miércoles, 22 de mayo de 2013

¡Pégalo en la nevera!


(Post publicado originalmente en el blog Madrid2020 del diario Cinco Días)

Las ideas son genuinas, la forma en que las exteriorizamos suele ser convencional. Por eso es fácil que el producto de un gran momento de inspiración pierda frescura cuando tratamos de plasmarlo negro sobre blanco.

Si eres emprendedor debes tener en cuenta  que el plan de negocio, antes que un documento que sirve para convencer a ángeles o VCs, es sobre todo una herramienta interna que te ayuda en las primeras fases del proyecto a dar forma y organizar algo que solo existe en tu mente.


El canvas es un tipo de business plan muy apropiado para evitar que el proceso creativo termine en el salto de la idea al papel. Esto es así gracias a que es un formato que fuerza a romper con la tiranía del pensamiento lineal que nos han inculcado desde el colegio. Además, su visualidad favorece la construcción del modelo empresarial desde una visión global y facilita la participación de todo el equipo promotor en su elaboración.

Se trata de una  fórmula muy distinta de la tradicional, la cual tiende a encorsetar demasiado al concebir la empresa non nata desde el catecismo del management. Y es que el emprendedor debe pensar más como creador que como gestor.  Marketing, operaciones, recursos humanos, jurídico, plan financiero… son áreas clave para cualquier empresa en funcionamiento, pero planificar al detalle el contenido de cada una de ellas para un proyecto en formación, además de difícil, es estéril. Lo normal es que los  planteamientos iniciales cambien mucho a medida que la startup va entrando en contacto con el mercado. Por otra parte,  resulta complicado bajo este esquema anclado en la organización y no en el negocio  distinguir aquello que es estratégico en el lanzamiento empresarial de lo que es puramente instrumental.

La cultura del lean startup demanda algo más conceptual, práctico y móvil, y los modelos canvas responden precisamente a esta necesidad; la propuesta de valor se sitúa en el centro del lienzo, y en torno a ella se organizan los elementos imprescindibles para su concreción. De este modo, las ideas fluyen y se tejen de una forma natural, respondiendo a cuatro sencillas preguntas conectadas entre sí: qué, a quién, cómo y cuánto. Cuando es preciso repensar el concepto de empresa, es muy fácil ver cómo cada parte afecta al todo y el todo a las partes, y hacer las modificaciones oportunas, por profundas que sean,  es una operación tan sencilla como poner o quitar post-its.

Las ventajas del canvas son obvias en una economía en la que pensar con el lado derecho del cerebro marca cada vez más la diferencia; no en vano, la única forma de concebir un negocio verdaderamente innovador es tratando de impedir que la lógica de la eficacia ahogue el ingenio del emprendedor.

En el fondo, pasar del plan de negocio que se encuaderna al plan de negocio que se puede pegar en la nevera de tu casa constituye un buen reflejo de la revolución startup que está en marcha. Recuerda que, ahora más que nunca, emprender no es una profesión, es un estilo de vida.

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