El nuevo uso del término sigue manteniendo el significado original, un lugar donde jugar, hacer pruebas o experimentar sin consecuencias irreparables. En el ámbito legal anglosajón se utiliza la expresión sandbox cuando un regulador o supervisor público permite desarrollar una determinada actividad al amparo de una autorización administrativa sin aplicar la regulación vigente en ese ámbito. Es, como recuerda el abogado Francisco Uría, un espacio de prueba en el que un determinado producto, servicio o tecnología puede chequearse en relación con un número determinado de clientes, con la seguridad de que no existirán consecuencias sancionadoras por parte de los supervisores. 

Un sandbox está concebido por tanto, para promover las mejores condiciones que favorezcan el desarrollo de nuevos modelos de negocio en el contexto de mercados regulados que se encuentran sometidos a la irrupción de la tecnología. Su objetivo es evitar que ideas innovadoras, susceptibles de repercutir en un beneficio para los consumidores, sean desechadas por las complicaciones regulatorias que impiden ponerlas en marcha. Esta técnica regulatoria se está utilizando ya en Reino Unido, Singapur, Malasia o Australia para facilitar la innovación tecnológica y la trasformación digital en ámbitos de los servicios financieros como son el fintech o el insurtech. Según Lupicinio Abogados hasta veinte países han anunciado al día de hoy la implantación de alguna forma de regulatory sandbox, dentro de una estrategia más amplia para atraer el talento internacional emprendedor. En España la CNMV ha incluido en su plan de actividades de 2018 el estudio de este fenómeno y no son pocas las voces que reclamaban su implantación inmediata de cara a mejorar el ecosistema de innovación en el sector financiero español. 

Es tal su utilidad, que los sandbox están desbordando el ámbito regulatorio para introducirse en el corazón de las grandes corporaciones coincidiendo con la disrupción tecnológica. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo, las organizaciones han visto en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Pero es sabido que los procesos y procedimientos matan muchas nuevas ideas en las grandes empresas, más aún si hablamos de emprendimiento corporativo donde habitualmente el elefante -la multinacional- acaba pisando a la gacela -el intraemprendedor-. Por eso para evitar que la burocracia, el status quo o las jerarquías puedan convertirse en un freno para la innovación tecnológica, las empresas pioneras en innovación abierta implantaron en su día fast tracks, inspirados en esos servicios de las compañías aéreas que permiten que los clientes VIPS no esperen largas colas y embarquen directamente. De modo y manera que los emprendedores disponían de un camino expedito para innovar en las compañías. El siguiente paso en esta estrategia facilitadora, son los sandbox. Esta caja de arena garantiza el mejor ambiente para emprender dentro de una organización. Un ambiente que es algo más que espacios abiertos de trabajo o financiación para crecer, es un ecosistema dentro de la corporación que blinde a las startups y que les permita trascender los procedimientos corporativos y hasta las políticas basadas en la tradición y la cultura de la empresa, que lastran su velocidad de crecimiento. 

¿Se nos ocurre otra forma de promover en las empresas el uso de una tecnología como el blockchain, con sus derivadas en criptomonedas, ICOs o smart contracts, que no sea aislándola en nuestro “arenero”? ¿Acaso alguien cree que pasaría el estricto control de la asesoría jurídica de turno? La otra opción es dejar escapar el tren de las innovaciones disruptivas. Un sandbox es el único camino para compatibilizar la velocidad de los emprendedores con los objetivos corporativos al facilitar un ambiente controlado de prueba y error. Además, permite una estrecha colaboración entre startups y corporaciones donde ambos aprenden y puede funcionar la innovación abierta. Es una herramienta indispensable para que los intraemprendedores, muchas veces directivos, no lastren ellos mismos sus proyectos por miedo a traicionar el legacy de sus empresas. Todo sea por proteger el emprendimiento de la tediosa e improductiva lentitud de las multinacionales. El último libro del ideólogo de la filosofía lean startup, Eric Ries "The Startup Way: How Entrepreneurial Management Transforms Culture and Drives Growth" nos avisa de que la única forma de sobrevivir a los cambios que se avecinan es que “todos los empleados tendrán que tener la oportunidad de ser emprendedores y sus ideas serán respetadas e impulsadas”. Los sandbox van en esa dirección.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

martes, 19 de diciembre de 2017

Emprender en una empresa es un cuento

(este artículo se publicó originalmente en el número de lanzamiento de la revista GLOBAL SQUARE el 12 de diciembre de 2017)

