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lunes, 12 de junio de 2017

La generación que sustituirá a los millennials

(este artículo fue publicado originalmente en el diario El Economista el 7 de junio de 2017)

Pocos neologismos han tenido tanto éxito y tan rápido en el lenguaje empresarial como la palabra millennial. Los llamados millennials son los miembros de la generación que se hizo mayor de edad con el nuevo milenio. Han sufrido la crisis como los que más y a la vez son protagonistas de las ventajas de la digitalización. Como empleados o clientes han sido analizados tan exhaustivamente que el diccionario de Oxford ha decidido incluirlos como nueva entrada. Pero el tiempo pasa rápido y de repente se han hecho viejos con la irrupción de una nueva generación, la de los Z, nacidos entre 1994 y 2009.

Mientras los millennials han realizado una transición del mundo analógico al digital, los jóvenes Z son los primeros nativos auténticamente digitales: Internet les ha acompañado toda su vida, para estudiar, para tener amigos, para su ocio. La tecnología es su ecosistema natural: aprenden con YouTube, los tutoriales son una herramienta fundamental de su día a día, y reclaman libros publicados recientemente; los manuales más antiguos les parecen una reliquia.

Es por tanto la tecnología lo que define y moldea a los Z, que se diferencian del resto de generaciones también por los dispositivos que manejan: han crecido con la tableta, los smartphones y un entorno donde se usaba de forma masiva WhatsApp, mientras que los millennials lo hicieron con la tecnología 2G, el portátil y el uso del SMS. Por descontado, a los Z, el walkman, el PC de sobremesa o la Game Boy propios de la Generación X ya les parecen herramientas totalmente anticuadas.

A los miembros de la generación Z  les importa su futuro. Ni son “ni-nis”, ni quieren serlo. Les interesa en alto grado la educación, la salud, las relaciones familiares, el éxito en el trabajo y el medio ambiente. Todo ello, por encima incluso de su tiempo de ocio.

Dan gran importancia a la educación, pero demandan una enseñanza más práctica y flexible, orientada a experiencias y habilidades que les ayuden a afrontar un futuro laboral caracterizado por la incertidumbre y el cambio. En este sentido, ya hay voces que alertan sobre la falta de adaptación del sistema educativo a las habilidades, necesidades e intereses de estas nuevas promociones de alumnos.
Si hay algo que distingue a los Z es el uso de las redes sociales. En las redes consumen productos y servicios, pero consumen también a través de estos mismos medios todo tipo de informaciones, opiniones y consejos, que les ayudan a crear sus propias opiniones.

Con los millennials comparten algunos rasgos, como un masivo uso de la tecnología, unos bajos niveles de fidelidad corporativa y la búsqueda de proyectos laborales y vitales que encajen con sus valores. Pero los Z van más allá, y son más inconformistas e irreverentes; unos trabajadores más creativos y emprendedores; y unos consumidores más empoderados, marquistas y concienciados.
Los Z son la primera generación que aspira a equilibrar la relación trabajo-vida privada. Son la generación más interesada en trabajar por cuenta propia, aunque quienes prefieren trabajar por cuenta ajena priorizan el buen ambiente laboral, la conciliación y la posibilidad de desarrollar su carrera profesional, antes que el sueldo o la estabilidad.

Como consumidores los Z son más marquistas que los millennials. Suelen adquirir marcas por gusto o si confían en ellas y no les importa tanto la calidad como el hecho de que le ofrezcan un producto a su gusto con un precio asequible. Tras el precio, la capacidad para dar respuestas inmediatas es el aspecto más valorado, así como la reputación y que la empresa sea respetuosa con el medio ambiente. Además, son más tolerantes a la publicidad online que los millennials, les molesta menos que los anunciantes lleguen a ellos si lo hacen con sus códigos y les gusta que lo hagan con personas reales.

Deusto Business School y Atrevia llevan dos años investigando el comportamiento de la generación z en dos estudios que han visto la luz en marzo de 2016 y abril de 2017. Lo explicado en este artículo es solo una muestra del reto al que se enfrentan las empresas de entender una cohorte de edad que aunque se comporta de modo diferente puede conseguir un mundo mejor donde vivir y trabajar.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School
Isabel LARA es vicepresidenta de Atrevia

domingo, 17 de mayo de 2015

De los ninis a la generación Z

(este artículo fue publicado originalmente en el Diario Montañés el día 17 de mayo de 2015)


El término "ni-ni" saltó a la opinión pública española hace más de seis años de forma paralela al estallido de la crisis económica. Muchos jóvenes estaban abocados a no poder estudiar ni trabajar. En ese contexto de rápida destrucción de empleo, y ante la perspectiva de una larga recesión, no fueron pocas las voces que alertaban del grave riesgo de perder a toda una generación de españoles que iba a tener muy difícil no sólo incorporarse al mercado laboral, sino sobre todo, avanzar hacia la madurez carentes de ilusión y sin ningún proyecto de vida.



