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domingo, 5 de mayo de 2024

Mientras tanto…

(este artículo se publicó originalmente en el periódico económico La Información el 6 de mayo de 2024)


El miércoles 24 de abril a las siete de la tarde se paró el país. Durante cinco días solamente se habló del estado de ánimo del presidente del gobierno, de sus cuitas matrimoniales y de la decisión que finalmente tomaría el lunes por la mañana.

Todos los medios de comunicación durante más de cien horas intentando escudriñar la mente del presidente y buscando explicación a un suceso tan extraordinario en un estado de derecho como que su presidente interrumpa casi una semana sus obligaciones. De hecho, esta decisión de Pedro Sánchez arrastró a su gobierno y a los partidos que le apoyan a salir en tromba a la calle, medios de comunicación y redes sociales, desatendiendo sus responsabilidades de servicio público en ministerios o altos cargos de la administración.

Mientras tanto, aunque parezca mentira, el mundo no se paró y ni mucho menos la economía. La inflación, el desempleo, la deuda, la inversión o la fiscalidad no consultaron esos días manuales de psicología o de estrategia política, sino que, tozudas, siguieron con su preocupante tendencia.

España ha registrado en abril una tasa de inflación estimada del 3,4%, dos décimas más que en el mes de marzo, y ha escalado hasta ser el tercer país con la tasa de inflación más alta de la Eurozona, tras Bélgica (4,9%), Croacia (4,7%).  El Banco de España alertó la semana pasada que las subidas de tipos de interés dejan a más de un millón de hogares (el 7,2% del total) sin poder pagar los gastos básicos.

Durante el retiro espiritual del presidente también hemos conocido los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). España ha perdido 139.700 ocupados en el primer trimestre del año, lo que supone la mayor destrucción de empleo para este periodo de enero a marzo desde el año 2020. Este dato ha ido acompañado de un incremento en el número de parados en España de 117.000, con lo que el número total de desempleados en el país se sitúa casi en los tres millones (2.977.800) y la tasa de paro ha escalado hasta situarse en el 12,3%, desde el 11,8% en que se encontraba a cierre de 2023.

Respecto a nuestro endeudamiento, estos mismos días Bruselas ha advertido que España es el país de la Unión Europea donde más aumentará el gasto en pensiones, debido al impacto de las reformas del sistema, que según la Comisión Europea supondrán un incremento del gasto de hasta 4,6 puntos porcentuales del PIB en el periodo de proyección, que abarca hasta 2070.  De hecho, según nuestro supervisor bancario, España necesitará 25 millones de inmigrantes en 2053 para mantener las pensiones.

La inversión extranjera en España es otra pieza que encaja -por desgracia- en este puzle. En 2023 cayó un 18,7% con respecto al año anterior, siendo esta más de un 50% inferior al nivel máximo alcanzado en 2018. No hace falta recordar que en una economía como la española el peso de lo público en la inversión es considerable, no solo por el esfuerzo presupuestario sino por las facilidades que puedan darse desde la regulación. Respecto a lo primero sabemos, desde la convocatoria de las elecciones catalanas, que no tendremos Presupuestos Generales del Estado este año y respecto a lo segundo hay que mencionar el papel gubernamental en la nueva regulación para la inversión extranjera. Un mecanismo puesto en marcha hace unos meses para autorizar determinadas inversiones en sectores estratégicos que está ralentizando muchas operaciones. Naturgy, Telefónica o Talgo han visto cómo los sucesos de estos días retrasaban más aún la toma de decisiones que puede hacer que huya el dinero extranjero.

Lo cierto es que mientras Sánchez meditaba, la economía sufría. Cepsa, la segunda petrolera en España, anunció esos días que había alcanzado un resultado neto negativo de ocho millones de euros en el primer trimestre de este año fruto del impuesto a los beneficios caídos del cielo que el gobierno puso en marcha en plena crisis energética. El CEO de la compañía ha explicado que al mismo tiempo en febrero pagaron más de 122 millones por el primer tramo del impuesto lo que ralentiza, sin duda, sus planes de inversión para convertir España en un hub mundial de hidrógeno. El Gobierno lleva meses planteándose cambios en este tributo para preservar estas inversiones verdes pero la agenda medioambiental, a la vista del retraso, es menos importante que la política.