Si no le suena el cuento de “El elefante y la gacela”, no se preocupe porque no es tan conocido como “La cigarra y la hormiga” de La Fontaine que tanto nos repitieron nuestros padres. Tampoco lo firma el fabulista español Samaniego que nos dejó inolvidables piezas como “La gallina de los huevos de oro”. Este cuento de animales africanos, no existía hasta hace unos meses, pero ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno (intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo, por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza, la pata del elefante se posó, por error pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela que murió aplastada en el acto”.
Lo que precede este párrafo es una fábula. Un género compuesto por una composición literaria breve con intención didáctica en la que los personajes son animales que presentan características humanas. Esas enseñanzas o aprendizajes que lo definen aparecen siempre al final del cuento y se conocen popularmente como moraleja. No traslades a los demás tus culpas, es la moraleja en la recordada fábula “La zorra y las uvas” y en  “El león y el ratón” se aprende a nunca despreciar las promesas de los pequeños porque puede que un día se cumplan.
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa.  Birch demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares. Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los fondos de inversión.
También las moralejas han estado presentes en la doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado por subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro enseñanzas. La primera es que este  fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas  muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida  es que son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas puedan ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, corra un alto riesgo de ser apisonada por las toneladas del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en un cuento, que bailen ambos animales, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem. Hace unos días en la sede la Fundación Rafael del Pino se pudo escuchar a los consejeros delegados de empresas de sectores tan dispares como Enagás, Telefónica, CAF o Vocento comentar su fructífero trabajo con emprendedores. Explicaron cómo, no sin dificultades, los elefantes están empezando a bailar sin pisar a las gacelas. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que escribir un nuevo final en el que el elefante aprenda a bailar poco a poco con la gacela sin hacerle daño. De modo y manera que un día, no muy lejano, ambos anímales deleiten a toda la sabana bailando armónicamente.

Iñaki Ortega es profesor de la Universidad de Deusto y ha coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por CISE y Santander Universidades

domingo, 29 de octubre de 2017

La fábula del elefante y la gacela que quieren bailar juntos

(este artículo fue publicado originalmente el domingo día 29 de octubre de 2017 en el periódico El Mundo)

Un joven elefante que vivía en la sabana africana observaba con admiración todos los días la agilidad con la que la gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia, pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza la pata del elefante se posó por error, pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela, que murió aplastada en el acto.

Esta fábula ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores (CISE) con el apoyo de NEORIS, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con éstas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores. Nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España.

La investigación, que ha llevado por subtítulo elefantes y gacelas bailan sin pisarse, permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad. Así, tras dos años de estudio, hemos formulado nueve aprendizajes,  recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones. 

La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.

El sentido común nos dice que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela corra un alto riesgo de ser apisonada por la envergadura del elefante. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. El propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Por ello y si queremos que nuestra fábula además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro europeo con más garantías tendremos que escribir un nuevo final en el que nuestro elefante aprenda a bailar sin prisas con la gacela para que sus torpezas no pongan en peligro la vida del antílope. De modo y manera que un día ambos animales nos deleiten bailando sin pisarse ni hacerse daño.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario


lunes, 19 de junio de 2017

Un cuento chino


(este artículo fue publicado originalmente el día 8 de junio de 2017 en el blog de socios e inversores)


