jueves, 8 de abril de 2021

Territorios para la economía sénior

(este artículo se publicó originalmente el día 7 de abril de 2021 en el periódico El Heraldo de Aragón)

 

Hace un año la comunidad autónoma española de Aragón parecía el peor lugar de España para vivir si eras una persona mayor. Coincidiendo con la primera ola del coronavirus, los datos de residentes fallecidos a causa de la pandemia situaron a este territorio a la cabeza de las estadísticas. Cientos de miles de familias sufrieron, no solo el temor a morir por el virus, sino la angustia de pensar que vivir en Aragón era un demérito.

Hace un año también, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), encargó a un grupo multidisciplinar de investigadores entre los que me encuentro, un informe para analizar cómo evitar situaciones similares en los cuidados a las personas mayores. El informe que acaba de ver la luz fue promovido por la división de protección social y salud de este banco de desarrollo. Tras analizar una ingente cantidad de información sus conclusiones permiten tranquilizar a los aragoneses con familiares en las residencias. No obstante, deja claro que la cohorte de edad que más ha padecido el Covid-19 en términos de mortalidad ha sido la de los adultos mayores. Además, una gran mayoría de los fallecidos de esa edad, aquí pero también a lo largo y ancho del mundo, vivían en contextos institucionales. El impacto de la pandemia ha puesto de manifiesto, a su vez, una preocupante discriminación (edadismo) en la gestión de la alarma sanitaria y una fragilidad de los sistemas de cuidados. Además, se han identificado los principales elementos a mejorar en la gestión de este tipo de crisis, así como una serie de buenas prácticas en cuatro áreas: servicios residenciales, recursos humanos, apoyo emocional y actuaciones en el ámbito comunitario y cooperativo. Por último, se han sistematizado recomendaciones para avanzar hacia un sistema de cuidados centrado en la persona.

Entre estas últimas hay una en la que la capital de Aragón, Zaragoza, se sitúa a la cabeza de España y que conviene que se conozca. A saber, el informe del organismo internacional habla de “mejorar los ambientes urbanos, la accesibilidad, la movilidad y la vivienda para aumentar la autonomía de las personas mayores”. Este consejo apunta a fomentar la “amigabilidad” en los municipios para integrar a las personas mayores en la vida social y comunitaria. El movimiento Age Friendly Cities and Communities, promovido desde la Organización Mundial de la Salud, que actualmente aglutina a más de 1.000 ciudades de todo el mundo, es una excelente herramienta de cohesión social en relación con la edad y la dependencia, que durante demasiado tiempo han estado al margen de los mensajes de promoción del envejecimiento saludable.

Aunque no se sepa suficientemente, Zaragoza fue pionera en España a la hora de intregrarse en esa red internacional y lo que es más importante en comprometerse con actuaciones concretas para ser amigable con los mayores. Hace unas semanas así lo reconoció el Centro de Investigación Ageingnomics que seleccionó a Zaragoza como el municipio español de referencia en sus políticas para con los adultos mayores. En esta decisión, avalada por Deusto Business School y la Fundación MAPFRE se tuvieron en cuenta algunas actuaciones que el alcalde Jorge Azcón ha promovido en su mandato. En primer lugar, inversiones para la rehabilitación urbana pensando en la diversidad generacional que incluyen mejoras en los barrios y ayudas para rehabilitar viviendas que harán posible el anhelo de los mayores, creciente tras la pandemia, de seguir viviendo en sus casas. En segundo lugar, la adaptación de la ordenanza de accesibilidad como herramienta para que las personas mayores puedan desplazarse con mayor autonomía y seguridad. Aceras más anchas, mejor transporte público, más zonas de sombra, pero también menos trabas para que la dependencia –a la que todos llegaremos- para no renunciar a vivir en tu ciudad. Por último, cada vez más estudios demuestran que el distanciamiento físico necesario para reducir el contagio en la pandemia se convirtió en distanciamiento social y consecuentemente en soledad para muchas personas mayores, con graves efectos en la salud mental y el deterioro cognitivo. Esa soledad no deseada dificulta que dispongan de un ocio activo y que puedan participar en iniciativas colaborativas, como es el voluntariado. El alcalde anunció en su conferencia que se van a promover prestaciones mayores con programas como la extensión del servicio de comedor y las actividades de ocio activo para los usuarios de los centros de mayores.

Zaragoza y Aragón despiertan de la pesadilla de la pandemia con un reto en el horizonte. Los servicios para las personas mayores son una fuente ingente de generación de empleo y una oportunidad económica para los territorios que tomen las decisiones adecuadas desde el ámbito público y privado. Todas las previsiones indican que el número de adultos mayores aumentará considerablemente en los próximos años y con ello se multiplicarán necesidades inéditas que han de obtener respuestas con nuevos bienes y servicios, en el ámbito de la conocida como la economía sénior


Iñaki Ortega es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Ha dirigido el informe “Fragilidad de las instituciones de cuidado a la vejez ante el Covid 19” promovido por el BID.


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