(este artículo fue publicado originalmente el día 8 de junio de 2017 en el blog de socios e inversores)

De hecho son muchos los que piensan que emprender dentro de una
gran corporación es un cuento chino. Para un grupo de profesores, entre los que
me encuentro, es un cuento, y dejamos que sea el lector el que lo juzgue como
chino o no. “El elefante y la gacela aprenden a bailar sin pisarse” es un
cuento de animales africanos que no existía hasta hace unos meses, pero ha
servido para ilustrar el informe que tres universidades españolas hemos
realizado por encargo del Centro Internacional Santander Emprendedores y
Santander Universidades, sobre el estado del emprendimiento corporativo en
España. Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, el
emprendimiento corporativo es el conjunto de iniciativas que desarrollan las
organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien
mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno
(intraemprendimiento), bien mediante la incorporación de conocimiento externo,
por ejemplo startups, susceptible de sinergias internas y
nuevas oportunidades de negocio (innovación abierta). Un nuevo concepto
que sin embargo está siendo ya usado por la mayoría de las grandes empresas con
sede en España como lo demuestra las 43 corporaciones que reconocen que utilizan
el emprendimiento corporativo y facturan en conjunto el equivalente al 21% PIB
español, representando más del 53% de la capitalización del IBEX 35.
“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente
con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e
incluso ataques de los temidos leones. Los acrobáticos saltos de la
gacela se le asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los
acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar varias semanas a
practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente
al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su
amigo frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia pero por un
momento le vino a la cabeza la escena de ambos bailando y en el primer giro de
la danza, la pata del elefante se posaría, por error pero con toda la fuerza de
sus cinco toneladas de peso, en su frágil columna que haría que muriese aplastada
en el acto. Por eso la gacela convenció al elefante para que aprendiese a bailar
poco a poco, eso sí, sin arrimarse para
evitar hacerse daño. Al cabo de meses de ensayos un día ambos anímales
convocaron a todos su amigos y deleitaron a toda la sabana bailando
armónicamente, sin que la débil pero astuta gacela sufriese daño alguno”
Las metáforas con el mundo animal en la literatura económica no
son nuevas: los tigres asiáticos a principios de este siglo para referirse a
las entonces emergentes potencias asiáticas de Corea, Singapur, Taiwán y
Hong-Kong; los PIGS, acrónimo acuñado por medios anglosajones para referirse
peyorativamente a los países mediterráneos acuciados hace unos años por
problemas de déficit y balanza de pagos, son solo algunos ejemplos. En el campo
del emprendimiento, en el año 1979, el profesor del MIT David Birch sorprendió
al mundo con su informe “Job generation process”, al atreverse a poner en
entredicho el paradigma dominante a favor de la gran empresa. Birch
demostró que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados
Unidos la mayor parte del empleo neto y explicó estas dinámicas de creación y
destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello analogías zoológicas
que aunque han pasado décadas siguen hoy muy vigentes. Los elefantes vienen a
corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les
procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven
lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el
contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una
agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar
velocidades impensables para el elefante. Por último, ya en nuestros días, los
unicornios se han traído de la mitología al mundo de la inversión, para definir
las nuevas empresas que tienen una valoración de 1000 millones de dólares.
Linkedin, Uber o Airnbn son ejemplos de esos unicornios tan deseados por los
fondos de inversión.
También las moralejas de los cuentos han estado presentes en la
doctrina económica y tras dos años de estudio el informe sobre emprendimiento
corporativo que he tenido el honor de coordinar y que ha llevado precisamente por
subtítulo “elefantes y gacelas bailan sin pisarse” ha dado lugar a cuatro
enseñanzas. La primera es que este fenómeno ha pasado en unos pocos
años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en
uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Las
organizaciones ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los
exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea
tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación
abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.
En segundo lugar y gracias al contraste entre dos encuestas hechas a
intraemprendedores y a los propios directivos, hemos demostrado que el masivo
apoyo al emprendimiento corporativo en España manifestado por las empresas
muestra más deseos que realidades. La tercera enseñanza es que la
existencia de exitosos programas en multinacionales españolas demuestra que a
pesar de la juventud del fenómeno ya hay buenas prácticas que permiten abonar
el camino para los que empiezan ahora. La última lección aprendida es que
son muchos los obstáculos a sortear para implantar estrategias efectivas de
innovación abierta e intraemprendimiento en las grandes corporaciones porque
además de las dificultades propias de hacer crecer negocios emergentes se
encuentran inercias de las grandes empresas que no respetan las peculiaridades
del mundo startup.
En la vida real es muy difícil que dos especies tan distintas
puedan ensayar una danza, al menos sin que la gacela, corra un alto riesgo de
ser apisonada por las toneladas del elefante. Por eso es normal que algunos
lleguen a pensar que el intraemprendimiento es un cuento chino. Pero lo que en
principio solo podría ocurrir en una fábula, que bailen ambos animales, sí
puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última
instancia es el propósito que ha llevado a los autores de esta investigación ha
sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes
empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo
compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán
un gran tándem. Hace unos años el profesor del MIT Clayton Christensen vaticinó
que las empresas diseñadas en el siglo XX para triunfar, están abocadas a
fracasar en el siglo XXI, salvo que adopten la mentalidad startup. Por ello y
si queremos que nuestro cuento además de tener final feliz nos ayude a afrontar
el futuro de nuestra economía con más garantías, tendremos que aprender de la
paciencia y el método seguido por los dos animales africanos.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business
School y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Ha
coordinado el Informe sobre Emprendimiento Corporativo en España promovido por
CISE y Santander Universidades
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