En castellano se usa la expresión “cuento chino” para referirse a un engaño sofisticado. Al parecer se acuñó, irónicamente, por los coetáneos de Marco Polo a raíz  de las narraciones orales que se difundieron después de los viajes de este mítico explorador. El mercader veneciano fue de los primeros en explorar la llamada ruta de la seda y contar la experiencia de sus viajes por el extremo oriente a través de “El  libro de las Maravillas”. Además de ser un detallado manual para comerciantes, la obra narra todos los descubrimientos que hizo el aventurero veneciano en sus viajes por China, India o Japón. Las descripciones que aparecen sobre animales raros, especias de sabores extraños, etnias desconocidas y un descomunal palacio de oro y plata hicieron que esa narración resultara poco creíble, de ahí que se catalogaran muchos de estos pasajes como un cuento chino para restarle toda credibilidad. La expresión, acuñada en el siglo XIII ha llegado hasta nuestros días.
De hecho son muchos los que piensan que emprender dentro de una gran corporación es un cuento chino. Para un grupo de profesores, entre los que me encuentro, es un cuento, y dejamos que sea el lector el que lo juzgue como chino o no. “El elefante y la gacela aprenden a bailar sin pisarse” es un cuento de animales africanos que no existía hasta hace unos meses, pero ha servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores y Santander Universidades, sobre el estado del emprendimiento corporativo en España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno (intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo, por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones.  Los acrobáticos saltos de la gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar  varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo  frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero por un momento le vino a la cabeza la escena de ambos bailando y en el primer giro de la danza, la pata del elefante se posaría, por error pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en su frágil columna que haría que muriese aplastada en el acto. Por eso la gacela convenció al elefante para que aprendiese a bailar poco a poco, eso sí,  sin arrimarse para evitar hacerse daño. Al cabo de meses de ensayos un día ambos anímales convocaron a todos su amigos y deleitaron a toda la sabana bailando armónicamente, sin que la débil pero astuta gacela sufriese daño alguno”
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa.  Birch demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares. Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los fondos de inversión.
También las moralejas de los cuentos han estado presentes en la doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado precisamente por subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro enseñanzas. La primera es que este  fenómeno ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Las organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas  muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida  es que son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas puedan ensayar una danza, al menos sin que la gacela, corra un alto riesgo de ser apisonada por las toneladas del elefante. Por eso es normal que algunos lleguen a pensar que el intraemprendimiento es un cuento chino. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, que bailen ambos animales, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que aprender de la paciencia y el método seguido por los dos animales africanos.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Ha coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por CISE y Santander Universidades

viernes, 28 de abril de 2017

Elefantes y gacelas bailan sin pisarse

(este artículo fue publicado originalmente en el diario El Economista el día 25 de abril de 2017)


A finales de los años 70, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe Job generation process, el cual supuso un hito en la superación del paradigma dominante a favor de la gran empresa, al demostrar que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto. Birch explicó las dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello metáforas del mundo animal que ofrecieran una idea gráfica del tamaño y agilidad del tipo de organizaciones que operaban en el mercado laboral. Aunque han pasado décadas desde esa publicación  las analogías zoológicas utilizadas por el profesor americano siguen hoy muy vigentes con la irrupción de la llamada industria 4.0. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Cesce se ha atrevido a cuantificar el número de empresas gacelas en nuestro país en 485 que han originado cerca de 180.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años, la mayor parte contratos fijos, y con tasas de crecimiento de su facturación de un 240%.

