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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Convivir en el mercado laboral

(este artículo se publicó originalmente en la revista The Conversation el 13 de diciembre de 2023)

En la tercera edición del Mapa de Talento Sénior de la Fundación MAPFRE, publicado a finales de 2023, hemos contrastado la realidad laboral de las personas de entre de 55 y 70 años con la de los menores de 30. Con este análisis pretendemos participar en el debate público sobre la situación de ambos colectivos, defendiendo la necesidad de que haya colaboración entre ellos.

Si la economía plateada crece impulsada por el creciente consumo de los séniores, también lo hacen sus aportes al mercado laboral y las transferencias de conocimiento hacia los colectivos más jóvenes. Un motor de riqueza (y empleo) para ambos colectivos.

El gasto en pensiones es un ítem importante dentro del presupuesto público español. Por una parte, por el inevitable cambio demográfico que se viene produciendo desde hace unos años y que se afianza ahora que ya han comenzado a jubilarse los hijos del baby boom y, por la otra, por decisiones políticas destinadas a mantener el nivel de vida de los pensionistas. Estas circunstancias, junto a las dificultades económicas que enfrentan los menores de 30 años –altos niveles de paro, bajos salarios y grandes dificultades para acceder a la vivienda– alimentan la idea de que se está drenando hacia los mayores los recursos de los jóvenes.

También se dice que los mayores impiden que los jóvenes entren en el mercado laboral por su empeño en seguir activos y no retirarse. Esta creencia se basa en la falacia de que el número de empleos en una economía es fijo. El mercado laboral no es un juego de suma cero en el que si una persona encuentra un empleo, otra tiene que perderlo. Más bien al contrario, un aumento de la ocupación genera su propia demanda, incrementa el PIB potencial y supone un acicate para la contratación en todos los estratos de la población.

Al mismo tiempo, los datos en los países de referencia en dinamismo laboral en la OCDE indican una correlación positiva entre la evolución del empleo de los mayores y la de los jóvenes. Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda e Israel tienen las edades de jubilación efectiva más tardías de todos los países de la OCDE –todos por encima de los 70 años– pero también tienen bajas tasas de desempleo juvenil. En cambio, España y Grecia tienen las edades efectivas de jubilación más tempranas y se encuentran entre los de mayor paro juvenil.

Existe la creencia de que apenas hay trabajadores séniores en el mercado laboral español porque la mayoría ya se han retirado. La realidad es que hay más de 4 600 000 séniores trabajando –son el 20 % de la población activa–, dos millones más de los que había en 2008.

Como contraparte, también está la falsa creencia de que el mercado laboral está compuesto mayoritariamente por jóvenes. Lo cierto es que hay 800.000 menos que séniores trabajando. Desde 2008 se han reducido en casi 2 000 000 los menores de 30 años en activo, y suponen un poco más de uno de cada diez trabajadores.

También es un error vincular el fenómeno emprendedor exclusivamente con la juventud. La realidad es muy distinta: hay 1 000 000 de séniores autoempleados frente a algo más de 100 000 jóvenes. Los séniores que optan por ser autónomos son un 23 % del colectivo de mayores. En cambio, los autoempleados de entre 25 y 29 años solamente suponen un 6 % del total de jóvenes presentes en el mercado de trabajo español.

Con los datos que aporta la tercera edición del mapa del talento sénior en España defendemos una serie de actuaciones en materia de políticas públicas, pero también de cambio cultural en las empresas y los ciudadanos. La cuestión es convertir el cambio demográfico hacia una población envejecida en un dividendo para los jóvenes y los propios mayores mediante:

1. Un régimen fiscal amistoso con los séniores que atraiga tanto a profesionales como a jubilados sénior internacionales en busca de un buen entorno en el que envejecer.

2. El impulso de la economía sénior, favoreciendo la creación de empresas y la formación y empleabilidad de profesionales en las áreas de salud, cuidados, turismo, ocio, reformas y promoción inmobiliaria.

3. El fortalecimiento del talento sénior y su permanencia en el mercado laboral. En España, los séniores se forman menos y tienen tasas de actividad hasta 20 puntos por debajo de la media europea.

Iñaki Ortega. Profesor de Dirección de Empresas, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

Alfonso Jiménez. Profesor asociado, Universidad Europea

Rafael Puyol. Catedrático de Geografía Humana. Presidente de UNIR, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja


jueves, 25 de mayo de 2023

España, la nueva Florida

 (este artículo en su versión original se publicó en el periódico ABC el día 24 de mayo de 2023)


Durante más de 300 años el hoy estado de Florida fue gestionado por el imperio español. De hecho, su nombre fue puesto por el explorador Juan Ponce de León cuando en el año 1513 avistó sus costas el día que se celebraba la Pascua Florida. Menos conocida es la razón por la cual desembarcó que no era otra que encontrar la fuente de la juventud eterna.

Jamás hubiera imaginado el descubridor español que más de 500 años después España y Florida seguirían unidas precisamente por la misma razón que le llevó a introducirse en los manglares de la península norteamericana, lograr ser el mejor lugar del mundo para no envejecer.

El estado de Florida es un símbolo para los seniors americanos. Su favorable clima unido a las ventajas fiscales son el sueño para cualquier persona mayor. Al mismo tiempo una potente industria del ocio, pero también de los cuidados y la salud ha hecho que en algunas ciudades la edad media sea más de 70 años y que la aportación al PIB estatal de los seniors se acerque al 50%. Ponce de León nunca descubrió la fuente de la vida, pero parece que los habitantes de La Florida sí lo han hecho.

Ahora los descendientes españoles de aquel marino vallisoletano, podemos beneficiarnos también de esa fuente de la juventud eterna. España tiene las mejores condiciones para ello con una esperanza de vida de las cinco mejores del mundo, un excelente clima y mejor dieta, así como unas infraestructuras a la altura del segundo destino turístico del planeta. La resiliencia de nuestro sistema sociosanitario -puesta a prueba en la pandemia- es el último elemento de esta fórmula mágica.

Pero esta posición de partida no garantiza alcanzar el objetivo de convertirse en la nueva Florida del mundo. Para ello urge tomar medidas en la dirección correcta que pasarían por el mayor apoyo público-privado para la conocida como la economía plateada o economía senior. Los mayores de 55 años ya suponen hoy en España más del 30% de la población y aportan a la riqueza nacional por lo menos uno de cada cuatro euros. También tienen en sus manos la mayoría del patrimonio y el consumo, precisamente por disponer de una mayor renta que cualquier otra cohorte generacional.

No obstante, es imprescindible promover una industria de la economía plateada en España que genere empleo y riqueza. Un nuevo sector económico a medio camino entre el turismo, los servicios -como el ocio y los cuidados- y la construcción. De ese modo podría diseñarse una oferta imbatible para atraer a los seniors de todo el mundo a nuestro país. Sin duda, somos uno de los mejores países del planeta para envejecer, ahora toca trasformar esa fortaleza en una fuente de bienestar. Convirtiendo España en la nueva Florida, florecerían nuevos trabajos con nuevos bienes y servicios para los mayores en campos como el antienvejecimiento o viviendas adaptadas alejadas del actual modelo institucional de las residencias.

