viernes, 4 de diciembre de 2015

Ecosistema vasco

(este artículo fue publicado originalmente en el periódico El Correo el día 23 de noviembre 2015)

Vivimos en tiempos de revolución tecnológica, las clásicas barreras que impedían el acceso universal al conocimiento y al capital se están derrumbando, los cambios ya no vienen de arriba sino, por fin, de muchas pequeñas actuaciones sistémicas.

El emprendimiento representa esa capacidad de cambiar las cosas y ha mostrado a lo largo de la historia, tal y como atestigua el informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor), el potencial suficiente para reducir esa brecha siempre y cuando sea capaz de evolucionar desde sus formas más primarias: autoempleo y emprendimiento de necesidad, hacia proyectos empresariales basados en la innovación, como auguró el siglo pasado el economista austriaco Schumpeter.

Por suerte en el País Vasco, el apoyo a los emprendedores es hoy una de las prioridades de prácticamente todas las instituciones públicas y privadas. Pero apoyar a las nuevas empresas no significa que todo lo que se haga en materia de emprendimiento esté bien hecho. Las experiencias de éxito en territorios tan dinámicos como Israel, Dinamarca o Canadá y el riesgo de una cierta burbuja en este terreno por la inflación de actuaciones, nos lleva a recomendar el seguimiento de la regla de las tres Es para todos aquellos que en Euskadi quieran ayudar a los nuevos empresarios.

Primera EEstorbos. Gaspar de Jovellanos, dejó escrito que la más importante tarea de las leyes era levantar los estorbos que impedían que la actividad económica fluyese. Más de dos siglos después de su cita, eliminar obstáculos a los emprendedores ha de ser la principal tarea de cualquier programa en la materia. Por lo primero es preguntar a los emprendedores cómo se les puede hacer la vida más fácil, qué trabas quitar que les impidan crecer.

Segunda E. Emprender ligero. Las nuevas empresas que están revolucionado industrias como el turismo, el trasporte o la telefonía aplican en su gestión la filosofía lean startup. Podríamos traducirlo como “emprender ligero” puesto que la clave para estos visionarios es no malgastar recursos en proyectos que no se sabe si tendrán respuesta positiva por parte del mercado. Emprender ligero permite cambiar el rumbo del proyecto sin grandes trastornos. Esa coherencia ha de aplicarse también a los recursos dedicados a los emprendedores por las instituciones: programas ligeros que solo crecen si son exitosos, es decir si tienen respuesta positiva de los beneficiarios, que es la validación del mercado.

Tercera EEcosistema. Los ecosistemas de la naturaleza son una serie de cadenas de interdependencia. En economía los ecosistemas emprendedores son la clave para que las nuevas empresas surjan y finalmente generen empleo. Cualquier programa de intervención en este terreno ha de fortalecer ese ecosistema y no romper el equilibrio entre sus agentes, a saber instituciones del conocimiento, administraciones públicas, grandes empresas y los propios emprendedores. Buscar el protagonismo unilateral es síntoma de que no se está respetando la tercera E.


El profesor de la Universidad de Toronto Richard Florida considera que en la sociedad del conocimiento que vivimos, los innovadores, “las clases creativas”, son el principal motor económico. La clase creadora incluye intelectuales, artistas, ingenieros o emprendedores. En su  libro “Cities and creative class” incluye datos estadísticos que respaldan su idea de que las ciudades que atraen y retienen miembros de la clase creadora prosperan mientras que las que no lo hacen se estancan. De acuerdo con sus conclusiones la mano de obra yo no sigue a las empresas sino que son las propias empresas las que siguen a la mano de obra.

Lo más novedoso del profesor Florida no es señalar que la clave del éxito está en el talento, ya que su aportación al desarrollo económico de las sociedades había sido estudiada por buen número de autores. Lo más original es que a diferencia del factor productivo tradicional, la tierra, no constituyen una simple dotación, un stock que viene dado por las características de una determinada sociedad sino un flujo. Se trata de elementos altamente móviles que se desplazan de un lugar a otro. La clave para atraer y retener ese talento está en la tolerancia y la calidad de vida. De esta manera las regiones abiertas, diversas, respetuosas y tolerantes serán las más exitosas.

En 2008, con la amenaza del terrorismo etarra todavía presente, escribí un artículo también en El Correo en el que me lamentaba de que en el País Vasco de poco servía dedicar esfuerzos a favor de la innovación si no cumplíamos la regla básica del profesor Florida: la tolerancia. Hoy, siete años después, ya no tenemos excusas.


Iñaki Ortega es doctor en economía, profesor de la Universidad de Deusto y director de Deusto Business School en Madrid.

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