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miércoles, 28 de octubre de 2015

El tren

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Norte de Castilla el día 27 de octubre 2015)

Durante mucho tiempo pensamos que el éxito profesional era algo parecido a subirse a un tren. Por supuesto que no era fácil coger ese tren y para ello había que tener una buena titulación académica, idiomas o un contrastado desempeño profesional. Pero, eso sí, ‎una vez dentro, solo era cuestión de tiempo que alcanzases tus metas. Sin darnos cuenta, en 2007 llegó la crisis y lo cambió todo. Dejó congeladas las expectativas profesionales de toda una generación. El tren se paró y nunca más volvió a funcionar. Las vías se habían terminado, al igual que en las viejas películas del Oeste.


La buena noticia es que al mismo tiempo que irrumpió la crisis, la tecnología ha hecho posible una revolución inimaginable a principios del siglo XX: la universalización de los medios de producción. Hoy el acceso al conocimiento y al capital son más democráticos que nunca; gracias a Internet y a la financiación no bancaria están al alcance de todos. Esa combinación de crisis y tecnología está permitiendo nuevas soluciones a viejos problemas. La economía colaborativa de Wikipedia que consigue que tengamos una enciclopedia en el bolsillo. La innovación abierta de los juguetes de Lego que incorpora a los propios niños a su proceso de ideación para que Dinamarca gane por goleada en calidad y ventas a sus competidores asiáticos. La innovación social de la empresa alemana SAP que se ha comprometido a llegar a un 1% de empleados autistas por su gran capacidad de concentración para detectar fallos de programación. Todos son ejemplos de cómo hoy el mundo puede ser mejor. Un mundo que ha cambiado el enfoque con el que se analizaban las cosas, de lo grande a lo pequeño. Como lo son los nuevos líderes globales en industrias como la hotelera o la del trasporte, nuevos agentes que como David han vencido a Goliat. Esos nuevos micropoderes de los que alertó hace unos años Moisés Naim representan un nuevo activismo que utiliza sus startups para conseguir un mundo mejor y que actúan en sectores como la ecología y la defensa de derechos civiles, que creíamos solo abonados para las ONG o la política.

El tren que da título a este artículo se paró porque no había ya más vías sobre las que circular, pero la buena nueva es que ya no es necesario seguir los raíles de nadie para triunfar. Hoy gracias a la tecnología somos más libres, más autónomos para ir por donde queramos, para orientar nuestras vidas profesionales. Porque con la disrupción digital tenemos herramientas que nos empoderan y además permitirán hacer un mundo mejor.


Iñaki Ortega es director de Deusto Business School en Madrid y profesor de la UNIR


domingo, 26 de abril de 2015

La economía circular

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC el día 26 de abril de 2015)



En el siglo XVII en el seno de la Iglesia Católica surgió un movimiento místico-religioso que se extendió rápidamente por Europa. El quietismo propugnaba el abandono más absoluto de la participación en la vida pública. Fundado por el sacerdote español Miguel de Molinos, defendía la pasividad porque era más probable que Dios hablase al alma cuando ésta estuviera en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar facultad alguna, aceptando el mandato divino.

Han pasado cuatro siglos desde entonces pero hoy un quietismo actualizado está plenamente vigente. Es habitual leer o escuchar la apología de la no implicación social, el desprecio hacia los asuntos públicos o la desconfianza hacía la política. Las razones de esta defensa de la inacción tienen bases sólidas en el descrédito de la clase política o en la larga crisis económica que ha exigido el redimensionamiento de las administraciones públicas, lesionando el estado del bienestar y por supuesto en el ensimismamiento que ha venido de la mano de internet y las redes sociales. En ocasiones parece que esos nuevos ideólogos de la pasividad olvidan la crisis que sufrimos y pontifican en una suerte de “il dolce far niente”.


Pero si hacia el 1685 la propia Iglesia fue capaz de impedir que el quietismo echase raíces o el actual Papa ha hecho bandera de lo opuesto con un activismo rayano en lo políticamente incorrecto, por qué no vamos a poder cambiar ese determinismo imperante. La cultura del encuentro del Papa Francisco unido a su defensa de las causas pérdidas sin olvidar su valentía en asuntos como la limpieza de la finanzas vaticanas son la pauta de cómo actuar.

No estamos tan lejos de lograrlo y basta con cambiar el enfoque de la lente con la que nos aproximamos a la realidad cotidiana para darnos cuenta de ello. Hoy el activismo social es la forma con la que miles de ciudadanos del mundo intentan cambiar las cosas que no les gustan. Son innovadores sociales los que han hecho posible que SAP, la multinacional alemana del software, se haya comprometido a tener en su plantilla a un 1% de empleados autistas porque con su capacidad de concentración son los más eficaces detectando errores de programación.
Ashoka, nos recuerda que el 99% de las muertes en los partos se producen en zonas rurales del mundo no desarrollado que podrían evitarse si tuviesen atención médica. Andrés Martínez es un profesor español de ingeniería en telecomunicaciones que ha ideado una mochila con un kit que permite realizar ecografías y mandarlas vía wifi al médico más cercano. Los resultados de la mochila de este emprendedor social en Guatemala, Perú y Ecuador son espectaculares y lo que es más importante están salvando cientos de vidas de madres y bebés.

La profesora de la universidad de Sussex, Mariana Mazzucato se ha atrevido a defender y demostrar en su libro “El estado emprendedor” que la acción de lo público está detrás de las más arriesgadas innovaciones, como por ejemplo internet. Sin duda, la red es la herramienta conocida más democratizadora y generadora de oportunidades. Por ello no hay que dejar de actuar con políticas gubernamentales que fomenten la actividad económica como lo hacen Israel, Corea del Sur o Dinamarca.

La nueva amenaza del cibercrimen hizo posible, hace unos días, que se reuniesen en La Haya gobiernos, empresas, hackers y juristas, dejando a un lado sus diferencias para, en palabras del primer ministro holandés, “que internet siga siendo libre, abierto y seguro”.

Actuar en cooperación es, asimismo, la filosofía de la nueva economía colaborativa que ha hecho posible que la mayor cadena de hoteles del mundo no tenga ni una habitación, o que la más amplia red de trasporte público del mundo sea privada y no posea ni un vehículo en propiedad. AirBnb o Uber, permiten que la gente viaje barato y seguro y son ejemplos de un mundo que viene, que se ha definido con el acrónimo P2P (del inglés peer to peer o lo que es lo mismo: una red entre iguales).

El concepto de “economía circular” surgió hace unos años vinculado a la energía y la necesidad de tener un mundo sostenible donde el reciclaje o las renovables ayudasen a esa causa. Hoy podemos decir que su significado se ha desbordado capilarizándose a toda la economía esa actuación circular, inclusiva, concertada de los emprendedores, el sector público y las grandes corporaciones en un mundo que no es el que nos gustaría tener pero que nos ofrece, como nunca antes, herramientas para cambiarlo.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor universitario

NOTA: Este artículo fue inspirado por una visita a la sede de la empresa Ecoembes. También el presidente de Ashoka, Carlos Abad y el visionario emprendedor español Carlos Barrabés, en sendas conversaciones me dieron, sin saberlo, las claves para escribirlo.

viernes, 29 de agosto de 2014

Millennials

(Este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Ideal de Granada el día 27 de agosto de 2014)

Aquellos jóvenes que en plena burbuja inmobiliaria sobrevivían al mes con mil euros que a duras penas les alcanzaba para pagar la hipoteca, fueron bautizados como los mileuristas. Eran el símbolo de una época que se llevó por delante la llegada del paro masivo  y que dio lugar a los ni-nis, ni estudio ni trabajo, el dinero fácil les llevó a dejar colgada su formación  y por tanto su futuro.

Etiquetar las cohortes de edad  no es algo nuevo y de hecho España tuvo sus niños de la guerra. En pleno desarrollismo, nosotros como el resto del mundo occidental, gozamos de una explosión demográfica que dio lugar a  los baby boom, que nacieron en los años 50 y los 60. Con la crisis del petróleo en 1973 llegó la llamada generación X porque era como la letra, una incógnita, ante los cambios y las crisis que tuvieron que afrontar.

La propia Real Academia de la Lengua Española ha introducido como sexta acepción de la palabra generación “el conjunto de personas que por haber nacido en fechas próximas y recibido educación e influjos culturales y sociales semejantes, se comportan de manera afín o comparable en algunos sentidos”.
Hoy, en plena economía digital, si se teclea en google la palabra generación aparecerán inmediatamente los millennials.  Los jóvenes del milenio más que un término que está arrasando en la red y en todos los artículos de tendencias a lo largo y ancho del mundo, es un símbolo de los nuevos tiempos en los que vamos a tener que estar, queramos o no.

Los millennials tienen hoy entre 18 y 33 años, es decir son aquellos que se han hecho mayores con el nuevo milenio, son nativos digitales, se sienten ciudadanos del mundo y están muy preparados, adoran las matemáticas,  aunque estiren como un chicle su adolescencia  En 2025 constituirán el 75% de la fuerza laboral mundial y por ello están siendo objeto de estudio por los más prestigiosos informes como los de Mckinsey, Gartner o Deloitte.

Son los hijos de la generación del baby boom y aunque no lo van a tener tan fácil como los que les precedieron, son profundamente optimistas y sobre todo piensan y actúan de un modo diferente. Apuestan por la economía compartida, huyen del individualismo usando la co-creación. Con sus startups harán temblar a las grandes compañías.

Joaquín Muñoz es un jovencísimo abogado madrileño que sin estar en un gran despacho ha ganado a Google en el Tribunal de Luxemburgo la demanda del derecho al olvido,  el periódico Times le ha nombrado el abogado de la semana. Pablo Bautista es un ingeniero de León que dejó una envidiable posición en una multinacional para montar ferias con tribus urbanas que usan para su creatividad los tatuajes, el skate, el parkour, los bloggers, los makers, … arrasa en medio mundo y todas las grandes marcas de moda le persiguen. Susana Malón es una joven  física especializada en contaminación lumínica que ha conseguido que la UNESCO y la Organización Mundial del Turismo se fijen en su empresa de smartcities radicada en Vitoria. Antonio Zugaldia es un brillante desarrollador granadino que desde Washington promueve con su startup las apps más disruptivas.

Los millennials ya están aquí y están inventando y protagonizando nuevos empleos porque como ha dicho recientemente una universidad australiana, la mitad de los empleos de nuestros hijos hoy ni siquiera existen. De hecho en estos momentos el 47% de los perfiles que demandan las empresas no se cubren por falta de capacitación de los candidatos. Algo está pasando en la economía, los millennials se están inventado su propio empleo en el ámbito del big data, del 3D, de la genómica, de las weareble tech  pero también en sectores considerados tradicionales aplicando la tecnología por ejemplo a la atención a los dependencia  o a la agricultura.

Nuevos trabajos y nuevas formas de trabajar. Desde casa, a tiempo parcial, como freelance, con joint ventures… Los millennials a diferencia de los que hoy superan los cuarenta no viven solo para trabajar, tienen una profunda conciencia social y por ello trabajarán en muchas empresas pero también la mayoría querrá gozar de la libertad de ser emprendedor o autónomo.

A nadie se le escapa que este potencial de creatividad es una oportunidad para quien sepa aprovecharlo y por eso todas las grandes compañías han puesto el foco en los millennials no solo para contratatarles o usar sus innovaciones sino para conocer mejor a los nuevos clientes de sus productos y servicios. Ningún ámbito quedará fuera de la influencia de la nueva forma de pensar de la generación del milenio. La política, como se está viendo últimamente, no será la excepción y es todo un reto para los partidos y los gobiernos saber escuchar el nuevo mensaje de los millennials, quien no lo haga se quedará antiguo.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la universidad internacional de la Rioja (UNIR)

Carlos Rojas es portavoz de PP en el Parlamento de Andalucía y ex-alcalde de Motril.

sábado, 2 de agosto de 2014

Innovación abierta, una oportunidad

( Este artículo se publicó el día 2 de agosto de 2014 en el periódico El Norte de Castilla )

Por mucho talento y buenas ideas que haya dentro de una empresa siempre habrá más y mejores fuera de ella. No tener en cuenta este nuevo paradigma económico es desperdiciar oportunidades cuando no estar abocado a la bancarrota.

En la empresa, durante mucho tiempo, se pensó que las grandes ideas solo podían surgir en el seno de una gran compañía fruto de la acumulación de recursos y talento. En esa lógica las innovaciones debían de ser protegidas con patentes, con el secreto industrial o incluso aislando los laboratorios del resto de la organización, para mantener la exclusividad y así poder recuperar la ingente inversión


La economía de nuestros días basada en la capacidad de desarrollo de nuevos productos y servicios que permitan competir, ha demostrado lo erróneo de esa forma cerrada de pensar y actuar.

En 2003, Chesbrough, un profesor de Berkeley acuñó el término “Innovación abierta” para referirse  a una nueva concepción de la I+D que aprovecha no sólo los flujos de conocimiento de la propia empresa sino también del mercado. La idea es sencilla y, sin lugar a dudas, ha demostrado su eficacia en múltiples organizaciones y entornos: desde la generación de ideas para campañas publicitarias hasta el planteamiento de algoritmos para resolver una recomendación en una web, pasando incluso por la propuesta de tratamientos para curar la Diabetes. ¿Increíble? Pues es cierto. Emprendedores, en muchos casos ni siquiera contrastados expertos en el tema, con un bagaje diverso y con puntos de vista poco convencionales, son capaces de resolver problemas de un modo brillante y, además, con un coste que puede llegar a ser muy limitado para las organizaciones implicadas. La inteligencia colectiva es imbatible y sirve además de sumario de esta nueva forma de entender la innovación.

Son muchas las empresas en todo el mundo que se están beneficiando de este nuevo torrente de innovaciones: General Electric, 3M, Procter&Gamble y en España con Telefónica, BBVA y Ferrovial a la cabeza, son ya habituales las convocatorias abiertas al ecosistema emprendedor e innovador para que ayuden a resolver los numerosos retos a los que se enfrentan en estos momentos las grandes corporaciones.

La innovación abierta funciona. En muchos casos y de forma muy sobresaliente. Si nos centramos en la generación de ideas, parece sensato concluir que la apertura del proceso al exterior tendrá un efecto inmediato en el incremento exponencial del número de ideas lo que, por pura estadística, aumentará la calidad de la mejor idea obtenida en el proceso. Además, este tipo de procesos también fomenta la diversidad de las propuestas: la desemejanza de puntos de vista, implica esa mayor diferencia en las ideas, lo que también afecta en positivo a que la idea final sea mejor. Es la co-creación de la nueva economía que está surgiendo y es además una expresión de la llamada economía compartida o “sharing economy”.

Christensen, profesor de Harvard, afirmó en 1997 “aunque sigan los mejores métodos de gestión, las grandes empresas están abocadas a fallar si no son disruptivas; en esa tarea los emprendedores les pueden ayudar” El término disruptivo esta traído a la ciencia económica desde la física (“que produce ruptura brusca”) y no es más que una actualización del viejo pero muy actual paradigma de Schumpeter, uno de los padres de la economía moderna, que basaba en los emprendedores la supervivencia de la economía de mercado por su capacidad para innovar a través de la destrucción creativa. Algo que hoy  tienen muy presenten las grandes empresas en todo el mundo y en todos los sectores,  para no acabar destruidas por la creatividad de nuevos jugadores como Amazon, PayPal, AirBnb o Whatsapp.



Iñaki Ortega, es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Juan José Nájera, es doctor en economía y vicerrector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC)


domingo, 29 de diciembre de 2013

Ideas

(Artículo publicado el 18 de noviembre en el periódico ABC)


Las ideas de quienes crean, montan negocios, generan valor añadido no entienden ni de nacionalidad ni de ideología. Lo que hace que unas tengan más éxito que otras son las facilidades que determinados territorios dan a las personas con talento para que pongan en marcha sus iniciativas.

La ciencia económica viene prestando en las últimas décadas mucha atención a las interrelaciones entre la iniciativa empresarial y las instituciones sociales y políticas para explicar el crecimiento económico. Para una mayoría de entendidos, el progreso a largo plazo sólo puede lograrse cuando en un territorio se dan las condiciones de libertad y estímulo para que sus empresas e individuos desarrollen actividades económicas.

Bajo este prisma, lo público -en su doble faceta de garante de los derechos fundamentales y ordenador de la economía- importa, y mucho. Mientras que en Estados Unidos los gobiernos han tenido siempre una gran sensibilidad por la labor que desarrollan los pequeños empresarios, en España sólo en los últimos tiempos se ha empezado hacer una política realmente consecuente con ellos.

Con la llegada de la democracia, el País Vasco ha tratado de ir por delante en el impulso del clima empresarial, articulando actuaciones que van desde la creación de la SPRI y de las primeras incubadoras por las diputaciones forales hasta la pionera ley vasca de la actividad emprendedora. Y todo eso a pesar del enorme lastre de la violencia de ETA, del ambiente de coacción que vivía una parte de la sociedad vasca y que, en el caso de los empresarios, con frecuencia, se convertía en extorsión, cuando no en asesinato.

Dos conocidos economistas, Acemoglu y Robinson, han puesto de relieve en el libro Why nations fail que a largo plazo sólo pueden prosperar los territorios inclusivos en los que el marco institucional es realmente participativo y no constriñe la iniciativa individual. Los países que fallan son aquéllos con instituciones que no fomentan la libertad, la igualdad de oportunidad o desincentivan la actividad empresarial con subidas de impuestos.

Ciertamente, en este terreno, hemos mejorado mucho y en relativamente poco tiempo, tanto en España como en el País Vasco; somos una sociedad democrática, plural, tolerante y cada vez más emprendedora. Pero no podemos bajar la guardia ante la magnitud del reto que tenemos por delante, que es acelerar la salida del país de la que ha sido la peor crisis económica de nuestra historia democrática.

Cuanto más grandes son las dificultades más necesitamos sumar esfuerzos. Así pues, tomemos nota de las fórmulas que están siguiendo las naciones más inclusivas para volver a crecer. Fomentar la innovación, el emprendimiento, la internacionalización y, en definitiva, todo aquello que puede ayudar a llevar lejos el potencial que reside entre nosotros es el camino a seguir. No hacerlo es no tener “ni idea” de lo que han practicado los países más dinámicos en todo el mundo.

Hoy se hace imprescindible alinear los esfuerzos de las instituciones vascas con el prestigio y fortaleza de herramientas estatales como por ejemplo el ICEX para que las pymes vascas afronten con garantías su expansión internacional. Todos los esfuerzos serán pocos.

De nada servirá que el País Vasco sea un país lleno de ideas si éstas no encuentran salida porque, como opinaba Santiago Ramón y Cajal -en un tiempo, por cierto, no menos complicado que el actual- o se hace algo con ellas pronto o pierden su valor.

Iñaki Ortega. Doctor en economía
Arantza Quiroga. Presidenta PP vasco

viernes, 20 de diciembre de 2013

Los estartaperos

(Artículo publicado el 7 de diciembre de 2013 en el Diario Expansión)



Cada profesión tiene su argot particular, y quienes quieran sacar adelante una startup lo primero que tienen que hacer es familiarizarte con un nuevo esperanto que se habla tanto en Palo Alto como en Vallecas.

Hayas escrito tu plan de negocio en una servilleta o en un canvas, necesitarás buenas ideas y algo de dinero para convertirte en CEO (Chief Executive Officer) de tu propia empresa. Si la financiación sale de tu bolsillo o del de algún primo, sea familiar o no, entonces estás recurriendo a las socorridas tres Fs (friends, fools and family). Cuando el apoyo de tu entorno es sólo anímico no te quedará más remedio que hacer bootstrapping, es decir apañártelas con los recursos que tienes a tu alcance.


Por el contrario, si tu idea es captar un inversor profesional, entonces lo que necesitas es ‘levantar’ dinero. Muchos emprendedores buscan a los business angels y a los VC (Venture Capital). Unos y otros proporcionan equity, es decir, capital, con la esperanza de tener en el futuro un lucrativo exit, que es como se denomina la salida a través de la venta de sus participaciones.

Una vez tengas claro que necesitas seed capital -inversión de arranque-, es imprescindible que elabores un pitch destinado a seducir a tu interlocutor en el tiempo que se tarda en coger el ascensor. Si eres convincente vendiéndole las bondades de tu startup eso te proporciona un track record sólido y es probable que el inversor te vea digno de alimentar su deal flow, esto es, su cartera de proyectos. En este caso, se iniciará una negociación que acabará plasmándose en una term sheet. Si aceptas esta oferta lo que haces es cerrar una ronda de inversión y es excusa suficiente para invitar a todo el equipo a otro tipo de rondas en algún bar.

Tras la resaca de la celebración, te darás cuenta muy pronto de que el nuevo dinero que llega te ha liberado de unas preocupaciones pero te ha generado otras, ya que tus inversores insistirán constantemente en las métricas, que son el nombre con que se suelen referir a los indicadores claves de la marcha de tu negocio. Por descontado deberás estar familiarizado con los anglicismos que han colonizado nuestro acervo financiero como cash flow, ebitda, working capital o break even y si tu negocio es de Internet, prepárate porque en este caso oirás hablar de sindicaciones, afiliaciones y conversiones, con un significado muy diferente al del diccionario amén de un repertorio de siglas (SEO, SEM, ROI…) que nunca aparecerán en él.

Aunque la mayoría de los términos que han venido poblando este nuevo dialecto carecen del beneplácito de la RAE, no te preocupes porque esta nueva tribu de los “estartaperos” es disruptiva también en esto.

Y si, por desgracia, tu negocio cierra míralo por el lado bueno y recuerda que FAIL en inglés es también un acrónimo que significa First Attempt In Learning.

Iñaki Ortega. Profesor y Doctor en economia.


martes, 5 de noviembre de 2013

Los diez mandamientos

(Artículo publicado el 16 de noviembre de 2013 en Yo Dona)


Aunque este decálogo no aparece en el libro del Deuteronomio, tampoco ha pasado por las manos del profeta Moisés, ni mucho menos ha sido redactado por Yahvé y por supuesto nunca fue esculpido en piedra en el Monte Sinaí... Lo que si es seguro es que estos diez consejos han de ser cumplidos «religiosamente» por cualquiera que quiera emprender.

1. Busca una especialidad para emprender que domines, un nicho en el que seas especialista y estés BIEN PREPARADO.

2. Además es imprescindible que TE GUSTE lo que hagas como emprendedor, que disfrutes con el trabajo y con el sector elegido. Porque vas a tener que trabajar muchas horas.




3. NO emprendas SOLO, busca socios, no amigos, y con habilidades distintas a las tuyas.

4. No te obsesiones con obtener financiación de bancos o fondos de inversión. Dedica todas tus energías a BUSCAR CLIENTES.

5. BOOTSTRAPPING: Hay que emprender con pocos recursos y con mínimos gastos.

6. PRODUCTO MINIMAMENTE VIABLE. No te enfangues meses en tener un producto o servicio perfecto. Tienes que ser eficiente (lean) y salir cuanto antes al mercado para conocer si tu negocio tiene interés. ¡El primer iphone no tenia email!

7. GOLUM. No te enamores de tu idea o la trates como un tesoro a esconder. Estamos en la era de la Open Innovation. Que todo el mundo la conozca porque te ayudaran sus opiniones

8. CUIDA TU IMAGEN online y offline. Que tus presentaciones en papel y en persona estén trabajadas y trasmitan tu mejor imagen.

9. VALIENTE. No hay nada que perder por fracasar sino que no hacer nada es el mayor error. Fallar es el principio del éxito.

10. Aprovecha el ECOSISTEMA emprendedor: las muchas oportunidades y ayudas que las administraciones públicas, universidades y las grandes empresas ofrecen hoy a las startups.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Startup Manifesto

(Este manifiesto por el emprendimiento y la innovación para impulsar el crecimiento en la UE ha sido firmado por el autor de este blog y puedes adherirte en la web www.startupmanifesto.eu)

Las condiciones económicas en Europa siguen siendo un gran reto teniendo en cuenta que la Comisión Europea prevé que el PIB de la Eurozona se contraerá un 0,4% este año. Sin embargo, la creciente relevancia del crecimiento económico impulsado por Internet podría transformar esta situación, ayudando a mejorar las vidas de millones de personas, creando nuevos empleos, nuevos conocimientos y esperanzas renovadas para un futuro mejor.


Según Boston Consulting Group, está previsto que la economía de Internet en los mercados desarrollados del G-20 crezca a un ritmo anual del 8% en los próximos 5 años. En los mercados emergentes, se espera que el crecimiento anual sea del 18%. Estos porcentajes superan con creces los de los sectores tradicionales. La tecnología digital, que ya no se limita a las empresas de alta tecnología, está dando lugar a la reinvención de todos y cada uno de los sectores, con la promesa de crear nuevos empleos y riqueza.

Esta tendencia de crecimiento puede ayudar a que Europa mejore sus perspectivas de futuro, ayudándola a emerger con más fuerza, más ágil y más próspera. Pero es necesario tomar más acciones para superar todos los obstáculos que amenazan con dificultar el progreso y minar el potencial de este sector vibrante y floreciente. Debemos asegurarnos de que contamos con las políticas, modos de trabajo y la ambición necesarias para tener éxito. Necesitamos abordar el hecho de que Europa continental actualmente no crea nuevas empresas destinadas al crecimiento, como ocurre en otras partes del mundo, ni produce emprendedores que confíen lo suficiente en el entorno que sus propios países pueden ofrecer a las startups.

Los días en los que confiábamos en las grandesempresas o en el estado para la creación de empleo han llegado a su fin. Muchos de los empleos perdidos en los últimos años nunca volverán en su antigua forma. El emprendimiento, que ha sido el motor de crecimiento en Estados Unidos, no se ha fomentado de una manera eficaz o sistemática en Europa. Crear más empresas y startups requiere más que un cambio en las políticas. Requiere un cambio de mentalidad.

La vicepresidenta de la Comisión Europea Neelie Kroes ha creado The Startup Europe Leaders Club, un grupo independiente de fundadores en el área del emprendimiento tecnológico, que proporciona orientación para fortalecer el entorno empresarial de los emprendedores del sector web en Europa. En marzo de 2013, los invitó a desarrollar un manifiesto para el crecimiento económico. Desde junio de 2013, se han ido reforzando las recomendaciones iniciales basadas en las primeras experiencias de los emprendedores de éxito en el sector web con el apoyo y la colaboración del Founders Forum en Londres, una comunidad formada por los mejores emprendedores a nivel global, CEOs selectos y motivadores, así como inversores clave en los medios y en la tecnología.

Basándonos en la experiencia combinada de docenas de europeos que tuvieron la suerte de imaginar, construir y hacer crecer negocios de éxito — negocios que han creado miles de empleos — hemos extraído 22 acciones que, si se toman en conjunto, pueden dar a las empresas europeas una gran oportunidad de éxito en el futuro. Ahora, hacemos un llamamiento a los emprendedores, inversores, asesores y a otras partes interesadas en Europa para que se sumen a este diálogo y compartan su visión sobre el manifiesto, para así ayudar a avanzar hacia la adopción de este plan de crecimiento digital singular en la UE. Nuestras recomendaciones son:


1. Educación & Habilidades

La Comisión Europea ha declarado que es necesario un mayor esfuerzo para dar acceso a todos los niños a formación en las TIC. Un estudio reciente basado en 190.000 encuestados de 27 países 4 puso de manifiesto que un 20% de los alumnos de educación secundaria nunca (o casi nunca) ha utilizado un ordenador en clase y los conocimientos informáticos de los profesores son insuficientes. Recomendamos lo siguiente:

Lograr que los profesores tengan competencias digitales y estén a la altura de este reto.

Las tecnologías digitales ya no están limitadas a los ordenadores o a las telecomunicaciones. En la actualidad, están presentes en todos los aspectos de nuestras vidas, desde la investigación histórica, pasando por la formación en arte o en matemáticas avanzadas, estudios de geografía, etc.. Nuestros hijos nacen en un mundo digital que no existía en la época de sus profesores. Si queremos que la próxima generación utilice las tecnologías digitales para construir un mundo mejor, tenemos que asegurarnos que las personas responsables de orientar y enseñar a los niños se sienten cómodos y tienen la capacidad de usar las tecnologías digitales.


Enseñar a los niños los principios, los procesos y la pasión por el emprendimiento desde edades tempranas.

Si queremos que los más jóvenes creen sus propias empresas, necesitamos enseñarles cómo hacerlo. Tenemos que animarlos e inculcarles la pasión (y el orgullo) por hacerlo. No podemos esperar que cada niño o niña de 12 años cree su propia empresa, pero sí deberían saber qué significa tener una idea, validarla y crear algo que puedan ofrecer a otras personas como producto o servicios. Las herramientas y el conocimiento están ahí. Sólo necesitamos asegurarnos de que esa pasión existe.

Animar a los estudiantes universitarios a empezar un negocio antes de graduarse.

En Estados Unidos muchos estudiantes emprenden un negocio antes incluso de haberse graduado (esto pasa por ejemplo con el 20% de los estudiantes de CalTech, Stanford y Berkeley). Esto sirve para que los estudiantes se formen una idea de cómo es crear y gestionar un negocio al mismo tiempo que permanecen en un entorno protector y estructurado que actúa como una “red de seguridad” en caso de que fallen sus planes. Cuando terminan la universidad, la mayoría de los estudiantes ha perdido ya las ganas de correr riesgos, y con ellas, desaparece también la posibilidad de que creen o se unan a una startup. Las universidades deberían crear más cursos de emprendimiento y establecer una red de Viveros / Centros de Estudiantes Emprendedores (a través de una sociedad si fuera necesario) que puedan proveer a los estudiantes del apoyo y financiación necesarios para convertir sus ideas en realidad.

Preparar a los graduados para un mercado laboral radicalmente diferente.

Las habilidades que se requieren hoy en día para prosperar en el mercado laboral son muy distintas de las de hace apenas una década, pero la mayoría de universidades han hecho muy poco para cambiar su currículum o dotar a los graduados de nuevas herramientas y capacidades. A corto plazo (12-24 meses), los países de la UE deberían ofrecer un “curso de certificado digital” que ayude a los graduados a adquirir las capacidades digitales básicas para que sean más valiosos ante un posible empleador. A medio plazo (2-3 años), los países de la UE deberían asegurarse de que sus universidades añaden algún componente digital a todas las materias que imparten. También habría que tener más en cuenta a los estudiantes universitarios y proporcionarles un apoyo estructurado para que puedan conseguir experiencia en empleos a tiempo parcial, trabajos de verano y prácticas para complementar su formación académica. Esto les aporta una valiosa experiencia en empresas que les permite desarrollar habilidades transferibles y mejorar su capacidad para encontrar un empleo.

Animar a las grandes empresas a proporcionar formación para el público general.

Mientras que se suele poner el enfoque en la escasez de habilidades en el campo de la informática y la tecnología, las empresas no sólo están formadas por programadores. También hay una escasez igual, si no mayor, en las habilidades de gestión y comunicación en la UE. Para crear y hacer crecer una empresa, los emprendedores necesitan managers, personal de ventas, responsables de RRHH y otros profesionales que puedan ayudarles a hacer crecer sus negocios. Las grandes corporaciones se han convertido en auténticas expertas en dar formación en este tipo de habilidades y se debería fomentar el que abriesen sus programas e instalaciones de formación a un público más amplio. Aquellos que se benefician de este tipo de formación deberían ser animados a unirse a startups, en lugar de fundarlas (startups que pueden haber sido fundadas por corporaciones). Las compañías pueden contribuir con mucha más eficacia que el propio gobierno, ya que conocen de primera mano el entorno en el que las personas pueden aprender a través de la práctica.


2. Acceso al talento

McKinsey ha identificado un salto cada vez más grande entre las necesidades de los empleadores y las habilidades de los empleados. El 26% de los empleadores tienen dificultades para completar los puestos que ofrecen por falta de talentos. Muchos emprendedores aspirantes se marchan de Europa a buscar fortuna en otro sitio. Hay unos 50.000 alemanes en Silicon Valley, y se estima que en el área de la bahía de San Francisco hay 500 startups fundadas por franceses. Por lo tanto, nosotros recomendamos:

Convertir Europa en el lugar más adecuado para que las personas con talento y más cualificadas puedan crear una compañía y conseguir un empleo creando un visado paneuropeo para startups.

Este visado facilitará la creación de empresas en Europa por parte de ciudadanos extracomunitarios, así como la contratación de ciudadanos no comunitarios por empresas europeas.

Facilitar la contratación de las empresas fuera de sus países de origen.

Europa ha hecho mucho para hacer el mercado laboral fluido – cualquier europeo puede trabajar en cualquier país de Europa. Pero el mercado de contratación — la habilidad de una empresa para contratar en un país de la UE fuera del mismo – sigue siendo complejo y caro. Esta forma de empleo remoto, en la que la empresa contrata uno o más empleados fuera del mercado nacional va a aumentar. Tenemos que hacer que sea más fácil contratar a personas sin establecer una filial local.

Hacer que para las empresas sea más fácil prescindir de sus empleados.

Las necesidades de los negocios cambian. La demanda del mercado fluctúa. Los empleados no siempre mantienen su potencial o cumplen con lo que se espera de ellos. Para que las empresas europeas sean realmente competitivas, necesitamos que les resulte más sencillo dejar marchar a sus empleados y despedir a aquellos que están por debajo del nivel esperado. Para muchas empresas de todo el mundo que están pensando en abrir una nueva oficina en la UE, uno de los principales motivos por los que se muestran reacios a ello es la posibilidad de verse estancados con una plantilla de trabajadores que no son capaces de adaptarse a la realidad de los mercados de hoy y mañana.

Traer los mejores "cerebros" de vuelta a casa.

Virtualmente todos los países de la UE han visto con desesperación cómo algunas de sus mejores y más brillantes mentes se han marchado a EEUU. Esta “fuga de cerebros” ha tenido un impacto negativo en todos los aspectos de nuestra economía, dejando un gran vacío en cuestiones de liderazgo e investigación avanzada, así como en sectores académicos básicos, por nombrar algunos. Los países de la UE tienen que lanzar campañas dirigidas a este público, destinadas a traer el talento de vuelta a casa, a través de becas de investigación, soporte logístico y reconocimiento público.


3. Acceso al capital

El descenso de las inversiones en capital riesgo es alarmante, prácticamente se ha reducido a la mitad tanto en la zona euro como en la Unión Europea en su conjunto desde 20087. La reducción de estas inversiones en fases más avanzadas es aún más acusada, también en la zona euro y toda la UE en general. En consecuencia, recomendamos lo siguiente:

Incrementar la inversión en startups, tanto privada como institucional.

Ofrecer una serie de ventajas fiscales a aquellos inversores que compren acciones en compañías de alto riesgo, como los beneficios que ya se introdujeron en el Reino Unido por el EIS (Enterprise Investment Scheme) y el SEIS (Seed Investment Scheme Actualmente, muchas startups europeas necesitan buscar financiación fuera de su país, y muchas veces también incluso fuera de Europa. Cuando se consiguen los fondos necesarios, en la mayoría de los casos se exige al equipo que se traslade al país del que provienen estos fondos. Esto supone una fuga de talentos a corto plazo y también la pérdida de capital a medio y largo plazo.

Además, se debería tomar alguna medida para animar a los que han montado un negocio próspero a reutilizar la riqueza que han generado invirtiéndola en aquellas empresas que están emprendiendo, y que pueden convertirse en las historias de éxito empresarial del mañana. Existen múltiples opciones, como el ejemplo israelí de permitir a los business angels que reconozcan sus inversiones en startups como pérdidas en el mismo año de la inversión, concediendo así una exención tributaria a aquellos que tengan rendimientos de capital en otros negocios o startups; o permitir a los inversores una deducción del impuesto sobre el patrimonio si invierten en una pequeña empresa de la UE.

Facilitar que las empresas de gran crecimiento puedan recaudar capital a través de los mercados públicos.

Hacer que estos mercados sean una fuente de capital más accesible y atractiva para este tipo de empresas, similar al segmento de alto crecimiento del London Stock Exchange. Además, dada su considerable contribución a la economía, recomendamos la creación de una categoría dedicada plenamente a Internet y Móvil en los mercados de valores de la UE, reduciéndoles a las empresas europeas los incentivos para que salgan a bolsa en EEUU, basándonos en la rentabilidad del sector y ayudando así a contrarrestar las reticencias que pueda tener cualquier inversor.

Comprar más a las pequeñas empresas.

Las ayudas del Gobierno son una de las maneras de ayudar a prosperar a las pymes. Otra es asegurar que el propio gobierno contrate más servicios con estas empresas. En toda la UE, la mayoría de los contratos públicos se firman con grandes compañías, a menudo multinacionales. Para muchos emprendedores, vender sus servicios al estado es prácticamente imposible. El proceso de adjudicación de estos contratos es complejo y los proveedores actuales se han atrincherado de tal manera que muchos emprendedores, ante la idea de tener que competir con ellos, se desaniman sin ni siquiera haberlo intentado. Si los gobiernos de la UE quieren poner en marcha los motores del crecimiento en sus países, deberían comprometerse a cambiar un porcentaje de sus contratos de adjudicación a empresas más pequeñas.

Instituir una E-Corp: un nuevo tipo de corporación común en Europa.

Constituir una empresa tiene sus propios obstáculos en cada país de la UE. Algunos requerimientos que tuvieron sentido en su momento, como exigir una cantidad mínima de dinero para lanzar el negocio, no tener acceso a las acciones o el cumplimiento de requisitos legales complejos incluso para montar el negocio más pequeño, ahora no son más que un impedimento a la creación de nuevas empresas. Recomendamos la creación de un nuevo tipo de corporación, la E-Corp, que unifique los requerimientos en toda la UE, y que además la puede crear cualquiera en menos de 24 horas. Esto simplificaría no sólo la creación de nuevas empresas sino que también facilitaría el flujo de inversiones entre países, es decir, inversores de un país invirtiendo en compañías de otro.

Gravar las opciones sobre acciones como rendimientos del capital, no como renta.

En Europa, las opciones sobre acciones que se otorgan a los empleados en una empresa normalmente se gravan como impuestos sobre la renta, reduciendo su atractivo como mecanismo utilizado tanto para atraer el talento como para recompensar la toma de riesgo. Nuestro consejo es que las opciones sobre acciones ofrecidas por las empresas europeas se graven como rendimientos del capital, y no como renta ordinaria.


4. Políticas de protección de datos, seguridad y privacidad.

Las regulaciones europeas en materia de protección de datos están anticuadas. Es muy fácil que una empresa se vea afectada por una brecha de privacidad, lo que para empezar le disuade de intentar acceder a la UE. Por una parte queda mucho trabajo por hacer para proteger a los consumidores de manera consistente y efectiva, y por otra la mayoría de los gobiernos de la UE se está demorando a la hora de facilitar el acceso a algunos datos públicos, lo que sería fundamental para mejorar sus servicios y reducir costes operativos. Por lo tanto, recomendamos:

Revisar y normalizar las leyes de protección de datos.

La ausencia de una ley unificada de protección de datos en Europa genera obstáculos innecesarios para las empresas que intentan hacer negocios con y a través de la región. Éste es uno de los motivos por los que tan sólo el 12% de todas las transacciones realizadas en Internet por consumidores europeos son transnacionales. En general, las leyes europeas son mucho más restrictivas que las estadounidenses, lo que sitúa a las compañías estadounidenses y a EEUU en su conjunto en una posición ventajosa en lo que de otra manera debería ser un terreno de juego equilibrado y justo. Abogamos por una nueva ley europea de protección de datos y su adopción por todos los países de la UE.

Eliminar el requisito que exige a los proveedores de datos almacenar la información en un país en concreto.

Teniendo en cuenta que actualmente una gran cantidad de información y de sistemas se está trasladando de instalaciones en servidores locales a la nube, exigir a las empresas que operan en la UE que tengan sus servidores en ese mismo país es una estrategia obsoleta que eleva los costes, aumenta las barreras para liberar el comercio y reduce la adaptabilidad.

Hacer públicos los datos estatales.

La paradoja de la información pública en la UE es que muy poca es realmente pública. Desde el transporte a Hacienda, pasando por otro tipo de información sensible, hacer los datos estatales más accesibles aumentaría el nivel de transparencia y confianza, así como el compromiso, la autonomía e igualdad ciudadanas. Además, sacar esos datos públicos a la luz permitiría a las empresas más innovadoras introducir nuevos productos y servicios que a la larga reducirían la dependencia del gobierno central y al mismo tiempo crearían nuevos negocios.

Hacer que los gobiernos piensen de manera digital.

Para mantener unos niveles de relevancia y eficacia aceptables en una época de financiación pública y presupuestos reducidos, los gobiernos tienen que “pensar digitalmente” para reducir costes y a la vez mejorar los servicios ciudadanos. Las instituciones y administraciones públicas deberían operar en una plataforma tecnológica única, siguiendo los mismos principios tecnológicos que son igual de buenos, o incluso mejores que otras plataformas que utilizan hoy en día los ciudadanos de manera habitual.


5. Ser referentes del sector.

Europa cuenta con muchas historias exitosas de emprendedores, talentos increíbles y algunas ideas sorprendentemente innovadoras. En la mayoría de países hay docenas de empresas tecnológicas preparadas para salir a bolsa con la intención de conseguir capital en la economía global de Internet, pero necesitamos más y también necesitamos que las empresas que han nacido en la UE prosperen aquí en vez de buscar fortuna en América. Por eso, recomendamos lo siguiente:

Iniciar un cambio de mentalidad en Europa en lo que se refiere a la definición de éxito.

En nuestra cultura se admira a los personajes célebres y a los deportistas, músicos y actores. También deberíamos admirar a los emprendedores que tienen un impacto real en el modo de vida de las personas. Necesitamos que todo el mundo se entusiasme con la innovación y el emprendimiento, no solamente los profesionales del ámbito tecnológico. Esto significa promover el camino hacia el emprendimiento como una carrera alternativa fiable, y admirar a los emprendedores de negocios exitosos como si fueran héroes. También significa democratizar las herramientas y procesos necesarios para emprender nuevos negocios y ofrecérselos a todo aquel que tenga las ganas y el coraje de empezar uno.

Nombrar a un Chief Digital Officer para cada país de la UE.

El impacto de designar a un defensor digital por cada estado miembro para ayudarles a promocionar los beneficios de una sociedad digital ya ha quedado probado, pero no es suficiente. Los CDO permanentes y a tiempo completo permitirán asegurar que la innovación digital tiene su impacto sobre todos los sectores y abre el gobierno hacia una mayor transparencia y colaboración para con sus ciudadanos.

Crear un repositorio de “mejores prácticas”.

Proporcionar un recurso para que los gobiernos locales y nacionales puedan compartir los mejores “hacks” que encuentren con el fin de conseguir un impacto inmediato.

Establecer un Foro Digital Europeo.

Reunir a emprendedores, políticos y creadores de políticas para alcanzar un entendimiento y unos objetivos comunes que permitan llevar el manifiesto a la práctica.


Tenemos la esperanza de poder reflejar las diferentes visiones y perspectivas de emprendedores, inversores, asesores y otras figuras clave del ecosistema tecnológico y digital en Europa, ya que esto asegurará que las propuestas sean sólidas y con una aplicación práctica. Estamos trabajando por conseguir tantos registros y expresiones de apoyo como sea posible.


lunes, 8 de abril de 2013

La segunda transición


(Artículo publicado el 28 de marzo en Cinco Días y firmado conjuntamente por el Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja Iñaki Ortega y el Profesor de la Universidad Complutense de Madrid Francesco Sandulli)

La actividad emprendedora determinará cómo y cuando España saldrá de la crisis. En una reciente investigación económica los profesores Koellinger y Thurik de la Erasmus University de Rotterdam han demostrado que, contrariamente a lo que se pensaba, el ciclo económico no es un factor exógeno a la actividad emprendedora y que el emprendimiento en épocas de crisis económica es el factor determinante de cómo y cuando una economía volverá a un ciclo expansivo.


Este hecho debe hacer reflexionar a los responsables de las políticas económicas sobre la necesidad de impulsar en el actual contexto de crisis una decidida transición de una economía del management a una economía emprendedora. Esta transición permitirá que el tejido empresarial en España tenga incentivos a la ampliación de la frontera de posibilidades de producción, en lugar de seguir operando dentro de ella. Asimismo, los datos del Global Entrepreneurship Monitor para 2012 y del Directorio Central de Empresas del INE para 2012 indican que la actividad emprendedora y la microempresa están capeando la crisis mejor que la mediana y gran empresa. Ahora es el momento de aprovechar esta inercia con una política decidida de fomento de la economía emprendedora.

A la hora de diseñar los objetivos de la política que promueva esta nueva cultura se debe tener en cuenta que la economía emprendedora se fundamenta en tres pilares: conocimiento, riesgo y financiación.

En relación al conocimiento, España no es una excepción a la denominada European Paradox, por la cual el proceso de transformación de conocimiento en emprendimiento es muy ineficiente en Europa. Aplicando las lecciones aprendidas en otros países, el responsable de política emprendedora debería en primer lugar preocuparse por conseguir fondos para aumentar el stock medio de capital intelectual disponible en España, atrayendo a individuos altamente cualificados del exterior y fomentando la retención de talento nacional. Además es urgente que el emprendimiento sea una prioridad máxima en las políticas de las universidades españolas para que éstas se integren como un elemento más del sistema productivo y adopten una actitud mucho más activa en la comercialización de su tecnología y conocimiento, tal y como ya sucede por ejemplo en la Universidad de Mondragón. Para fomentar la comercialización del desaprovechado conocimiento universitario, es necesario promover en primer lugar su oferta, reconsiderando por ejemplo los actuales incentivos académicos a la creación de empresas de base tecnológica, e impulsar su demanda, reduciendo por ejemplo la elevada complejidad administrativa y tributaria asociada a los incentivos a la I+D externa en ámbito privado o a los mecanismos de fomento de la transferencia tecnológica como el patent box. Las políticas emprendedoras deberían potenciar el aumento del capital relacional de los emprendedores a través de programas de inmersión en redes de emprendedores como los planteados por Startup Loans en el Reino Unido.