Poner en marcha un país en esta dirección exigirá un gran pacto por la economía plateada que pasaría por diseñar un paquete de medidas desde las instituciones públicas. Medidas de carácter impositivo -vacaciones fiscales- para atraer a mayores de cincuenta años a nuestro país al estilo de las de Portugal o Grecia, que también aspiran a ser La Florida. Los nuevos nómadas no son solamente los jóvenes digitales sino seniors que buscan el mejor ambiente para envejecer y la competición por ellos es global.

Actuaciones en clave de nuestro mercado laboral serán imprescindibles. El derroche de talento senior en España con tasas de actividad 20 puntos por debajo de nuestros pares europeos está lastrando nuestra riqueza y la moral de millones de ciudadanos. Dejar en cero las cotizaciones sociales de los seniors o garantizar el 100% de la pensión si se sigue trabajando más allá de la jubilación irían en la línea adecuada para recuperar el tiempo perdido.

Por último, un apoyo a esta industria emergente con zonas francas para la economía plateada y el uso de los fondos Next Generation para incentivar la migración de empresas de salud, turismo, ocio y construcción hacia este vertical, sin duda ayudarían al objetivo. Como defiende el experto inmobiliario Bruno Bodega, estos nuevos modelos de vivienda favorecerían una jubilación amable -también financieramente- para cualquier ciudadano europeo y gracias a nuestra experiencia en estos sectores podríamos aspirar a ser la referencia del mundo en el diseño de espacios para disfrutar las últimas décadas de la vida. Igualmente, los cuidados -que todos acabaremos necesitando- deberían tener una deducción fiscal y un impulso en el sistema educativo patrio como fuente de empleo asegurada.

España y Florida son dos penínsulas, tienen un PIB muy parecido, pero nuestra superficie es el triple que la de ellos y en población más del doble. Queremos y podemos ser como Florida, el lugar soñado para retirarse. Conseguirlo está en nuestra mano y sus consecuencias cambiarían el destino de España. Encontraríamos la fuente de Ponce de León cinco siglos después.

Iñaki Ortega es consejero asesor del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE

 

 

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viernes, 13 de agosto de 2021

Congelar un instante para seguir

 

(este artículo se publicó originalmente en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación Mapfre el 1 de agosto de 2021)

Un fin de semana de 1974 Nicholas saca una foto a su mujer Bebe con sus tres hermanas, la instantánea refleja el momento vital de las chicas de 15, 21, 23 y 25 años. Nicholas no queda satisfecho y un año después vuelve a fotografiar a las cuatro hermanas colocadas exactamente igual que doce meses antes. El resultado es una bella imagen de las hermanas de apellido Brown en el año 1975 y se convierte en la excusa perfecta para reencontrarse anualmente. La pose se mantiene durante 45 años, cuatro mujeres mirando a la cámara. De 1975 a 2020, nadie falla a la cita anual del fotógrafo Nicholas Nixon con sus hermanas Brown. Las circunstancias cambian, la vida trae enfermedades y muertes muy cercanas, bodas o embarazos. Algunas veces las imágenes reflejan el sol, otras el frio y el viento, pero siempre al aire libre con la luz del día. El paso del tiempo se ve reflejado en sus caras y cuerpos. Cada año, más alegres; cada fotografía, más juntas, como si la vida las hubiera unido más y reconciliado con su propia existencia. El fotógrafo Nicholas Nixon, desde el primer retrato desechado tuvo en la mente un homenaje al paso del tiempo que finalmente se convierte en una exposición. En cada fotografía, en cada edad puede encontrarse belleza y determinación. Instantes congelados para detener el tiempo pero que ayudan a seguir hasta el siguiente año. Y así más de cuarenta años, hasta la última foto en el otoño de 2020. La exposición se convierte en un éxito que ahora ha llegado a España de la mano de Fundación MAPFRE. En la sala KBr de Barcelona y hasta el 6 de septiembre puede disfrutarse de una de las más potentes investigaciones sobre el retrato y el tiempo.

 

Retratar el tiempo en el que vivimos no solo puede hacerse con una cámara sino también recopilando datos de cada momento histórico. Si las fotografías de las hermanas Brown muestran su momento vital, los informes de coyuntura expresan la realidad de una economía en un año en concreto. No podemos detener el paso del tiempo, pero si podemos inmortalizarlo. Una fotografía congela un instante, la estadística nacional retrata el estado de un país. Los años pasan, pero unas determinadas circunstancias quedan imborrables en una instantánea y también en unos indicadores económicos.

El Centro de InvestigaciónAgeingnomics nació en diciembre de 2020 por iniciativa de Fundación MAPFRE para poner en valor las oportunidades del envejecimiento. Los seniors siguen activos más allá de los 50 años; tienen gustos y necesidades que el mercado no siempre satisface y necesitan que se visibilice que cumplir años es una bendición y no una maldición. Este centro de investigación, como el fotógrafo americano, todos los años retrata la sociedad en la que se desenvuelven los seniors con rigurosos informes. “El barómetro del consumo sénior” fue el primero y puso negro sobre blanco la capacidad de ahorro de los mayores y su creciente patrimonio. “El mapa de talento sénior” verá la luz en unas semanas y demostrará que la cohorte de los 55 a 70 años cada vez tiene más dificultades para seguir trabajando. “El monitor de las empresas silver” constatará que cada vez más empresas en todos los sectores empiezan a adaptar su oferta a la cohorte de las canas. Finalmente, “El ranking de los territorios amistosos con los mayores”, usando indicadores objetivos clasificará a las comunidades autónomas. Estos cuatro informes serán una suerte de cuatro fotografías anuales de la economía plateada en España que como las de las hermanas Brown esperamos que con el paso del tiempo cada vez sean mejores.


Para visitar la exposición The Brown Sisters pulse aquí

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja - UNIR.

domingo, 20 de junio de 2021

El color del dinero

 (este artículo se publicó el 20 de junio de 2021 en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE)

No es nuevo teñir de color el dinero. A lo largo de la historia el dorado ha sido asociado a la riqueza ya que las reservas de oro de los países permitían emitir moneda de curso legal. Con la llegada del papel moneda, el verde de los dólares triunfo en el mundo ya que esta moneda se convirtió en el patrón monetario de la economía. Pronto apareció el dinero negro para referirnos a aquel que no se declara, aunque también es el que procede de actividades ilegales. Así surgió el blanquear el dinero cuando quiere lavarse, quitar el color negro de este dinero obtenido ilícitamente y así incluirlo en el flujo legal de la economía.

Pero hay otras historias que merecen la pena ser contadas sobre el color del dinero. Los anglosajones llaman «libra morada», a los beneficios de incorporar a tantas mujeres como hombres a la actividad económica. Con ello no solo se reduce el desempleo femenino, sino que además se ceba la economía con más consumo. El color morado de este dividendo demográfico de las mujeres se remonta a hace más de 100 años en Nueva York cuando una fábrica textil se incendia y mueren quemadas cientos de trabajadoras ya que las puertas estaban bloqueadas para evitar el absentismo. De la factoría en llamas unas columnas de humo morado pudieron verse a cientos de kilómetros de Manhattan; en la combustión se habían mezclado los tejidos rojos que fabricaban esas mujeres con el hollín de las chimeneas.

El dólar rosa, también conocido como dólar arcoíris, se acuña para explicar el nicho económico que ha ido creciendo desde los años 80 del siglo pasado vinculado al consumo del colectivo LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales) en sectores como el turismo, ocio, tecnología o moda. El color arcoíris del movimiento gay parece que proviene de la canción de la película el Mago de Oz que la musa de ese colectivo Judy Garland interpretó.

