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domingo, 4 de febrero de 2024

Espejo roto

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 22 de enero de 2024)

Son muchos, más de 16 millones, uno de cada tres españoles, que no entienden nada.  Se miran en el espejo y la imagen que les devuelve no es la suya. Tienen buen ánimo. salud y dinero, pero se ha instaurado un estereotipo sobre ellos de fragilidad y tristeza.

El filósofo José Luis Aranguren defendía que los medios de comunicación, la opinión publicada, son un espejo de la sociedad. Hoy la imagen que recibe la sociedad de los mayores de cincuenta y cinco años es muy diferente de la realidad. El espejo se ha roto y así lo sienten millones de mayores que no dan crédito a lo que ven. Cumplir años en nuestro país es una condena en el imaginario social que no se compadece con la realidad. Me explico.

Si pensamos en personas mayores inmediatamente nos viene a la cabeza obsolescencia tecnológica, enfermedad y miseria. Cuando lo cierto y verdad es que nunca en la historia de nuestro país los mayores han tenido mejor salud, más ingresos y más ganas de comerse el mundo. Hace unas semanas se conoció una nueva edición del barómetro de consumo sénior en la que se ha demostrado como el 78% de los mayores tienen una presencia activa en internet, 12 millones de internautas con canas que compran, se informan y socializan con amigos y familias en la red de redes. Cada año, desde hace cuatro, un millón más de mayores se digitalizan lo que llevará a cerrar la brecha digital en un lustro. Pero seguimos viendo a los mayores como incapaces de afrontar los cambios tecnológicos, vencidos por el progreso.

La misma encuesta explicaba que apenas van al médico porque se cuidan. El 79,7% van menos de una vez al mes a un centro sanitario y una mayoría cuida su alimentación y practica ejercicio físico. Muy coherente con el dato de que somos uno de los países del mundo con mayor esperanza de vida que ronda ya los ochenta y cinco años.  En cambio, la publicidad nos devuelve una imagen de mayores enfermos cuando no impedidos. Pero los gimnasios se abarrotan de mayores y es el grupo de edad que más ganas tiene de viajar.

Si hablamos ahora de su capacidad económica los datos vuelven a ser muy diferentes al mantra que se ha instalado sobre la precariedad de los mayores. Tienen casa en propiedad y pagada -qué sueño para el resto de generaciones-, dos ingresos en el hogar, lo que les lleva a poder ahorrar y ayudar generosamente a sus descendientes. Esta fortaleza en lo económico se ha trasladado en un optimismo abrumador de los mayores con su futuro con un 68% que cree que su situación será igual o mejor.

Por eso cada mañana al levantarse y ven ese espejo roto, piensan que la imagen que se refleja de ellos nada tiene que ver con lo que ellos sienten. Amanece un nuevo día y sin mirarse en ese cristal se lanzan a la calle con la idea en la cabeza de saber que viven en un país envidiado en todo el mundo por la calidad de vida de sus mayores.

Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

sábado, 4 de junio de 2022

Procastinar es morir antes (y gastar más)

(este artículo se publicó originalmente en The Conversation y en el diario El Correo y El Diario de Navarra el día 1 de junio de 2022)



La longevidad es uno de los grandes logros de nuestra era. Vivimos más años y con más salud. En este artículo vamos a exponer diversos estudios que demuestran que aquellas personas que no toman a tiempo determinadas decisiones de autocuidado, tienen una mayor probabilidad de morir antes que los que sí lo hacen.

Procrastinación es una palabra que viene del latín procrastinare (pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) y se utiliza para catalogar esas situaciones en las que se posterga una acción, algo que se puede convertir en un hábito. Retrasar actividades que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables, puede llevar al extremo de rozar la psicopatología. Cuando hablamos de cumplir años, procrastinar es empeñarse en no hacer ejercicio, fumar o no cuidar la dieta. Sin embargo, existen otros factores relevantes.

En 1978, los investigadores Russell, Peplau y Ferguson, desarrollaron, en la Universidad de California (UCLA), su famosa escala de soledad. Usada por servicios de salud y bienestar geriátrico de todo el planeta, esta herramienta evalúa la experiencia subjetiva de soledad en adultos en las facetas social, familiar y de pareja.