Tras dos años de estudio por parte de un partenariado de universidades, una consultora y el apoyo del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), en mayo se conocerán las conclusiones del informe sobre el estado del emprendimiento corporativo en España.  Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, ya que se usa indistintamente innovación abierta o incluso intraempendimiento además de emprendimiento corporativo. Sobre la definición del mismo se ha optado por aquella que se refiere a un conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno, bien mediante la incorporación de conocimiento externo susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio.
Una de las lecciones aprendidas es que este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo en disciplinas como la ciberseguridad, la impresión aditiva, el big data o el cloud las organizaciones industriales ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  
Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial junto al Global Entrepreneurship Monitor en Europe’s Hidden Entrepreneurs Entrepreneurial Employee Activity and Competitiveness in Europe, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Conscientes de ello, los autores del estudio no hemos querido dejar de formular nueve recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones.  La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El Alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.
El título de este artículo es el mismo que el del subtítulo del estudio sobre emprendimiento corporativo elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de la Rioja  y Neoris lideradas por Deusto Business School. Todos sabemos que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, de apenas 60 kilos, corra un alto riesgo de ser apisonada por los 5.000 kilos del paquidermo. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia, el propósito que ha llevado a que CISE encargase este trabajo ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School

lunes, 19 de diciembre de 2016

Hablar de trasformación digital no es suficiente

(este artículo fue publicado originalmente el domingo 18 de diciembre de 2016 en el diario ABC)

Pocos quedan que se resistan a asumir que el hasta ahora mundo estático de la economía y la empresa está moviéndose y cada vez más rápido. Pero que la trasformación digital se haya convertido en la muletilla oficial de las conversaciones corporativas no impide que muchos directivos sigan actuando como si nada hubiese cambiado.

La aparición de tres fenómenos ineditos que además se retroalimentan entre sí permite entender porqué la trasformación digital en las empresas no es un slogan sino el cambio más profundo en el mundo empresarial desde la primera revolución industrial.

Primeramente, la mayoría de las industrias de nuestra economía están reventándose  por su base. No hay sector que quede libre de la desaparición de las barreras de entrada, nuevas empresas de jóvenes innovadores están cambiando los modelos de negocio de todos los verticales: el turismo, el transporte o las telecomunicaciones son solo ejemplos de lo que está por llegar con las fintech o la industria 4.0. Las startups buscando mejores productos y servicios compiten sin complejos con las grandes corporaciones.

En segundo lugar,  la democratización en el acceso a la tecnología y la madurez de muchas disciplinas técnicas están reinventado todos los empleos.‎ En pocos años, como ha alertado el presidente Obama, la mitad de los empleos de los americanos serán sustituidos por máquinas. Ya sucede en la venta minorista, donde el comercio electrónico en pocos años ha explotado; o en las finanzas, por ejemplo en Bankia ya solo el 8% de sus operaciones son en oficinas;  o en el mundo jurídico con plataformas e-litigationcomo la de Ebay que resuelve millones de disputas legales sin abogados.  Para reinventarnos como profesionales solo nos quedará la hibridación. Mezclar habilidades  tecnológicas con conocimientos de tu sector es ya la clave en especialidades como la enseñanza universitaria donde los moocs campan por sus respetos o el marketing con el big data sin olvidarnos de la policía y la ciberseguridad. 

Nada de lo anterior tendría sentido sin la tercera variable a tener en cuenta. La crisis llegó en 2007 para no abandonarnos. De hecho desde entonces se ha reivindicado una nueva sociedad con ciudadanos empoderados usando las nuevas formas de comunicarsepara convertirse en micropoderes. Como nos recuerda Moisés Naim el poder ya no es lo que era y la energía iconoclasta de esos micropoderes no perdona la mentira, puede derrocar a políticos corruptos, acabar con los monopolios, apostar por lo políticamente incorrecto y abrir nuevas e increíbles oportunidades.

En un reciente estudio académico que he tenido el honor de coordinar hemos entrevistado sobre este nuevo momento a cuarenta empresas con sede en España que representan la mayor parte del PIB. Todas ellas coinciden en que han de cambiar sus culturas organizacionales para incluir la mentalidad transgesora de los emprendedores. De hecho no hay ni una de esas grandes corporaciones que no haya puesto en marcha programas para atraer ideas de startups porque son conscientes que ya no surgen los mejores proyectos de sus laboratorios. El 91% de estas empresas coinciden en que su actividad de búsqueda de intraemprendedores, empleados que crean empresas, se va disparar en los próximos tres años. Ya se habla sin complejos de tener que promover en los comités de dirección la figura del Chief Corporate Entrepreneur, un director general para promover el emprendimiento corporativo.