Pero también existe la economía naranja o la vinculada a las industrias culturales y creativas con subsectores como la arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, audiovisual, música, publicidad, software y videojuegos; según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), «si la economía naranja fuera un país, sería la cuarta potencia económica del mundo, un 20 por ciento más grande que Alemania. Ocuparía el noveno lugar entre los diez mayores exportadores, duplicando el valor de las exportaciones de petróleo de Arabia Saudí”

Y ahora la economía plateada o silver economy por su termino en inglés. Siguiendo a los profesores Aracil y Roch de la Universidad de Comillas el envejecimiento demográfico, entendido como un gran desafío, promueve también importantes cambios socioeconómicos radicales. Los cambios socioeconómicos radicales presentan implicaciones a largo plazo e influyen en los desarrollos organizativos e institucionales. Así, el envejecimiento de la población promueve un nuevo paradigma socioeconómico conocido como economía plateada que incorpora cambios socioeconómicos e influye en el comportamiento organizativo e institucional. En palabras de la Comisión Europea podemos hablar de un euro plateado "el rápido envejecimiento demográfico no solo es un desafío social importante en términos de presupuestos públicos, mano de obra, competitividad y calidad de vida, sino también una gran oportunidad para nuevos empleos y crecimiento". Como resultado, en 2018 la Comisión Europea definió la economía plateada como "la suma de toda la actividad económica que satisface las necesidades de las personas de 50 años o más, incluidos los productos y servicios que compran directamente y la actividad económica adicional. Además de la anterior, existen varios intentos de definir la economía plateada, promovidos especialmente por instituciones supranacionales. Por ejemplo, para la OCDE es "un entorno en el que los mayores de 60 años interactúan y prosperan en el lugar de trabajo, participan en empresas innovadoras, ayudan a impulsar el mercado como consumidores y llevan una vida saludable, activa y productiva". Otras definiciones de la economía plateada como la de la OMS se sostienen sobre las mismas características principales, como, por ejemplo, "la economía plateada es un concepto que intenta capturar los efectos económicos y las oportunidades resultantes del envejecimiento de la población". No caben en este breve artículo más definiciones a la vista de un reciente análisis bibliométrico encargado por el centro de investigación ageingnomics de Fundación MAPFRE que tasó en 1968 documentos científicos publicados entre 1975 hasta octubre de 2020 sobre el particular. Por ello nos quedamos con que este nuevo color plateado del dinero fruto de esta silver economy se refiere a las oportunidades para gobiernos, empresas, sociedades e individuos que surgen al adaptar y crear políticas, productos y procesos a las necesidades del envejecimiento de la población.

 

Si quiere leer el informe sobre la economía plateada del BID

Si quiere leer el informe sobre la silver economy de la Comisión Europea

Si quiere leer el informe sobre la silver economy de la OCDE

Si quiere leer el informe España 2050 donde se menciona la economía plateada

 

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja UNIR

miércoles, 22 de julio de 2020

Cuidado con el efecto péndulo


(este artículo se publicó originalmente el 20 de julio de 2020 en el blog del Banco Interamericano de Desarrollo -BID-)

Isaac Newton ha pasado a la historia como uno de los científicos más relevantes de la humanidad, entre otros descubrimientos, por la ley de la gravedad. Se cuenta que este físico inglés encontró la inspiración durmiendo la siesta debajo de un árbol tras despertarse súbitamente por el golpe de una manzana en su cabeza. A partir de ahí estudió las fuerzas que rigen el universo y que explican desde la rotación de los planetas al porqué una manzana cae al suelo cuando su peso es demasiado para el árbol que la vio crecer. Esas mismas leyes casi 500 años después nos ayudan a entender cómo tenemos que reaccionar ante lo que está pasando con la pandemia y las personas de más edad.


El virus conocido como covid-19 se ha cebado con los adultos mayores. La gran mayoría de los fallecidos pertenecen a ese grupo de edad, si usamos la ratio de adultos mayores fallecidos sobre el total, nos daremos de bruces con que en España supera el 90%, en Brasil se sitúa en el 80% y en Perú muy cerca del 70%. Aunque las cifras varíen entre países nos permiten concluir que la cohorte de los 60 años en adelante es, con mucho, la que más han sufrido el coronavirus. En América Latina y el Caribe son más de 70 millones de personas con esa edad que han vivido en primera persona este drama y es imprescindible actuar en consecuencia.

A medida que los datos sobre la crisis sanitaria se han ido conociendo, el foco se ha puesto, especialmente en muchos países europeos, en las residencias para adultos mayores. Conforme a Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) en Europa los fallecimientos en residencias representan más del 50 por ciento del total. Especialmente sangrante es el caso español, para el cual dos terceras partes de las muertes derivadas del covid-19 se han producido en centros residenciales. Si ponemos la lupa veremos que hay regiones españolas donde más del 90 por ciento de los adultos mayores fallecidos vivían en residencias. Queda tiempo aún para que conozcamos otras lacerantes realidades, por ejemplo, los miles de mayores que han muerto en la soledad de sus casas por miedo al contagio en un hospital o porque no han podido acceder a la atención médica adecuada en su momento. La aplicación a los mayores del sistema de triaje en los hospitales (selección de pacientes empleado en la medicina de catástrofes) que poco a poco se va constatando con la aparición de pruebas documentales, como, por ejemplo, las instrucciones oficiales de los gobiernos competentes. ¿Debería ser la edad un criterio de selección de pacientes? La reflexión ética es contundente en su respuesta: no.

La primera ley de Newton afirma que todo cuerpo permanece en estado de reposo a no ser que sea obligado por una fuerza externa a cambiar su estado. Y precisamente la pandemia ha sido esa fuerza maligna que ha de obligarnos a movernos y revisar el sistema de cuidados que nos hemos dotado para los adultos mayores. Hemos estado parados demasiado tiempo sin darnos cuenta de que la demografía era imparable; cada año le estábamos ganando unos meses a la vida de un modo implacable hasta convertir nuestros países en sociedades envejecidas. Sin duda, un auténtico triunfo de las sociedades modernas pero que requiere procesos de adaptación y cambio. En este sentido nuestro sistema de cuidados a los mayores es el mismo que hace medio siglo. El BID nos recuerda que en el año 2050 en América Latina y el Caribe vivirán cerca de 30 millones de adultos mayores en situación de dependencia, la covid-19 nos exige a dar pasos valientes (ver Envejecer con Cuidados)

La segunda ley de Newton establece que el cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz externa. Nadie duda que el mazazo de la pandemia ha sido brutal, el FMI estima que el PIB global en 2020-21 será unos 9 billones de dólares inferior al que hubiera alcanzado en ausencia del virus; una pérdida superior al tamaño conjunto de las economías de Alemania y Japón. Por ello, siguiendo al genial físico, las inversiones públicas y privadas para adecuar nuestro sistema de cuidados han de ser proporcionales al daño que nos ha causado el virus. Nuevas y ambiciosas políticas, mucho más gasto y nuevos profesionales que darán sentido a la llamada economía plateada o economía del envejecimiento.

