(este artículo fue publicado originalmente en el periódico Ideal de Granada el día 28 de agosto de 2015)
Este verano estamos viendo como
algunos conceptos que pensábamos ya caducos han vuelto a resurgir en campos tan
variopintos como las relaciones internacionales, la política y la economía. La
construcción de empalizadas en «países avanzados» como Francia y Hungría para
repeler la llegada de inmigrantes. El «cinturón sanitario» que impide pactar
con el partido más votado en España y que en cambio ve lícito acordar con
quienes son tibios con el terrorismo. O aquellos q se empeñan en querer cerrar
plataformas colaborativas que hacen más económico y ecológico el transporte
como blablacar, son solo algunos
ejemplos de esta vuelta a soluciones ya obsoletas.
Estos días también se ha hecho
público un estudio científico que pone en duda las propiedades medicinales de
un ácido graso, bien conocido por todos los lectores, como es el omega-3. La
investigacion no ha conseguido demostrar
que, famosos y publicitados suplementos alimenticios con omega-3, ayuden
a mejorar las funciones cognitivas. Es verdad que los tejidos como el cerebro,
la retina y las membranas que unen las neuronas, llamados sinapsis, reaccionan
favorablemente a este ácido graso optimizando la transmisión de órdenes de
información en el sistema nervioso. Pero para el profesor de nutrición en
Harvard, Dr Hu, consumir alimentos que
tienen esa vitamina hace que las conexiones entre las neuronas mejoren y por
tanto podamos disfrutar, por ejemplo, de efectos positivos en nuestra
memoria. Eso sí, nada de suplementos sino mejor consumirlo directivamente de
alimentos que poseen como el pescado.
No es extraño para los asuntos
económicos. Conforme a las investigaciones del fenómeno del emprendimiento, el
omega-3 que hace avanzar las sociedades son los emprendedores. Desde 1910, con
Schumpeter, se ha estudiado como la capacidad de innovación de los
emprendedores es la que hace avanzar a los países. El economista americano
Audretsch en este sentido afirma que el conocimiento científico o técnico no se
convierte automáticamente en innovaciones comercializadas en los mercados. Hace
falta que existan emprendedores capaces de transformar el conocimiento en
innovaciones, traduciendo y difundiendo las potencialidades prácticas de los
hallazgos científicos a través de una nueva empresa. Por tanto cuanto mayor sea
la proporción de esas personas que hacen
de “filtro del conocimiento”, mayor será la tasa de innovación y crecimiento.
Pero volviendo a la actualidad
veraniega y el déjà vu de otros
tiempos que pensábamos ya desterrados, el denominador común de esas tres noticias
es, como diría un paisano, «poner puertas al campo». En este sentido, hace
unos meses en Madrid el almirante retirado de los Estados Unidos de América,
James G. Stavridis, finalizó su conferencia sobre terrorismo islámico con la
siguiente afirmación “los muros no dan seguridad, solo los puentes”. Para el
militar americano que luchó en la guerra del Golfo, el mundo que viene necesita
de grandes dosis de lo que él llamó soft
power y que podemos traducir como una nueva formar de gestionar los
conflictos con el diálogo y la razón. Esos puentes, ese nuevo poder, esa
capacidad de unir que, al parecer, propicia el aceite graso que da título a
este artículo.
El omega-3, sin necesidad de
recurrir a productos artificiales con etiqueta que alardean de ello, se
encuentra en grandes proporciones en un pescado azul como el arenque que
consumen con afición en Dinamarca. La tierra donde nacieron los juguetes LEGO,
que casi dobla el PIB per cápita español, ha vuelto a demostrarnos en sus
recientes elecciones que los cambios políticos, del centro izquierda al centro
derecha pero sin mayorías absolutas desde 1909, no alterarán lo más importante:
el respeto al adversario, la confianza en un sistema que ha traído prosperidad
y la necesidad de ceder para avanzar.
Por ello y visto lo visto, parece
que habrá que recetar para los próximos tiempos mucho pescado azul con omega-3
no sólo a empresarios, políticos y jueces, sino a todos los españoles y
así conseguir más acuerdos, más diálogo, menos exclusiones y más confianza
en nuestro futuro.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School en Madrid
Carlos Rojas es portavoz del PPA
en el Parlamento Andaluz
Mucho más fácil tomarse una pastilla que intentar cambiar hábitos de alimentación o de ejercicio.
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