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domingo, 7 de julio de 2024

El melting pot de Hernández de Cos

(este artículo se publicó en el Periódico de Cataluña el 7 de julio de 2024)

Se acaba de ir y ya le echamos de menos. En una de sus últimas comparecencias Hernández de Cos situaba en la inmigración la salvación de nuestro sistema de pensiones. En concreto el que ha sido gobernador del Banco de España hasta hace unas semanas afirmó que la población inmigrante trabajadora tendría que subir en más de 24 millones hasta un total de 37 millones. Si queremos mantener las jubilaciones tal y como las concebimos ahora, en 2050 tendría que haber bastantes más trabajadores foráneos que españoles. Es decir, crear unos 800.000 puestos de trabajo para inmigrantes al año. Menuda propuesta para recordar estos días de campaña electoral en Francia, en el que todo indica que los herederos del Frente Nacional van a arrasar llevándose por delante el centrismo de Macron con la bandera del nacionalismo.

Y es que con más de un 17% de los residentes nacidos fuera, España ya está entre los cuatro países del mundo con una mayor proporción de extranjeros tras Estados Unidos, Alemania y Reino Unido. Parece una quimera la propuesta de Hernández de Cos viendo cómo han crecido los populismos precisamente en esos países. Trump ha prometido si sale reelegido la mayor deportación de la historia, identificando inmigrantes con pandilleros; en Alemania los resultados de AfD han ratificado el apoyo popular a la “expulsión masiva de extranjeros" y la victoria del Brexit no se entendería sin la apelación al odio al extranjero.

¿Cómo es posible que Hernández de Cos apostase por la inmigración sabiendo todo lo anterior? No puede olvidarse que el exgobernador no es un político sino un economista que hizo su carrera en el departamento de estudios del Banco de España. No son pocos los informes macroeconómicos que hablan del dividendo demográfico. Para un accionista un dividendo es motivo de alegría porque supone repartir el beneficio entre los propietarios de la empresa. Por eso en demografía un dividendo también es algo que hay que celebrar. La definición de la ciencia de la población para este dividendo es una cohorte de personas que constituyen una fuerza de trabajo potencial que en un momento determinado puede hacerse efectiva mejorando con ello la producción de bienes y servicios. El dividendo demográfico es por tanto un regalo, un impulso en la productividad económica que ocurre cuando hay un número creciente de personas en la fuerza laboral en relación con el número de dependientes.

A lo largo de la historia reciente han existido tres grandes dividendos demográficos. El más conocido es el de los jóvenes en las sociedades en desarrollo, que gracias a su educación y a las reformas institucionales en sus países fueron claves para impulsar sus economías. Pero es muy destacado el de las mujeres, que se hizo realidad cuando se incorporaron masivamente al trabajo en los años setenta del siglo pasado, acuñándose la expresión purple dollar, por el potencial económico de dejar de desperdiciar el talento femenino. Y finalmente el vinculado a la inmigración que defiende el Banco de España con independencia de las coyunturas políticas.

Este dividendo demográfico ocurre cuando gracias a trabajadores foráneos la proporción de personas trabajadoras en la población total crece muchísimo porque esto indica que más personas tienen el potencial de ser productivas y contribuir al crecimiento de la economía. Y el caso paradigmático es la economía estadounidense. De hecho, este bono demográfico se le bautizó como Melting Pot.

El término se traduce castizamente como un potaje en el que cabe todo para alimentar a una familia, quizás se explica mejor en castellano como crisol de culturas, de modo y manera que sociedades heterogéneas se convierten en sociedades homogéneas, en las cuales los ingredientes mezclados son culturas, etnias y religiones que se combinan para formar una sociedad multiétnica. La analogía lleva implícita la idea mágica de la convivencia armoniosa a través del mestizaje; por oposición a la segregación racial de los banlieues franceses de los que tanto se habla estos años en el Hexágono. Integración frente apartheid. Asimilación versus gueto.

Melting Pot como aforismo tiene más de un siglo, pero desde entonces se viene utilizando para describir la forma de integración de la inmigración en Estados Unidos que tantas externalidades positivas ha generado. Todo un efecto llamada usado por Estados Unidos durante más de cien años para atraer a las mentes más privilegiadas a sus universidades, pero también a los espíritus más emprendedores.

Son muchos los países del mundo que han recogido este regalo demográfico de la inmigración, Canadá, Australia y el propio Reino Unido, pero pocos los políticos valientes que lo han defendido en los últimos tiempos. Angela Merkel en 2015 admitió a un millón de refugiados que ayudaron a la economía alemana según confirman los informes del Centro para el Desarrollo Global. La frase de la canciller Merkel aquellos años era Wir schaffen das, traducida como lo lograremos, ha hecho realidad una economía con mano de obra suficiente para afrontar los retos del envejecimiento. Por aquí las bondades del melting pot a la luz del crecimiento de la economía y la afiliación a la seguridad social en las dos últimas décadas, son evidentes, pero habrá que esperar para contarlo a que vuelvan a aparecer valientes y rigurosos personajes por nuestra geografía, como Hernández de Cos.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

jueves, 23 de febrero de 2023

En deuda

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 20 de febrero de 2023)

El Banco de España acaba de anunciar que nunca en la historia de nuestro país hemos tenido tanta deuda pública. 1.503 billones de euros que han gastado de más las diferentes administraciones públicas. Muchos ceros seguidos que quizás se comprenden mejor calculando que tocamos a más de 31.000 euros por español. Antes de que algún lector se ponga nervioso por la parte que le toca, la deuda no ha de pagarse este año ni el siguiente, ni Hacienda mandará una carta a cada español con un apremio para sufragarla. La deuda se devolverá, pero no por esta generación de contribuyentes sino por las siguientes. No nos equivocamos si afirmamos que los gastos de hoy en pensiones y sanidad serán pagados mañana a costa de una menor capacidad pública para afrontar esos mismos conceptos.

