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miércoles, 13 de septiembre de 2023

Soy un truhán, soy un señor

 (Este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Cataluña el 4 de septiembre de 2023)


Corría el año 1977 y España celebraba sus primeras elecciones generales en cuarenta años. El entonces presidente del gobierno, Adolfo Suarez, había convocado esas votaciones para que los partidos políticos que salieran de las urnas elaboraran una constitución democrática. El país esperaba pegado a la televisión el resultado de estas trascendentales elecciones y alguien en Televisión Española debió pensar que había que amenizar esas horas desde el cierre de los colegios electorales hasta el recuento oficial de votos. En ese momento apareció Julio Iglesias para estrenar su canción “Soy un truhan, soy un señor”.  Las elecciones las ganó UCD, sin mayoría absoluta, con una ventaja de 47 escaños sobre el PSOE y la Carta Magna se aprobó un año después. Pero, aunque nadie se acuerde, en esa primera noche electoral de la España democrática, el cantante Julio Iglesias estrenó uno de los mayores éxitos de su carrera ante 20 millones de espectadores. Entonces, como ahora, el título de la canción representa lo que piensan los españoles de sus políticos.

Adolfo Suarez era amado y odiado a partes iguales. Un truhan o un señor. Para unos el heredero del franquismo por haber sido el secretario general del partido que apoyaba al dictador, para otros el artífice de la modélica transición española. Odiado en la izquierda y en la derecha por igual; a los socialistas no les hacía nada de gracia su amistad con el partido comunista de Carrillo y su pasado de camisa azul y para Manuel Fraga era un traidor que se había echado en brazos de la izquierda y los nacionalistas. Pero ganaba elecciones adorado y votado por millones de españoles de todas las tendencias políticas. Un "señor" por traer la democracia junto al Rey Juan Carlos y liderar el país desde la moderación; un "truhan" por ceder a las presiones y dimitir de la presidencia del gobierno además de dilapidar el primer y único partido de centro que ha gobernado nuestro país.

Han pasado casi cincuenta años desde que Julio Iglesias entretuviese una noche electoral, muerto de risa con sus gafas de pasta negra porque todavía no se sabía la letra de la canción. Jamás se hubiera imaginado que “Soy un truhan, soy un señor” sería el mejor resumen de las votaciones del 23 de julio de 2023.

Sánchez un “señor” por parar el fascismo que amenazaba las libertades españolas o por ser el político más resiliente de la historia de España que vence a los poderes fácticos de dentro y fuera de su partido.  El socialista que ha traído la mayor mejora de las condiciones laborales de los trabajadores más humildes con una subida del 47% del salario mínimo o el líder adorado y respetado en Europa que es capaz de epatar a medio mundo cuando organiza cumbres como la de la OTAN en Madrid. El artífice de la mayor creación de empleo del siglo y responsable de que la inflación española sea la envidia de Europa. El único capaz de poner de acuerdo a más de doce partidos, varios de ellos enemigos íntimos, para elegir la presidencia del Congreso de los Diputados.

Y al mismo tiempo un “truhan” con un título de doctor no exento de dudas. Que juraba que nunca pactaría con Podemos ni con Bildu, pero acabaron siendo sus socios de legislatura. El mismo político que ora apoyaba la intervención de la Generalitat con el artículo 155 ora indultaba a los condenados por golpistas contra la democracia. Un presidente incapaz de cesar a la ministra que promueve una ley que deja libres a miles de violadores. Un Pedro Sánchez que llegó para luchar contra la corrupción y acabó rebajando el delito que más les gusta a los políticos chorizos, el de cohecho.

El ángel que resurge siempre de sus cenizas y consigue lo imposible; el diablo que está dispuesto a lo que sea por seguir en el poder.

