(este artículo se publicó originalmente en la revista Corresponsables en el mes de diciembre de 2017)
El informe Global Entrepreneurship Monitor -la red
de investigadores del fenómeno emprendedor más potente del mundo-, constata
en su informe para España que los emprendedores se están configurándose como
una palanca de empleo, desarrollo y prosperidad. Frente a los que durante
demasiados años sugerían que los emprendedores retardaban la actividad
económica porque eran menos eficientes y estaban fuera de la actividad
innovadora por falta de recursos, hoy nadie duda de los beneficios que reportan
a la sociedad los emprendedores. Ha hecho falta quizás la irrupción en la
agenda mundial de disruptivas startups en sectores como
el turismo, el trasporte o la automoción. Pero en nuestros días, en España, es
una realidad que la iniciativa emprendedora es el vehículo por el cual las
ideas más innovadoras son implementadas. La explicación de este auge tiene su
base en la globalización que ha hecho migrar la ventaja competitiva hacia
actividades basadas en el conocimiento. También los cambios tecnológicos
han reducido el papel de las economías de escala, aumentado la competencia en
los mercados y mejorando la capacitación de los agentes económicos, lo que ha
beneficiado a la pequeña iniciativa empresarial. Y por último, las nuevas
generaciones de millennials que no están dispuestos a
malgastar su vida trabajando para otros en proyectos que no les ilusionan, han
encontrado en el emprendimiento su válvula de escape.
La literatura
económica ha incorporado el concepto de ecosistema desde la biología para
explicar las características de los territorios más dinámicos. Los países
con ecosistemas emprendedores egresan continuamente nuevas empresas con
capacidad de crecer y crear empleos, innovando en bienes, servicios y
modelos de negocio. Y lo hacen porque los gobiernos, instituciones de
conocimiento y grandes empresas orquestan sus actuaciones para conseguir
más actividad emprendedora en el país.
Pero
para que en nuestro país no se quede este fenómeno en una efímera moda es
preciso tener en cuenta las
siguientes cuestiones. Los poderes públicos en España tienen todavía una
magna tarea por delante para avanzar en la transición hacia una auténtica
economía emprendedora. Lo cual pasa no tanto por crear más programas públicos
como por conseguir alinearlos en sus objetivos y coordinarlos en su ejecución.
Se necesitan programas integrales, público-privados e insistentes frente a la
provisión de servicios concretos o las ayudas coyunturales. Por ello disponer
de mecanismos de evaluación para conocer el retorno de las políticas y su
comparación con las mejores prácticas internacionales se hace indispensable.
Las grandes empresas y la sociedad en su conjunto también deben hacer su parte;
a las primeras les corresponde integrar este colectivo no solo dentro de sus
planes de responsabilidad social, sino también en el seno de su misma
estrategia corporativa a través de fórmulas innovación abierta. La sociedad,
por su parte, debe desterrar definitivamente viejos estereotipos que aún pesan
sobre los empresarios y otorgar al emprendedor una consideración social acorde
al importante papel que desempeña en la economía.
A su
vez cualquier programa de fomento en materia de emprendimiento ha de
fortalecer el ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes.
Actuar buscando el rédito a corto plazo y el protagonismo unilateral es
síntoma de que no se está respetando ese equilibrio, lo que conduce al
error de sustituir el ecosistema por un egosistema.
La
persistencia y creación de grandes infraestructuras para la innovación
desconectadas de los emprendedores y sus necesidades. La sobreactuación
gubernamental sin el mínimo análisis previo motivada por la agenda
política o económica. El autismo de las grandes empresas a la hora de
colaborar en sus programas de emprendimiento corporativo. La inexistencia
de una gran fundación público-privada de ámbito nacional que permita que
los jóvenes más brillantes aspiren a emprender globalmente. La utopía de
disponer de una auténtica unidad de mercado es también otro ejemplo de actuaciones
en contra del ecosistema, como todos los anteriores.
Porque
las personas con ideas están cada vez más presentes en las agendas de las
instituciones y los medios de comunicación he querido titular este artículo Bienvenida
la moda de emprender. Ciertamente la visibilización del fenómeno y de sus
conexiones con el desarrollo económico y social es la primera condición para
impulsar este talento en la buena dirección. Sin embargo, de todos depende que
esta política pública no quede en algo pasajero como la primera acepción de la
palabra moda lleva implícito, sino, muy al contrario, que perduren y se
generalicen las mejores prácticas en este terreno. No en vano, la cuarta
acepción de moda en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
esa que procede de la estadística y las ciencias sociales, se refiere al “valor
que aparece con mayor frecuencia en una serie de medidas”.
Iñaki
Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la Universidad
Internacional de La Rioja –UNIR-
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