El vínculo de la soledad emocional con la aparición y agravamiento de enfermedades mentales, coronarias y neoplasias ha sido confirmado por la literatura científica. De forma resumida, investigaciones recientes apuntan a que las personas que se sienten más solas tienen entre un 20 y un 40 % más de posibilidades de fallecimiento prematuro. Pero no es igual para cualquier soledad: la soledad emocional es considerada la de mayor impacto. Algunos investigadores la definen como el número de personas a las que recurrir en una situación de emergencia. Si está por debajo de dos, se sufre una soledad que es mortífera.

Jubilarse pronto no es la solución. La actividad es positiva. Las investigaciones sobre las zonas azules del mundo (aquellos territorios en los que viven las personas más longevas) identificaron un patrón común en lugares tan dispares como Okinawa, Creta o Costa Rica. En todos ellos, los ancianos centenarios seguían muy activos en trabajos vinculados al campo, al mismo tiempo que su voz seguía siendo escuchada y respetada en la comunidad en la que vivían.

Luchar contra la procrastinación, la mejor política de salud pública

Un estudio reciente publicado en el British Medical Journal vincula el desarrollo de demencia senil con la aparición previa de cuadros de comorbilidad (cuando confluyen varias dolencias en el sujeto, como colesterol, triglicéridos o hipertensión). Basta retrasar un año la aparición de cuadros de comorbilidad en la franja de edad de entre 55 y 70 años para que disminuya un 4 % la probabilidad de desarrollar algún tipo de demencia senil.

Por tanto, actuaciones preventivas para mejorar la dieta, fomentar el ejercicio, reducir el tabaquismo y el alcoholismo, así como evitar la soledad no deseada y el estrés laboral, prolongarían la vida con salud y ahorrarían enormes gastos al sistema sanitario.

Los datos disponibles sobre la esperanza de vida predicen que cada vez habrá más personas centenarias. Mientras unos superarán el siglo, otros morirán prematuramente. Una llamativa dualidad en la que la varianza de la vida se irá agrandando.

Por eso no llama la atención el estudio Caminos de la personalidad hacia la mortalidad, realizado por un equipo de investigadores alemanes, irlandeses y americanos que llegan a la conclusión de que viven más años aquellos individuos con personalidades propensas al orden y a la organización.

Usando el modelo de los cinco factores de la personalidad, podríamos deducir que las personas perezosas y que retrasan sus decisiones mueren antes. Todo un reto para los poderes públicos, pero también para los involucrados en la educación de los, ojalá, futuros longevos.

 

Iñaki Ortega es profesor de Universidad Internacional de La Rioja

Miguel Usabel es profesor de Universidad Carlos III

jueves, 21 de abril de 2022

Autónomo, profesión de riesgo

 Este artículo se publicó originalmente en el blog Vida Silver de IFEMA el día 20 de abril de 2022


Prestigiosas investigaciones médicas han demostrado que aquellas personas con determinados trabajos tienen mayor probabilidad de morir. La novedad es que ya no son profesiones de riesgo los mineros, bomberos, policías o los marineros de barcos pesqueros sino el trabajo autónomo. La revista The Lancet publicó hace unos años un estudio sobre mortalidad y estrés laboral. Se vivirá menos años si sufres un estrés malo que definieron. A saber, primero ausencia de control, es decir que tu destino profesional no depende de cuestiones que están en tu mano sino de arbitrariedades externas. En segundo lugar, altos niveles de autoexigencia en el desempeño profesional. Finalmente, otros científicos han añadido precariedad laboral, es decir falta de estabilidad en tu puesto de trabajo a partir de los 50 años. Este es el cóctel que provoca el estrés mortal.

