domingo, 27 de agosto de 2023

La casa de Babel

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 21 de agosto de 2023)


No es una errata. No quiero escribir de la serie española más vista en todo el mundo, aunque el juego de palabras me tiente. Te voy a hablar en estas líneas de otra casa, la casa del pueblo que es el Congreso de los Diputados porque es el lugar donde está representado el pueblo español  que ostenta la soberania nacional según reza la Constitución. Efectivamente, podría haber titulado este artículo como la exitosa saga televisiva, “La casa de Papel”, pero hubiera sido un error. Por mucho que, durante un día, el 17 de agosto, todos los ojos estuvieron en el viejo caserón de la Carrera de San Jerónimo y las votaciones fuesen un éxito de audiencia en pleno descanso vacacional. Pero es que todo el mundo no compartiría que en el pleno de constitución del parlamento, como en el serial, han sido muchos los protagonistas pero todos ellos con un objetivo poco loable. Además en la serie una docena de personas son reclutadas por un profesor para robar la casa de la moneda. Y quizás tampoco sería asumido unánimemente que en el congreso también otra docena, esta vez de partidos, como PNV, Bildu, ERC, Junts, BNG y los incluidos en Sumar fueron convocados, a instancias del presidente en funciones, para asaltar el estado de derecho español.

Por eso nada de Casa de Papel y mejor titular la Casa de Babel. En lugar de la serie más vista de la television mejor acudir al libro más visto de la historia, la Biblia y así resumir lo acontecido en el Congreso. Espero que te parezca más certero aunque nos tengamos que remontar al siglo VI a.C.. En el libro del Génesis se cuenta que tras el diluvio universal, los descendientes de Noé se pusieron a construir en la localidad de Babel, en Mesopotamia, una torre altísima para sobrevivir a futuras inundaciones y de paso alcanzar el cielo. Dios se enfadó por la osadía de la familia de Noé; de alguna manera suponía retar su voluntad así que por ello les condenó a hablar en diferentes idiomas. A partir de ese momento, sin posibilidad de comunicarse entre los gremios, el desgobierno se instauró en la construccion de la torre y no hubo ladrillo ni cemento en su sitio. En unos pocos días la increíble estructura de la torre de Babel se derrumbó.

La nueva presidenta socialista del Congreso en sus primeras palabras tras ser elegida anunció en esa casa podrá usarse el catalán, el euskera y el gallego. Fruto de una exigencia de los partidos nacionalistas, el PSOE ha tenido que asumir una reivindicación que en el pasado siempre había rechazado porque "buscaba mezquinamente el separatismo".

Veremos en breve a diputados y ministros que necesitarán traducción, debates que serán ininteligibles para la mayoría de los españoles y las Cortes Generales se convertirán en la sede de lo absurdo al despreciar la mayor herramienta que disponemos los 48 millones de españoles para hacernos entender que es nuestro idioma común, el castellano.

Los partidos que apoyan este acuerdo dicen que buscan apuntalar el armazón institucional para que sea "plurinacional y progresista". El propósito a primera vista parece bienintecionado pero como en la torre de Babel, la consecuencia de no hablar el mismo idioma, de no saber comunicarse y en este caso de deslegitimar para una mayoría de españoles las instituciones, seŕa justo lo que estos socios nacionalistas (y podemitas) llevan años defendiendo que no es otra cosa que la destrucción de la España democrática que nació con la Transición.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

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