(este artículo se publicó en el Diario Cinco Días el día 16 de diciembre de 2015)
Horacio, es considerado el principal
poeta de la Roma clásica. Su influencia desde el año 35 a.C. ha llegado hasta
nuestros días, de modo y manera, que una de las expresiones que este lírico
latino acuñó, puede resumir las conclusiones de la conferencia del cambio
climático de París. «Empezar es la mitad del camino».
El acuerdo que han firmado
este sábado 195 países de todo el mundo, sitúa
en el 2020 el inicio de los compromisos para frenar la emisión de gases de
efecto invernadero a la atmósfera. Pero gracias a la atención generada en los
meses previos y a los debates celebrados en la capital francesa desde el 30 de
noviembre, en la llamada conferencia de participes (COP21), gran parte del
camino está ya andado, aunque todavía falten cuatro años para la fecha de
implementación del nuevo pacto climático.
París nos ha hecho abrir los ojos y ya
nadie duda, ni en la ciencia ni en la ciudadanía, de que tenemos un problema,
causado por la propia acción humana. La eyección de dióxido de carbono fruto de
los combustibles fósiles captan la radiación infrarroja produciendo
calentamiento global. Si no hacemos nada por parar este uso, cuando termine el
siglo XXI la temperatura del planeta habrá aumentado cuatro grados con efectos
devastadores para la humanidad. Aun ejecutando planes como el de París, bajar a
dos grados el aumento del calentamiento global, traería desequilibrios que
harían desaparecer miles de poblaciones costeras y bosques en medio mundo.
Ahora, parar esa tendencia esta en
nuestra mano y ya no podemos escudarnos en la falta de acuerdo de los Estados,
la inoperancia de los políticos o la codicia del capitalismo de las
multinacionales. El acuerdo de la cumbre de París junto con las oportunidades
que hoy ofrece la tecnología, son las palancas sobre las que impulsar un nuevo
activismo ciudadano, que no responde a ideologías, y que empieza por nosotros
mismos, en nuestras casas y en nuestras ciudades.
El cambio climático no está causado solo
por las chimeneas de grandes industrias en China o India, sino que tiene su
base en nuestro desaforado consumismo, nuestra indolencia para reciclar o
nuestro complejo cuando no egoísmo para usar más el transporte público. De
hecho el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero se producen en
nuestra actividad diaria. Tenemos al alcance de nuestra mano el poder de
contribuir a su freno a través de pequeños gestos cotidianos pero a la vez poderosos
como, por ejemplo, los 15 millones de toneladas de CO2 no emitidas gracias al
reciclado de los envases del contenedor amarillo y azul en España. En 2030 seremos nueve
mil millones de habitantes en el planeta, por ello es imprescindible repensar,
como nos recuerda el Papa Francisco en su encíclica “Laudato si” sobre el
cuidado de la casa común, la forma que tenemos de producir y consumir cuando
los recursos serán cada vez más escasos. El ecodiseño, la economía circular, el
reciclado y el consumo responsable sin olvidar la acción de los emprendedores,
en un momento en el que se ha democratizado el acceso al capital y al
conocimiento, son las heramientas que tendremos que usar. El ya mítico
emprendedor en serie, Elon Musk, con Tesla, está acercando, por fin, el coche
eléctrico a los consumidores gracias a sus nuevas baterías que harán posible
también un menor consumo en nuestros hogares. También, desde España, estamos
ayudando con los disruptivos contadores eléctricos de los emprendedores de
Green Momit, catalogados como una de las 50 startups
de mayor impacto en Europa, puesto que con sus dispositivos smart, alineamos compromiso
mediombiental y ahorro en la factura de la luz.
Es también el momento de las energías
limpias y la movilidad sostenible. En París unos de los temas recurrentes en
las sesiones ha sido el papel de las ciudades como agentes del cambio para
alcanzar una economía baja en carbono. Ya existen buenas prácticas para seguir,
el caso de Islandia, por ejemplo, con el 100% de su energía de origen renovable
a través de la geotermia. Adelaida desde Australia explicó cómo una ciudad
puede apostar por las energías limpias y por la innovación para conseguir que
el 40% de su energía proceda de fuentes renovables, recortando sus emisiones un
20% mientras que ha incrementado su PIB en un 28% y todo ello con un incremento
de población de un 27%. Bristol en el Reino Unido ha pasado de ser una de
las ciudades más industrializadas del planeta a convertirse en un modelo de
sostenibilidad como ha puesto de manifiesto su titulo este año de European
Green Capital, cogiendo el testigo de las modélicas Vitoria en España y Copenhague en Dinamarca.
Convivimos con alertas por contaminación
que pensábamos que no nos afectaban
porque estábamos lejos de Beijing, Delhi o México DF pero ya no sólo Madrid
sino hasta Oviedo sufren protocolos anti-polución. El problema está aquí pero la
solución también está en nuestras manos. En el MIT hablaron hace unos años del
Gran Desacople, una coyuntura diabólica en la cual los problemas crecían
rápidamente y en cambio las soluciones iban muchísimo más despacio. Hoy, en
cambio, conocemos bien los problemas que causa el cambio climático pero
también, con una economía digital en que los ciudadanos en todo el mundo se
están empoderando frente a las injusticias, tenemos las soluciones en nuestras
casas y en nuestros propios hábitos. Por ello, comencemos a cambiar,
porque si lo hacemos, ya sabemos desde hace 2000 años, que «empezar es la mitad
del camino».
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School.
Oscar Martin es consejero delegado de Ecoembes.
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