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martes, 4 de julio de 2023

Fortaleza y agilidad confluyen: cada vez más, grandes empresas y startups trabajan en conjunto

(este artículo se publicó originalmente en The Conversation el día 3 julio 2023)


La colaboración entre startups y grandes empresas ha dejado de ser algo excepcional en España. Al contrario, es una actividad ya presente en el 80 % de las cotizadas en el IBEX 35 y en el 76 % de los 50 mayores grupos empresariales del país. Esta colaboración se conoce como emprendimiento corporativo o innovación abierta (corporate venturing).

Las grandes corporaciones, pesadas como elefantes, pero también fuertes y robustas, ya son capaces de seguir el ritmo de innovación de las startups, ligeras y ágiles como gacelas. Hasta ahora, ese baile acababa perjudicando a los emprendedores, que se veían aplastados por las normas y la cultura corporativa de las grandes empresas.

Una investigación dirigida por la UNIR y auspiciada por el CISE muestra cómo ha mejorado la visión que tienen las grandes empresas españolas sobre las startups: ahora las consideran catalizadoras de la innovación corporativa.

El 76,4 % de las empresas analizadas tienen programas de innovación abierta y el 70,5 % de intraemprendimiento. La mitad de las entidades de la muestra (52,9 %) compatibilizan ambas actividades.

Nuestro estudio constata que el arraigo del emprendimiento corporativo se manifiesta también en la antigüedad de los programas. Casi el 70 % de las organizaciones tienen ya más de cinco años de experiencia en esta actividad. En el informe de 2020 dicho porcentaje estaba 25 puntos por debajo.

También es relevante señalar la fortaleza de las relaciones de colaboración con empresas del mismo sector, incluso potencialmente competidoras: llega al 91,4 % entre las entidades encuestadas.

No obstante, la actividad innovadora no siempre tiene la ambición que se le presupone al emprendimiento corporativo. Si un 86,6 % de las organizaciones la enfoca a la mejora continua de bienes y servicios que ya se comercializan, la cifra baja al 68,6 % en cuanto a innovación disruptiva, aquella que busca competir contra la tecnología dominante mediante una renovación radical de los productos o servicios.

Un campo de mejora pendiente es la escasa presencia de los directivos del área de innovación en los órganos de decisión de la empresa.

En menos de la mitad de las organizaciones analizadas el responsable del emprendimiento corporativo forma parte del máximo órgano de dirección de la empresa. Además, solo en el 17,9 % de los casos esos directivos se dedican de forma exclusiva al área de innovación.

Aunque, en términos generales, los datos obtenidos son positivos, los aspectos relativos al aprendizaje de nuevas tecnologías y a la imagen corporativa están sensiblemente mejor valorados que aquellos que pueden tener un impacto más directo o evidente en la cuenta de resultados.

Que el objetivo de rentabilidad financiera no sea prioritario favorece la función exploratoria del emprendimiento corporativo centrándolo en el negocio futuro. Sin embargo, su lejanía del centro de la actividad empresarial presente hace que los programas de innovación sean especialmente vulnerables a los cambios o reestructuraciones que la alta dirección pueda llegar a adoptar en un momento dado.

Este estudio ha querido mencionar cinco buenas prácticas empresariales en España que pueden inspirar a otras empresas a seguir este camino de colaboración entre pequeñas y grandes unidades empresariales. Los programas seleccionados de MAPFRE, Ecoembes, Soltec, Mercadona y Cofares son la constatación de que España va por el buen camino para lograr que startups y grandes empresas trabajen juntas y la sociedad en su conjunto se pueda beneficiar de ello en términos de generación de empleo y riqueza.


Iñaki Ortega Cachón. Profesor de Dirección de Empresas, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja


lunes, 20 de julio de 2020

¿Eres elefante o gacela?

(este artículo se publicó originalmente el día 19 de julio de 2020 en el suplemento Actualidad Económica del periódico El Mundo)


Recuerdo de pequeño los domingos después de comer esos maravillosos documentales de National Geografic sobre la sabana africana en los que siempre la veloz gacela acababa siendo abatida por algún poderoso carnívoro. En cambio, el elefante, en manada y con su paso lento pero firme sobrevivía a los rigores de su ecosistema. Si entonces me hubieran dado a elegir entre ser gacela o elefante, mi opción sería una larga vida de paquidermo.