Ha pasado mucho tiempo desde 2008 y la crisis ha cambiado nuestra economía, no sin un importante coste para las familias. Muchas de las amenazas siguen ahí, pero España exporta más que nunca -en diversas universidades europeas vuelven a hablar  del "milagro español"-, el crecimiento se consolida  y volvemos a ser atractivos para invertir.

Y sin hacer ruido, buena parte de estos indicadores positivos están directamente relacionados con el constante acceso de integrantes de la generación del milenio -milennials- a puestos y espacios de responsabilidad en la economía española. Ese conjunto de españoles nacidos en los 80 y primeros 90 forman la primera generación que ha convivido con la crisis y la disrupción tecnológica, la más emprendedora y la que mejor ha sabido entender los cambios que nuestro tejido productivo necesitaba para retomar la senda del crecimiento.

Muchos de ellos se han curtido en empleos para los que estaban sobrecualificados; otros no dudaron en inventar su propio puesto de trabajo incluso más de una vez, sin desaliento; y han obligado a las multinacionales a entender su concepto de economía colaborativa y de gestión del talento.

Hace unas semanas en un seminario sobre esta generación impartido en la Fundación Botín, se nos recordó que en su día las grandes compañías incorporaban a sus filas a los trabajadores que entendían más cualificados para hacer crecer sus cifras de negocio dentro de su sector de actividad. Hoy los más demandados son aquellos que aportan ideas para diversificar la empresa, para sumar a nuevos grupos de clientes y para renovar procesos que el propio peso de la compañía había dejado obsoletos. Y a la hora de atraer ese talento, las empresas han tenido que cambiar también determinadas actitudes: por encima del sueldo cuenta el entorno de trabajo, la sensación de pertenecer a un proyecto común y las posibilidades de seguir aprendiendo y desarrollándose.

Los milennials están llevando a cabo en todo el mundo la máxima de que el crecimiento económico actual se genera en espacios de emprendimiento pequeños en los que se unen personas de origen y cualificación diversa. Y en Cantabría, territorio de pymes, pueden ser el estímulo que necesitamos para dejar atrás definitivamente la crisis, renovando nuestra realidad productiva de abajo hacia arriba. Pymes más tecnológicas, más capaces de internacionalizarse y más resistentes a los vaivenes económicos. Los milennials están creando las empresas que darán trabajo a nuestros hijos mientras llevan a España al nivel de I+D+i que el tamaño de nuestra economía exige (el ranking Global Innovation Index nos sitúa aún en el puesto 27).

Además, la segunda mitad de esta década va a ser la de la incorporación masiva de los milennials a los puestos de responsabilidad en la política y en las empresas públicas. Veremos si los nuevos aires que ya han traído a nuestra economía se trasladan a la res pública y obtenemos como resultado un país más proclive al emprendimiento, a la innovación y a la igualdad de oportunidades en el mercado laboral, para afianzar la recuperación que ellos mismos han iniciado desde el sector privado.

Y por último, no podemos olvidar a los que llegan por detrás: la que diversos autores norteamericanos han denominado "Generación Z" (los nacidos aproximadamente entre 1994 y 2002), y cuya principal característica es la de haber llegado a un mundo en el que la World Wide Web estaba ya plenamente desarrollada. Por lo tanto, carecen del concepto -tanto mental como académico- de libros, archivos y orden bibliotecario: desde la infancia han recibido miles de estímulos informativos sin filtrar -todo cabe en Internet- y siempre en forma de ceros y unos.

Sus integrantes de más edad están accediendo ya a universidades y al mercado laboral, destacando por su facilidad para adaptarse a entornos cambiantes, su pluralidad de opiniones y su necesidad de dedicar su tiempo solamente a aquellas cosas que les interesan. Una generación que ya está siendo objeto de estudio entre analistas y universidades de todo el mundo, porque entenderla es clave para vislumbrar el futuro plenamente digital que se desarrollará a lo largo del siglo XXI.

El reto para lo público, la academia y las empresas será alinear sus estrategias para tener muchos “jóvenes z” y en cambio los “ni-nis” sean ya sólo un triste recuerdo del pasado.


Leticia Diaz es Consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad de Deusto.

NOTA: Este artículo se inspiró en la presentación del libro Millennials, inventa tu empleo (ediciones UNIR) en Santander en la Fundación Botín el día 24 de mayo.