Qué decir de las empresas patrias que por mucho que empatizasen con la aparente desazón del presidente no dejaron ni un minuto de mirar sus cuentas de resultados amenazadas por nuevos impuestos y contribuciones extraordinarias. No pocos accionistas hicieron caso omiso de este culebrón, porque lo que les ocupaba -y ahora más todavía- era saber si el Estado finalmente tomará el control de compañías bandera españolas, bien directamente con la SEPI o con la colaboración de Criteria. Y a la vez millones de españoles con un ojo en la televisión y el otro en la declaración de la renta en la que pagarán este año más porque se no han deflactado las tarifas.

Actuar tiene consecuencias, no actuar también.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

lunes, 2 de mayo de 2022

El primo turco de Feijóo

(este artículo se publicó originalmente en el diario La Información el día de 28 abril de 2022)


Aunque no lo sepa, Feijóo tiene un primo turco.  O si no es primo, por lo menos tienen mucho en común a la luz del plan económico presentado por el gallego a Pedro Sánchez.

Alberto Núñez Feijóo nació en los años 60 en Orense, Daron Acemoğlu en esa misma década en Estambul. Uno se fue a estudiar derecho a Santiago de Compostela; el otro, economía a Londres. Al terminar, Alberto obtuvo una plaza de funcionario público en Galicia y Daron, una de profesor titular en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).  Núñez Feijóo rápidamente ascendió en la administración y Acemoğlu igualmente hasta llegar a ser catedrático en el MIT. Pero lo que les une, y lo desconocen, es que sus trayectorias han estado guiadas por la defensa de las instituciones y de la institucionalidad. Uno desde la praxis política y el otro desde la teoría académica,

Comencemos por recordar los dos conceptos. Instituciones son aquellos organizaciones que desempeñan una función de interés público. La institucionalidad es una escuela de pensamiento en la economía que defiende que las reglas del juego en una sociedad las marcan las instituciones y en función de ellas la economía prospera. Hace dos siglos John Stuart Mill dejó escrito que “las sociedades son económicamente exitosas cuando tienen buenas instituciones económicas y son estas instituciones las que causan la prosperidad”. Esas palancas de desarrollo, para este consenso académico, son la estructura de derechos de propiedad y la existencia de mercados competitivos.

Acemoğlu ha dedicado toda su vida universitaria a demostrar que la institucionalidad económica explica fuertemente las diferencias existentes en el crecimiento y el desarrollo entre países. En 2012 junto al profesor James A. Robinson publicaron el célebre libro “Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza”. Los autores analizaron numerosos aspectos de la economía, la sociología o la política para encontrar los motivos que llevan a unos lugares a prosperar frente a otros. La tesis del libro es que son las instituciones de un territorio las que lo van a hacer prosperar. Es decir, la forma en que las sociedades se organizan. Si por ejemplo son respetuosas con la propiedad privada, garantizan una separación de poderes efectiva o posibilitan el correcto funcionamiento de una economía de libre mercado, habrá una buena calidad de vida. Para Acemoğlu la clave de la prosperidad de los paises no reside en qué lugar del planeta está situado. La clave es si disfruta de instituciones inclusivas, es decir leyes, empresas, gobiernos que promueven la igualdad de oportunidades con incentivos, inversión e innovación y un ecosistema en el que la mayoría de los ciudadanos puede desarrollar su talento. En cambio, fracasan cuando las instituciones son extractivas o lo que es lo mismo buscan que todo siga igual. Corrupción, burocracia, opacidad, mal sistema judicial, ineficiencia en la gestión del gobierno, inexistentes políticas de libre competencia o pésimos manejos presupuestarios definen esas no deseables instituciones.