No he tenido la oportunidad de preguntar a los profesores Birch del Instituto Tecnológico de Massachusetts y Belasco de la Universidad de San Diego sobre sus aficiones de sobremesa, pero sí he leído sus artículos académicos sobre los emprendedores. Ambos han usado el símil con estos animales para ilustrar la relación entre corporaciones y emprendedores. A finales de los 70, David Birch sorprendió al mundo con su informe “Job generation process”, todo un hito en la superación del paradigma dominante de la gran empresa, demostrando que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto. Para Birch, los elefantes son grandes multinacionales que sufren rígidas burocracias. Las gacelas, en cambio son empresas muy débiles -por pequeñas y jóvenes- pero tan ligeras que casi vuelan. Años más tarde el profesor Belasco quiso enfatizar la imperiosa necesidad de mantener vivo el espíritu de innovación en las grandes empresas en su libro “Enseñar a bailar al elefante”. Las grandes compañías se comportan del mismo modo que los elefantes, no solo por su tamaño, sino también por ser animales de costumbres que raramente olvidan lo aprendido en el pasado. Esas enseñanzas hoy ya no sirven; pero se siguen cumpliendo como si fuese religión en las grandes organizaciones, cuando las bases de la economía son radicalmente diferentes. Sólo olvidando esas obsoletas lecciones, el elefante aprenderá a bailar. 

Han pasado décadas desde la publicación de estos estudios y desde mis sentadas ante la televisión para ver documentales y ya no tengo tan claro si quiero ser elefante o gacela.   Los elefantes siguen siendo grandes compañías bien asentadas pero muy lentas; las gacelas, por el contrario, son startups que mueren en su mayoría en los primeros años de vida por muy disruptivas que sean. Pero mis dudas se acrecentaron aún más hace cuatro años cuando un grupo de académicos nos pusimos a investigar el fenómeno del emprendimiento corporativo o lo que es lo mismo la colaboración entre grandes empresas y emprendedores para innovar. La tesis de nuestra investigación se resumía en que solo cooperando (bailando) ambos animales podrían sobrevivir. En la nueva economía, el elefante no es tan fuerte y la gacela no es tan frágil. Nuestra encuesta a las más grandes empresas con operaciones en nuestro país así lo ha demostrado. El trabajo de campo realizado hace unos pocos meses constató que el 86% de esas grandes empresas usaban la innovación abierta frente al 23% que decían eso mismo hace apenas dos años. De nuevo el elefante volvía a jugar bien y ganaba la partida.

Pero en esas estábamos cuando apareció en el mes de junio de este año una noticia muy extraña. En el delta de Okawango (Bostwana) aparecieron 169 elefantes muertos sin razones aparentes. Los animales no tenían muestras de violencia, pero tampoco de enfermedad alguna. Los expertos alertaban de las consecuencias de estas muertes en la cada vez más exigua población de elefantes precisamente por la ansiedad causada de ver morir a tantos de su especie. Inmediatamente me puse a chequear el ranking de Bloomberg de las empresas más importantes. En apenas unas décadas se han evaporado la mayoría de los elefantes corporativos. No solo los elefantes mueren en África sino también en la bolsa americana. Ser grande ya no es garantía de nada y muchos de esos paquidermos empresariales empiezan a tener miedo; un miedo que las startups huelen y les impulsa a seguir saltando cada vez más lejos, cada vez más fuertes. Por eso, ahora, si tengo que elegir, escojo ser gacela.


Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School y director del II Informe de Emprendimiento Corporativo de Santander Universidades y CISE.

viernes, 28 de abril de 2017

Elefantes y gacelas bailan sin pisarse

(este artículo fue publicado originalmente en el diario El Economista el día 25 de abril de 2017)


A finales de los años 70, el profesor del MIT David Birch sorprendió al mundo con su informe Job generation process, el cual supuso un hito en la superación del paradigma dominante a favor de la gran empresa, al demostrar que las nuevas y pequeñas unidades empresariales generaban en Estados Unidos la mayor parte del empleo neto. Birch explicó las dinámicas de creación y destrucción de puestos de trabajo, utilizando para ello metáforas del mundo animal que ofrecieran una idea gráfica del tamaño y agilidad del tipo de organizaciones que operaban en el mercado laboral. Aunque han pasado décadas desde esa publicación  las analogías zoológicas utilizadas por el profesor americano siguen hoy muy vigentes con la irrupción de la llamada industria 4.0. Los elefantes vienen a corresponderse con compañías bien asentadas, que cuentan con un tamaño que les procura seguridad y capacidad para conseguir ingentes recursos, aunque se ven lastradas por pesados organigramas y procedimientos. Las gacelas, por el contrario, son empresas muy pequeñas, jóvenes y vulnerables, pero gozan de una agilidad a la hora de innovar que les permite dar grandes saltos y alcanzar velocidades impensables para el elefante. Cesce se ha atrevido a cuantificar el número de empresas gacelas en nuestro país en 485 que han originado cerca de 180.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años, la mayor parte contratos fijos, y con tasas de crecimiento de su facturación de un 240%.

