sábado, 21 de octubre de 2017

Un cisne negro en Moncloa

(este artículo se publicó originalmente en Heraldo de Aragón, La Rioja, La Verdad de Murcia, Ideal de Granada, Ideal de Almeria, Ideal de Jaen, Diario Montañés, La Verdad de Cartagena, Diario Sur, Diario Hoy de Extremadura y Norte de Castilla el día 22 de octubre de 2017)

El 9 de octubre Magnus Johannenson firmaba la concesión del Nobel de economía de 2017; esa tarde Carles Puigdemont terminaba de escribir el discurso en el que proclamaría la independencia de Catalunya ante los miembros del Parlament. Para entender lo que unió ese día a Estocolmo con Barcelona basta con seguir leyendo la razón por la que la academia sueca de ciencias premió a Richard Thaler. La teoría de la racionalidad limitada. Las investigaciones de este economista americano demuestran que las decisiones no siempre obedecen a criterios racionales, sino que también entran en juego variables psicológicas que las desvían de un comportamiento económico racional. A la luz de lo sucedido desde este septiembre en Cataluña, solo aplicando la teoría de Thaler  al presidente de la Generalitat puede entenderse tanta irracionalidad. Miles de empresas que abandonan sus sedes históricas, millones de inversiones paralizadas, cientos de miles de puestos de trabajo en entredicho y varios puntos del PIB perdidos. Pero el nuevo Nobel también ofrece una solución para que el bienestar a largo plazo no pueda verse influido por la falta de autocontrol. El profesor defiende que las instituciones den a los individuos estímulos hacia la dirección correcta. Aplicando la psicología al mundo de la economía aprenderemos que todo no es predecible conforme a modelos matemáticos y que en ocasiones hay que actuar con “mano izquierda” para que vuelva el sentido común y el interés general. Thaler lo llama nudge, del inglés “empujoncito”. Esos estímulos nos harán por ejemplo dejar de fumar, ahorrar más para la pensión o donar más órganos.

Los acuerdos del Consejo de Ministros de este sábado son ese incentivo imprescindible para que Cataluña abandone la irracionalidad.  Imprescindibles medidas como el cese de todas las personas que han suplantado la ley y la convocatoria de unas elecciones con garantías. Nadie duda, en todo mundo, que España ha gozado del mayor periodo de bienestar y democracia de su historia gracias a la Constitución de 1978. Los ministros reunidos en el Palacio de la Moncloa antes “unas circunstancias excepcionales” recurrieron de nuevo a la Carta Magna,  a su artículo 155, para de un modo inteligente reconducir a la racionalidad a las instituciones catalanas.

Nassim Taleb, es un colega libanés de otro premio Nobel, Khaneman, íntimo de Richard Thaler con el que compartieron muchos artículos.  Pero no ha sido conocido por sus amistades sino por acuñar la expresión los Cisnes Negros. Con esta metáfora nos referimos a sucesos extraños que nunca pensábamos que iban a suceder y que aparentemente traen consecuencias irreparables. Los seres humanos, a pesar de la incapacidad de predecirlos, pero fruto del fenómeno psicológico de la retrospección acabamos pensando que estaba claro que iba a suceder (como nos recuerda el intelectual español Gabriel Albiac el golpe de estado del nacionalismo catalán no fue nunca previsto porque era virtual y las herramientas de predicción han quedado anacrónicas).  El empobrecimiento moral y económico de Cataluña fruto del nacionalismo sin duda es un Cisne Negro para España pero si seguimos leyendo a Taleb nos daremos cuenta que esos cisnes, a lo largo de la Historia, han podido convertirse en una oportunidad porque nos hacen más fuertes. La recuperación de la calles por los millones de catalanes que se sienten españoles, la unión del PP, PSOE y Cs en la respuesta constitucional de ayer o la fuga de empresas que han vacunado a otros nacionalismos para que se desborden en el futuro, son la demostración que la sinrazón puede hacer fuerte al Estado de Derecho.


Iñaki Ortega es doctor en economía y director de Deusto Business School





No hay comentarios:

Publicar un comentario