No es fácil construir una buena institucionalidad económica pero el “Plan de medidas urgentes y extraordinarias en defensa de las familias y la economía de España” presentado por Núñez Feijoo, va en esa dirección. Es inclusivo porque huye de las siglas políticas para que otras sensibilidades políticas puedan incorporarse. Además, establece una batería de medidas como rebajas fiscales y ayudas directas para la igualdad de oportunidades al centrarse en la parte de la población con menores ingresos. Busca reducir el gasto burocrático y las partidas superfluas del presupuesto público. Reduce ministerios y apuesta por la evaluación ex ante del gasto público Promueve la transparencia y el reforzamiento de órganos independientes de control como la AIREF. En cuanto a los fondos Next Generation, siguiendo el caso francés e italiano, defiende que se usen para reducir la carga fiscal que impacte en los más necesitados. Al mismo tiempo busca que el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia se convierta en una herramienta de cohesión para que no solo se beneficien las grandes corporaciones y las administraciones sino también las pymes y autónomos.

Que el plan sea institucionalista no es garantía de infalibilidad debido a la diabólica situación de cuasi estanflación a la que vamos abocados, con los precios desbocados y el crecimiento bajo mínimos. Tocar una tecla para aliviar a los sectores más perjudicados por la pandemia y la guerra, como el turismo o la industria, puede alimentar la escalada del IPC. No es fácil. Pero nadie puede negar que el presidente gallego y el economista turco en esto de las instituciones están muy alineados.

Acemoğlu, aunque a estas alturas del artículo ya sepamos que no es primo de Núñez Feijóo, alerta también de esas dinámicas de cambio que hacen que todo salte por los aires en algunos momentos críticos.  Así, afirma que el "batir de las alas de una mariposa" causada por una suave "deriva institucional" pueden dar lugar a grandes consecuencias -para bien o para mal- cuando el territorio se ve afectado por una "coyuntura crítica" (como por ejemplo la crisis que vivimos acelerada por la invasión de Ucrania). España no ha recuperado -según el FMI- los niveles previos a la pandemia y la oportunidad/amenaza reside en que una gran parte de la fuerza de trabajo y la economía se transforme. En la mano de las instituciones españolas, de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo también, está elegir esa "deriva institucional", el camino para tener un mejor país dentro de unos años. Los acuerdos y la cercanía a Europa lo pueden hacer posible.

Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad de Internet UNIR y LLYC


domingo, 13 de marzo de 2022

Ética y épica de Pablo Casado.

(este artículo se publicó originalmente en el diario La Información el día 1 de marzo de 2022)


El auge y caída del presidente del PP en apenas unos meses es digno de estudio. En octubre de 2021 Pablo Casado se situaba en todas las quinielas como presidente del gobierno in pectore, pero la sucesión de una serie de errores de comunicación en el mes febrero, ha hecho que todos los cadáveres de su gestión se hayan levantado de sus tumbas, hasta empujarle a su deserción. La pregunta que me ronda la cabeza es si esto hubiese pasado hace unos años o es fruto de los tiempos líquidos que nos ha tocado vivir.
El coronavirus ha precipitado un cambio que hace ya unas décadas preconizó el polaco Zygmunt Bauman, este filósofo acuñó el término líquido para definir el estado fluido y volátil de la sociedad actual, sin valores demasiado sólidos y en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos. Están haciendo aguas muchas cosas, desde los Estados hasta las familias, pasando por los partidos políticos, los gobiernos que ya no mandan, los puestos de trabajo que no sabemos si durarán hasta mañana.

Hoy, frente ayer, los actos tienen consecuencias inmediatas. Si algún adjetivo define el momento actual es la inmediatez. En unos pocos segundos puedes acceder al entretenimiento que quieras; en unos minutos en casa la comida deseada y en apenas unas horas la ropa que quieres ponerte mañana. Al mismo tiempo los contenidos quedan olvidados de un día para otro. Pero esta inmediatez es un arma de doble filo. Todo es muy rápido y la información llega hasta el último hogar. En un abrir y cerrar de ojos esa opinión pública, instruye tu caso, te juzga y condena.  Y además sin posibilidad de recurso alguno. Casi sin datos, sin tiempo para razonar y argumentar, simplemente desde las emociones. Lo llaman posverdad.