Tras dos años de estudio por parte de un partenariado de universidades, una consultora y el apoyo del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), en mayo se conocerán las conclusiones del informe sobre el estado del emprendimiento corporativo en España.  Aunque por su novedad no hay consenso siquiera sobre el término, ya que se usa indistintamente innovación abierta o incluso intraempendimiento además de emprendimiento corporativo. Sobre la definición del mismo se ha optado por aquella que se refiere a un conjunto de iniciativas que desarrollan las organizaciones para crear valor y mejorar su capacidad competitiva, bien mediante el impulso de actividades emprendedoras de origen interno, bien mediante la incorporación de conocimiento externo susceptible de sinergias internas y nuevas oportunidades de negocio.
Una de las lecciones aprendidas es que este  fenómeno  ha pasado en unos pocos años de ser una realidad desconocida en las grandes empresas a convertirse en uno de los ámbitos de actuación más recurrentes en cualquier plan estratégico. Ante un escenario cada vez más cambiante y competitivo en disciplinas como la ciberseguridad, la impresión aditiva, el big data o el cloud las organizaciones industriales ven en el emprendimiento corporativo una vía para adoptar los exitosos modelos de innovación disruptiva de las startups, ya sea tendiendo puentes de colaboración con estas mediante fórmulas de innovación abierta o promoviendo el espíritu emprendedor de sus propios trabajadores.  Esta investigación permite aportar algunas claves para facilitar que las empresas incumbentes y las emergentes trabajen juntas a fin de que las primeras innoven y sean más competitivas y las segundas logren alcanzar unas altas cotas de escalabilidad.  
Como recordaba recientemente el Foro Económico Mundial junto al Global Entrepreneurship Monitor en Europe’s Hidden Entrepreneurs Entrepreneurial Employee Activity and Competitiveness in Europe, del grado de desarrollo del ecosistema de emprendimiento corporativo dependerá cada vez más la competitividad de los países. Conscientes de ello, los autores del estudio no hemos querido dejar de formular nueve recomendaciones basadas en experiencias exitosas de colaboración entre startups y corporaciones.  La primera es la imprescindible implicación de la alta dirección en el impulso del emprendimiento corporativo. El Alineamiento con los objetivos de la compañía es la segunda. El siguiente consejo es que el emprendimiento corporativo solo es una apuesta segura a largo plazo. Aprender de otros, pero desarrollar una política de emprendimiento corporativo adaptada a la propia organización y dotar a la organización de personas con conocimientos y competencias que les permitan acompañar y entender a startups e intraemprendedores, son la cuarta y la quinta. Buscar sinergias en el ecosistema emprendedor local así como hacer un esfuerzo por evangelizar a toda la organización también se hace necesario.  Como octava lección se recomienda  apoyar a los intraemprendedores con recursos, tiempo y garantías de carrera profesional. Una última reflexión para las empresas que operan en industrias de alta tecnología: al hilo de la velocidad a la que avanzan el cambio en modelos de negocio así como las fórmulas de innovación abierta, la figura del Chief Entrepreneur Executive no tardará en extenderse entre todas aquellas que aspiren a mantenerse líderes.
El título de este artículo es el mismo que el del subtítulo del estudio sobre emprendimiento corporativo elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de la Rioja  y Neoris lideradas por Deusto Business School. Todos sabemos que difícilmente dos especies tan distintas podrían ensayar una danza, al menos no sin que la gacela, de apenas 60 kilos, corra un alto riesgo de ser apisonada por los 5.000 kilos del paquidermo. Pero lo que en principio solo podría ocurrir en una fábula, sí puede convertirse en una realidad en el ecosistema empresarial. En última instancia, el propósito que ha llevado a que CISE encargase este trabajo ha sido precisamente ese: demostrar con datos empíricos y casos reales que grandes empresas y emprendedores han empezado a bailar en España al son del mismo compás y que, a pesar de algunos pisotones inevitables, todo apunta a que formarán un gran tándem.

Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School