Lewis Carrol inventó en su célebre Las aventuras de Alicia, el país de la Reina Roja. Alicia lo visita y la Reina le agarra de la mano y se ponen a correr a toda velocidad, la sorpresa de la niña es que a pesar de su esfuerzo no se mueven de su sitio. La Reina le explica que en su país no basta con correr para avanzar porque como su tierra se mueve hay que hacerlo pero mucho más rápido para no quedarse atrás o en el mismo sitio. Hoy negar el cambio del paradigma de la economía es estar abocado al fracaso más rotundo. Asumir que la disrupción tecnológica ha llegado pero no trasladarla al corazón de las corporaciones y simplemente convertirlo en algo estético o reputacional es como en Alicia en el país de las maravillas quedarse en  el mismo sitio.


Iñaki Ortega Cachón,  Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Inconformismo

(este artículo se publicó en el periódico El Economista el día 10 de febrero de 2016)

Vivimos tiempos exponenciales. Todo va cada vez más rápido, la Humanidad atesora más y más conocimiento, la información fluye con una velocidad inimaginable hace apenas unos pocos años. A finales de los años sesenta, en California, varios científicos lograron conectar la primera red de computadoras en tres universidades, dando origen al internet que hoy conocemos. Casi al mismo tiempo y en la misma localización un joven tecnólogo llamado Gordon Moore formuló una ley que no ha dejado de cumplirse desde entonces. Su augurio, la conocida “ley de Moore”, alertaba que cada año la capacidad de los microprocesadores se doblaría, a su vez anualmente el precio de esos chips sería la mitad. Internet y tecnología “buena, bonita y barata” son las claves del momento que está permitiendo universalizar el acceso al conocimiento y al capital como nunca antes. Por primera vez en la historia los emprendedores tienen en sus manos las armas para cambiar el mundo.

Pero a pesar de lo anterior los problemas a nuestro alrededor son más grandes que nunca. El desempleo, la exclusión social, el terrorismo o la violencia de género por citar solo algunos. Y aunque en los últimos meses en España parece que solo atendemos a la crisis política, en una suerte de tregua mediática sobre la recesión económica, pocos expertos dudan que todavía queda mucho camino de esfuerzos y reformas por delante, para recuperar los niveles de bienestar de hace diez años.

Revelarse contra las injusticias, sin duda, está en las motivaciones de los llamados emprendedores sociales. En un reciente informe de Ashoka, se pone de manifiesto como la innovación social de estas personas es capaz de cambiar políticas nacionales y resolver problemas que parecían insalvables. Satyarthi en  la India luchando contra el trabajo infantil, Weetgens entrenando a ratas para detectar tuberculosis o minas antipersona. Jimmy Wales con Wikipedia, democratizando la información y abriendo las puertas al conocimiento colaborativo. Son todos ejemplos de cómo el inconformismo acompañado de talento, hoy, permite un mundo mejor.

De hecho, en los últimos años la llamada generación Y, los nacidos entre finales de los años setenta y finales de los ochenta, han ido cambiando todas las industrias con sus startups. Las finanzas, los medios de comunicación, el ocio o el trasporte están mejorando gracias a sus ideas disruptivas. Los millennials no quieren trabajar en grandes compañías, prefieren probar fortuna y crear ellos mismos las empresas de éxito del futuro, lo que está aportando una gran cantidad de nuevos emprendedores que están refundando los negocios hacia la llamada economía digital. En un mundo en el que muchas cosas son gratis o muy baratas, el tiempo y coste de transformar una idea en una realidad se ha reducido enormemente, lo cual permite a los emprendedores testar rápidamente en el mercado sus productos o servicios con prototipos de bajo coste sin hipotecar el resto de su vida. El salto al vacío que supone lanzar cualquier empresa se suaviza con el paracaídas de la tecnología que permite emprender en pequeño pero pensando a lo grande y sin grandes desembolsos. Esta nueva manera de ver las cosas, basadas en el inconformismo e inmediatez, está igualmente transformando la forma en la que las corporaciones  buscan crear valor, a través de la llamada innovación abierta que ha acelerado procesos de cambio en todo los sectores de la economía.