La tercera ley de Newton reza que tras toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria. Es lo que explica el movimiento de los péndulos y el efecto del mismo nombre en psicología, pero también en política; cómo pasamos de una situación emocional a la contraria o de unas opciones ideológicas a las antagónicas. Ojalá que este efecto no se ponga en marcha con el sistema de cuidados ahora empecemos a promover soluciones cuasi hospitalarias para los mayores como modo de vida cotidiana. Eso supondría pasar, como peligrosamente se empieza a detectar, del modelo residencial actual al modelo hospitalario o de instituciones medicalizadas, sin darnos cuenta de que la clave reside en  los cuidados de larga duración centrados en la persona .

Desde hace décadas, el deseo de las personas es expresado con claridad cuando se investiga esta cuestión: vivir en casa, en su entorno, aun cuando necesiten ayuda. Sin embargo, los esfuerzos planificadores y presupuestarios en los modelos de protección social a la vejez se siguen focalizando en las residencias, con fuerte influencia institucional. Pero hay alternativas respaldadas por suficientes evidencias científicas que promueven modelos domésticos, agrupados en unidades de convivencia cuando no es posible continuar viviendo en el hogar habitual. Su diseño y organización facilitan un mayor control de la transmisión ante pandemias como la que padecemos: espacios pequeños, profesionales del cuidado estables, que se convierten en valedores de estas personas y una vida cotidiana familiar.

Para terminar nos gustaría citar a otro genio que ha pasado a la historia -esta vez iberoamericano- el arquitecto, profesor e inventor Francisco Javier Sáenz de Oiza dejó escrito que “el espacio íntimo en un mundo inmenso dignifica el oficio de habitar y el arte de construir (…) también facilita su humanización y la de las personas que le dan vida, desde la soledad y en ocasiones desde el sufrimiento (…) La casa, que no es solo el lugar donde vivir, es un espacio íntimo y protector”.

Avanzar en esta nueva dirección exige imaginativas políticas públicas y muy diferentes inversiones privadas, pero también la solidaridad comunitaria y una profesionalización de los cuidadores. Estamos a tiempo.



Iñaki Ortega es economista y profesor de Deusto Business School y de la UNIR.
Mayte Sancho es psicóloga y gerontóloga






lunes, 18 de mayo de 2020

Envejecimiento, economía y senior housing. Una oportunidad en el sector inmobiliario

(este artículo se publicó originalmente en la revista Andalucia Inmobiliaria en su número del mes de mayo de 2020)



La economía plateada

La Unión Europea (inspirada en la OCDE y en el World Economic Forum) ha definido la economía plateada con el título de «silver economy» o «economía de las canas». Son el conjunto de las oportunidades derivadas del impacto económico y social de las actividades realizadas y demandadas por la población mayor de 55 años. Conforme datos oficiales supondrán en 2025 casi el 40%de los empleos europeos y uno de cada tres euros de la riqueza medida por el PIB. Sin duda será un gran revulsivo salir al encuentro de las necesidades de la población mayor.

Cada día más personas viven más tiempo en mejores condiciones, estamos ganando años y calidad de vida.  En 30 años la población de personas mayores se duplicará y, según la ONU, en 2050 España será el país más viejo del mundo, con 40% de su población mayor de 65 años. Habrá más personas mayores de 65 años que jóvenes menores de 15.

Pero ¿a qué nos referimos con los términos de tercera edad, mayores o ancianos? El umbral de envejecimiento se encuentra descontando 10 o 15 años a la esperanza de vida. Con una esperanza de 90 años el envejecimiento empezaría entre los 75 y 80 años, y en una vida de más de 100 años, como a la que nos aproximamos, esto será a partir de los 85 o 90.

Antes la vida distinguía tres etapas, juventud, madurez y ancianidad. Hoy ya es muy diferente, quizás empecemos hablar de cuatro edades, hay una nueva tercera edad de mayor realización personal y aparece una cuarta edad de vejez asistida, de dependencia.

Esta generación es la más numerosa de la historia, la mejor educada y formada profesionalmente. Tienen las cosas claras, saben lo que quieren y como lo quieren y, por supuesto, saben lo que se pueden o no permitir, con ganas de vivir plenamente. Les queda una vida repleta de tiempo, con miles de cosas por aprender y por hacer, sin prisas y liberados de responsabilidades familiares y que valoran la calidad de vida y el bienestar personal.
Después de la tradicional vida laboral resta mucho tiempo para cambiar de actividad, saborear nuevas experiencias, planificarnos y disfrutar activamente, todo ello entrañará cambios sustanciales en la organización de la sociedad en la relación entre generaciones y en la ecuación entre trabajo y ocio.
Hay una nueva generación de mayores, un nuevo modelo de sociedad, que demanda nuevas formas de vida durante esa etapa. El envejecimiento poblacional, nuevos roles familiares y el deseo de una vida independiente, de autonomía, van en la línea de “continuar” viviendo frente al concepto de “retiro”.
A esto se une el desafío de los mayores como productores y consumidores. El futuro de la economía está en los mayores, su capacidad económica y de consumo. La generación de las canas ya no quiere esperar pacientemente a la muerte sino vivir con intensidad esos años, de hecho, hoy el 40% del gasto en ocio tiene su origen en mayores de 55 años, que son los que disponen de más del 70% de la renta
La ciudad de las canas

En España, dos de cada tres viviendas no son accesibles, si a este dato le añadimos que nueve de cada diez jubilados tienen una vivienda en propiedad nos indica el ingente reto que hay que afrontar para conseguir espacios dignos donde envejecer. Los mayores de 60 años disponen, por lo tanto, de una vivienda, pero no sirve para los dependientes cuando la tendencia es permanecer en el hogar, ya que el entorno familiar es el mejor método para un envejecimiento saludable. Adaptar la vivienda, compartirla, adquirir una nueva, alquilar una adaptada o vivir en residencias para mayores o en apartamentos tutelados son algunas de las soluciones que darán una oportunidad a la industria inmobiliaria y de la construcción.

El año 2020 pasará a la historia por la pandemia del coronavirus. El Covid-19 se ha cebado con los mayores siendo 9 de cada 10 fallecidos personas de más de 65 años. Los datos han sido especialmente escalofriantes para los mayores alojados en residencia de ancianos, que se han convertido en la zona cero de la catástrofe sanitaria. No obstante, habrá que seguir construyendo y gestionando residencias de mayores. En España existen algo más de 4.000 residencias privadas con una capacidad que no llega a 300.000 personas, que representan una parte muy pequeña de la población sénior, no de mañana sino de hoy, en concreto un 3 por ciento del número de mayores de 65 años.

En este sentido, y sin duda espoleados por esta epidemia, surgirá una nueva generación de estas instalaciones con nuevos modelos de diseños arquitectónicos y fórmulas organizativas y de gestión lo más similares al hogar. Lugares de vida donde se garantice la intimidad, se personalice el cuidado y en los que se evite la continua rotación de profesionales. Por ejemplo, la cifra de alemanes jubilados que residen fuera de su país de nacimiento se estima que llega a unos 200.000; algunos de ellos residen incluso enTailandia, donde se han construido complejos hoteleros destinados especialmente al cuidado de alemanes y al tratamiento de enfermedades mentales como la demencia senil o el Alzheimer. Empieza a hacerse realidad el sueño de aquellos jubilados británicos que en la película El exótico Hotel Marigold buscaban en la India un idílico retiro.