«Hoy ha sido un día de concordia para todos nosotros, cada uno ha votado por su ideal. Ojalá que de este ideal salgamos ganando todos los españoles» con estas palabras el universal cantante cerró su recital televisivo de junio de 1977. Y se cumplió.  Cinco décadas después en nuestro país se vive mejor si revisamos la estadística que queremos, hemos ganado todos. Más empleo, más riqueza, más igualdad, más pensiones, más universidades, más hospitales, más autónomos y más justicia. Ojalá que tras este otoño siga siendo así y ganemos todos los españoles y no sólo los que ahora inclinarán la balanza.

 

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

jueves, 3 de agosto de 2023

El momento de Europa

(este artículo se publicó originalmente en el periódico económico La Información el día 3 de agosto de 2023)

Durante la última semana de la campaña electoral el presidente Sánchez voló de Bruselas a España por lo menos dos veces. El candidato Feijóo también se desplazó a la capital europea para reunirse con altos cargos comunitarios incluida la presidenta Úrsula von der Leyen. Al mismo tiempo,  en las semanas previas a la cita electoral, Europa estuvo muy presente en los discursos. El lector recordará el “bulo” de que en Bruselas había preocupación por un gobierno del PP o el asunto de las reformas comunitarias, como la vuelta a los peajes, que el PSOE negó con poca fortuna.

Pero tras las elecciones la supuesta importancia de Europa se ha esfumado a la vez que la hiperactividad presidencial en este campo. Craso error porque Europa es más importante que nunca para España y ahora Europa nos necesita para seguir avanzando.

En primer lugar, estamos en el semestre de la presidencia española. Aunque parezca que ahora a nadie le importa, el uno de julio comenzó la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Durante seis meses nuestro país liderará todas las reuniones del consejo, pero también la agenda de la Unión Europea. No hace falta recordar que gran parte de la regulación y de los proyectos de inversión que ponen en marcha el Gobierno de España y las comunidades autónomas, proceden de compromisos adquiridos ante la Unión Europea. Además, existen también otro tipo de acuerdos políticos, alcanzados entre los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros, que tienen un alto impacto en el día a día de los ciudadanos y las empresas. Europa ha asumido en los últimos años una posición de liderazgo ambiciosa y transformadora, con objetivos y financiación a largo plazo que dan lugar a un crecimiento regulatorio exponencial, por lo que es fundamental para los agentes económicos y sociales conocer la agenda normativa y las políticas europeas. Solo de esta forma podrán ser actores principales en su definición y desarrollo, y no meros ejecutores de estas. Las leyes no entienden de vacaciones o de descansos poselectorales.

Por otro lado, es un momento especialmente interesante para las empresas españolas porque coincide con la urgente implementación del Plan Next Generation. La Administración Pública española ha debido afrontar uno de los mayores retos de gestión de su historia, al tener que diseñar, negociar y ejecutar el mayor programa de ayudas europeas de la historia: 164.653 millones de euros cuyo plazo de ejecución finaliza a finales de 2026. Y como recuerda la profesora Paloma Baena el reto es aún mayor porque España se autoimpuso, sin que nadie se lo pidiese, el compromiso de tener adjudicados a sus destinatarios todos los fondos destinados a las primeras subvenciones aprobadas, más de 70.000 millones, a 31 de diciembre de 2023. Según los datos recogidos por el Observatorio Europeo de LLYC faltan por comprometer 13.629 de la dotación sin contar los nuevos compromisos aprobados en junio de este año en la conocida popularmente como la adenda que incluyen 94.653 millones adicionales.  Y por si esto fuera poco, se nos urge a dar pasos en la dirección de las reformas exigidas para recibir las ayudas, la más urgente la de la propia administración pública. Para las autoridades comunitarias es imprescindible que nuestro país gane transparencia en la ejecución de los fondos; lograr que los controles no lastren la velocidad de ejecución del Plan, sin relajar la eficacia de dicha vigilancia y flexibilizar las condiciones de participación de las pequeñas empresas en las convocatorias. Muchos deberes para tomarse ahora tres semanas de asueto.