Ese inconformismo que se percibe en la sociedad y la economía proviene de personas que se salen fuera de la dinámica de la comodidad y que prefieren buscar nuevas formas de pensar y hacer. En un estudio reciente de la Universidad de Deusto sobre la generación z, llamada así porque son aquellos jóvenes que  van detrás de los millennials, nacidos entre mediados de los noventa y la primera década del nuevo siglo, son el grupo con mayores posibilidades de informarse y de transmitir información, de desarrollar proyectos de toda índole gracias a su conectividad global, de expresar su creatividad y de colaborar en proyectos sin que las distancias supongan una barrera.

Y es en el tratamiento de la información en lo que encontramos una de las mayores diferencias intergeneracionales. La Generación Z no ha sido entrenada para reconocer el principio de autoridad de los emisores de información. Han crecido en un entorno igualitario en el que todo tipo de voces discordantes tienen igual altavoz. Dan igual jerarquía a todos los emisores. Y a la vez, entienden la información como algo modificable y fusionable, y no conocen límites a la hora de transmitir información de forma masiva. Todo ello, unido a la masiva cantidad de información que reciben puede paradójicamente llevarles a ser una generación más desinformada en términos objetivos que la anterior.

Pero, en definitiva, estamos ante una generación que, con las oportunidades adecuadas, está en disposición de mejorar el mundo y sacar lo mejor del imparable desarrollo tecnológico. Están más preparados para trabajar globalmente en equipo, para aportar y trabajar en entornos diversos, para innovar y emprender desde su propia experiencia. Son tolerantes y más éticos y generosos por naturaleza, más abiertos a compartir el conocimiento y defensores del acceso generalizado a la información. Son conscientes de que deberán estar aprendiendo toda su vida, y de que es posible aprender de todo y de todos. El mundo, muy pronto, estará en sus manos. Su inconformismo hará posible un mundo mejor.

Iñaki Ortega es profesor, director de Deusto Business School


Pedro Irujo es consultor, Vicepresidente de Neoris

martes, 23 de junio de 2015

Más allá de la economía circular

(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 23 de junio de 2015)

A principios de los años 80 la Comisión Europea encargó a un grupo de economistas estudiar las consecuencias de la crisis energética y sugerir propuestas para la recuperación. En su informe acuñaron el término de economía circular como respuesta a una economía lineal que consumía recursos como si fuesen inagotables. Romper la tendencia insostenible de energía-producir-consumir-‎residuos-energía para producir más... a favor de un ciclo que convertía los residuos en energía o en materias primas a través del reciclaje, abrió las puertas también a las renovables y en definitiva a la hoy admitida por todos sostenibilidad.


Una década después, en Estados Unidos, la multinacional DuPont, conocida por su capacidad para generar nuevos materiales como el nylon, la licra o el neopreno, se enfrentó a una ‎situación inédita en sus 200 años de historia, las ventas estaban bajando y afectando a la continuidad de la compañía. El entonces consejero delegado Chad Holliday hizo famoso un lema para conseguir que la empresa se reinventase mirando hacia afuera. “Beyond the molecules, más allá de las moléculas” espoleó a la multinacional a no vivir de los éxitos pasados, a levantar la vista del microscopio y a implantar un modelo de innovación abierta que le permitió remontar y aun hoy se mantiene.

Hoy también hay que levantar la vista de lo “green” para darse cuenta que la economía circular está siendo practicada también por los emprendedores de la economía colaborativa. Priorizar el uso frente a la propiedad como el car sharing, las plataformas que permiten compartir casas o el auge de la segunda mano son ejemplos de ello. Por supuesto los innovadores sociales ‎que están solucionando problemas en medio mundo como Tarifas Blancas en Sevilla con su empresa de descuentos para parados, son pura economía circular. Las empresas como Danone que contratan mujeres víctimas de violencia doméstica se sitúan también en lo circular.

