(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 minutos el día 1 de noviembre de 2021)
No es el título de una película
de serie B, pero podría serlo. Tampoco una olvidada entrega del cine de
catástrofes ni la nueva serie de una plataforma televisiva, sino uno de los
temas de conversación más seguidos en el mundo hoy en día.
Pero no te lamentes por no haber
acertado la respuesta. Hace dos años, la mayoría hubiéramos caído en el mismo
error si nos hubieran hablado de una epidemia global que nos encerraría en casa
dos meses o de una nevada que aislaría una semana la capital de una gran nación
del sur de Europa. Hasta hubiésemos catalogado como argumento para un libro de
ciencia ficción, un volcán en erupción durante más de cuarenta días en un país
civilizado.
Todos estos negros (y muy
peliculeros) presagios han ido pasando en este inicio de la década de estos
años veinte así que, por lo menos, me temo que tendrás que terminar este
artículo para saber qué es eso del gran apagón y dónde ha empezado este tema
global. Hace unas semanas el gobierno de Austria puso en marcha una campaña
para preparar a la población ante un posible corte energético que, según ellos,
podría producirse próximamente. Entre las recomendaciones estaban hacer acopio
de combustible, velas, baterías, conservas y agua potable. Las magistraturas
austriacas buscaban concienciar a la población sobre esta amenaza porque le dan
visos de verosimilitud. Para ello, han desarrollado toda una serie de consejos
sobre generadores móviles de energía o cómo cocinar y comunicarse sin
electricidad, además de conocimientos básicos sobre primeros auxilios. Pero eso
no es todo, el país alpino ha decidido preparar también instalaciones públicas
como cuarteles del ejército y servir de apoyo a los servicios de emergencias en
caso de un apagón.
Quizás en el siglo pasado este
anuncio no hubiera salido de las fronteras austriacas, pero hoy la noticia ha
corrido como la pólvora especialmente por este párrafo del comunicado del
Ministerio de Defensa: «todas las redes eléctricas de los países europeos están
interconectadas en la red europea, de manera que, si hay un apagón, las luces
podrían dejar de funcionar en toda Europa».
Y en España ha sido como echar
más lecha al fuego. Porque por estos lares llevamos ya unos meses que solo se
habla del recibo de la luz que ha aumentado, para una familia media en lo que
va de 2021 y según la OCU, un 33%. O lo que es lo mismo, la factura ha subido
181 euros en un hogar tipo en España. Para colmo, el mes de octubre ha
terminado y con ello el suministro de gas que recibimos los españoles vía
Marruecos a través del polémico gaseoducto argelino.
Tampoco lo ponemos fácil por aquí
cuando seguimos escandalizándonos por la energía nuclear de nuestro vecinos
franceses -que les hace autosuficientes- o en el país del sol legislamos en
contra de energías limpias como las fotovoltaicas.
Inmediatamente expertos y
autoridades han salido a desmentir que este riesgo sea real en España, pero con
los antecedentes de tantas voces autorizadas voy a ver si tengo una vela en
casa.
Iñaki Ortega es doctor en
economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
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