También esta semana el gobernador del Banco de España ha alertado sobre la escalada de las hipotecas fruto de la política monetaria. De todos los créditos hipotecarios vivos, el 70% tiene un tipo de interés variable, por lo que más de cuatro millones de españoles este año verán como, de media, subirá 300 euros al mes lo que pagan al banco para financiar su casa. Un drama para los ya más que ajustados presupuestos familiares fruto de la crisis y la inflación. Algo inimaginable para una mayoría que pidió la hipoteca en la última década con los tipos por los suelos.

La realidad es que vivimos endeudados. Los ayuntamientos porque de otra manera no podrían afrontar la limpieza y la recogida de basuras. Las comunidades autónomas a causa de la sanidad que exige cantidades ingentes de dinero. El estado con la factura de las pensiones y los subsidios al desempleo que no dejan de crecer, porque este en un país de votantes envejecidos y parados. Y empeñadas también las personas porque queremos comprar una casa, tener el último modelo de móvil o viajar aunque no tengamos dinero. Todos en deuda con alguien; nosotros con el banco; las administraciones públicas con el Banco Central Europeo e inversores extranjeros

Pero hay otra deuda de la que se habla infinitamente menos y es más importante. El déficit público y la hipoteca tarde o temprano ha de pagarse, la que quiero contar nunca se termina de pagar. Las deudas de dinero quedan reflejadas en un contrato, esta otra nunca. Me refiero a la deuda con ese profesor sin el cual no hubieras seguido estudiando, la deuda con las madrugadas en vela de tus padres, con tu hermano que hacía los deberes contigo o con tus hijos que miran para otro lado cuando no estás a la altura. Estamos en deuda con los amigos que nos sacaron del pozo de los desengaños amorosos, con los compañeros de trabajo que lo dan todo, aunque su contrato no sea ni de lejos como el tuyo, con los vecinos que te guardan las llaves cuando te las dejas puestas o en mi caso con los cientos de alumnos que solo recuerdan tus aciertos. Una deuda que no vale dinero, sino que vale mucho más: la diferencia entre vivir y malvivir.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet (UNIR) y LLYC



miércoles, 19 de mayo de 2021

La oportunidad de la silver economy

 (este artículo se publicó originalmente el dia 17 de mayo de 2021 en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE)


El físico y matemático William Thomson ha pasado a la historia como unos de los científicos británicos más importantes. Ejerció en la Universidad de Glasgow durante más de cincuenta años y está enterrado con el nombre de Lord Kelvin, junto a Isaac Newton en la Abadía de Westminster. Pero no solo han llegado hasta nuestros días sus descubrimientos sobre la termodinámica sino una frase que repetía a sus discípulos desde el estrado: “lo que no se define no se puede medir; lo que no se mide, no se puede mejorar; lo que no se mejora, se degrada siempre”.

 

Este mes de mayo el Banco de España en su memoria anual incluyó el envejecimiento poblacional, como uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan las economías desarrolladas y, de manera singular, la economía española. “La extraordinaria envergadura de este reto viene determinada por las numerosas implicaciones que estos cambios tienen en términos de la capacidad de crecimiento de la economía, del mercado laboral y de la política fiscal, entre otras dimensiones”. Pero la buena noticia es que por primera vez el supervisor bancario -en boca de su gobernador Pablo Hernández de Cos- menciona las oportunidades que el reto demográfico ofrece para el desarrollo de algunos sectores en el medio plazo, entre los que cabe destacar los sectores de la salud, el ocio, el turismo, el inmobiliario y el financiero. “España cuenta con una situación de partida privilegiada para competir en la provisión de servicios destinados a la población en tramos de edad avanzados —lo que se ha denominado silver economy-, tanto por nuestras especiales condiciones geográficas y culturales como por el patrón de especialización sectorial que hemos desarrollado en los últimos años. Aprovechar las nuevas oportunidades que se nos plantean exigirá ser ágiles - y perseguir continuas mejoras de calidad y eficiencia en la provisión de los bienes y servicios que una sociedad más envejecida demanda”.

 

Siguiendo a Lord Kelvin, España ha conseguido definir la economía de las canas, pero ahora toca para mejorar, medir esta nueva realidad.  Por esa razón el Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE encargó en 2020 a un grupo de investigadores del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia de Comillas una metodología técnica para la elaboración de un indicador sobre el progreso de la Economía Plateada.

 

Para los profesores Aracil y Roch “la cuarta revolución industrial que estamos viviendo se sustenta, en otros pilares, en los datos y la necesidad de medir. Tan es así, que los datos se han equiparado al ‘petróleo’ del S. XXI, debido a su relevancia en la toma de decisiones y en la construcción de la agenda política, social y organizacional”.  Los docentes de ICADE sostienen que el principio psicológico de Heisenberg hace que el acto de medir puede influir en el sistema que se mide. Es decir, si una sociedad mide el avance hacia una economía plateada, se centrará cada vez más en la economía plateada y sus impulsores. Los beneficios pueden incluir cambios de política e iniciativas organizativas que afecten positivamente a la sociedad en todos los niveles. Por tanto, es imperativo proporcionar una metodología rigurosa para medir el progreso en la economía plateada y el éxito de una nación en satisfacer las necesidades económicas y sociales de sus ciudadanos en un contexto de envejecimiento de la población.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)