Hoy, frente ayer, no hay segundas oportunidades y si fallas en los momentos de la verdad, estás perdido. Esos instantes, conocidos también como "moments of truth" fueron etiquetados así hace décadas por el directivo sueco Jan Carlzon para explicar esas ocasiones en las que una empresa se la juega con su cliente. En los tiempos convulsos de hoy en día las organizaciones en función de cómo comuniquen se la juegan. Guerras, pandemias, crisis económicas que no son sencillas de gestionar desde las empresas pero tampoco desde otras instituciones. El cliente de Carlzon ha pasado a ser los agentes de interés en el que también están los proveedores, empleados, accionistas y la sociedad en general. El cliente de Casado en sus “momentos de la verdad” del viernes 17 de febrero eran sus afiliados y votantes y no supo alinearse con ellos.

Hoy, frente ayer, no puedes minusvalorar a tus rivales internos y externos porque el poder ya no es imbatible como antes. El economista Moisés Naim lo dejó escrito en su libro “El fin del poder” mostrando las grietas de las actuales estructuras del poder que ya no pueden hacer lo que les de la real gana. Las reglas del juego han cambiado y Pablo Casado debería haber sabido que por muy presidente que sea del partido político español más presidencialista, su puesto estaba en juego cada día. Tus actos siendo presidente del PP tienen consecuencias y tu inacción también.

Hoy, frente ayer, un líder sin los pertrechos del momento está llamado a durar poco. El pensador libanés Nassim Taleb en su libro “Jugarse la piel” habla de que la sociedad cada vez más desconfía de esos individuos que no se juegan nada a la hora de trasladar sus opiniones porque el resultado de sus equivocaciones siempre es pagado por otros que no tienen su poder. En cambio, seguimos a los abrasados, a los que han sufrido para llegar donde están. Pedro Sánchez, Santiago Abascal y también Isabel Diaz Ayuso tienen esa épica y parece que los votantes piensan igual. Casado se jugó también la piel en las primarias de su partido, pero pronto se quitó ese traje de invitado no esperado para querer enfundarse el de líder de toda la vida. Qué error. Renunció a la ilusión del insurgente de julio de 2018 para convertirse en un incumbente, pensando que eso le permitiría ser admitido en el club de los poderosos. Quizás hace una década, me temo que hoy las circunstancias han cambiado y sino echemos un vistazo a los líderes que han sobrevivido al último lustro.

Hay que recordar que Casado tuvo a su favor la épica y la ética. David (Pablo) ganó a Goliat (Soraya y Cospedal) porque se apoyó en la ética (romper con el pasado), pero en el camino de su mandato pareció olvidar ambas.  En su funesta entrevista en la COPE Casado pareció elegir la ética creyendo que era más poderosa que la épica, pero ya era tarde y sus votantes y bases optaron por la épica de Isabel Diaz de Ayuso. Como en lo libros de caballerías da igual si las hazañas del héroe (en este caso heroína) son verdad, lo importante es su batalla y lo que hace que te adhieras a su causa son unos enemigos comunes. Ayuso desde la épica ganó a la supuesta ética de Casado. Mucho antes de que los barones o la cascada de dimisiones empujasen al patíbulo al presidente del PP, el corifeo Ayuso tenía detrás a millones de votantes y militantes.

