(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 23 de junio de 2015)
A principios de los años 80 la Comisión Europea encargó a un grupo de
economistas estudiar las consecuencias de la crisis energética y sugerir
propuestas para la recuperación. En su informe acuñaron el término de economía
circular como respuesta a una economía lineal que consumía recursos como si
fuesen inagotables. Romper la tendencia insostenible de
energía-producir-consumir-residuos-energía para producir más... a favor de un
ciclo que convertía los residuos en energía o en materias primas a través del
reciclaje, abrió las puertas también a las renovables y en definitiva a la hoy
admitida por todos sostenibilidad.
Una década después, en Estados Unidos, la multinacional DuPont, conocida
por su capacidad para generar nuevos materiales como el nylon, la licra o el
neopreno, se enfrentó a una situación inédita en sus 200 años de historia, las
ventas estaban bajando y afectando a la continuidad de la compañía. El entonces
consejero delegado Chad Holliday hizo famoso un lema para conseguir que la
empresa se reinventase mirando hacia afuera. “Beyond the molecules, más allá de
las moléculas” espoleó a la multinacional a no vivir de los éxitos pasados, a
levantar la vista del microscopio y a implantar un modelo de innovación abierta
que le permitió remontar y aun hoy se mantiene.
Hoy también hay que levantar la vista de lo “green” para darse cuenta que
la economía circular está siendo practicada también por los emprendedores de la
economía colaborativa. Priorizar el uso frente a la propiedad como el car
sharing, las plataformas que permiten compartir casas o el auge de la
segunda mano son ejemplos de ello. Por supuesto los innovadores sociales que
están solucionando problemas en medio mundo como Tarifas Blancas en Sevilla con
su empresa de descuentos para parados, son pura economía circular. Las empresas
como Danone que contratan mujeres víctimas de violencia doméstica se sitúan
también en lo circular.
Dinamarca y su capital Copenhague, este año capital verde en Europa,
aparecen frecuentemente como modelo de sostenibilidad. Pero más allá de los
huertos urbanos o la movilidad urbana en bicicleta, los daneses con su cultura
de pactos políticos entre diferentes o con su liderazgo mundial en una
agricultura tecnificada y supercompetitiva demuestran, como el párrafo
anterior, que la economía circular está superando lo meramente ecológico.
La nueva economía circular es aquella que busca integrar en las estrategias
corporativas, institucionales o incluso personales no sólo el medio ambiente
sino a clientes, proveedores, administrados o simplemente a los vecinos.
Emprendimiento corporativo, innovación social y activismo son los conceptos a
seguir. Ya hay pioneros que lo están practicando como ENGIE (GDF
SUEZ) con su estrategia de innovación abierta que hace posible que jóvenes
con talento en todo el mundo puedan poner en marcha su idea de
negocio. También ASHOKA con su red mundial de innovadores sociales que dan
soluciones a los problemas del mundo a través de la creación de empresas
sostenibles y sociales. , o CHANGE.ORG, que canaliza en una suerte de nuevo activismo las quejas de la
ciudadanía para conseguir luchar y vencer a las injusticias.
El periodista de New York Times, Thomas Friedman, postuló durante muchos
años que “El mundo es plano” para poner el acento en la globalización y las
posibilidades que la tecnología ofrecía para trabajar desde cualquier lugar.
Hoy, sin temor a equivocarnos podemos decir como Pitágoras que la tierra es
redonda, que el mundo es circular. El mundo ha de ser circular, no sólo la
economía. Para ello hay que conjugar cuatro conceptos que casualmente empiezan
por la letra i. Intraemprendededores, innovación, inclusivo e instituciones.
Intraemprender es actuar desde tu empresa u organización por cambiar las cosas.
Innovar es hacerlo de un modo diferente y buscando ser inclusivo. Pero sin el
apoyo de las instituciones ese reto será inalcanzable para lo cual habrá que
ser capaces de alinear a lo público y lo privado.
Hace unos días y con motivo de la cumbre del clima de París el paleontólogo
español Juan Luis Arsuaga, que tanto ha estudiado las consecuencias del clima a
lo largo de la historia del hombre, respondió a una pregunta sobre el
calentamiento global diciendo “solo el pasado está escrito, aún se puede
cambiar el futuro”. La inédita combinación de la disrupción tecnológica con
nuestro activismo es la nueva economía circular que cambiará el mundo para
bien.
Iñaki Ortega es Director de Deusto Business School
Loreto Ordoñez es Consejera Delegada de ENGIE (GDF SUEZ) en España
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