Un profesional por cuenta propia, cumple los tres tristes requisitos. Sus ingresos no dependen de él mismo sino de que tenga clientes. A su vez, un freelance ha de trabajar muchas horas durante muchos años para conseguir estabilidad en su facturación. Por último, a la vista de los datos del Mapa Talento Senior en España, es muy difícil trabajar a partir de los 55 años si no eres autónomo. Estas son las dramáticas cifras del informe citado: la población desempleada mayor de 55 años suma un total de 508.000 personas; esta cifra no ha dejado de crecer en la última década. El paro sénior casi se ha triplicado desde el año 2008 en España ya que los parados ese año eran 180.000 personas. Pero además la población desempleada mayor de 55 años que lleva más de dos años buscando empleo la componen 220.000 personas, que suponen el 43 % de todos los parados sénior. Casi la mitad de los séniores españoles en paro llevan más de dos años en esa situación. Si seguimos poniendo el zoom en estos números concluiremos que el trabajo autónomo en España crece conforme cumple años la población ocupada y en el colectivo sénior está mucho más presente. De media, uno de cada cuatro afiliados sénior a la Seguridad Social es autónomo, pero en algunos tramos supera el 50 %. Ser autónomo es la opción mayoritaria para seguir activo en los últimos años de vida laboral. Por necesidad o por oportunidad, los trabajadores autónomos en su mayoría serán canosos y cada año verán más lejos su retiro.

Pero no todo son malas noticias si trabajas por tu cuenta. Hace tiempo la conocida revista National Geographic publicó su famoso reportaje sobre las zonas azules del mundo o lo que es lo mismo sobre aquellos territorios en los que viven las personas más longevas que superan la centena de años. Estas regiones tienen un patrón común que merece la pena conocer. Los ancianos centenarios seguían muy activos en trabajos vinculados al campo, al mismo tiempo que su voz seguía siendo escuchada y muy respetada en la comunidad en la que vivían. El periodista que firmó la noticia encontró ese denominador común en lugares tan dispares como la isla japonesa de Okinawa, Creta en el Mediterráneo o Costa Rica en Centroamérica. Seguir trabajando da años de vida, es uno de los hallazgos.

También, el profesor titular de la Universidad Carlos III, el actuario Miguel Usabel, aporta otro dato para el optimismo de los autónomos. A raíz de un estudio realizado por un equipo de investigadores de varios países, se demuestra que viven más años aquellos profesionales con personalidades propensas al orden y a la organización. En cambio, las personas indolentes y que retrasan las decisiones mueren mucho antes. Estará de acuerdo el lector conmigo que es Imposible ser perezoso y desorganizado si eres trabajador por cuenta propia, porque te va la supervivencia económica en no serlo.

Yo también me atrevo a situar en esta imaginaria balanza entre ser o no ser autónomo el concepto definitivo que hará que el fiel gire a favor de los autoempleados. Es la economía plateada, también conocida como economía de la longevidad o silver economy para el mundo anglosajón. En palabras del Gobernador del Banco de España “nuestro país cuenta con una situación de partida privilegiada para competir en la provisión de servicios destinados a la población en tramos de edad avanzados —lo que se ha denominado silver economy-, tanto por nuestras especiales condiciones geográficas y culturales como por el patrón de especialización sectorial que hemos desarrollado en los últimos años. Aprovechar las nuevas oportunidades que se nos plantean exigirá ser ágiles - y perseguir continuas mejoras de calidad y eficiencia en la provisión de los bienes y servicios que una sociedad más envejecida demanda”. La lista de organismos internacionales que han identificado las oportunidades para una economía de una  nueva numerosa cohorte de personas mayores de 50 años, es inmensa; desde la OCDE o el Banco Mundial, Naciones Unidas o el BID. La propia Comisión Europea ha afirmado que es imposible encontrar un mercado en el que la oferta esté asegurada que aumente dos dígitos en la próxima década.

