(este artículo fue publicado en el diario ABC el día 25 de octubre de 2014)
Los emprendedores son los nuevos
rockeros. Carlos Barrabés, quizás la mente más visionaria en este momento en
nuestro país, expresa con ese símil cómo para los jóvenes del milenio,
emprender se ha convertido en una filosofía de vida.
Del mismo modo que en los años 60
el rock and roll supuso una rebelión
contra las normas sociales y políticas de la época, hoy emprender es una suerte
de inconformismo activo porque es la vía para cambiar el mundo y hacerlo mejor.
Bill Drayton el fundador de Ashoka, la red global de emprendedores sociales, explicaba hace unos años en la revista de la universidad de Harvard su teoría de las cadenas hibridas de valor, en virtud de la cual las grandes compañías y las entidades sociales trabajando juntas con emprendedores pueden resolver los más importantes problemas del mundo sin renunciar ninguno a sus intereses. No es caridad y no es solo negocio, es ser innovador para salvar el mundo. “Los emprendedores sociales no se conforman con ofrecer un pez al que tiene hambre, ni siquiera con enseñarles a pescar sino que no descansarán hasta revolucionar la industria del pescado”
Los jóvenes millennials emprenden
porque es la herramienta que les permite ser consecuentes con su forma de ser.
Tecnología, libertad y creatividad se fusionan en las miles de empresas que se crean cada año en nuestro país. Los
emprendedores hoy son nativos digitales y sin esa hiperconexión no entienden
las relaciones sociales pero tampoco el trabajo. Frente al estereotipo de su
narcisismo y falta de compromiso están protagonizando las demandas de
democracia desde el norte de África a Hong Kong. Son los inventores de la
economía colaborativa que pone el acento en el uso de los bienes y servicios
frente a la propiedad que está arrasando en sectores como el turismo.
Vivimos una época de cambios
profundos y rápidos. Esa velocidad está causando que las soluciones sean más
lentas que el crecimiento de los problemas. Por ello es necesario alinear los
agentes que pueden hacer cambiar esa tendencia. Los emprendedores sociales lo
llaman co-creación. Un proceso colaborativo entre iguales: grandes empresas,
administraciones, instituciones financieras y emprendedores que, juntos,
co-diseñen y co-implementen nuevos y mejorados bienes y servicios.
Desde que se inventó el Rock ha
habido quienes pensaron que la solución era prohibirlo e incluso mandar a
prisión a los rockeros, como hace unos años Putin en Rusia con las Pussy Riots.
Es una opción. La otra es dejar de aplicar normas antiguas y paradigmas
obsoletos asumiendo que la nueva economía exige abrir las mentes aunque para
ello haya que cambiar leyes y viejas costumbres.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor en la Universidad
Internacional de la Rioja (UNIR).
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