La épica y la ética comparten casi todas las letras y un origen heleno. Y muchas cosas más aunque estos días de crisis del PP algunos hayan pensado que son conceptos excluyentes. Un mandato ético puede ser épico; un discurso épico no debe renunciar a la ética. La épica es la leyenda, el coraje, lo imposible y la ética es lo bien hecho. Pero también la ética son unos hábitos (ethos en griego), algo que permanece y no se exhibe en determinadas ocasiones. Si se une épica y ética, todo es posible. Si no, hoy, nada puede lograrse.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

lunes, 28 de diciembre de 2020

La cuarentena presidencial

 (este artículo se publicó originalmente en el diario económico La Información el día 27 de diciembre de 2020)

El pasado 14 de diciembre el presidente del Gobierno de España compartió jornada de trabajo y almuerzo con Emmanuel Macron en París. Pedro Sánchez viajó a la ciudad de la luz para participar en el 60 aniversario de la OCDE, pero pocas horas después se supo que el jefe de estado francés había dado positivo por covid-19, obligándole a guardar cuarentena hasta esta Nochebuena. Diez días de cuarentena en los que Sánchez no ha tenido agenda pública y ha estado confinado en el Palacio de la Moncloa.

Se conocen cuarentenas desde hace 25 siglos para evitar contagios de la lepra. Pero no es hasta el siglo XIV cuando las cuarentenas se popularizan como medida de protección, precisamente porque la peste negra llegaba a Venecia en los barcos que arribaban. Quaranta giorni que en italiano significa “cuarenta días” era el tiempo que los marineros habían de permanecer aislados sin contacto con nadie. Hoy los epidemiólogos recomiendan apenas entre 10 y 15 días de aislamiento desde la fecha del contacto con el contagiado ya que es el tiempo medio de incubación del virus.

Diez días son muchas horas sin entablar contacto con nadie, exactamente 240 horas. Si le restamos el tiempo de descanso y una jornada de trabajo media aún así quedan 80 horas libres. En esas 80 horas Pedro Sánchez habrá recordado que en la OCDE solo se hablaba de las 4Ps (Public, Planet, Prosperity y People) y habrá sonreído porque su agenda política va alineada con la de los países más desarrollados del mundo reunidos en París. En esas sesiones los embajadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, apostaron por planes de recuperación “Fuertes, Resilientes, Verdes e Inclusivos” y el presidente Sánchez habrá vuelto a poner una mueca de alegría porque esas mismas palabras siempre las usa en sus comparecencias públicas. Pero también en esos días de reuniones parisinas se recordó la frase de aquella comisaria europea que apoyó que hay que gastar en plena pandemia, pero guardar los recibos. El gesto se le torcería entonces al presidente, porque le vendría a la cabeza el informe de la AIReF que acaba de ojear en el que Cristina Herrera reclamaba “hacer lo que haga falta para reducir la deuda” porque en lo que lleva Sánchez en la Moncloa la deuda pública se ha disparado en 150.000 millones de euros. “Guardar los recibos” o lo que es lo mismo que habrá que devolver lo prestado y que si no somos nosotros serán nuestros hijos los que se verán privados de inversiones para su futuro. Pero cuando la mandíbula de Pedro Sánchez empezaría con el bruxismo es al recordar el informe de estos días del Banco de España. Para el supervisor bancario, España lideró la tasa de paro en la eurozona con un dramático 25% frente al 15% de media de nuestros vecinos. El lugar donde más empleo se destruyó en todo Europa durante los meses de confinamiento forzado fue el país que presido, quizás se le pasó por la cabeza. El informe pone en evidencia la fragilidad del mercado laboral español, lo que no cuadra con medidas como la pretendida subida del salario mínimo. Más rechinar de dientes.