Si todavía no te he convencido, el informe para España del centro de investigación CENIE junto a Oxford Economics sitúa la economía plateada como la gran oportunidad para nuestro país, donde ya uno de cada tres euros de nuestra riqueza proviene de los seniors. Difícil encontrar un país del mundo en el que se den tantas circunstancias para liderar esta disciplina: el mejor clima, la mayor esperanza de vida, la apertura al exterior y un robusto sistema socio-sanitario. Pero, además, un resiliente tejido económico de autónomos y pymes con toda la motivación para ofrecer esos nuevos bienes y servicios desde España que necesitan la generación de las canas de todo el mundo

Iñaki Ortega es profesor de economía de la empresa en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y coautor del libro La Revolución de las Canas

 

domingo, 27 de febrero de 2022

La calculadora de la vida (y de la muerte)


(este artículo se publicó originalmente en el blog de la Fundación MAPFRE el día 24 de febrero de 2022)


Un consorcio de instituciones del conocimiento, liderado por el Instituto Max Planck, se ha atrevido a afirmar que las niñas que nacieron a partir de 2007 en el Reino Unido y Francia tendrán un cincuenta por ciento de probabilidades de superar los cien años. Es uno de los varios equipos investigadores que han llegado a la conclusión de que uno de cada dos niños europeos, alcanzarán los cien años.

Existen suficientes evidencias científicas como para apalancarse en ellas y por tanto construir una rudimentaria calculadora de la vida.  Introduciendo algunos sencillos datos, el aparato sería capaz de predecir cuántos años vivirás. En Madrid un equipo multidisciplinar de sanitarios y actuarios están diseñando un algoritmo con los datos acumulados del estudio de miles de expedientes médicos. Estos científicos han usado las curvas de supervivencia y fragilidad calibradas con modelos phase-type distribution, combinadas con variables médicas, asistenciales, socioeconómicas, laborales, psicológicas y antropológicas. De modo y manera que, con solo incluir una serie de hábitos para cada persona, infieren la probabilidad de que se llegue a centenario.

Aunque no tenga el valor científico del trabajo que acabo de mencionar, podemos construir ahora mismo nuestra propia calculadora vital, simplemente con un ánimo divulgativo. Todos empezaríamos en este experimento con una vida estimada de 82 años, solamente por el hecho de vivir en España. Qué buena noticia puesto que es la esperanza de vida más alta del mundo junto a la de Japón. Pero si metemos en la calculadora nuestro género, comienzan las sorpresas. Si eres hombre vivirás hasta los 81 pero si eres mujer hasta los 87 años. O si resido en Baleares alcanzaré los 83 frente a los 81 de Castilla La Mancha (datos del INE). Hasta ahora todo ha venido dado, lugar de residencia y sexo. Pero considerando una hipotética persona de 50 años que se cuida, hace ejercicio, no tiene estrés y no sufre de soledad, veamos cómo puede cambiar la duración de la vida, al adaptarlo a las circunstancias de cada uno.

Si metemos en la calculadora el dato de alimentación, por ejemplo, “como habitualmente con moderación sin saciarme” las probabilidades de llegar a ser centenario son de un 70%.  Pero si en la calculadora tecleo que tengo un trabajo de alta demanda que me genera mucho estrés, la probabilidad de llegar a los cien años se quedará en un 40%. Avanzamos en nuestro experimento toca responder a la pregunta del ejercicio físico diciendo que hago vida sedentaria. La calculadora te diría que ya tienes únicamente un 8% de probabilidades de superar la centena. Ahora la pregunta es sobre si soy hipertenso y respondo que me cuesta controlar mi tensión porque no me medico para ello, la máquina nos diría que tengo alta probabilidad de ni siquiera alcanzar la edad media de mi país (83 años). Malas noticias, ya no tengo al alcance ser centenario, sino que puedo morir antes que la media. Toca enfrentarse a la cuestión de la soledad y en el caso de señalar la respuesta “debo mejorar mi vida social”, el resultado sobreimpresionado en la pantalla es que con una probabilidad cercana al cien por cien moriré antes que la mayoría de los españoles.