Dinamarca y su capital Copenhague, este año capital verde en Europa, aparecen frecuentemente como modelo de sostenibilidad. Pero más allá de los huertos urbanos o la movilidad urbana en bicicleta, los daneses con su cultura de pactos políticos entre diferentes o con su liderazgo mundial en una agricultura tecnificada y supercompetitiva demuestran, como el párrafo anterior, que la economía circular está superando lo meramente ecológico. 

La nueva economía circular es aquella que busca integrar en las estrategias corporativas, institucionales o incluso personales no sólo el medio ambiente sino a clientes, proveedores, administrados o simplemente a los vecinos. Emprendimiento corporativo, innovación social y activismo son los conceptos a seguir. Ya hay pioneros que lo están practicando como ENGIE (GDF SUEZ) ​con su estrategia de innovación abierta ​que hace posible que jóvenes con talento en todo el mundo puedan poner en marcha su idea de negocio. También ASHOKA con su red mundial de innovadores sociales que dan soluciones a los problemas del mundo a través de la creación de empresas sostenibles y sociales. ‎, o CHANGE.ORG, que canaliza en una suerte de nuevo activismo las quejas de la ciudadanía para conseguir luchar y vencer a las injusticias.

El periodista de New York Times, Thomas Friedman, postuló durante muchos años que “El mundo es plano” para poner el acento en la globalización y las posibilidades que la tecnología ofrecía para trabajar desde cualquier lugar.‎ Hoy, sin temor a equivocarnos podemos decir como Pitágoras que la tierra es redonda, que el mundo es circular. El mundo ha de ser circular, no sólo la economía. Para ello hay que conjugar cuatro conceptos que casualmente empiezan por la letra i. Intraemprendededores, innovación, inclusivo e instituciones. Intraemprender es actuar desde tu empresa u organización por cambiar las cosas. Innovar es hacerlo de un modo diferente y buscando ser inclusivo. Pero sin el apoyo de las instituciones ese reto será inalcanzable para lo cual habrá que ser capaces de alinear a lo público y lo privado.

Hace unos días y con motivo de la cumbre del clima de París el paleontólogo español Juan Luis Arsuaga, que tanto ha estudiado las consecuencias del clima a lo largo de la historia del hombre, respondió a una pregunta sobre el calentamiento global diciendo “solo el pasado está escrito, aún se puede cambiar el futuro”. La inédita combinación de la disrupción tecnológica con nuestro activismo es la nueva economía circular que cambiará el mundo para bien.

Iñaki Ortega es Director de Deusto Business School
Loreto Ordoñez es Consejera Delegada de ENGIE (GDF SUEZ) en España


domingo, 17 de mayo de 2015

De los ninis a la generación Z

(este artículo fue publicado originalmente en el Diario Montañés el día 17 de mayo de 2015)


El término "ni-ni" saltó a la opinión pública española hace más de seis años de forma paralela al estallido de la crisis económica. Muchos jóvenes estaban abocados a no poder estudiar ni trabajar. En ese contexto de rápida destrucción de empleo, y ante la perspectiva de una larga recesión, no fueron pocas las voces que alertaban del grave riesgo de perder a toda una generación de españoles que iba a tener muy difícil no sólo incorporarse al mercado laboral, sino sobre todo, avanzar hacia la madurez carentes de ilusión y sin ningún proyecto de vida.



Ha pasado mucho tiempo desde 2008 y la crisis ha cambiado nuestra economía, no sin un importante coste para las familias. Muchas de las amenazas siguen ahí, pero España exporta más que nunca -en diversas universidades europeas vuelven a hablar  del "milagro español"-, el crecimiento se consolida  y volvemos a ser atractivos para invertir.

