jueves, 16 de julio de 2015

La brújula no funciona

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC de Sevilla el día 14 de julio de 2015)

La brújula como instrumento de orientación se inventó en China hacia el siglo IX. Utiliza una aguja imantada para señalar el norte magnético terrestre. Sin ella no podría explicarse el avance de las comunicaciones marítimas y sus consecuencias en clave de intercambios no sólo comerciales sino también culturales. A partir de mediados del siglo XX, como nos recuerda wikipedia, la brújula empezó a ser reemplazada por sistemas de navegación más avanzados con tecnología láser o GPS. No obstante, aún es muy popular en actividades que requieren alta movilidad o que impiden el acceso a energía eléctrica, de la cual dependen los demás sistemas. 

Eso sí, en el Polo Norte y sin electricidad no funcionan ninguna de las dos, ni el GPS ni nuestra vieja amiga la brújula por la convergencia de las líneas de fuerza de los campos magnéticos terrestres.‎ Pero aún así todavía la brújula nos da algunas claves para entender el momento en el que vivimos. 

La conjunción de dos elementos está provocando cambios profundos y rapidísimos que superan lo económico y que están capilarizándose en todos los aspectos de nuestras vidas. Esos dos factores son la disrupción tecnológica y la permanencia de la crisis económica desde 2007. 

Internet, quizás el invento que además de la empresa más ha hecho por la igualdad de oportunidades, está cambiando nuestro mundo. Hoy, la mayor tienda del planeta, Amazon, no tiene un solo establecimiento a pie de calle. La ciencia vive un esplendor como no se recordaba desde el Renacimiento y los matemáticos son las nuevas estrellas que todos admiramos. La red ha permitido, como nos recuerda Moisés Naim, que el poder haya dejado de ser intocable y estemos en un cambio de escala hacia los micropoderes ciudadanos. Este nuevo enfoque que nació en lo económico con las investigaciones de David Birch y su constatación de que el empleo no lo crean las grandes corporaciones sino las nuevas empresas ha traído un nuevo paradigma. De la búsqueda por la eficiencia y la obtención de la calidad total estamos pasando a la obsesión por el cambio continuo. De los laboratorios cerrados protegidos por la propiedad industrial, a la innovación abierta propiciada por miles de emprendedores en todo el mundo. 

Pero a la vez convivimos con situaciones dramáticas fruto de la persistencia de la crisis. En nuestro país, por desgracia, los jóvenes saben bien de lo que hablamos con la funesta triada del paro juvenil, la precariedad y ‎el fracaso escolar. Ese viento en contra ha hecho que los miembros de esa generación que hoy tiene entre veintitantos y treinta y tantos, los millennials, hayan tenido que hacerse fuerte ante las adversidades y buscar sus propias soluciones a los problemas de su alrededor. Ejemplos de ello son las nuevas formas de comunicarse, de viajar, de estudiar o de mostrar la solidaridad que están dentro de lo que se ha venido en llamar la nueva economía colaborativa con un importante peso del emprendimiento social.‎ Además, y de la mano de esa generación, ha llegado a nuestras vidas el internet de las cosas (hoy hay más sensores conectados a objetos que teléfonos móviles en el mundo), el cloud computing (la mayor amenaza para la libertad en el mundo no viene por tierra sino desde el cibercrimen), el 3D (que nos convertirá en proconsumidores como vaticina Joseph Rifkin porque seremos a la vez consumidores y productores) o la movilidad (Tesla con sus baterías está revolucionando el mercado del automóvil y promete romper con el cerrado mercado de las energéticas aplicándose en los hogares).

Por todo lo anterior nuestra brújula no funciona. Hemos perdido el Norte. Seguimos mirándola para que nos indique por dónde dirigir nuestras vidas sin darnos cuenta que ya está obsoleta, que el mundo ha cambiado y necesitamos nuevas coordenadas por las que guiarnos, nuevas herramientas de las que fiarnos.  Las nuevas generaciones de emprendedores con su regla de las 4Cs nos muestran el nuevo Norte. La ciencia, la creatividad, la cooperación y el cambio continuo.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de la escuela de negocios de la Universidad de Deusto en Madrid‎. El día 20 de mayo presentó en Sevilla de la mano de Sevilla Capital Inteligente su nuevo libro Millennials, inventa tu empleo (Ediciones UNIR)

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