Además de agradecer al equipo del profesor de la Universidad Carlos III -el actuario Miguel Usabel- que me haya cedido algunos datos para poder elaborar el párrafo anterior, conviene resaltar algunas conclusiones.  Es numerosa la literatura científica que demuestra el impacto de las decisiones que tomamos en la vida sobre la duración de esta. Por ejemplo, vivir en un lugar con contaminación acorta la existencia, pero hacer ejercicio moderado diariamente la alarga. La soledad -con la edad- genera un gran impacto en el acortamiento de la vida, pero también, conforme a las investigaciones del doctor José Antonio Corbalán, la práctica del ejercicio extremo o de alta competición. Tener un empleo rodeado de incertidumbre penaliza en tu esperanza de vida al igual que llegar a los cincuenta años con un trabajo precario. Vacunarse contra la gripe y vigilarse la diabetes alargan los años de vida frente a los que no lo hacen.

Los economistas estudiamos la teoría de la elección racional de las personas que ha desbordado nuestra disciplina para llegar a otras. Qué positivas consecuencias tendría también, visto lo visto, para la vida de las personas y para la salud financiera de nuestras instituciones, si elegimos adecuadamente a lo largo de nuestra existencia. No parece complejo optar por la vida saludable en un sentido amplio conociendo sus consecuencias. Estamos a tiempo.


Iñaki Ortega es consejero asesor del centro de investigación ageingomics la Fundación MAPFRE

jueves, 8 de abril de 2021

Territorios para la economía sénior

(este artículo se publicó originalmente el día 7 de abril de 2021 en el periódico El Heraldo de Aragón)

 

Hace un año la comunidad autónoma española de Aragón parecía el peor lugar de España para vivir si eras una persona mayor. Coincidiendo con la primera ola del coronavirus, los datos de residentes fallecidos a causa de la pandemia situaron a este territorio a la cabeza de las estadísticas. Cientos de miles de familias sufrieron, no solo el temor a morir por el virus, sino la angustia de pensar que vivir en Aragón era un demérito.

Hace un año también, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), encargó a un grupo multidisciplinar de investigadores entre los que me encuentro, un informe para analizar cómo evitar situaciones similares en los cuidados a las personas mayores. El informe que acaba de ver la luz fue promovido por la división de protección social y salud de este banco de desarrollo. Tras analizar una ingente cantidad de información sus conclusiones permiten tranquilizar a los aragoneses con familiares en las residencias. No obstante, deja claro que la cohorte de edad que más ha padecido el Covid-19 en términos de mortalidad ha sido la de los adultos mayores. Además, una gran mayoría de los fallecidos de esa edad, aquí pero también a lo largo y ancho del mundo, vivían en contextos institucionales. El impacto de la pandemia ha puesto de manifiesto, a su vez, una preocupante discriminación (edadismo) en la gestión de la alarma sanitaria y una fragilidad de los sistemas de cuidados. Además, se han identificado los principales elementos a mejorar en la gestión de este tipo de crisis, así como una serie de buenas prácticas en cuatro áreas: servicios residenciales, recursos humanos, apoyo emocional y actuaciones en el ámbito comunitario y cooperativo. Por último, se han sistematizado recomendaciones para avanzar hacia un sistema de cuidados centrado en la persona.

Entre estas últimas hay una en la que la capital de Aragón, Zaragoza, se sitúa a la cabeza de España y que conviene que se conozca. A saber, el informe del organismo internacional habla de “mejorar los ambientes urbanos, la accesibilidad, la movilidad y la vivienda para aumentar la autonomía de las personas mayores”. Este consejo apunta a fomentar la “amigabilidad” en los municipios para integrar a las personas mayores en la vida social y comunitaria. El movimiento Age Friendly Cities and Communities, promovido desde la Organización Mundial de la Salud, que actualmente aglutina a más de 1.000 ciudades de todo el mundo, es una excelente herramienta de cohesión social en relación con la edad y la dependencia, que durante demasiado tiempo han estado al margen de los mensajes de promoción del envejecimiento saludable.

