domingo, 9 de junio de 2024

La ventana se mueve

(este artículo se publicó originalmente en el Periódico de Cataluña el 9 de junio de 2024)


Cada país tiene sus temas tabúes. Son asuntos que es mejor no hablar de ellos, por motivos culturales o de otro tipo, porque suponen un problema. En España, la vida personal de los políticos, la eutanasia, la guerra, el despido libre, la prostitución, los pactos con EH Bildu o hasta el aborto han sido algunos de ellos, que han pasado a la historia. Eran realidades innombrables que se obviaban ya que provocaban un rechazo tácito por parte de un amplio sector de la sociedad. Sin embargo, todos aquellos temas que se encuentran disponibles para debatir pertenecen a lo que se ha bautizado como ‘ventana de Overton’, una teoría política que describe cómo se puede cambiar la percepción de la opinión pública para que las ideas que antes se consideraban descabelladas sean aceptadas.

Su ideólogo, Joseph Overton, vicepresidente de uno de los mayores institutos de investigación social de Estados Unidos, el Mackinac Center for Public Policy, desarrolló la teoría de cómo un político ganaría votantes siempre que sus propuestas se enmarcasen en el interior de una ventana que guardaba lo que la sociedad aceptaría en el momento. No obstante, la clave de esta tesis es que los líderes habilidosos pueden mover esa ventana o si se prefiere añadir temas de conversación a este marco socialmente aceptable. De este modo, el político más atrevido podría enarbolar la bandera del cambio con la garantía de saber que estos asuntos -antaño prohibidos- no serían rechazados por el pueblo. La teoría de la ventana de Overton tiene sus tiempos y no es una fórmula mágica, sino que posee diferentes fases, en primer lugar, las ideas pasan de ser impensables a radicales, y de ahí a ser aceptables, para terminar siendo sensatas y populares. Inmediatamente nos vienen a la cabeza Trump o Milei, pero también Orban o López Obrador. Artistas en ampliar la ventana para acabar convirtiendo en aceptables temas considerados antaño como anatemas. Pero yo les quiero hablar, como siempre, de economía y cómo la teoría en cuestión también ha llegado a esta disciplina.

Hace pocos días el gobierno español aprobó que pueda ser compatible cobrar el subsidio de desempleo y tener un sueldo en una empresa. Parado y con nomina al mismo tiempo. La medida se ha tomado porque el gobierno tiene claro que las personas que cobran el paro no tienen incentivos para buscar trabajo. Con este empujón desde lo público -dos ingresos en la cuenta corriente- muchos españoles abandonaran el paro. Un gobierno de izquierdas acaba con el tabú de que las ayudas sociales siempre funcionan. Casi al mismo tiempo, el mismo equipo ha promovido que pueda conciliarse pensión y empleo. De nuevo un principio inmutable como que los mayores han de descansar, se supera. Otro ejemplo es cuando se atrevieron a reducir el IVA en plena escalada de la tasa de inflación, esquivando la idea socialmente aceptada de que bajar impuestos perjudica a las clases más desfavorecidas.

En el plano europeo, Bruselas aceptó la taxonomía de energías limpias y las reivindicaciones de los agricultores. La sociedad asumió sin problemas que sus gobiernos apoyarán la energía nuclear o que se cediera al chantaje de las huelgas del agro europeo. Solo porque se supo redirigir la ventana hacia la lucha contra el cambio climático y el bienestar del continente.

Pero no siempre es tan fácil porque cuando te sales de la ventana, pasa lo que le ocurrió a Liz Truss, primera ministra de Reino Unido en 2022. Tras anunciar na agresiva bajada de impuestos sin reducir el gasto público del estado del bienestar, tuvo que presentar su dimisión.  Solamente 44 días después de tomar posesión por una inusitada caída de los mercados bursátiles ante dicha medida.  También le pueden preguntar a Joe Biden, que ve amenazada su reelección por la percepción de la mala situación económica que atraviesa el país, pese a que todos los indicadores aseguran que no es así. Si Trump consigue ganar en noviembre será porque Biden no supo enfocar el tema económico en la ventana. En España, una víctima de la ventana económica de Overton es Rodríguez Zapatero que siendo presidente lanzó el Plan E para paliar la crisis de 2008. Un documento del Banco de España reveló que el Ejecutivo gastó en total 13.000 millones de euros para crear empleo, aunque por cada millón no se generaron ni seis puestos de trabajo. Todo ello mientras negaba que los españoles estuviéramos inmersos en la mayor crisis de nuestra historia. 

Ahora, el Gobierno de España ha decidido intervenir en el libre mercado. Lo hace de dos modos: en Telefónica a través de la SEPI, su brazo económico, y en el BBVA, Talgo o Naturgy a través de la “norma antiopas” que nació en la pandemia para proteger a las empresas patrias de compradores extranjeros de gangas. El pudor se ha perdido y un tabú como participar desde lo público en las empresas privadas parece que está superado. ¿Habrá conseguido también mover esta ventana económica Sánchez?  Seguro que hay muchos indicadores para saberlo, pero el más próximo serán las elecciones europeas.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

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