La vejez debe tener cabida en nuestra sociedad, igual que la discapacidad, con la dignidad de una etapa más de la vida. La segregación de la vejez y su desconexión del día a día, hoy ya no tiene sentido, necesitamos una ciudad para todas las edades. No es razonable la exclusión física del espacio compartido de los mayores segregándolos en ámbitos propios. La convivencia de distintas edades, economías, intereses y formas de vida es la riqueza de la ciudad mediterránea, de su calidad de vida y sociabilidad.
La sociedad está cada vez más concienciada de las necesidades diversas de las personas. La accesibilidad no es sólo para discapacitados, sino universal. Un porcentaje de mayores experimenta problemas de movilidad, el radio de acción en su cotidianeidad de una persona mayor de 70 años es inferior a 2 km. La ciudad para todas las edades precisa de mayor densidad, atomización de servicios y equipamientos repartidos de manera homogénea en una sociedad intergeneracional.
No basta la eliminación de barreras arquitectónicas, debemos ir adaptando nuestros espacios públicos y privados a las necesidades de hoy y futuras. El diseño del entorno determina la calidad de vida en la vejez y afecta tanto a la capacidad de desarrollar su vida de forma independiente como al mantenimiento de relaciones sociales. Entornos físicos accesibles, amigables y tecnológicamente avanzados, promueven el envejecimiento activo y saludable, con buena calidad de vida sin limitar sus capacidades.
Necesitamos una ciudad con un mobiliario urbano y aseos accesibles, espacios para descansar, con vegetación y sombra. Una ciudad con servicios a la carta, con información y orientación inclusiva e integradora, sistemas de alarma, pavimentos inteligentes que se adapten a las decisiones de usuario y que sean flexibles y reversibles en sus soluciones.
La vivienda constituye un factor determinante de la calidad de vida, junto a indicadores como el bienestar físico, emocional y material, o las relaciones personales y la socialización con amigos, vecinos y familia. Una vivienda inadecuada constituye un factor agravante de la fragilidad y la dependencia. El objetivo debe ser aumentar la independencia y mejorar el desempeño de la vida diaria.
Las respuestas a las necesidades de alojamiento de los mayores no han de ser siempre las mismas. En ese sentido, cada vez más aparecerán fórmulas para compartir vivienda, en especial con carácter intergeneracional: los mayores poseen casas y los jóvenes necesitan un hogar donde vivir. También, y de forma paralela a la red de plazas residenciales tradicionales, han surgido diversas alternativas de alojamiento para personas mayores con necesidades especiales, pero con niveles de autonomía personal importantes. Estos alojamientos reciben diversas denominaciones: viviendas comunitarias, viviendas tuteladas, pisos tutelados, unidades de convivencia o alojamientos polivalentes
El parque de viviendas y el entorno de construcción no están preparados para satisfacer las necesidades de los mayores. Existen dos vertientes de actuación en las que, tanto las administraciones como la iniciativa privada, tienen un reto y oportunidad de intervención que puede resolverse con la tan deseada colaboración público-privada. La adaptación o reforma, ya comentada y la nueva oferta que llamamos senior housing.
El senior housing es un elemento de valor y un gran reto para el sector inmobiliario y la industria de la construcción, por tratarse de una oferta especializada y heterogénea para personas con necesidades diferentes o que precisan de ciertos servicios. Existe un nicho de mercado en personas mayores no dependientes o en grado muy bajo, y falta un cambio de mentalidad que desarrolle nuevas alternativas. 
Pero en definitiva hablamos de vivienda, del equilibrio entre lo íntimo y lo social, entre la función y la emoción, entre el como queremos vivir y como queremos que nos vean. La casa es motivadora de una forma de vida, conforma conductas y debemos empezar a alejarnos de patrones antiguos.
Las nuevas necesidades no solo serán cuantitativas, los aspectos cualitativos y diferenciales que aporten las nuevas viviendas senior tendrán cada vez mayor importancia. Son sustanciales los valores de diseño, calidad del espacio, flexibilidad, confort, luz y la integración natural y paisajista de vivir en armonía con la naturaleza. A ellos se unen los de funcionalidad, accesibilidad, tecnología y sostenibilidad, íntimamente unidos a la calidad de la arquitectura.
Existe una dinámica de transformación de la oferta residencial orientada a seniors en EE. UU., Canadá, Dinamarca, Holanda o Reino Unido, en modelos como viviendas asistidas, cohousing, complejos intergeneracionales, certificación senior-friendly, no son un invento nuevo y son referencia hace más de 50 años. 
Frente a las residencias de tercera edad, de carácter asistencial, los modelos de senior housing se basan en un modelo de «envejecimiento en casa». Permite conservar la autonomía y el bienestar y calidad de vida de vivir en comunidad, en un modelo equilibrado y capacitante de las personas, al maximizar las competencias y compense, con apoyo y estímulos, el proceso de envejecimiento.
Si las Senior Homes son apartamentos con servicios especializados, en el cohousing hay una reflexión previa de los residentes sobre el lugar y la actividad que quieren desarrollar, siendo ellos los creadores del entorno donde vivirán integrados y de acuerdo con sus preferencias. Está regulado con normativa de vivienda, forma jurídica y financiación específica con participación público-privada. Retoma ideas del urbanismo de ciudades-jardín, vivir en comunidad en pequeños núcleos autogestionados, con industria, servicios, y espacios públicos.
La diferencia entre cohousing y los “apartamentos con servicios” no está solamente en su arquitectura. El diseño debe asegurar la privacidad e intimidad a la vez que facilita la vida activa en comunidad, un equilibrio entre vida privada y comunitaria. Viviendas de uso privativo en torno a unas zonas comunes donde se desarrollan actividades comunitarias, que en el caso del cohousing tiene además una componente social de participación y autogestión desde la fase de diseño.
Se trata de generar un entorno favorecedor de la actividad y estimulante, basado en la flexibilidad para adaptarse a las necesidades cambiantes del proceso de envejecimiento y de cada comunidad a su contexto cultural particular. Es pues una alternativa al residencial tradicional de alta calidad y sostenible.
La economía plateada en el inmobiliario
En el último MIPIM de Cannes (sin saber la tragedia que se cernía con la pandemia) los delegados en la reunión sobre inversiones en vivienda y atención sanitaria de Real Asset Media, escucharon que los países del sur de Europa son los que tienen los mercados por desarrollar y ofrecen las mejores oportunidades a los inversores,citando a Italia y España como los países que ofrecen más oportunidades. Hay una seria falta de producto y un cambio de actitud.
Los inversores están cambiando de ofertas residenciales más tradicionales a nuevos tipos, con niveles de servicio fuertemente integrados en la oferta inmobiliaria. El senior housing es un claro ejemplo, combinando tanto el elemento de propiedad como el de gestión. Hay diferentes modelos y es demasiado pronto para decir cuál prevalecerá, pero los primeros en moverse, en un mercado potencialmente grande, estarán en una óptima posición.
El turismo residencial se enfoca a quienes vienen a vivir aquí cuando se retiran o simplemente cambian de actividad. Es la oportunidad de servicios especializados con un componente sanitario, y que sea diferencial por la capacidad de combinar actividad económica, social y cultural, de carácter intergeneracional con intereses comunes, en un país óptimo para mayores, en lugar de guetos aislados.
La costa mediterránea reúne las condiciones de clima, servicios, calidad de vida e infraestructuras de salud y comunicación para un cliente senior, nacional o internacional, de alto poder adquisitivo, conocimiento y experiencia, que seguirá trabajando y que demanda producto y servicios por desarrollar en un nuevo entorno adaptado y no aislado, sino imbricado en entornos de ciudades medias.
Andalucía cuenta con administraciones alineadas con la innovación en el ámbito local y autonómico y es objetivo prioritario de actuaciones europeas para hibridar infraestructuras y capital riesgo internacional. Hace falta un nuevo marco normativo jurídico, fiscal y urbanístico que, desde las administraciones, permita generar una oferta que responda a una nueva demanda muy diversa. Iniciativas para desarrollos innovadores en suelos con usos mixtos, dotacionales o residenciales.
Frente al monocultivo de oferta inmobiliaria en la Costa del Sol, se abre una oportunidad para el desarrollo de nuevos modelos que atiendan esa demanda. Existe un amplio campo de desarrollo, investigación e innovación, tanto en la arquitectura, tipologías de vivienda y diseño urbano, como en los formatos de explotación y gestión, régimen de uso o propiedad. Algunos ya estamos trabajando en ello.
Este inmobiliario especializado es un sector puntero para inversores internacionales. Con la certeza de una demanda consolidada, hay liquidez, capital y apetito inversor con rendimientos ajustados. Si contamos con el apoyo y la voluntad política de las administraciones, solo faltan operadores especializados con integración de servicios.
Conclusión
La mezcla de todo lo anterior y una nueva generación de las canas que, empoderada (por su cada vez mejor salud y mayores recursos económicos), tomará decisiones inteligentes que afecten a su bienestar, como, por ejemplo, en qué ciudad querrá vivir los últimos años de su vida. Es un cocktail que los gestores de las ciudades, pero también el ecosistema empresarial han de tener en cuenta para que no se convierta en molotov. Ciudades caras con deficientes provisiones de servicios para los mayores serán abandonadas en el nuevo mundo que ya ha llegado en beneficio de territorios amables con los mayores.

