lunes, 6 de julio de 2015

Ecosistema emprendedor



(este artículo fue publicado originalmente en América Economía el día 23 de junio de 2015)

La Real Academia de la Lengua define ecosistema como la comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. El término proviene de la biología y fue acuñado en 1930 por el botánico inglés Roy Clapham. La gran aportación del concepto residía en que los ecosistemas forman una serie de cadenas que muestran la interdependencia de los organismos dentro del sistema; si se rompe un eslabón, es muy difícil recuperarse.

Durante los últimos años la economía mundial ha vivido una mejora evidente de la estabilidad económica y política, un interés creciente por reformas económicas y un crecimiento considerable fundamentalmente centrado en las economías emergentes. Sin embargo, tanto los salarios como la calidad de vida en muchos países en vías de desarrollo todavía muestran una distancia sustancial con respecto al mundo desarrollado.

Durante mucho tiempo se pensó que la prosperidad económica en un territorio solo podría llegar a través de una gran intervención: una inversión mastodóntica, la llegada de una multinacional, la organización de un gran evento internacional, incluso mediante la promulgación de una nueva ley o un cambio de gobierno. La realidad es tozuda y la experiencia de territorios dinámicos como Corea, Dinamarca o Canadá demuestra que los cambios no vienen de arriba sino de muchas pequeñas actuaciones sistémicas, que los anglosajones llaman bottom-up.

El emprendimiento representa esa capacidad de cambiar las cosas y ha mostrado a lo largo de la historia, tal y como atestigua el informe mundial Global Entrepreneurship Monitor/GEM, el potencial suficiente para reducir esa brecha siempre y cuando sea capaz de evolucionar desde sus formas más primarias, basadas en la necesidad que caracterizan las experiencias emprendedoras de los países emergentes.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a través de su agencia de innovación, el Fondo Multilateral de inversiones (FOMIN), lo tiene muy claro, y por ello lleva años colaborando con los países de la región para incentivar emprendimientos dinámicos, promover una cultura ad hoc, potenciando redes de inversores ángeles, incubadoras y aceleradoras que liberen el talento innovador; sin olvidar los programas para desarrollar las fuentes de financiamiento y las inversiones en fondos de capital semilla y emprendedor (venture capital, en ingles).

Por suerte para nuestra región, el apoyo a los emprendedores es hoy una de las prioridades de prácticamente todas las instituciones públicas y privadas. Pero apoyar a las nuevas empresas no significa que todo lo que se haga en materia de emprendimiento esté bien hecho. La positiva experiencia de la capital de España, Madrid, junto con el estudio de los ecosistemas emprendedores más exitosos de todo el mundo y el riesgo de una cierta burbuja en este terreno por la inflación de actuaciones, nos lleva a recomendar el seguimiento de la regla de las cuatro Es para todos aquellos que quieran ayudar a los nuevos empresarios.

Primera E. Estorbos. El introductor de la Ilustración en lengua castellana, Melchor Gaspar Jovellanos, dejó escrito que la más importante tarea de las leyes era levantar los estorbos que impedían que la actividad económica fluyese. Más de dos siglos después de su cita, eliminar obstáculos a los emprendedores ha de ser la principal tarea de cualquier programa en la materia. Por ello la primera pregunta que se debe hacer a los emprendedores es cómo se les puede hacer la vida más fácil, eliminando estorbos que les impidan crecer.

Segunda E. Emprender ligero. La multinacional japonesa TOYOTA aplicó los principios de lean manufacturing para, a través de su productividad, convertirse en la empresa líder en automoción. Las más exitosas empresas en Estados Unidos han adaptado esos principios de Japón para hacer viables sus compañías, y lo han llamado lean startup. Podríamos traducirlo al castellano como “emprender ligero” puesto que la clave para estos visionarios es no malgastar recursos en proyectos que no se sabe si tendrán respuesta positiva por parte del mercado. Emprender ligero permite cambiar el rumbo del proyecto sin grandes trastornos. Ellos lo llaman iterar o pivotar el plan de negocio. Esa coherencia ha de aplicarse también a los recursos dedicados a los emprendedores por las instituciones: programas ligeros que solo crecen si son exitosos, es decir si tienen respuesta positiva de los beneficiarios, que es la validación del mercado.

Tercera E. Ecosistema. Como hemos mencionado los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia. En economía los ecosistemas emprendedores son la clave para que las nuevas empresas surjan y finalmente generen empleo. Cualquier programa de intervención en este terreno ha de fortalecer ese ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes, a saber instituciones del conocimiento, administraciones públicas, grandes empresas y los propios emprendedores. Buscar el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando la tercera E.

Cuarta E. Evaluar resultados. De poco servirá nada de lo anterior si no disponemos de métricas objetivas que nos permitan saber si las actuaciones de apoyo a emprendedores están eliminando obstáculos, reforzando los agentes del ecosistema y lo más importante, si están logrando retorno social en términos de empleo o bienestar social. Monetizar los resultados de los programas de apoyo a emprendedores también es imprescindible para que los financiadores de los programas de apoyo vean que son rentables socialmente.

Innovar, validar y pivotar. Esa misma filosofía lean que practican las startups es la que mejor explica la evolución de Madrid Emprende a lo largo de sus diez años de andadura. Lo que empezó siendo una pequeña agencia del Ayuntamiento de Madrid centrada en la construcción de infraestructuras empresariales, se ha convertido, gracias al aprendizaje y la iteración continua, en un referente internacional en materia de emprendedores. Un ecosistema es la suma de muchos, y en este caso han sido cerca de 150 entidades públicas y privadas las que han hecho posible que se haya apoyado a más de 150.000 emprendedores y empresarios, o que Madrid se haya convertido en una de las ciudades de la Unión Europea con más espacios dedicados a los nuevos empresarios, con una tasa de supervivencia del 90% de las empresas instaladas en sus incubadoras, teniendo muy presente que cada euro invertido en esas infraestructuras se ha recuperado multiplicado por dos en impuestos recaudados.

Es precisamente la diferencia entre ecosistemas que funcionan y los que no lo que ha propiciado nuestra búsqueda de sistematización de un proceso de transferencia de buenas prácticas. Al no ser entornos equiparables, Europa y Latinoamérica-Caribe, es imprescindible adaptar las estrategias de éxito a las particularidades concretas de cada ecosistema, ya que al tener diferentes características, la implantación de la agenda no obtendría los resultados esperados.

Las nuevas empresas de la economía digital que están cambiando hoy la economía global, ponen de manifiesto que los cambios empiezan desde abajo y que los emprendedores no han dejado de ser, como afirmó el siglo pasado el economista austriaco Schumpeter, los protagonistas de la actividad económica por su capacidad para prever el futuro.

Al igual que la biología nos habla de ecosistemas, los principios de la física nos dicen que el agua siempre empieza a hervir por abajo. En economía los emprendedores, aquellos que el FOMIN/BID busca fomentar y fortalecer, con su capacidad innovadora, perseverancia, ilusión y conciencia social, son el motor que, desde abajo, puede promover el cambio hacia una sociedad más sostenible en Latinoamérica y Caribe.

Por Iñaki Ortega Cachón, Doctor en Economía y Director de Deusto Business School en Madrid. Fue Director General de Madrid Emprende de 2005 a 2014 y Susana García Robles, Oficial Principal de Inversiones a cargo del Grupo de Financiamiento en Etapas tempranas, Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN)/Banco Interamericano de Desarrollo (BID)



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