El segundo pilar de la economía emprendedora es el riesgo. Aunque el riesgo es intrínseco a la actividad emprendedora, excesivos niveles de incertidumbre constituyen una barrera infranqueable para el emprendedor. El riesgo del emprendedor depende de la eficiencia de los mercados y la facilidad para que en España se produzcan fenómenos de creación destructiva . Una forma que tienen las administraciones de reducir el riesgo del emprendedor, especialmente la de corte más innovador por ser la que sufre las cotas más altas de incertidumbre, es facilitar el acceso a la contratación pública a la iniciativa emprendedora. Para muchas empresas en Silicon Valley el sector público fue su primer cliente facilitando la supervivencia inicial de la empresa. En España, la Ley de Economía sostenible no ha conseguido resolver los problemas que plantea la Ley de Contratos del Sector Público a los interventores de las distintas administraciones a la hora de aprobar contratos de productos innovadores o empresas nuevas. Estos problemas explican en gran medida por qué en España no existe una fuerte demanda temprana pública de productos innovadores. Este papel de fomento de la demanda temprana también puede ser jugado por la gran empresa, pero sería necesario sustituir los actuales incentivos a la I+D interna por el fomento de la I+D externa y la compra tecnológica.

El riesgo del emprendedor aumenta con regulaciones adversas. Por ejemplo, diversos estudios económicos demuestran que la rigidez del mercado laboral, las excesivas diferencias entre las prestaciones de protección por desempleo entre autónomos y asalariados, la inseguridad jurídica en la regulación de varios sectores de actividad, la elevada morosidad pública y privada o la actual falta de competencia en algunos sectores estratégicos incrementan el riesgo de emprender en España. Por tanto, incentivar el emprendimiento significa intentar resolver estos fallos regulatorios sistémicos que protegen el actual status quo en los mercados y que en muchos casos son intrínsecos a la forma de pensar y a la cultura del management que impera en España.


El tercer pilar de la economía emprendedora es la financiación. Emprendedores y financiadores comparten el mismo riesgo. Es muy elevado el número de investigaciones económicas que demuestran que la política más eficaz para atraer financiación al emprendimiento consiste simplemente en resolver aquellos fallos regulatorios sistémicos que aumentan el riesgo emprendedor. En Europa, Suecia es uno de los mejores ejemplos de cómo modificaciones en la regulación del sistema financiero, del mercado laboral, del sistema tributario o de los mecanismos de transferencia de conocimiento pueden hacer florecer un activo mercado de capitales orientado a la inversión en start-ups. Los ámbitos de potencial mejora son muchos, desde los incentivos fiscales para las ganancias de capital, los incentivos fiscales a la inversión de los fondos de pensiones en capital riesgo, la eficiencia del Mercado Alternativo Bursátil que actualmente tiene unos costes de salida excesivos o la potenciación de cauces más ágiles de acceso a microcrédito para fases semilla de start-ups que siguiendo el ejemplo de la iniciativa americana MicroLoan Program mejoren las actuales ineficaces fuentes de acceso a microcrédito basadas en la intermediación de entidades financieras.

La ejecución es tan importante como la estrategia. Hasta el momento, los esfuerzos públicos de fomento a los emprendedores se caracterizan por su fragmentación y descoordinación. Esta situación se debe a que el emprendimiento es un elemento puramente retórico en el discurso político que se sustenta en políticas coyunturales y en servicios públicos puntuales carentes, en la mayoría de las ocasiones, de un impacto relevante en la economía española. Es necesario definir una estrategia global que desarrolle políticas y programas de fomento del emprendimiento integrales de largo plazo. La estrategia política de fomento del emprendimiento no será eficaz sin un adecuado mecanismo de control. En este sentido, la medición de retorno a las políticas públicas como por ejemplo el ROI (Return on Investment) aplicado con éxito en el caso de Madrid Emprende se antoja esencial en la transición a la economía del emprendimiento. La medición del ROI permitirá discernir qué políticas y qué receptores de dichas políticas son los que generan un mayor retorno, ya que como señala Scott Shane, uno de los mayores expertos mundiales en emprendimiento, las políticas horizontales de fomento del emprendimiento, actualmente preponderantes en España, son mucho menos eficaces que las políticas verticales y discriminantes.

Si no se aprovecha el hecho de que, gracias a la actual crisis económica, el emprendimiento ha recibido la atención de ciudadanos y políticos, una vez superada la crisis, todos volverán a pensar en términos de economía del management y será mucho más complicado que España realice la tan necesaria transición a la economía del emprendimiento. La triple hélice española (administración, empresa y universidad) debe asumir el reto de impulsar esta transición y acelerar el cambio de ciclo económico. Se buscan políticos, consejeros delegados y rectores emprendedores para ello.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Runners y startups

(Publicado el día 27 de marzo en la revista Grazia)

Una de las cosas en las que me dio tiempo a pensar durante las más de tres horas y media que me llevó acabar el Maratón de San Sebastián es lo mucho que se parece emprender un negocio a una carrera de larga distancia.

Ambas actividades exigen preparación: uno no puede correr 42 kilómetros sin estar bien entrenado, pues de lo contrario se arriesga a no poder terminar, e incluso a  lesionarse. Pasa lo mismo con la formación cuando uno se lanza a montar su propio negocio; sin ella, es muy dificil que el proyecto llegue a buen término.


En el desarrollo de una carrera intervienen muchas personas: compañeros de entrenamiento, competidores, organizadores…Exactamente igual que en una nueva actividad empresarial, pues el emprendedor se apoya  en socios, inversores y profesionales cualificados, entre otros. Además, las administraciones públicas son importantes pues aseguran condiciones como el marco jurídico,  la fiscalidad y un acceso razonable a la financiación.

Asimismo, la normas sociales desempeñan un papel decisivo en la actual moda por el running y los emprendedores; cada vez más gente se pone en forma con este deporte porque ha calado en nuestra sociedad las bondades del ejercicio. Necesitamos lo mismo para las nuevas empresas, y eso es mas fácil con modelos sociales a los que imitar.

Pero la verdadera intersección entre crear tu empresa y una carrera de fondo está en la actitud que debe tener quien quiere llegar a la meta, que no es otra que querer, de verdad, terminar; o lo que es lo mismo, tener fe inquebrantable en tu idea. Asi terminé yo la maratón y así podrás tener éxito con tu negocio.


Iñaki Ortega es doctor en economía y autor del libro «Políticas Públicas para los Emprendedores»

domingo, 27 de enero de 2013

Vivir sin aire

(Artículo publicado en el periódico ABC el día 27 de enero de 2013)


El aire ofrece resistencia, pero también permite volar. En pleno apogeo del fenómeno emprendedor en nuestro país, se está extendiendo un estado de opinión en algunos círculos que identifica todo lo público con un incesante viento en contra para los nuevos negocios. El argumento que comienza a calar es que, haga lo que haga, la administración estorba y, por tanto, no hay mejor política de fomento de la iniciativa empresarial que la que no existe.

       
Precisamente porque existe una correlación, constatable en los territorios más dinámicos, entre natalidad empresarial y marco regulatorio, es necesario darle valor a la actuación pública en este terreno. Para la doctrina económica la iniciativa privada es lastrada por la administración con los llamados “fallos gubernamentales” como son los impuestos o las regulaciones y trámites que desincentivan la actividad mercantil e impiden la unidad de mercado. Por ello los gobiernos han de empeñarse en  eliminar esos obstáculos pero, siendo muy importantes, no son el único factor que condiciona la creación de empresas.


Esta compleja realidad también viene determinada por fallos del propio mercado, como la imposibilidad para las pymes de conseguir financiación con los efectos que estamos padeciendo, la desconfianza de las grandes empresas en las nuevas para contratarles que consagran situaciones oligopolísticas o la falta de conexión entre la empresa y la educación con las consecuencias conocidas en materia de desempleo. Sin olvidar otra serie de elementos culturales cuya naturaleza no es stricto sensu económica pero que forman parte de un marco institucional informal. Son ejemplos de ello la preferencia social por el trabajo por cuenta ajena, la mala imagen de los empresarios en el conjunto de la ciudadanía o el estigma social que supone el fracaso en una aventura emprendedora.