Autores:
José Antonio Granero es socio Fundador de CGR Arquitectos y Entreabierto
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)




viernes, 21 de junio de 2019

La longevidad, el inesperado dividendo


(este artículo se publicó originalmente en el número de junio de 2019 de la revista Mundo Empresarial)


Un dividendo es siempre motivo de alegría para un accionista. Por eso en demografía un dividendo también es algo que hay que celebrar. La definición de la ciencia de la población para este dividendo es una cohorte de personas que constituyen una fuerza de trabajo potencial que en un momento determinado puede hacerse efectiva mejorando con ello la producción de bienes y servicios. A lo largo de la historia reciente han existido tres grandes dividendos demográficos. El de las mujeres, que se hizo realidad cuando se incorporaron masivamente al trabajo en los años setenta del siglo pasado. El de los jóvenes en las sociedades en desarrollo, que gracias a su educación y a las reformas institucionales en sus países fueron claves para impulsar sus economías. Y finalmente el de la población emigrante que se ha incorporado a las sociedades más ricas aportando mano de obra y rejuvenecimiento poblacional.

Ahora sin darnos cuenta ha llegado el dividiendo de los mayores en los países desarrollados, personas entre los 55 y 75 años, que gozan de buena salud y que quieren y pueden seguir trabajando, aun cuando no siempre encuentran las oportunidades para ello. Los «dividendos de longevidad» son tan recientes que datan de 2006. Un artículo en la revista The Scientist, escrito por cuatro experimentados investigadores de universidades americanas, llamó urgentemente a ralentizar el envejecimiento ya que crearía riqueza. Este nuevo concepto resumía los beneficios que suponen para una sociedad los aumentos alcanzados en la esperanza de vida. En concreto, defienden que «la gente se mantendrá más tiempo en el mercado laboral, los ahorros personales aumentarán, bajará el absentismo y habrá menor presión para el sistema de salud». De hecho en las sociedades cuya evolución demográfica se define por una escasez de jóvenes debido a la caída de la natalidad y la abundancia de mayores, estos «viejos que se mantienen jóvenes» podrían jugar un papel fundamental en unos mercados de trabajo que van a necesitar más trabajadores. Muchos ya son contratados puntualmente para trabajos esporádicos, la llamada gig economy, también conocida como economía de los pequeños encargos. Otros se convierten en emprendedores sin que la edad sea un impedimento para iniciar una nueva actividad. Un grupo importante desarrolla tareas de voluntariado, bien en el seno de sus propias familias o en instituciones de proyección social. Y muchos desearían seguir realizando un trabajo formal, quizá a tiempo parcial, en el mismo o en otro sector de la actividad empresarial y con un salario redefinido.

Otra perspectiva del dividendo de la longevidad es la que ofrece las Naciones Unidas. Para esta institución, ese período durante el cual un país disfruta de una población de adultos en edad de trabajar relativamente grande en comparación con la totalidad de su población, ofrece también una ventana atractiva para acelerar el crecimiento económico. De manera particular, este dividendo puede sentar las bases para incrementar el ahorro para el retiro, ya que existe un número mayor de trabajadores generando ingresos, ahorrando e invirtiendo en una economía más dinámica. En condiciones ideales, el efecto de onda expansiva de este ciclo virtuoso conduce a numerosos beneficios sociales en todo un país, incluidos mejores niveles de vida y una mejor preparación para el retiro. A su vez, este incremento en el ahorro y la inversión pueden generar mayores beneficios macroeconómicos, haciendo realidad la esperanzadora promesa del dividendo demográfico.

Pero, desgraciadamente, este deseo no encuentra en la sociedad, la empresa y los gobiernos la suficiente sensibilidad y mantenemos viejas estructuras y estereotipos que es imprescindible superar.

De modo y manera que este bono demográfico que suponen los trabajadores séniores no podrá serlo mientras no se eliminen algunos estereotipos respecto a los trabajadores mayores que una reciente encuesta ha conseguido echar por tierra. Los séniores no son más absentistas, pero sí son más disciplinados, no tienen resistencia a aprender cosas nuevas, ni son menos productivos ni tienen más accidentes. En cambio, sí son más leales y tienen más experiencia y ética en el trabajo. No será fácil conseguir estos cambios culturales, empresariales e institucionales pero sin duda merecerá la pena el esfuerzo.



Iñaki Ortega, director Deusto Business School

lunes, 6 de mayo de 2019

De las zonas azules a las zonas rojas


(este artículo se publicó originalmente en la revista Cataluña Económica el día 3 de mayo de 2019)

