(Este artículo se publicó originalmente en el diario La Información el día 30 de noviembre de 2021)
Los diccionarios por estas fechas
eligen una palabra que acumula méritos para ser considerada la del año. Oxford
busca siempre un término o significado nuevo, Cambridge que se haya buscado
mucho en su diccionario online y en España, la Fundeu prioriza que forme parte
del debate social de ese año. Palabras como confinamiento, cuarentena o
posverdad han tenido ese honor en los últimos tiempos.
Este año Cambridge nos ha
sorprendido eligiendo a la perseverancia. Ni vacuna, ni criptomonedas y tampoco
apagón se han buscado tanto como el nombre de la misión espacial a Marte. Las
búsquedas de la palabra se dispararon después de que el vehículo de nombre
Perseverance hiciera su descenso al planeta rojo el 18 de febrero del 2021. En
la página web de Cambridge se ha encontrado más de 243.000 veces durante 2021.
El diccionario inglés ha definido estos días la perseverancia como "el
esfuerzo continuado para hacer o conseguir algo, incluso cuando esto es difícil
o lleva mucho tiempo". Los expertos han explicado que es normal lo que ha
sucedido con esa palabra porque perseverancia no es una palabra común y los
usuarios del diccionario, estudiantes de inglés en su mayoría, han debido de
buscarla para entender su significado. Pero lo más interesante de la elección
de la palabra este año es que los editores consideraron que era perfecta dados
los desafíos a los que se ha enfrentado el mundo en 2021. "Al igual que se
necesita perseverancia para hacer aterrizar una nave en Marte, se necesita para
afrontar los retos y la interrupción de nuestras vidas a causa de Covid-19, los
desastres climáticos, la inestabilidad política y los conflictos".
Por mucho que la NASA usase
perseverance para bautizar su misión a Marte, es una palabra de origen latino,
en concreto del verbo perseverare. En español y para la RAE es la acción de
mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una
opinión. Por eso, aunque nadie me lo ha pedido, me atrevo a considerarla la
palabra del año también para la economía española.
Perseverancia para lograr los
fondos europeos y que no pasen de largo -como en los años 40 del siglo pasado
el plan Marshall- porque no cumplíamos las condiciones que puso el general
americano. Ahora Next Generation son 140.000 millones de euros de los cuales
72.000 millones en subvenciones no reembolsables y 68.000 en créditos, pero
sobre todo es un 11 por ciento del PIB de nuestro país y el doble de fondos que
hemos recibido en los últimos seis años. Unas ayudas claves para un nuevo
modelo económico que nos permita competir y crear empleo sostenible en el
tiempo. Pero que exigen constancia de nuestro tejido, a la vista de los
retrasos, pero también de los gestores europeos para no desesperarse ante las
batallas de los socios del gobierno español.
Perseverancia para vencer a la
inflación a pesar de las decisiones políticas que han elevado la factura de las
pensiones o la incapacidad para frenar la escalada de los precios de la energía
que ya se ha trasladado a los costes industriales con parones y cierres de la
actividad en sectores como la automoción o la construcción.
Perseverancia para superar la
crisis de suministros porque no somos soberanos desde un punto de vista
industrial y nadie pensó en ello en los últimos treinta años. Sin factorías de
microchips o de baterías, pero importando provisiones de manera sistemática,
estamos condenados a depender del tablero de la geopolítica global en el que no
somos nadie.
Perseverancia para que la
reconstrucción no pase exclusivamente por los fondos europeos, ni por planes
gubernamentales o por sofisticados proyectos privados que necesitan al BOE sino
por cientos de miles de talentos que trabajen y emprendan en nuestro país. Por
acciones concertadas que democraticen el acceso a las tecnologías emergentes
también a las pymes. Con estrategias publico-privadas para tener más españoles
preparados, respetados y admirados; más emprendedores e innovadores que hagan
grandes nuestras empresas y nuestro país.
Perseverancia para no caer en el
enfrentamiento y mantener los acuerdos que nos han hecho disfrutar del mayor
periodo de prosperidad en la historia de nuestro país. O fuerza suficiente para
que nuestra democracia no caiga ante los ataques populistas y nacionalistas. Si
prefieren, persistencia para no caer en la trampa de reformar nuestra carta
magna que ha hecho posible que seamos uno de los mejores países del mundo para
vivir. En definitiva, mantener el rumbo de los acuerdos entre diferentes, sean
políticos o empresarios y sindicatos, para reconstruir juntos la España que nos
ha dejado la pandemia.
Gracias, por tanto, a la NASA por
habernos dado, sin querer, una lección de economía y demostrarnos que, sí a
Marte se puede llegar con un coche de nombre perseverancia, también podemos
llegar a tiempo para firmar en Bruselas las reformas que hagan posible la
llegada de esos fondos europeos que cambiarán el destino de nuestro país.
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
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