Además, los partidarios de la omisión como única estrategia a seguir por la administración suelen tomar Silicon Valley como prueba de que en la consecución de un ecosistema favorable a la iniciativa empresarial lo público no tiene otro rol que el de asegurar la libertad en la interacción entre los agentes privados: emprendedores, inversores, centros de conocimiento y grandes empresas. Efectivamente esta tarea es fundamental, sin embargo, estas voces tienden a obviar que el éxito del «Valle» se basa también en el modelo universitario local auspiciado por numerosas actuaciones públicas fiscales y normativas. Y por supuesto el mejor lugar del mundo para crear una empresa no existiría sin las estrechas conexiones entre el Gobierno norteamericano y el primer cluster industrial que emergió en California (que nunca han cesado y que precisamente están detrás de un desarrollo tan decisivo en la historia reciente de este milagro económico como es internet).


Pero la influencia de los programas y leyes federales en la actividad emprendedora trasciende Silicon Valley. Contrariamente a lo que se cree, el gobierno de Estados Unidos es el que con más intensidad y durante más tiempo ha practicado una activa política pública a favor de la creación de empresas. En efecto, la promulgación de la ley Small Business Act en 1953 marcó el punto de partida de una política caracterizada por una amplia variedad de actuaciones encaminadas, entre otros, a reforzar la cultura empresarial, promover la industria del capital riesgo y los microcréditos, incentivar la participación de las minorías en la actividad emprendedora, construir incubadoras empresariales o auspiciar el nacimiento de spin-offs universitarias. Para ilustrar los beneficios que la fuerte implicación gubernamental ha tenido, baste mencionar que empresas como Apple, Compaq o Intel recibieron en su día apoyo financiero público para acometer su estrategia de crecimiento, y que en la actualidad el 38% de las patentes que se registran en el país proceden de start-ups que se han beneficiado de contratos federales.
Ese papel activo asumido de modo pionero por la administración estadounidense desde mediados del siglo pasado ha servido de inspiración al resto del mundo desarrollado. Aunque no faltan buenos ejemplos en Europa, el caso de éxito más paradigmático se encuentra en Israel; la iniciativa gubernamental Yozma de principios de los 90 fue el germen de una potente red de incubadoras tecnológicas y fondos de capital semilla que ha logrado que el país hebreo sea, después de Estados Unidos y junto a China, el que más empresas tiene cotizadas en el Nasdaq.


La tendencia en los últimos años no es precisamente hacia la extinción de la política de emprendedores, sino hacia su refuerzo por medio de la colaboración con el sector privado y la coordinación con otras políticas públicas susceptibles de incidir en la actividad empresarial incipiente: el visado para emprendedores del Reino Unido y Canadá o el programa de partenariado público-privado Startup América son claros exponentes de esta novedosa intervención a favor de la creación de nuevos negocios, que lo que buscan es la consecución del mejor ecosistema emprendedor.



España es el Estado de la OCDE en el que más ha caído la natalidad empresarial desde la irrupción de la crisis y, habida cuenta de la dirección en que marcha la política de emprendedores en las economías más avanzadas, no parece que el mejor camino para  propiciar su recuperación pase por renunciar a una estrategia de acción. Al contrario, ahora más que nunca lo que se impone es potenciarla: primero, racionalizando los esfuerzos que, de forma no orquestada y aislada, han dado lugar a las más de 2.500 plataformas públicas de apoyo a los emprendedores que actualmente existen; y, segundo, incorporando las líneas de actuación que mejor están funcionando fuera de nuestras fronteras. Esta orientación no solo es plenamente compatible con el avance en la reducción de barreras administrativas; también lo es con la obligada búsqueda de la eficiencia del gasto público.



Afortunadamente, de las muchas y muy destacadas firmas que respaldan el reciente manifiesto «España Emprende» promovido por el Círculo de Empresarios, se desprende que la sensatez se acabará imponiendo a la iconoclasia que abrazan unos pocos que todavía se empeñan en ver un leviatán donde solo hay recursos mal gestionados.



Después de todo, lo público es como el aire en el que los emprendedores baten sus alas; guste o no, forma parte del marco institucional, y, si los resultados no son los esperados, es más inteligente abogar por su reforma que caer en la simple descalificación o pedir su desaparición. Porque, entre otras razones, y  como decía la canción del grupo mexicano Maná «quisiera vivir sin aire pero... no puedo.»

Iñaki Ortega, es doctor en economía y autor del libro "Políticas públicas para emprendedores"

viernes, 28 de diciembre de 2012

Startup World Cup

(Artículo publicado en Marketing Directo el día 28 de diciembre de 2012)

¿Qué pasaría si, en un mundial de fútbol, España tuviera la suerte de enfrentarse a rivales de la talla de Koshovo, Botsuana o Kazajistán, y perdiera contra todos ellos por goleada? Ciertamente, no se hablaría  de otra cosa durante semanas, o quizá meses, y la consternación de todo un país exigiría la adopción de medidas urgentes y de calado para evitar que esta deblacle se repitiera en el futuro.

Las airadas consecuencias que traería  este fracaso hipotético en lo deportivo contrastan con las tímidas reacciones suscitadas por otro fracaso, en este caso real y en lo económico, que hemos sufrido hace poco contra esos mismos Estados -y otros muchos tanto o más modestos-. Y es que el Banco Mundial publicó hace unas semanas un informe en el que se situaba a España en el puesto 136 del mundo en cuanto a facilidad para abrir negocios.

El hecho de que la noticia  no haya tenido más que un tenue eco en algunos diarios especializados, sin que haya servido de revulsivo para policymakers ni para la opinión pública, sorprende tanto como el hecho de que sea más sencillo montar una empresa en  latitudes tropicales que en este rincón de Europa.

El contenido  y la repercusión del informe  reflejan los escasos resultados que han dado  las medidas de los últimos años tanto para mejorar de las condiciones en que nace la iniciativa empresarial como para sensibilizar a la sociedad hacia el emprendimiento. La situación es grave, dado el papel de las nuevas empresas en la regeneración del tejido productivo, y, por tanto, cuanto más tardemos en tomar conciencia de que los más de 2.800 programas que impulsan la creación de empresas no están funcionando será peor.

Afortunadamente, no todo es negativo; en los últimos años el colectivo emprendedor ha pasado a ocupar un lugar destacado en la agenda institucional, lo que evidencia que existe voluntad política de apoyarlo –el ingente número de actuaciones en marcha habla por sí mismo-. Por tanto, no se trata de construir una política partiendo de cero, sino de  revisar la estrategia que se ha seguido para traducir los compromisos asumidos en actuaciones eficientes. En este sentido, la propia metodología que emplea el Banco Mundial a la hora de medir la capacidad de una economía para generar actividad empresarial nos pone sobre la pista: es preciso sustituir el enfoque tradicional, que se centra en la prestación de servicios y la concesión de ayudas al negocio de reciente creación, por otro más amplio que tenga en cuenta factores ambientales tales como los trámites y plazos requeridos para constituir una empresa, la fiscalidad de los empresarios noveles, la flexibilidad de la legislación laboral, etc. Asimismo, habida cuenta de la influencia de la cultura en el  fenómeno del emprendimiento, resulta perentorio que  la nueva estrategia incida en aquellas  actitudes contrarias al espíritu emprendedor que todavía persisten y que el propio marco institucional ha contribuido a generar  y perpetuar.

La combinación de estos dos niveles de acción, junto a la introducción de mecanismos de coordinación de las diferentes iniciativas y la estricta evaluación de su eficiencia, permitiría, sin comprometer más recursos, aumentar el número de emprendedores y, con ello,  las cifras de empleo,  actividad e innovación.

Y es que, si queremos volver a ilusionarnos como país en el actual escenario económico, no basta con que  nuestra selección nacional esté en la élite mundial, también lo debe estar nuestro ecosistema emprendedor.