(este artículo se publicó originalmente el 27 de febrero de 2020 en el diario La Información)
Un joven y dinámico analista francés es nominado como
candidato a alcalde de París por otro joven y dinámico financiero del mismo
país. Ambos, atractivos personajes, forman parte de un joven partido que ha
jubilado a la vieja clase política gala. Usando los códigos de la generación millennial, este nuevo partido ha
acabado en Francia con la tradicional forma de votar, o bien a la derecha, o
bien a la izquierda. Apoyado masivamente por los nacidos a partir del año 1980
-los menores de cuarenta años- este nuevo movimiento despierta también la
ilusión de un electorado harto de los desmanes de la élite política.
Benjamin Griveaux y Emmanuel Macron son los nombres de
nuestros protagonistas. Ambos participaron en la creación del nuevo movimiento
político “En Marcha” que ha revolucionado la política en el país vecino.
Benjamin acabó formando parte del Gobierno de la República de Francia que
preside, aún hoy, Emmanuel. Pero, rápidamente deja su puesto de portavoz
gubernamental para preparar el asalto a la Alcaldía de Paris, feudo de los
socialistas durante la última década y quizás el último reducto de la vieja
política.
“En Marcha” que comparte iniciales con Emmanuel Macron (toda
una declaración de intenciones) ha tenido la habilidad de conectar de un modo
increíble con el pueblo francés; en apenas un año desde su creación en 2016,
gana las elecciones y corona a su líder como el presidente más joven de la
historia de Francia. Su secreto reside, en parte, en utilizar los códigos de
los millennials franceses, precisamente
porque la nueva forma digital de comunicarse es tan potente que ha acabado
contagiando al resto de generaciones. Todos hoy somos un poco millennials y Macron con su equipo
supieron leerlo a tiempo. Me explico.
Los millennials y más aún los jóvenes de la generación
posterior, los llamados Z, han forjado su personalidad, se han educado y
socializado a través de Internet. Y el uso masivo que hacen de la red de redes
ha hecho que la unidad de medida del tiempo se haya acelerado de tal manera que
lo que las anteriores generaciones aspirábamos a tener en un mes, ellos lo
tienen en un minuto. Música, amigos, compras, viajes se consiguen ahora casi de
forma inmediata. Además, son irreverentes por naturaleza y se lo cuestionan
todo, porque gracias a Internet acceden de modo inmediato a un conocimiento
casi infinito. Pero lo más llamativo es que millennials
y Z han tenido una increíble capacidad de contagiar esa inmediatez e
irreverencia a los que no pertenecemos a su generación. De modo y manera que en
estos momentos una gran mayoría de la población piensa, consume y hasta vota
con la mentalidad millennial, en
Francia y también en el resto del mundo.
Pero volvamos a nuestra breve historia, porque cuando toda
parecía que iba sobre ruedas, el brillante candidato a la alcaldía de París
anuncia -este mes de febrero- su retirada de la cita electoral, a raíz de la
difusión de un vídeo de contenido sexual. Para complicarlo todo es un artista
ruso, Piotr Pavlenski, asilado en Francia, quien reivindica la difusión de los
documentos para denunciar la hipocresía de Griveaux. "Alguien que se apoya
en la permanencia de los valores familiares, que dice querer ser el alcalde de
las familias y pone siempre como ejemplo a su mujer y a sus hijos, pero es todo
lo contrario”. Fin de la historia y de la fugaz carrera de nuestro
protagonista.
La misma semana que sucedía todo esto tuve la suerte de
acudir a una conferencia de Charo Sádaba de la Universidad de Navarra. La
decana explicaba a los padres asistentes cómo gestionar los conflictos con
nuestros hijos ante la todopoderosa llegada de la tecnología a sus vidas. Puso
de manifiesto que Internet no es un parque de atracciones para nuestros hijos,
sino que son muchos los riesgos que ella resumió en las tres Cs. A saber:
contenidos, contactos y conductas. Materiales de alto contenido sexual que se
intercambian con el sexting;
delincuentes que se ocultan tras falsos contactos con el grooming y conductas de acoso con el bulling.
Inmediatamente la serendipia se apareció con toda crudeza al
recordar la noticia de la dimisión del político francés precisamente por
sextear, que así recomienda la Fundéu que se use el verbo sexting o el envío de contenido sexual vía Internet. Cómo es
posible que el mago de la política francesa, que es capaz de llevar a El Elíseo
a Macron por su capacidad de conectar con las nuevas generaciones “muera”
probando su propia medicina. Con los mensajes a su amante demostró que aunque
sabía ganar elecciones usando Internet, poco había aprendido de lo realmente
importante. La red de redes como recuerda Sádaba es también una potente escuela
para entrenar valores como la prudencia y la fortaleza.
Hasta aquí la breve historia de un político francés que no
supo gestionar los riesgos de los nuevos formatos de comunicación. Griveaux
también demostró que, a pesar de su brillante estrategia digital, todavía está
en párvulos en saber usar Internet racionalmente.
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