Aunque no se sepa suficientemente, Zaragoza fue pionera en España a la hora de intregrarse en esa red internacional y lo que es más importante en comprometerse con actuaciones concretas para ser amigable con los mayores. Hace unas semanas así lo reconoció el Centro de Investigación Ageingnomics que seleccionó a Zaragoza como el municipio español de referencia en sus políticas para con los adultos mayores. En esta decisión, avalada por Deusto Business School y la Fundación MAPFRE se tuvieron en cuenta algunas actuaciones que el alcalde Jorge Azcón ha promovido en su mandato. En primer lugar, inversiones para la rehabilitación urbana pensando en la diversidad generacional que incluyen mejoras en los barrios y ayudas para rehabilitar viviendas que harán posible el anhelo de los mayores, creciente tras la pandemia, de seguir viviendo en sus casas. En segundo lugar, la adaptación de la ordenanza de accesibilidad como herramienta para que las personas mayores puedan desplazarse con mayor autonomía y seguridad. Aceras más anchas, mejor transporte público, más zonas de sombra, pero también menos trabas para que la dependencia –a la que todos llegaremos- para no renunciar a vivir en tu ciudad. Por último, cada vez más estudios demuestran que el distanciamiento físico necesario para reducir el contagio en la pandemia se convirtió en distanciamiento social y consecuentemente en soledad para muchas personas mayores, con graves efectos en la salud mental y el deterioro cognitivo. Esa soledad no deseada dificulta que dispongan de un ocio activo y que puedan participar en iniciativas colaborativas, como es el voluntariado. El alcalde anunció en su conferencia que se van a promover prestaciones mayores con programas como la extensión del servicio de comedor y las actividades de ocio activo para los usuarios de los centros de mayores.

Zaragoza y Aragón despiertan de la pesadilla de la pandemia con un reto en el horizonte. Los servicios para las personas mayores son una fuente ingente de generación de empleo y una oportunidad económica para los territorios que tomen las decisiones adecuadas desde el ámbito público y privado. Todas las previsiones indican que el número de adultos mayores aumentará considerablemente en los próximos años y con ello se multiplicarán necesidades inéditas que han de obtener respuestas con nuevos bienes y servicios, en el ámbito de la conocida como la economía sénior


Iñaki Ortega es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Ha dirigido el informe “Fragilidad de las instituciones de cuidado a la vejez ante el Covid 19” promovido por el BID.


martes, 24 de octubre de 2017

Ageingnomics. La economía del envejecimiento

(este artículo se publicó originalmente en el diario ABC el domingo 22 de octubre de 2017)

En castellano pero también en la lengua inglesa, conseguir una nueva palabra a partir de la unión de dos o más palabras ya existentes, es un procedimiento morfológico muy común. Si coordinamos dos lexemas para crear un neologismo estaremos usando la técnica de composición lingüística. Gracias a esa técnica los idiomas se enriquecen ya que incorporan vocablos que explican fenómenos inéditos. 

En economía las palabras compuestas han sido usadas profusamente por teóricos y divulgadores para explicar situaciones excepcionales y nuevas con importantes consecuencias para esa ciencia social. Tras décadas de estancamiento económico, Japón, emprendió en el año 2012 coincidiendo con el segundo mandato del primer ministro Shinzo Abe una nueva política económica basada en tres pilares: estímulos fiscales, reformas estructurales y política monetaria expansiva. Los buenos resultados conseguidos por Abe llevaron a acuñar el término Abenomics para explicar su apuesta por el crecimiento. La hetedorodoxa actuación en clave económica del presidente Trump lesionando el libre comercio y apoyando rebajas fiscales ha llevado también a que cada vez más se use el neologismo Trumpnomics. Pero el fenómeno no es reciente. El siglo pasado en la crisis de los dragones asiáticos, no fueron pocos los analistas que coincidieron en denunciar la obscena acumulación de riqueza de empresarios cercanos, por familia o amistad, a los oligarcas de Taiwán o Malasia. La llamada economía de los amiguetes dio lugar al término en inglés cronynomics, síntoma de la corrupción económica también en países como Rusia o Argentina. De hecho la revista The Economist pública habitualmente un índice sobre este “capitalismo de amigos” a lo largo y ancho del mundo.

