lunes, 27 de diciembre de 2021

La reforma laboral de la Navidad

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20Minutos el día 27 de diciembre de 2021)

Hoy ha sonado el despertador y todavía medio dormido un esbozo de sonrisa se ha dibujado en su cara porque es el primer lunes desde hace un año que en la agenda no aparece una interminable reunión de horas para negociar. Con el café caliente en la mano, ya no ojea como en los últimos meses un farragoso dossier de legislación laboral y sorprendentemente se escucha tarareando una canción de Bob Dylan. El móvil llama su atención, pero sus ojos sin darse cuenta van a los memes navideños y no a la bandeja de correo electrónico, algo que no sucedía desde ya no sabe ni cuándo. En el coche ha hecho una llamada para reírse con ese viejo amigo al que no respondía sus mensajes desde hace demasiados días porque hoy no siente que una pesada losa le impide bromear sobre el mundo.  Entrando en el despacho no le ha importado mojarse con la inopinada lluvia de Madrid porque ningún funcionario europeo le espera con su impecable traje oscuro sino simplemente una reunión con el equipo que le ha ayudado a conseguir un acuerdo histórico para España. Elige subir por las escaleras, en lugar del ascensor, se ve con energía porque ese maldito contador de la cuenta atrás para conseguir una nueva reforma laboral por fin se ha apagado.

No tengo muy claro si Pepe, Antonio, Yolanda, Unai y Gerardo, las cinco personas que han tenido la responsabilidad de acordar un nuevo marco laboral para nuestro país, se sentirán así este lunes navideño, pero quiero pensar que sí. Me gusta creer que la alegría les invade porque han llegado a un acuerdo, aunque no sea el que ninguno de ellos deseaba cuando empezaron las negociaciones. Me sienta bien pensar que españoles tan diferentes son capaces de limar diferencias para darse la mano porque por encima de sus ideologías está un bien superior que el interés general de su país. A mí me gusta, creo que como a ti, que los que me representan como agentes sociales no se tiren los trastos a la cabeza porque lo que veo en mi día a día no es eso. Los empresarios que yo conozco no son explotadores, los trabajadores no son vagos, los autónomos no son defraudadores, los sindicalistas no solo van a manifestaciones y los que nos gobiernan -sean del color que sean- no quieren arruinar el país. La realidad es que con independencia de a quien voten o en qué territorio de España vivan los empresarios crean empleo, los trabajadores permiten que el país funcione, los autónomos nos hacen la vida más fácil, los sindicatos ayudan a mucha gente y los gobiernos quieren que la mayoría prospere.

La víspera de Nochebuena se conoció que tras años de negociaciones España tiene un nuevo marco laboral que permitirá reducir la temporalidad y seguir creando puestos de trabajo. Ojalá que este final feliz no sea un cuento de Navidad del que acabemos despertando. Por si acaso me atrevo a recordar a los negociadores cómo termina el de Dickens. El “espíritu de las navidades futuras” muestra al Señor Scrooge que por su egoísmo en un año nadie llorará su muerte. Si ante esa visión el viejo huraño pudo cambiar su destino, quizás inspire a los protagonistas de esta columna.

Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)


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