(este artículo se publicó originalmente el día 6 de junio de 2021 en el suplemento Actualidad Económica del periódico El Mundo)
Alipay es
la plataforma de pagos de Alibaba, el gigante chino del comercio electrónico,
pero también es la punta de lanza de más de 20.000 fintechs que están
poniendo en jaque a las entidades financieras. Un auténtico tsunami en el que
las finanzas occidentales han de optar entre quedarse en sus “playas” jugando a
castillos de arena con los famosos sandboxes o surfear la “ola gigante”
de la disrupción.
Siguiendo
al especialista en venture capital, Joaquín Sanz-Berrioategortúa, los
resultados anuales de Alibaba en el año fiscal 2020 impresionan. Obtuvo 71.985
millones de dólares de ingresos y un beneficio neto de 21.080 millones de
dólares, con un aumento anual del 62% en el primer caso y del 86% en el
segundo. Su plataforma de pagos, Alipay controla el 70% del mercado de pagos
móviles en China. Su ambición de convertirse en un gigante financiero le ha
llevado a abrirse camino internacionalmente a golpe de talonario. En enero del
2018 pagó 880 millones de euros por MoneyGram, el líder de las remesas en
Estados Unidos. También ha invertido en la fintech india Paytm, la tailandesa
Ascent Money y la surcoreana Kakao Pay. La guinda de toda esta estrategia corporativa
iba a ser la salida a bolsa, la más grande de la historia, con un importe total
de 270.000 millones de euros, pero el estado chino ha paralizado esta operación
además de propiciar un relevo del CEO. La decisión sólo se explica por el temor
del gobierno chino a perder el control ante el gigante.
Alibaba
junto a Baidu, Tencent, conocidas como las BAT por sus siglas, son un buen
ejemplo de la innovación financiera con origen en China. Estamos acostumbrados
a tener a Occidente como referente mundial, pero para entender esta revolución
hemos de comenzar mirando hacia el Este. Su laxa regulación favorece la
incursión de las grandes tecnológicas chinas en los servicios financieros
mientras que en Europa celebramos que hemos empezado a jugar a “castillos de
arena” con los sandboxes promovidos por las autoridades nacionales.
Volviendo a
Alibaba, los pagos a través de Alipay son su negocio fundamental en esta
industria, pero al mismo tiempo está creciendo rápidamente en áreas que van
desde la gestión de activos hasta los préstamos pasando por los seguros puesto
que conforme afirma el doctor en economía Sanz-Berrioategortúa cuenta con una
base inmejorable de 960 millones de usuarios y 225 millones de operaciones que
realiza diariamente. De hecho, hoy en el grupo financiero de Alibaba nos
encontramos plataformas de servicios a través de la cual sus usuarios pueden
desde pedir un taxi o gestionar su patrimonio pero también servicios de
inversión personalizados y hasta sistemas de calificación de riesgos, seguros
médicos, bancos digitales para autónomos que conceden préstamos en tres minutos
o créditos sin intereses para jóvenes.
Resulta
apabullante el vendaval de servicios de Alibabá, sin embargo, este gigante chino
no es más que la punta del iceberg de la nueva industria fintech. El término
fintech procede de las palabras en inglés finance y technology, y
hace referencia a todas aquellas actividades que implican el empleo de la
innovación y los desarrollos tecnológicos para el diseño, oferta y prestación
de productos y servicios financieros. Las fintechs han llegado para
quedarse. Actualmente representan alrededor del 5% del negocio bancario, pero
su crecimiento está siendo muy rápido (49% anual según Morgan Stanley). Estas
nuevas empresas aportan innovación, movilidad y una mejor experiencia de
usuario. Son muchas las expresiones de este nuevo sector desde el
asesoramiento y gestión patrimonial, pasando por las finanzas personales y por
supuesto las criptomonedas.
A
principios de 2021 Jack Ma, el fundador de Alibaba tachó las normativas
financieras de obsoletas y demasiado reacias a tomar riesgos. Se atrevió a
tildar los acuerdos de supervisión bancaria de Basilea como “obra de un club de
viejos”. El primer aviso de un tsunami con origen chino. No es la primera
alerta, hace diez años Bill Gates definió la banca de consumo como un
“dinosaurio” que iba a sufrir indefectiblemente ante las soluciones nativas.
Hasta Harvard en una reciente encuesta a directivos ha constatado que el 65% de
éstos consideran que las fintechs pasarán a ser un muy serio competidor
en el cercano 2022.
Para hacer
frente a este tsunami, las instituciones financieras tradicionales se han
puesto manos a la obra con nuevos CEOs tecnólogos, fusiones y cierres de
oficinas para adelgazar. También con sofisticadas herramientas de inversión e
incubación de emprendedores. Al mismo tiempo promoviendo espacios libres de
regulación para innovar de la mano de sus reguladores: “areneros» se les ha
llamado por su nombre en inglés sandboxes. Toda una ironía jugar con la
arena en las “playas” de la regulación europea mientras el tsunami financiero
avanza sin que nadie le pare.
Iñaki
Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de la
Rioja (UNIR)
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