(este artículo se publicó originalmente el día 27 de noviembre de 2017 en el diario La Información dentro de la columna #serendipias)
La información digital que existe en el
mundo es muchísima, casi infinita. De hecho, se habla de que cada
año generaramos más contenidos que todos los que se habían creado
hasta ese momento en toda la historia. Recientemente, unos científicos se
atrevieron a poner negro sobre blanco cuánta información hay
disponible. Para estos expertos son varios zettabytes. Si no sabes qué
es un zettabyte no pasa nada, simplemente quédate con que es sinónimo de
alta capacidad. La serendipia aparece porque el prefijo de los zettabytes
-zetta- coincide con el nombre con el que se conoce a la cohorte de chicos y
chicas educados con internet en sus hogares. Es decir la llamada generación z,
los nacidos a partir de 1994, fecha consensuada por los informáticos como el
inicio del internet moderno.
Se les llame «generación z» también por
pura casualidad, no porque haya un sesudo análisis detrás. Lisa y llanamente
porque son el grupo de edad que siguió a los «millennials» o «generación y»,
los que nacen en los años 80. Y se les conoce así porque antes hubo otro grupo
de edad, los que ven la luz en los años 70, que tenían un comportamiento
tan incomprensible que un escritor canadiense, Douglas Coupland, les bautizó en
un libro como la «generación x», precisamente por ser toda una incógnita para
sus coetáneos.
Un bit es un dígito del sistema de numeración binario, es decir un 1 o un 0, sobre
el que se basa lo que hoy conocemos como computación. Pronto los bits
dejaron de usarse por el crecimiento de las capacidades de los ordenadores y
fueron sustituidos por los bytes que son combinaciones de ocho bits.
Lo anterior nos permite llegar a definir un zettabyte que no es más
que 1 byte seguido de 21 ceros. Está demostrado que a partir de
cierta cantidad de ceros nuestra mente es incapaz de poner en perspectiva
una cifra tan elevada. Si no entendemos los zettabytes pero en cambio sí
dominamos la ciencia, estaremos en disposición de entender a estos
otros zetas, la generación z.
«Nunca consideres el estudio como una
obligación, sino como una oportunidad para entrar en el mundo del
saber.» La frase, atribuida al científico alemán Albert Einstein,
no fue nunca tan cierta como con la generación que ha dejado antiguos a
los famosos millennials. Los chicos y
chicas que hoy tienen veinte años no han considerado la tecnología como una
asignatura, a diferencia de los que superamos la treintena. Para ellos, los
conocimientos técnicos en programación, por citar un ejemplo, no suponen
una obligación, sino una expresión del mundo en el que se desenvuelven
desde que tienen uso de razón. Sin entender esas cuestiones no
podrían moverse con la soltura con la que lo hacen en el mundo
digital.
Si quieres entenderlos has de hablar su
idioma, y su idioma es la tecnología o, lo que es lo mismo, la ciencia.
Porque, como nos recuerda el dirigente español de IBM, Juan Antonio
Zufiría, hoy viven el 99% de todos los científicos de la historia de la
humanidad o tiene más tecnología un coche fabricado en 2015 para que
conduzcan jovencitos con su carnet recién sacado que el propio Apolo 11, que
consiguió alunizar en 1969. Por no mencionar que cualquier chico de
la generación z tiene en su smartphone más capacidad de computación
que todos los ordenadores que permitieron a los rusos lanzar el satélite
Sputnik al espacio.
Los tecnólogos insisten en que
entre 2030 y 2050 la ficción se hará realidad y la inteligencia artificial
superará al ser humano. Como nos recuerda Shushanik Papanyan, la automatización
está penetrando en actividades tan humanas como el razonamiento o la
percepción, desplazándose, por tanto, desde el sector manufacturero
al de servicios. El blockchain
dejará sin trabajo a los notarios. Los chatbots
están ya vaciando de personal los departamentos de atención al público.
La impresión aditiva cambiará la vida de las factorías y el hacking exige jubilar a
muchos policías y jueces para hacer frente con garantías al cibercrimen.
El big data reinventará el marketing
y la forma de fidelizar a clientes.
Por ello quédate con que zettabytes es
una medida para almacenar datos y que además sus primeras letras son el
apelativo con el que se conoce a una nueva generación. Ambos, esa medida y esos
jóvenes, son sinónimos de altas capacidades y no se explican sin la importancia
de la ciencia. Así que nada de tirar esos viejos manuales de álgebra que acumulan
polvo en tu armario porque son más necesarios que nunca.
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