Y sin hacer ruido, buena parte de estos indicadores positivos están directamente relacionados con el constante acceso de integrantes de la generación del milenio -milennials- a puestos y espacios de responsabilidad en la economía española. Ese conjunto de españoles nacidos en los 80 y primeros 90 forman la primera generación que ha convivido con la crisis y la disrupción tecnológica, la más emprendedora y la que mejor ha sabido entender los cambios que nuestro tejido productivo necesitaba para retomar la senda del crecimiento.

Muchos de ellos se han curtido en empleos para los que estaban sobrecualificados; otros no dudaron en inventar su propio puesto de trabajo incluso más de una vez, sin desaliento; y han obligado a las multinacionales a entender su concepto de economía colaborativa y de gestión del talento.

Hace unas semanas en un seminario sobre esta generación impartido en la Fundación Botín, se nos recordó que en su día las grandes compañías incorporaban a sus filas a los trabajadores que entendían más cualificados para hacer crecer sus cifras de negocio dentro de su sector de actividad. Hoy los más demandados son aquellos que aportan ideas para diversificar la empresa, para sumar a nuevos grupos de clientes y para renovar procesos que el propio peso de la compañía había dejado obsoletos. Y a la hora de atraer ese talento, las empresas han tenido que cambiar también determinadas actitudes: por encima del sueldo cuenta el entorno de trabajo, la sensación de pertenecer a un proyecto común y las posibilidades de seguir aprendiendo y desarrollándose.

Los milennials están llevando a cabo en todo el mundo la máxima de que el crecimiento económico actual se genera en espacios de emprendimiento pequeños en los que se unen personas de origen y cualificación diversa. Y en Cantabría, territorio de pymes, pueden ser el estímulo que necesitamos para dejar atrás definitivamente la crisis, renovando nuestra realidad productiva de abajo hacia arriba. Pymes más tecnológicas, más capaces de internacionalizarse y más resistentes a los vaivenes económicos. Los milennials están creando las empresas que darán trabajo a nuestros hijos mientras llevan a España al nivel de I+D+i que el tamaño de nuestra economía exige (el ranking Global Innovation Index nos sitúa aún en el puesto 27).

Además, la segunda mitad de esta década va a ser la de la incorporación masiva de los milennials a los puestos de responsabilidad en la política y en las empresas públicas. Veremos si los nuevos aires que ya han traído a nuestra economía se trasladan a la res pública y obtenemos como resultado un país más proclive al emprendimiento, a la innovación y a la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, para afianzar la recuperación que ellos mismos han iniciado desde el sector privado.

Y por último, no podemos olvidar a los que llegan por detrás: la que diversos autores norteamericanos han denominado "Generación Z" (los nacidos aproximadamente entre 1994 y 2002), y cuya principal característica es la de haber llegado a un mundo en el que la World Wide Web estaba ya plenamente desarrollada. Por lo tanto, carecen del concepto -tanto mental como académico- de libros, archivos y orden bibliotecario: desde la infancia han recibido miles de estímulos informativos sin filtrar -todo cabe en Internet- y siempre en forma de ceros y unos.

Sus integrantes de más edad están accediendo ya a universidades y al mercado laboral, destacando por su facilidad para adaptarse a entornos cambiantes, su pluralidad de opiniones y su necesidad de dedicar su tiempo solamente a aquellas cosas que les interesan. Una generación que ya está siendo objeto de estudio entre analistas y universidades de todo el mundo, porque entenderla es clave para vislumbrar el futuro plenamente digital que se desarrollará a lo largo del siglo XXI.

El reto para lo público, la academia y las empresas será alinear sus estrategias para tener muchos “jóvenes z” y en cambio los “ni-nis” sean ya sólo un triste recuerdo del pasado.


Leticia Diaz es Consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto.

NOTA: Este artículo se inspiró en la presentación del libro Millennials, inventa tu empleo (ediciones UNIR) en Santander en la Fundación Botín el día 24 de mayo.