En el país más envejecido del mundo, Japón, se superó en 2013 la frontera de un 25 por ciento de la población mayor de 65 años. Pero sin necesidad de irse tan lejos, en Barcelona la esperanza de vida de una mujer alcanza los 87 años y el 22% de los ciudadanos catalanes tiene en estos momentos más de 65 años; y en Europa se prevé que en 2050 el primer grupo de edad serán los mayores de 65 años, que en el año 1960 solo representaban un 10 por ciento de la población
El de la longevidad es un fenómeno que parece ser global. De hecho, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida al nacer a nivel mundial ha venido creciendo desde 1950 a un ritmo de más de tres años por cada década. A partir del año 2000 se ha incrementado en una media de cinco años. Este aumento de la esperanza de vida implica, sin duda, buenas noticias para el género humano que permitirá que millones de personas de esa edad sigan trabajando, ahorrando, creando y consumiendo. Se trata de una nueva revolución, la revolución de las canas, que hará posible que nazcan nuevas industrias para servirles y nuevos emprendedores, muchos de ellos séniores, que encuentren oportunidades donde nadie pensó que podía haberlas.
En 2005, el escritor americano Dan Buettner publicó en la revista National Geographic un reportaje titulado «Los secretos de una vida larga» que popularizó el término «zona azul» para referirse a aquellos lugares del mundo en los cuales las personas son más longevas. El nombre de «zona azul» tiene una sencilla explicación: cada vez que el equipo de investigadores encontraba algún hallazgo estadístico que demostraba una elevada longevidad en determinados territorios, marcaban en el mapamundi esa zona con un círculo en tinta azul. Después de señalar con grueso trazo azul Okinawa, en Japón, las siguientes localidades descubiertas ya pasaron a ser referenciadas como las zonas azules. A la ya citada Okinawa le acompañaron en ese mapa con trazos en azul Icaria (Grecia), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (Estados Unidos) y Cerdeña (Italia).
Los expertos en longevidad han identificado algunos factores que están relacionados con la dieta y el estilo de vida y que pueden sintetizarse en dos: mantener un estilo de vida sano, lo que implica practicar ejercicio de intensidad regular, con rutinas para «romper» con el estrés diario, incluir principalmente productos a base de plantas en nuestra dieta, comer sin llenarse y no beber en exceso. Y, por otro lado, tener vida en comunidad, es decir, integrarse en grupos que promuevan y apoyen las «buenas prácticas» anteriores, como familia, comunidades religiosas o grupos sociales.
Tras leer las zonas azules, en las que esas longevidades extremas no están circunscritas exclusivamente al llamado primer mundo y al momento actual, podría colegirse —equivocadamente— que estamos ante un fenómeno global que siempre ha existido.
Al contrario, si hoy pintásemos de un color el mundo, el azul estaría en muchas partes del planeta y en unos años pronosticamos que todo el planeta se teñiría de añil. Pero actualmente hay muchas zonas rojas, si nos permiten el juego de palabras, zonas donde se ha encendido la «alarma roja» porque no están haciendo lo suficiente para prepararse para el nuevo mundo longevo. Lugares donde no se legisla pensando en la sostenibilidad del sistema público de pensiones o no se facilita el ahorro, se ponen trabas para que los mayores sigan trabajando, las empresas expulsan el talento senior, incluso no se fomenta la vida saludable o la sanidad no avanza al ritmo de la tecnología. Pero dejemos a la elección del lector el color de la zona donde vivimos.
No son pocos expertos los que creen que estos nuevos patrones tienen efectos en el funcionamiento económico y, en última instancia, en la dinámica de crecimiento de la economía.
Pocas dudas caben de que nuestro sistema económico envejece y esto produce que se genere un cada vez mayor desencanto en muchos estratos de la sociedad que sienten que se han quedado fuera del sistema. El reto es rejuvenecer la economía con una población que peina canas y no olvidar que el talento no parece tener fecha de caducidad. Miguel de Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote con 68 años; Steve Jobs convirtió Apple en la empresa de mayor capitalización del mundo con 56 años y la bioquímica Margarita Salas fue la primera mujer española en formar parte de la Academia de Ciencias Estadounidense a los 69 años. Hay más ejemplos: Nelson Mandela llegó a ser presidente de Sudáfrica con 76 años y Goethe publicó su Fausto a los 80. Además, las tres personas más ricas del planeta tienen más de 54 años, que es la edad media de los asistentes en los últimos años al Foro Económico Mundial de Davos. ¿Alguien se atrevería a jubilar o prejubilar a todos estos personajes? Carlos Slim, emprendedor mexicano septuagenario y conocido mundialmente, lo tiene claro: «En una sociedad del conocimiento postindustrial, a los 65 años uno está en su plenitud, en su mejor momento profesional».
Hay que tener en cuenta que la extensión de la vida laboral debiera producir una mayor satisfacción personal y, con ella, una mayor transferencia de la experiencia laboral acumulada, afectando positivamente a la productividad. Algunas encuestas ya reflejan que cada vez son más quienes se plantean seguir trabajando después de la edad legal de jubilación, al menos con contratos a tiempo parcial o temporal. En el Reino Unido, el 25 por ciento de los jubilados vuelve a trabajar a los cinco años de retirarse y porcentajes muy similares se están dando en Estados Unidos desde 2010.
Por otra parte, la aparición de un nuevo modelo social, con personas cada vez más longevas, propiciará la aparición de nuevas industrias de todo tipo, desde las vinculadas al ocio hasta las relacionadas con la salud, que bien aprovechadas por emprendedores, pueden generar importantes oportunidades económicas para los territorios que apuesten por ello.
Emprendedores que, por cierto, son mucho más mayores de lo que sugeriría el lugar común, que lleva a pensar en un joven millenial de zapatillas y pantalones rotos. Por el contrario, en la actualidad el número de personas mayores que trabajan por cuenta propia en el mundo ya supera al de los jóvenes de entre 18 y 29 años, de acuerdo con los datos que se desprenden del Informe Especial GEM (Global Entrepreneurship Monitor) sobre emprendimiento sénior. Este documento puntualiza que considera como emprendedor sénior a toda aquella persona de más de 50 años que ha estado involucrado en actividades emprendedoras en los últimos 42 meses. Asimismo, ese informe llama la atención sobre el hecho de que son muchos los programas de apoyo al emprendimiento que están orientados hacia los segmentos más jóvenes, cuando el apoyo complementario a los emprendedores de más edad podría generar también importantes beneficios para la estabilidad económica.
Si se analizan los países de la OCDE encontramos que existen importantes diferencias que señalan que países como España y Francia muestran los niveles más bajos de emprendimiento sénior, mientras que los más altos se dan en Chile y México. En cualquier caso, podemos afirmar que las personas de 50 años están encontrando una vía en autoemplearse para seguir activos y saltar la trampa de un mercado laboral que todavía hoy les estigmatiza. La mayor longevidad está abriendo paso a una nueva etapa vital donde la “despreciada” tercera edad formada por pensionistas se convierte en la de los nuevos emprendedores.
Además, la tecnología ofrece una ventana de oportunidades únicas para crecer y prosperar, pero es necesario dejar de hablar de problemas y comenzar a ver las posibilidades que ofrece esta nueva etapa de la vida. La irrupción tecnológica se dará la mano con sectores como la salud y el turismo, las finanzas y los seguros, el urbanismo y la vivienda e incluso el mercado laboral para transformarse y ofrecer nuevos escenarios adaptados a la extensión de la longevidad.
Gracias a los avances médicos disfrutamos de un extra de quince años de vida. Esto ha propiciado la aparición de una nueva etapa vital entre los cincuenta y setenta años que se ha bautizado como la generación silver o como nosotros preferimos, la revolución de las canas.
El nuevo mundo que nos ha tocado vivir está repleto de buenas noticias. Más años de vida para disfrutar, menos enfermedades y nuevas tecnologías a nuestra disposición. Además, sin darnos cuenta, ha surgido un nuevo grupo social a medio camino entre el retiro y el trabajo que tiene en su mano liderar lo que hemos llamado la revolución de las canas. Esta revolución pasa por abandonar los planteamientos catastrofistas alrededor de la longevidad para poner el foco en las oportunidades de nuestro momento histórico.

