(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 14 de junio de 2015)
El lingüista Ferdinand de Saussure, a comienzos del siglo XX, concibió la posibilidad de la existencia de una ciencia que estudiara los signos «en el seno de la vida social», a la cual denominó semiología, del griego semeion ("signo"). En nuestro país en la educación obligatoria se enseña la diferencia entre la semántica y la semiótica, siendo la primera la que estudia el significado de las palabras y la segunda los signos. Pues bien, respecto al acuerdo de Grecia merece la pena que recordemos que para la semiótica hay tres posibilidades de ordenar la narración de los hechos. Ab ovo, la más intuitiva, indicaría que la historia se desarrolla desde su inicio, siguiéndose un orden cronológico. La segunda posibilidad, in medias res, señala que la narración empieza en medio de los hechos, pudiéndose hacer una rememoración o vuelta atrás. En la tercera posibilidad, in extremis, la narración se empieza por el final, empieza por el desenlace.
El lingüista Ferdinand de Saussure, a comienzos del siglo XX, concibió la posibilidad de la existencia de una ciencia que estudiara los signos «en el seno de la vida social», a la cual denominó semiología, del griego semeion ("signo"). En nuestro país en la educación obligatoria se enseña la diferencia entre la semántica y la semiótica, siendo la primera la que estudia el significado de las palabras y la segunda los signos. Pues bien, respecto al acuerdo de Grecia merece la pena que recordemos que para la semiótica hay tres posibilidades de ordenar la narración de los hechos. Ab ovo, la más intuitiva, indicaría que la historia se desarrolla desde su inicio, siguiéndose un orden cronológico. La segunda posibilidad, in medias res, señala que la narración empieza en medio de los hechos, pudiéndose hacer una rememoración o vuelta atrás. En la tercera posibilidad, in extremis, la narración se empieza por el final, empieza por el desenlace.
Después de una maratoniana reunión de 16
horas por fin se ha llegado a un acuerdo
entre los jefes de Estado de la zona Euro y Grecia para negociar el tercer
rescate por valor de 86.000 millones de euros y una duración de tres años. Los
negociadores helenos han optado por subirse al tren de la Unión en el último
vagón. No tenían más remedio. Lo contrario habría significado su salida del euro,
con unas repercusiones casi catastróficas para su pueblo y una peligrosa
incertidumbre sobre el futuro para el resto de Europa.
El acuerdo al que ahora se ha plegado Gracia
incluye a la Unión Europea pero también al Fondo Monetario Internacional muy a
pesar de los negociadores griegos. Las medidas aceptadas para optar al rescate son
mucho más exigentes de las que se sometieron a votación en referéndum hace más
de una semana, por lo que el gobierno griego, tiene ante sí una difícil
papeleta para lograr vender el acuerdo a los habitantes de su país.
Entre las nuevas exigencias se incluyen una
reforma completa de las pensiones, el aumento de la edad de jubilación, la subida
del IVA y la independencia de la oficina oficial de estadística (ELSTAT) y del
consejo fiscal, Pero lo más significativo del acuerdo es la creación del fondo
de privatizaciones para que se vendan bienes públicos por valor de unos 50.000
millones de euros de los que la mitad irán destinados a la recapitalización de
los bancos y el resto a partes iguales en inversiones productivas y el pago a
los vencimientos de la deuda.
Pero el proceso no está totalmente cerrado ya
que el primer ministro Alexis Tsipras tiene hasta mañana miércoles para someter
a votación el acuerdo y recibir el respaldo del parlamento. En principio no
debería tener problemas, aunque ya en la última votación de hace unos días hubo
diecisiete diputados de su partido que se opusieron a llegar a un acuerdo con
la Unión Europea. En este momento Atenas tiene una urgencia en recibir fondos
ya que tiene unas necesidades de unos doce mil millones de euros de aquí a
mitad de agosto.
Alejar el fantasma del Grexit y evitar la
bancarrota del sistema financiero heleno ha supuesto finalmente para Tsipras
aceptar unas condiciones implacables que, muy probablemente, desembocarán en la
necesidad de que Grecia celebre unas nuevas elecciones generales a lo largo de
2015, ya que el actual partido del Gobierno, Syriza, no sólo no ha conseguido
implementar la mayoría las medidas que
planteaba en su programa electoral, sino que ahora no tendrá más remedio que
dar marcha atrás en algunas de las medidas ya aprobadas y puestas en marcha
durante su mandato.
Es importante recalcar que ahora debería
empezar una nueva etapa para los griegos. Pero el tiempo perdido no solo ha
ahondado el sufrimiento del pueblo griego, sino que ha incrementado aún más si
cabe, la desconfianza sobre el país.
De haberse implementado las reformas que
ahora se han acatado durante el primer rescate, hace ya varios años, Grecia nos
habría ahorrado inestabilidad económica al resto de miembros de la Unión, a los
mercados financieros y una salida de la crisis mucho menos costosa para el
pueblo griego, que es el principal afectado.
Pero no todo tiene una lectura negativa. Es
cierto que es previsible que los próximos años sean muy duros para los
habitantes del país heleno, que tendrán una menor renta disponible. Además,
tendrán que reducir el endeudamiento de las familias y poner orden a sus
finanzas públicas. Pero si cumplen podrán disfrutar de las mieles al final del
camino. Nosotros, los españoles, hemos vivido una situación similar, salvando
las distancias, pero ahora empezamos a decir que los sacrificios no han sido en
balde.
Como decíamos al principio la semiótica viene
de la palabra griega “signo”, y no somos pocos lo que en Europa vemos hoy este
acuerdo como una esperanza no solo para el futuro de la Unión si no para el de
cada una de las naciones que lo componen. Este acuerdo aunque “in extremis” ha
de ser como nos recuerda la lingüística, no el final sino el inicio de una
historia basada en los vectores de la nueva sociedad que nos ha tocado vivir:
la ejemplaridad, la solidaridad, el talento y el esfuerzo.
Luis Sánchez de Lamadrid. Director
General en España de Pictet & Cie
Iñaki Ortega, es
doctor en economía y director de Deusto Business School en Madrid
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