(este artículo fue publicado originalmente en el suplemento Innovadores del periódico El Mundo el día 23 de junio de 2015)
Si hoy, en España, pensamos en una
industria que genera una riqueza todos los años de más de 25.000 millones de
euros, con 19.000 empresas operando, que emplea a 160.000 personas y supone un
gasto público de 2.600 millones de euros, parece simplemente de sentido común
apoyar ese sector.
Si además esa actividad está detrás de
9,5 millones de los viajes de turismo a nuestro país, implica directamente a
más de 20 millones de españoles y genera 165.000 eventos anuales, se antoja que
su decidido impulso tiene importantes réditos sociales.
Pero si incluimos en la ecuación que esa
industria tiene un efecto beneficioso sobre la salud, genera importantes
ahorros para el sistema público sanitario, garantiza un mejor futuro y está detrás
de los intangibles más valorados de nuestro marca país, nadie dudaría de la
necesidad de convertir ese sector en una cuestión de Estado.
El deporte es todo lo anterior, aunque
se conozca más los resultados de nuestros futbolistas o ciclistas, pero
además es una demostración palpable de las nuevas tendencias económicas que han
llegado para quedarse y que tan bien conocen los emprendedores.
La economía colaborativa. Ahora que todo
el mundo habla de las empresas P2P (peer to peer,de igual a igual), el deporte con sus más de
65.000 clubes auto gestionados sin apenas ayudas, sus más de 3.500.000 de
federados que dan sentido a más de 176.000 instalaciones deportivas, demuestra
que la sociedad civil actúa por buenas causas y es capaz de organizarse para
buscar soluciones, más allá del individualismo.
Competitividad. El ranking de los
medalleros olímpicos pone de manifiesto que no hay casualidades sino
causalidades. Detrás de los éxitos deportivos hay inversión, estrategia y
excelencia. En este sentido y al respecto de los malos resultados en la
atracción de grandes eventos deportivos a nuestro país, como los Juegos
Olímpicos y la Copa del Mundo de Fútbol, han de ser un acicate para mejorar la
gestión, en general, en toda la actividad deportiva y en particular conseguir
los mejores y más formados profesionales del management deportivo.
Ejemplaridad. La investigación de la
fiscalía americana sobre la FIFA o los recientes escándalos sobre los amaños de
partidos, sin olvidar los recurrentes casos de dopaje o violencia en el
deporte, nos exigen no bajar la guardia. Como en la economía actual e incluso
en los asuntos públicos, la ética se ha convertido en un aspecto
imprescindible para triunfar.
La civilización griega está detrás de la
noción que hoy tenemos del Estado. Como se recordará su forma de organización
política era la ciudad, la polis, con una activa y pionera participación
de la población en los asuntos públicos. Esta corresponsabilidad en lo
público concernía a todos los ciudadanos que llegaban incluso a ocuparse de la
defensa de su territorio. Precisamente de esta última tarea viene el término
que en nuestros días llamamos «cuestión de Estado». Hoy, en España, también, gobiernos,
empresas y ciudadanos tenemos que implicarnos en conseguir que el deporte, sea
una cuestión de Estado, porque nos afecta a todos, para que aporte todo su
potencial en beneficio de nuestro país.
Iñaki Ortega es doctor
en economía y director de Deusto Business School en Madrid.
Raúl Chapado ha sido
atleta profesional y es profesor del PLID (Programa de Liderazgo en Innovación
Deportiva) de Deusto Business School
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