Y por último, Puigdemont. El líder de Junts per Catalunya, sigue residiendo en Bélgica prófugo de la justicia española. Todo un sarcasmo escuchar hablar de una unidad europea plena con un condenado por graves delitos en un país comunitario como España moviéndose con libertad en el corazón de Europa. Una "patata caliente" para las autoridades europeas y también españolas que no pueden seguir ignorando la grieta que este hecho supone en la construcción europea. Ironías de la vida, el futuro presidente del Gobierno se decidirá no en la Carrera de San Jerónimo de Madrid sino en una pequeña localidad belga de apenas treinta mil habitantes. Waterloo en el año 1815 fue el final del imperio napoleónico, esperemos que no vuelva a pasar a la historia esta vez por acabar con la ilusión de una Europa unida.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC

lunes, 24 de julio de 2023

No hemos terminado


(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 23 de julio de 2023)

Ya han pasado las elecciones. Pero en el cuerpo de algunos seguirán muy presentes. A los más de 180.000 españoles que estuvieron en las mesas electorales durante casi 12 horas les durará el cansancio unos días. 4.892 candidatos que optaban a un puesto en el Senado o en el Congreso de los Diputados, el alegrón o el cabreo les acompañará unas horitas más. Unos miles de militantes acérrimos de la derecha y la izquierda -que los hay en ese número- se han levantado con una jaqueca que no se quitará tan rápido, porque los excesos de la noche electoral se pagan. La mayoría de españoles seguimos sin saber qué pasará y quién gobernará. Y los verdaderos protagonistas de las elecciones, Feijóo y Sánchez saben que esto no ha hecho más que empezar. A ellos dos las votaciones de ayer, les ha marcado de por vida, pero saben que estos días todavía les toca tomar muchas decisiones.

Así es. Las elecciones no terminan hoy, aunque te vayas de vacaciones o ya no te pidan el voto desde la megafonía de una furgoneta. Por mucho que anoche te acostaste pensando que esta pesadilla de dos campañas electorales seguidas se había terminado, la política no se irá tan rápido de tu vida. Igual que los carteles electorales permanecen con las caras de los candidatos unos meses hasta que el viento se los lleve o un diligente ayuntamiento haga su trabajo, los políticos seguirán muy presentes en tu vida.

Por delante les toca tomar muchas decisiones para el futuro de España, pero también para el suyo personal y el de su partido. La democracia es así y hemos depositado en un puñado de personas la capacidad para ello, al mismo tiempo son los partidos la herramienta clave para soportar nuestro régimen constitucional.

Ahora es el tiempo de pensar en nuevas elecciones o bien armar los pactos necesarios, nombrar un nuevo gobierno, elaborar un nuevo presupuesto y actuar. Sobre todo, actuar. Los problemas no esperan y nuestro país no puede perder tiempo en resacas poselectorales. En realidad, todo empieza ahora.

La inflación de la cesta de la compra seguirá machacando la economía familiar, los tipos de interés continuarán haciendo la vida imposible al que tiene una hipoteca, la precariedad de sueldos y el desempleo de larga duración no se solucionarán por arte de magia. Mayores y jóvenes seguirán viendo como el mercado laboral se ha secado para ellos. La guerra en Ucrania traerá tensiones en los precios de la energía, pero también en otros bienes básicos; Europa seguirá exigiendo a España que deje de gastar sin límite y los peajes volverán a nuestro país y quién sabe si la “fiesta” de los fondos europeos tocará a su fin. Violadores, okupas y otros delincuentes no dejarán las calles por mucho que ya haya finalizado el recuento de votos. Las tensiones territoriales abandonarán la tregua de estos meses porque los que las que promueven saben que sin ellas están acabados. Los pequeños negocios abrirán la persiana, aunque sus agobios no han desaparecido; los enfermos continuarán el mismo puesto de la lista de espera y España seguirá siendo un gran país, con no pocos problemas por delante.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC