(este artículo se publicó originalmente en el diario El Correo el día 19 de octubre de 2021)
En la mitología los unicornios
son animales invencibles luchando gracias a los poderes de su cuerno. Se les
representa como un ser híbrido, con cuerpo de caballo y afilado cuerno de
chivo. Las leyendas cuentan que todo aquel que bebiera de una poción mágica
hecha con ese cuerno alcanzaba la vida eterna.
Los unicornios, en nuestros días
han saltado de los cuentos a los manuales de economía. Un unicornio es una
empresa emprendedora que consigue en los tres primeros años de su vida una
capitalización superior a los mil millones de dólares. Esa “magia” la han
logrado compañías como la chino-americana Zoom que hizo posible el teletrabajo
y la enseñanza a distancia en pleno confinamiento o la alemana Zalando que hace
fácil comprar moda por internet. Ambas son unicornios como también lo es AirBnB
que ha revolucionado el turismo con su oferta de casas y habitaciones a precios
asequibles. En España también tenemos unicornios que superan la valoración de
un billón, usando la nomenclatura de dólares americanos. Cabify en el
transporte de personas en las ciudades, Glovo en la comida a domicilio y
Flywire en las transferencias de pagos internacionales, engrosan la lista de
estos nuevos objetos de deseo a la que se ha unido recientemente Wallbox
especializada en cargadores para coches eléctricos. Empresas con sede en
Madrid, Barcelona y Valencia, pero a pesar de la querencia en estas latitudes a
la mitología, todavía no hay unicornios vascos.
Se acaba de presentar el informe
Spanish Tech Ecosystem que concluye que el ecosistema emprendedor español
medido por la valoración de las nuevas empresas tecnológicas se ha
quintuplicado desde 2015 precisamente por la aparición de unicornios españoles.
Al extremo de que este estudio considera a España como el quinto país europeo
con más potenciales unicornios. Seguro que en esa lista de futuras empresas
milmillonarias hay algunas lideradas por emprendedores vascos pero los datos
que arroja el informe es que Madrid y Barcelona están en el top ten de ciudades
continentales con el mayor número de empresas que pueden convertirse en
unicornios. Exactamente igual pasa con los fondos movilizados desde el capital
riesgo para invertir en startups, Barcelona con 4.600 millones de euros
acumulados desde 2015 lidera la lista en la que, tras Madrid, Valencia,
Alicante y Palma de Mallorca, cuesta encontrar, pero aparece una ciudad vasca:
Bilbao.
Para frotarse los ojos de
incredulidad, pero la realidad es que ni en los cuentos de hadas podemos
encontrar por aquí un unicornio vasco. La caída de las vocaciones emprendedoras
-detectada por el informe GEM Euskadi desde hace muchos años, y la escasez de
incentivos potentes para escalar globalmente los proyectos innovadores desde la
CAPV explican este erial de empresas de altísimo potencial. Los casos de
emprendedores vascos como Cesar Oteiza y José Poza que han conseguido exitosos
desempeños, uno siendo cofundador de Idealista -expatriado en Portugal o
Italia- y el otro con crecimientos no orgánicos hasta convertirla en MasMovil
-con su sede social en San Sebastián-, nos animan a ser optimistas. A pesar de
las leyendas, la magia no existe en la economía con los unicornios, pero sí las
oportunidades. El País Vasco ha visto como nacían grandes bancos y reputados
banqueros en su territorio. Tenemos la experiencia, el capital humano -pero
también financiero- y un largo historial innovador para seguir siendo protagonistas.
Hoy el BBVA es uno de los bancos más importantes de Europa, Kutxa es envidiada
por su solvencia en todo el continente y el primer banco español CaixaBank es
presidido por un vasco, ¿por qué no el primer unicornio de las finanzas tenga
su sede en nuestra tierra?
Los casos de unicornios europeos
de las finanzas en lo que se ha venido a llamar como fintechs, nos pueden
inspirar. El neobanco Revolut desde el Reino Unido, Klarna en Suecia
gestionando los pagos del comercio electrónico o los alemanes de N26 con su
banco digital. Es verdad que emprendedores vascos como Asier Uribeechebarría de
Finanbest han sido pioneros, pero para que no sea algo anecdótico, han de
orquestarse de manera decidida todavía más acciones públicas y privadas que
atraigan, retengan y escalen el talento local. Suecia tiene más unicornios que
el Reino Unido, Spotify les abrió el camino con la música en internet. Ojalá
que las finanzas abran la senda de decenas de unicornios vascos.
La Unión Europea se ha propuesto
que esta década sea la “década digital” y esto conlleva un conjunto importante
de inversiones en infraestructuras, capacitación y transformación de las
administraciones y las empresas. Uno de los indicadores de cumplimiento del
plan es que el número de unicornios debería duplicarse. Esperemos que las
matemáticas no nos engañen y en el País Vasco cumplamos esas previsiones y no
solamente porque el doble de cero es cero.
Iñaki Ortega es doctor en economía y profesor de la
Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
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