(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 8 de febrero de 2021)
A lo largo de la civilización
siempre se ha hablado de generaciones desde la Ilíada pasando por San Agustín,
Hegel o Marx. Generaciones entendidas como la distancia de edad entre padre e
hijo o bien como la concurrencia de una serie de circunstancias que hacen que
se forje un determinado carácter. Ortega y Gasset llego a afirmar que no tenía
sentido la propia historia sin las generaciones y formuló en 1914 su frase más
conocida “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”,
que resume a la perfección el elemento clave para definir una generación, sus
circunstancias. Circunstancias que nunca se entienden por los que no están en
tu misma cohorte de edad; ahora, cuando nosotros éramos jóvenes o cuando lo
eran nuestros padres. Seguro que les parecía absurdo en mi casa que pasásemos
la tarde jugando a una maquinita en un salón de videojuegos; mis abuelos
considerarían un despropósito que sus vástagos se divirtiesen en locales con
humo y música de locos; exactamente igual que a mí ahora me saca de mis
casillas ver a mis hijos delante de Tik Tok todo el fin de semana. Si nos
indignamos porque los más jóvenes sean seguidores del Rubius cuando abandona el
país para pagar menos impuestos, qué pensarían nuestros hijos si supiesen que
nosotros no nos perdíamos ni una serie de Imanol Arias y Ana Duato que tampoco
pagaban sus impuestos; o que nuestros abuelos bebían los vientos por las
canciones de Lola Flores que acabó en el banquillo por evasión fiscal. Si el
youtuber The Grefg no ha terminado sus estudios y alardea de ello, qué estudios
había terminado el cantante de Hombres G en mi juventud o los componentes de
Los Brincos que tanto gustaban a mis padres. La realidad es que disfruté a
rabiar con esas canciones al igual que mis padres y ahora nuestros hijos se
ríen y lo pasan de miedo con sus amigos jugando en línea a Fortnite.
Por eso, borremos los prejuicios
sobre la generación a la que no pertenecemos. Es normal no entender a quien no
se educó en tu época. Detrás de tu crítica hacia ellos puede que solo haya
desinformación o, peor aún, frustración.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y
profesor de la UNIR
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