(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 15 de noviembre de 2021)
Greta, protegida y animada por las
autoridades escocesas, ha congregado a decenas de miles de jóvenes para proclamar
el fracaso de la cumbre climática de Glasgow acusando a sus organizadores de cómplices
de la destrucción del planeta. Para Greta, esta COP ha sido la reunión de los
quieren lavar sus conciencias mientras siguen contaminando el mundo. Duras
palabras que sin embargo no le han supuesto ningún problema con las autoridades
británicas ni del resto de países desarrollados que siguen deseando una cita
con la joven sueca.
Cuánta ironía con la jovencita nórdica.
Enfadada con los países que más la quieren; insultando a los dirigentes que suspiran
por subir una foto en redes sociales con ella; despotricando de las empresas de
la COP26 que son de las que más se esfuerzan en la transición energética,
hablando mal de Europa que es el continente que más está haciendo por el medio
ambiente como se está poniendo de manifiesto en la interesante iniciativa comunitaria
de la Conferencia sobre el Futuro de Europa… Y mientras tanto China y sus
empresas siguen contaminando el planeta sin ninguna Greta que les moleste. El
profesor Manuel Arias explica magistralmente que de nada sirve que los europeos
cambiemos el coche por la bicicleta, si los chinos están cambiando la bicicleta
por el coche. China es responsable de un tercio de la emisión de dióxido de
carbono y por tanto el país que más contribuye al calentamiento global y al
resto de problemas asociados al conocido como Antropoceno o una nueva era geológica.
Los científicos se han puesto de acuerdo en que hemos conseguido alterar el
ciclo vital del planeta y de ahí el calentamiento, la acidificación de los
mares o la desaparición de cientos de especies naturales que para el CSIC están
trayendo nuevas enfermedades infecciosas. 234 científicos de 60 países creen
que en 2040 el mundo alcanzará un calentamiento de dos grados de temperatura lo
que provocará inundaciones, olas de calor y el aumento del nivel del mar. Greta
tiene razón en estar enfadada, pero debería mirar hacia Oriente. Es contra China
donde su enfado de verdad estaría justificado, pero me temo que en Pekín ni las
televisiones, ni las calles, ni las autoridades se rendirían a sus mensajes
como por aquí. Pero quién dijo que las causas justas sean fáciles. Ánimo con
ello, querida Greta, que ya tienes 18 años.
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la
Universidad Internacional de La Rioja
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