En la mesa presidencial descansa el dossier del Consejo Europeo y la Eurocámara en la que se condicionan las ayudas de 140.000 millones a cumplir satisfactoriamente con una serie de reformas económicas. Nuestro presidente no quiere leerlo y mira su móvil para saber los días que le quedan de encierro y solo ve los mensajes de sus ministros enzarzados en batallas por la reforma del CGPJ, los desahucios o las pensiones. Qué ganas de salir y poder jugar al baloncesto; eso quita todos los males, pensaría. “Pero la verdad es que últimamente no duermo muy bien, quizás por las tensiones asociadas al cargo”. Pedro Sánchez no se preocupa porque le consta que, desde Suarez, pasando por González o Aznar sufrieron los rigores de la presidencia en su salud. “En cuanto termine la cuarentena volveré a hacer deporte y se pasará el insomnio” piensa en la soledad del encierro. “Sí, la verdad que exageré un poco el 20 de septiembre de 2019 cuando en la Sexta dije que no dormiría tranquilo con inexpertos de Podemos en el Gobierno”, reflexiona para sus adentros mientras se ríe con las chiquilladas de Pablo Iglesias que la ha tomado con el Rey. “Seguro que cuando acabe la cuarentena, volveré a dormir a pierna suelta y se le habrá pasado el calentón a mi socio de Podemos”. Si estuviésemos en Italia hace siete siglos el confinamiento de Sánchez hubiese sido cuatro veces más largo. En breve veremos si apenas diez días han servido no solo para garantizar que Macron no le contagió sino también para que Sánchez y ese “95% de españoles que no podrán dormir con Podemos en el Gobierno” volvamos a descansar sin desvelarnos por el futuro de nuestras familias.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR


martes, 19 de junio de 2018

El Corte Inglés y Amazon. Tan diferentes, tan iguales.


(este artículo se publicó originalmente el día 18 de junio de 2018 en el diario La Información en la columna semana #serendipia)




Quizás los millennials no lo hayan vivido pero las generaciones anteriores pasábamos las horas muertas jugando a un sencillo pasatiempo llamado  las siete diferencias. El juego consistía en encontrar y marcar con un bolígrafo siete diferencias en dos imágenes prácticamente iguales situadas una junta a la otra. De hecho era difícil encontrar en las casas de los años 80 un periódico que no estuviese pintarrajeado en sus últimas páginas justo donde los editores situaban los pasatiempos en el que el crucigrama y la sopa de letras rivalizaban con nuestro juego. 

Estos días con motivo del cambio en la presidencia de El Corte Inglés me he acordado de las siete diferencias precisamente porque la perorata mediática ha sido confrontar nuestros grandes almacenes con Amazon. Por supuesto todo lo bueno para el gigante americano del comercio electrónico y los errores de bulto en la empresa patria. Por eso les propongo encontrar no las siete diferencias entre El Corte Inglés y Amazon sino las siete coincidencias entre ambos e intentar obtener algunas lecciones. 

1.Los orígenes de ambos comercios están en Cuba. Los fundadores de El Corte Inglés, Cesar Rodríguez y su sobrino Ramón Areces abren la cadena en el Madrid  de la posguerra tras trabajar en los almacenes El Paraíso de La Habana. En los felices años 20 del siglo pasado, Cuba, es de facto un estado más de los Estados Unidos de América y estos emigrantes asturianos aprenden rápidamente las vanguardistas técnicas del auge del comercio norteamericano. A su vez, Amazon es la creación de Jeff Bezos, presidente y fundador desde 1994. En ese año pudo nacer la compañía gracias a sus padres que le dieron el dinero (y por supuesto la educación en una universidad como Princeton). No son pocas las ocasiones en las que Jeff Bezos ha declarado que sin su padre, Miguel Bezos un emigrante cubano que llegó con lo puesto a Miami con 16 años, su trayectoria no hubiera sido posible. De hecho, Miguel es su padrastro que lo adopto con apenas cuatro años salvando a la madre y al propio Jeff de un futuro incierto. 

2. Inicios humildes de los fundadores de ambas megatiendas. Como acabamos de ver la emigración marcó las dos familias fundadoras de los retailers. Y hoy cuando Jeff Bezos es el hombre más rico del mundo y los herederos de Ramón Areces disfrutan de uno de los mayores patrimonios del país es bueno recordar que las dos cadenas nacieron desde muy abajo hasta el extremo que las familias de sus creadores tuvieron que abandonar sus ciudades de origen para poder sobrevivir.