Antonio Huertas es presidente de MAPFRE. 
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School. 
Ambos han escrito el libro LA REVOLUCIÓN DE LAS CANAS editado por la Editorial Planeta en diciembre de 2018.

martes, 19 de marzo de 2019

El edadismo, esa desconocida discriminación

(este artículo se publicó originalmente el 18 de marzo en el diario 20minutos en la sección de opinión)


Aunque será difícil que en tu cabeza este mes de marzo entre otro “ismo” que no sea el del feminismo, quiero hablarte de otra forma de discriminación que te afecta ahora o sino con seguridad en el futuro. El edadismo es el conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que sufren las persones mayores simplemente por tener esa edad. Los datos que demuestran que este fenómeno es imparable se amontonan: el desempleo de los mayores de 45 años no ha dejado de crecer en la última década al mismo tiempo que las empresas tiran directamente a la papelera la mitad de los currículos de los mayores de 50 años. Para las empresas, pero también para la publicidad y para lo público eres ya un anciano desde que estás rondando los 50 años. La ciencia hace años que ha desterrado el edadismo y habla, en cambio, de la edad biológica frente a la cronológica, es decir exclusivamente entraremos en una fase vital de descanso, de jubilación, quince años antes de la esperanza de vida; de modo y manera que si en España estamos en el entorno de los 85 de esperanza de vida, solo seremos viejos a partir de los 70 años.
Pero nadie presta atención a lo anterior y  el edadismo avanza inexorablemente  porque como en el viejo poema alemán “primero vinieron a por los judíos y yo no dije nada porque yo no lo era”. Pero que no te sientas o seas viejo no te salva del edadismo, ya que es cuestión de tiempo. Quiero que recuerdes cuando te diste cuenta que tu cantante favorito era más joven que tu o cuando comprobaste que el mejor futbolista de tu equipo podría ser tu hijo; en ese momento comprendes que el tiempo ha pasado y ya no eres el niño que suspiraba por esa estrella. A partir de ese momento todo pasa muy rápido y te encontrarás de repente siendo fiscalizado por un entrevistador que tiene señalada con fluorescente tu edad en el CV. Nadie quiere mayores en su empresa porque el edadismo ha implantado la gran falsedad de que solamente puede promover lo digital un millennial, obviando que la computación no es algo reciente sino que los primeros graduados en informática, ya se han jubilado. Pero además el edadismo ha borrado de un plumazo las virtudes que aporta la edad en un profesional como es la templanza, la resiliencia o la experiencia acumulada.
Ahora que viene una época en la que otros “ismos” tomarán el relevo al feminismo como el fascismo, el centrismo el comunismo, el socialismo o el liberalismo, mi humilde consejo es que estés atento a si los representantes de esos “ismos” dedican tiempo y propuestas a luchar contra una discriminación tan irracional como la fecha de nacimiento de tu DNI.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR


jueves, 29 de noviembre de 2018

Del negro al plateado en la economía

(este artículo se publicó originalmente el día 29 de noviembre en el diario ABC)

El nuevo mundo que nos ha tocado vivir está repleto de buenas noticias. Más años de vida para disfrutar, menos enfermedades y nuevas tecnologías a nuestra disposición. Además sin darnos cuenta ha surgido una nueva cohorte de edad a medio camino entre el retiro y el trabajo que tiene en su mano liderar una auténtica revolución. Esta revolución, que hemos bautizado como de las canas porque sus protagonistas tienen entre 55 y 70 años, pasa por abandonar los planteamientos catastrofistas alrededor de la longevidad para poner el foco en las oportunidades de nuestro momento histórico. En España son más 8 millones pero en el mundo casi 900 millones de personas. Estos séniores harán posible nuevos trabajos, más años para seguir aportando a la sociedad y reinventarse de la mano de la nueva educación, nuevas ciudades con nuevos sectores para responder a las demandas de la cada vez más extensa población canosa. Pero esta revolución plateada no solo exige cambiar el enfoque del envejecimiento sino que ofrece todo su potencial para hacerlo realidad a través de la innovación social pero también con el ejemplo del sacrificio de una vida pasada de ahorro.  

Para todo lo anterior, con la ayuda de nuestras respectivas organizaciones: Mapfre y Deusto Business School, hemos acuñado el neologismo ageingnomics, que surge de la unión de las palabras en inglés, envejecimiento (ageing) y economía (economics), a modo de resumen de lo que se atisba como un nuevo paradigma. Estamos convencidos que en la economía está una de las claves para que el nuevo mundo sea un lugar donde merezca la pena vivir, tengas la edad que tengas. Con nuevos nichos de empleo pero también con cambios culturales para a lo largo de la vida ser previsores o no dejar de capacitarse para el empleo.  

Hasta la fecha el alarmismo ha sido la tónica dominante en relación con el envejecimiento de la población, alcanzando gran parte de los mensajes relacionados con la sostenibilidad de nuestro modelo social tintes cuasi apocalípticos. Gestionar adecuadamente los cambios que se avecinan en la pirámide poblacional requiere dejar de hablar sobre los problemas y riesgos para empezar a poner el acento en las soluciones con valentía y creatividad. 

La salud y el turismo, las finanzas y los seguros, el urbanismo y la vivienda y hasta el mercado laboral son ámbitos que se transformarán en íntima conexión con la tecnología para adaptarse a la irrupción de la longevidad, abriendo todo una ventana de oportunidad para emprendedores e incumbentes además de para los territorios que apuesten por ello. 

Unos pocos datos para ayudar a demostrar lo anterior. Hoy la mitad de los españoles mayores de 65 años son dependientes; en breve uno de cada dos turistas en el mundo serán de la generación de las canas; todas las proyecciones nos indican que la pensión pública cada vez será menor; la población urbana de mayores crecerá un 70% en la próxima década; dos de cada tres viviendas no son accesibles hoy pero a la vez los robots servirán a los mayores como cuidadores, conductores o asesores financieros. 

Nosotros lo tenemos claro y en este contexto de unos inéditos patrones de envejecimiento apostamos por poner el acento en su dimensión económica como una oportunidad para el desarrollo.  Porque tampoco podemos olvidar que el 40% del consumo mundial lo realizan los mayores de 65 años (unos 7.000.000 millones de dólares) y ello les convierte en un elemento tractor de actividad económica en la forma de nuevos productos y nuevos servicios para cubrir sus necesidades y preferencias. En Europa, las personas entre 50 y 75 años tienen un 12% más de poder adquisitivo que el resto de edades. En Francia, por ejemplo, los mayores de 55 años en 2015 suponían el 57% de todo el consumo en ocio. En coherencia con lo anterior la OCDE ha definido esta economía del envejecimiento como  “silver economy” o “economía plateada”. Son el conjunto de las oportunidades derivadas del impacto económico y social de las actividades realizadas y demandadas por la población mayor de 55 años. Hoy ya representa el 25% del PIB europeo pero en 2025 supondrá el 37,8% de sus empleos.  

La presión demográfica pide a gritos que empresas, ciudadanos y administraciones se comprometan por situar este asunto en la más alta prioridad, con actuaciones valientes y coherentes, de otro modo el futuro no será del color que lo hemos pintado en este artículo, plateado como las canas de los mayores, sino negro, muy negro. Estamos a tiempo. 

Antonio Huertas, presidente de Mapfre e Iñaki Ortega, director de Deusto Business School han publicado este mes de noviembre el libro La Revolución de las Canas