En mayo de este año con motivo de la celebración de la conferencia TEDx en la sede de la Universidad de Deusto en Madrid, expertos directivos y académicos, disertaron sobre los retos del envejecimiento para la sociedad, en aspectos tan diferentes como las prestaciones sociales, los nuevos nichos de empleo o la tecnología. El Presidente de Mapfre, Antonio Huertas, presente en ese acto, y seguramente inspirado por lo escuchado, publicó en agosto un artículo en El País con el sugerente título de La economía del envejecimiento. En las líneas que desarrollaban su reflexión mencionó la nueva palabra ageingnomics como resumen de una nueva economía que estaba por llegar en la que aparecerían muchas y nuevas oportunidades fruto del alargamiento de la vida siempre que nos prepararemos para ello, en caso contrario las expectativas no sería muy halagüeñas.

Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida al nacer a nivel global ha venido creciendo desde 1950 a un ritmo de más de tres años por cada década. A partir del año 2000 se ha incrementado en una media de cinco años. La mayor esperanza de vida en el mundo la tiene Japón con 83,7 años siendo España es el segundo país más longevo de Europa con 82,8 años.  Junto con el aumento de la esperanza de vida, se observa que cada vez un mayor número de personas alcanzan edades extremas. Las distintas líneas de investigación abiertas en el terreno de la genética y de la biotecnología podrían derivar en un cambio disruptivo que prolongue la vida humana más allá de los límites concebibles en estos momentos. Esto es algo que nadie puede descartar y que induce un alto grado de incertidumbre en toda esta situación. 

El aumento de la esperanza de vida implica, sin duda, buenas noticias para el género humano. Sin embargo no son pocos expertos los que creen que estos nuevos  patrones tienen efectos en el funcionamiento económico y, en última instancia, en la dinámica de crecimiento de la economía. Las consecuencias pueden ser buenas, por ejemplo porque se ampliará no solo el tiempo promedio de vida de los individuos, sino que extenderá igualmente su capacidad creadora y, con ella, la posibilidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. Pero por otro lado la velocidad en la que se materializan las mejoras en la esperanza de vida es mayor que la velocidad con la que la estructura económica se modifica y adapta. Ello significa que ante un escenario de rápido aumento de la longevidad, sus consecuencias  puedan ser difícilmente internalizadas por el sistema económico con las consecuencias que ello pueden tener sobre los patrones de ingreso, consumo y ahorro, primero a nivel microeconómico y, en última instancia, en el plano macroeconómico.

Ageingnomics resume una forma de afrontar el reto del envejecimiento según la cual los efectos producidos por el alargamiento de la vida podrían más que compensar los efectos negativos y propiciar un estímulo al crecimiento económico. Son cuatro las fuerzas que podrían hacer que la mayor esperanza de vida pueda llegar a convertirse en un factor positivo para el desempeño de la actividad económica.  A saber, el envejecimiento poblacional implicaría necesariamente una ampliación del período de vida laboral y, con este, un aumento en la inversión en capital humano. A partir de esa premisa, los patrones de consumo e inversión conllevarían un incremento de esas variables generando, por una parte, un mayor retorno de los ahorros (durante el período de retiro) y, por la otra, un efecto positivo sobre la productividad de la economía y el nivel total de producto. De igual forma, la mayor inversión en capital humano produciría un incremento del volumen de trabajo efectivo en la economía, incidiendo positivamente sobre el nivel del producto. Además la extensión de la vida laboral debiera producir una mayor satisfacción personal y, con ella, una mayor transferencia de la experiencia laboral acumulada, afectando positivamente a la productividad. Sin olvidar, por último, que la aparición de un nuevo modelo social, con personas cada vez más longevas, propiciará la aparición de nuevas industrias vinculadas al ocio y la salud, que bien aprovechadas por emprendedores pueden generar importantes oportunidades económicas para los territorios que apuesten por ello. Esta visión tan optimista es imprevisible al igual que esos negros augurios que en demasiados ocasiones leemos. Todos ellos son hechos inéditos como el propio término ageingnomics pero, sin duda,  merecen la pena ser escuchados y estudiados.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School


Fernando Mata es director general de Mapfre

sábado, 29 de agosto de 2015

Omega 3

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico Ideal de Granada el día 28 de agosto de 2015)

Este verano estamos viendo como algunos conceptos que pensábamos ya caducos han vuelto a resurgir en campos tan variopintos como las relaciones internacionales, la política y la economía. La construcción de ‎empalizadas en «países avanzados» como Francia y Hungría para repeler la llegada de inmigrantes. El «cinturón sanitario» que impide pactar con el partido más votado en España y que en cambio ve lícito acordar con quienes son tibios con el terrorismo. O aquellos q se empeñan en querer cerrar plataformas colaborativas que hacen más económico y ecológico el transporte como blablacar, son solo algunos ejemplos de esta vuelta a soluciones ya obsoletas.

