(este artículo fue publicado originalmente en el periódico ABC de Sevilla el día 14 de julio de 2015)
La brújula como
instrumento de orientación se inventó en
China hacia el siglo IX. Utiliza una aguja imantada para señalar el norte magnético
terrestre. Sin ella no podría explicarse el avance de las comunicaciones
marítimas y sus consecuencias en clave de intercambios no sólo comerciales sino
también culturales. A partir de mediados del siglo XX, como nos recuerda wikipedia, la
brújula empezó a ser reemplazada por sistemas de navegación más avanzados con
tecnología láser o GPS. No obstante, aún es muy popular en actividades que
requieren alta movilidad o que impiden el acceso a energía eléctrica, de la cual dependen los demás sistemas.
Eso sí, en el Polo Norte y sin
electricidad no funcionan ninguna de las dos, ni el GPS ni nuestra vieja amiga
la brújula por la convergencia de las líneas de fuerza de los campos magnéticos
terrestres. Pero aún así todavía la brújula nos da algunas claves para
entender el momento en el que vivimos.
La conjunción de dos elementos está
provocando cambios profundos y rapidísimos que superan lo económico y que están
capilarizándose en todos los aspectos de nuestras vidas. Esos dos factores son
la disrupción tecnológica y la permanencia de la crisis económica desde
2007.
Internet, quizás el invento que además
de la empresa más ha hecho por la igualdad de oportunidades, está cambiando
nuestro mundo. Hoy, la mayor tienda del planeta, Amazon, no tiene un solo
establecimiento a pie de calle. La ciencia vive un esplendor como no se
recordaba desde el Renacimiento y los matemáticos son las nuevas estrellas que
todos admiramos. La red ha permitido, como nos recuerda Moisés Naim, que el
poder haya dejado de ser intocable y estemos en un cambio de escala hacia los
micropoderes ciudadanos. Este nuevo enfoque que nació en lo económico con las
investigaciones de David Birch y su constatación de que el empleo no lo crean
las grandes corporaciones sino las nuevas empresas ha traído un nuevo
paradigma. De la búsqueda por la eficiencia y la obtención de la calidad total
estamos pasando a la obsesión por el cambio continuo. De los laboratorios
cerrados protegidos por la propiedad industrial, a la innovación abierta
propiciada por miles de emprendedores en todo el mundo.
Pero a la vez convivimos con situaciones
dramáticas fruto de la persistencia de la crisis. En nuestro país, por
desgracia, los jóvenes saben bien de lo que hablamos con la funesta triada del
paro juvenil, la precariedad y el fracaso escolar. Ese viento en contra ha hecho
que los miembros de esa generación que hoy tiene entre veintitantos y treinta y
tantos, los millennials, hayan tenido que hacerse fuerte ante las adversidades
y buscar sus propias soluciones a los problemas de su alrededor. Ejemplos de
ello son las nuevas formas de comunicarse, de viajar, de estudiar o de mostrar
la solidaridad que están dentro de lo que se ha venido en llamar la nueva
economía colaborativa con un importante peso del emprendimiento social. Además,
y de la mano de esa generación, ha llegado a nuestras vidas el internet de las
cosas (hoy hay más sensores conectados a objetos que teléfonos móviles en el
mundo), el cloud computing (la mayor
amenaza para la libertad en el mundo no viene por tierra sino desde el
cibercrimen), el 3D (que nos convertirá en proconsumidores
como vaticina Joseph Rifkin porque seremos a la vez consumidores y productores)
o la movilidad (Tesla con sus baterías está revolucionando el mercado del
automóvil y promete romper con el cerrado mercado de las energéticas aplicándose
en los hogares).
Por todo lo anterior nuestra brújula no
funciona. Hemos perdido el Norte. Seguimos mirándola para que nos indique por
dónde dirigir nuestras vidas sin darnos cuenta que ya está obsoleta, que el
mundo ha cambiado y necesitamos nuevas coordenadas por las que guiarnos, nuevas
herramientas de las que fiarnos. Las nuevas generaciones de emprendedores
con su regla de las 4Cs nos muestran el nuevo Norte. La ciencia, la
creatividad, la cooperación y el cambio continuo.
Iñaki Ortega es doctor en economía y director de la escuela de negocios de la Universidad de Deusto en Madrid. El día 20 de mayo presentó en Sevilla de la mano de Sevilla Capital Inteligente su nuevo libro Millennials, inventa tu empleo (Ediciones UNIR)
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