3. Empresas bandera de sus respectivos países. El Corte Inglés es un orgullo para España y a pesar de las últimas noticias, no hay español que no presuma ante los turistas extranjeros de nuestros grandes almacenes. A su vez el incontestable liderazgo mundial de Amazon ha conseguido que Estados Unidos se olvide de la caída en desgracia de ToysRus y WalMart antiguos enseñas americanas del comercio.

4. Compañías sistémicas en sus naciones. El anuncio del establecimiento de una segunda sede de Amazon en USA a través de un procedimiento abierto de concurso entre ciudades en el que se han presentado 230 localidades norteamericanas, nos recuerda la importancia para los americanos de que la empresa con sede en Seattle siga en su país. En España los más de 100.000 empleos que dependen directamente de El Corte Inglés repartidos por más de 60 ciudades, sin olvidar una facturación que supera el PIB de países como Corea del Norte o Nicaragua, ha llevado a catalogarse por diferentes expertos como empresa sistémica para nuestra economía.

5. Sociedades con mala prensa local. Amazon lucha cada día en su país con noticias, algunas promovidas –al parecer- desde la mismísima Casa Blanca, que ensucian su nombre con acusaciones de precariedad o incluso hasta explotación de sus trabajadores. En nuestro país hemos vivido en los últimos meses un inédito proceso de desprestigio de la cadena de supermercados española con noticias más cerca del amarillismo que de la responsabilidad social que tienen los medios de comunicación. No recuerdo que se haya puesto el acento en la batalla que libra con Amazon por el liderazgo del comercio electrónico en España, ostentando El Corte Inglés la tercera posición detrás de Ebay y el propio Amazon, superando a Alibabá; pero sí podría citar una docena de medios que han hablado con profusión de los líos familiares de sus accionistas.

6. Pioneras y líderes en sus actividades. Nadie duda de con Amazon comenzó la era del comercio electrónico pero pocos recuerdan que El Corte Inglés fue pionero a la hora de introducir el dinero de plástico (los pagos electrónicos) con la mítica tarjeta verde de El Corte Inglés que evitaba pagar en efectivo. De igual manera son cientos los estudios que destacan la logística de Amazon pero no podemos olvidar que sin una logística igual de buena sería imposible abastecer a más de 200 tiendas de El Corte Inglés con cientos de miles de referencias.
                                 
7. Parecidos presidentes de ambas compañías. Si alguien piensa que me refiero a los estudios o aficiones de Jeff Bezos y el nuevo presidente de El Corte Inglés, Jesús Nuño de la Rosa, está muy equivocado. La similitud es más sencilla y se resuelve mirando la fecha de nacimiento y una foto de Jeff y Jesús. Los dos tienen hoy la misma edad y además exhiben una rasurada y bronceada caballera.


Por supuesto que hay muchas cosas que diferencian a las dos empresas. No sólo que una es nativa digital y la otra no. O que Amazon disfruta de un incontestable liderazgo en el nuevo comercio frente a los tardíos intentos de El Corte Inglés. Por no mencionar la experiencia de usuario en el online del uno frente al otro. Pero también en las diferencias, la balanza no siempre va a favor de Amazon, porque si miramos el compromiso con su entorno de El Corte Inglés frente al de Amazon, la comparación no resiste el más mínimo análisis ya que la enseña madrileña lleva casi un siglo sosteniendo a miles de familias y proyectos de mecenazgo. Sin olvidar que no todo España vive en las grandes ciudades o son menores de 45 años -estratos donde el comercio electrónico triunfa- lo que pone en valor la red a pie de calle de El Corte Inglés con más de 200 tiendas por toda la geografía española incluyendo un gran número de capitales de provincia.

La anunciada lección de este juego de las diferencias la encontramos precisamente en que no son tantas cosas las que alejan a El Corte Inglés del gigante americano del comercio electrónico, por eso más nos vale en este momento cuidar a nuestra cadena de tiendas y poner en valor todo lo que aporta a nuestra economía porque si seguimos poniendo el acento, todos, en lo negativo, lastraremos su reconversión y más pronto que tarde nos arrepentiremos como país.