Estos días también se ha hecho público un estudio científico que pone en duda las propiedades medicinales de un ácido graso, bien conocido por todos los lectores, como es el omega-3. La investigacion  no ha conseguido demostrar que, famosos y publicitados suplementos alimenticios con omega-3, ayuden a mejorar las funciones cognitivas. Es verdad que los tejidos como el cerebro, la retina y las membranas que unen las neuronas, llamados sinapsis, reaccionan favorablemente a este ácido graso optimizando la transmisión de órdenes de información en el sistema nervioso. Pero para el profesor de nutrición en Harvard, Dr Hu,  consumir alimentos que tienen esa vitamina hace que las conexiones entre las neuronas mejoren y por tanto podamos disfrutar,  por ejemplo, de efectos positivos en nuestra memoria. Eso sí, nada de suplementos sino mejor consumirlo directivamente de alimentos que poseen como el pescado.

No es extraño para los asuntos económicos. Conforme a las investigaciones del fenómeno del emprendimiento, el omega-3 que hace avanzar las sociedades son los emprendedores. Desde 1910, con Schumpeter, se ha estudiado como la capacidad de innovación de los emprendedores es la que hace avanzar a los países. El economista americano Audretsch en este sentido afirma que el conocimiento científico o técnico no se convierte automáticamente en innovaciones comercializadas en los mercados. Hace falta que existan emprendedores capaces de transformar el conocimiento en innovaciones, traduciendo y difundiendo las potencialidades prácticas de los hallazgos científicos a través de una nueva empresa. Por tanto cuanto mayor sea la proporción  de esas personas que hacen de “filtro del conocimiento”, mayor será la tasa de innovación y crecimiento.

Pero volviendo a la actualidad veraniega y el déjà vu de otros tiempos que pensábamos ya desterrados, el denominador común de esas tres noticias es, como diría un paisano, «poner puertas al campo»‎. En este sentido, hace unos meses en Madrid el almirante retirado de los Estados Unidos de América, James G. Stavridis, finalizó su conferencia sobre terrorismo islámico con la siguiente afirmación “los muros no dan seguridad, solo los puentes”. Para el militar americano que luchó en la guerra del Golfo, el mundo que viene necesita de grandes dosis de lo que él llamó soft power y que podemos traducir como una nueva formar de gestionar los conflictos con el diálogo y la razón. Esos puentes, ese nuevo poder, esa capacidad de unir que, al parecer, propicia el aceite graso que da título a este artículo.

El omega-3, sin necesidad de recurrir a productos artificiales con etiqueta que alardean de ello, se
encuentra en grandes proporciones en un pescado azul como el arenque que consumen con afición en Dinamarca. La tierra donde nacieron los juguetes LEGO, que casi dobla el PIB per cápita español,  ha vuelto a demostrarnos en sus recientes elecciones que los cambios políticos, del centro izquierda al centro derecha pero sin mayorías absolutas desde 1909, no alterarán lo más importante: el respeto al adversario, ‎la confianza en un sistema que ha traído prosperidad y la necesidad de ceder para avanzar.

Por ello y visto lo visto, parece que habrá que recetar para los próximos tiempos mucho pescado azul con omega-3 no sólo a empresarios, políticos y jueces, sino a todos los españoles  y  así conseguir más acuerdos, más diálogo, menos exclusiones y más confianza en nuestro futuro.



Iñaki Ortega es director de Deusto Business School en Madrid


Carlos Rojas es portavoz del PPA en el Parlamento Andaluz