Este artículo se publicó originalmente en el blog del centro de investigación ageingnomics de la Fundación MAPFRE el día 23 de septiembre de 2021
Esta nueva longevidad, al mismo
tiempo nos lleva a situaciones inéditas e insostenibles. El intervalo entre la
esperanza de vida media -83 años- y la edad legal de jubilación es de 16 años
que se convierten prácticamente en 20 años si se tienen en cuenta los años
reales de salida del trabajo -63- y en muchos más en el caso de aquellos que se
ven sometidos a una prejubilación o salida temprana por diferentes motivos. El
abandono del trabajo puede llegar a producirse, en estos últimos casos, a una
edad tan anticipada como los cincuenta y pocos años, lo cual alarga el periodo
sin trabajar desde entonces hasta el fallecimiento a más de 30 años, un tiempo
equivalente o incluso más largo al de toda la actividad a lo largo de una vida.
Pero además de un complejo reto
para cualquier sistema público de pensiones, como recuerda FEDEA en su informe
de junio de este año, lo anterior supone una demostración de poca inteligencia
ya que las empresas del mercado laboral desprecian la capacidad de producir de
millones de personas, solamente en España más de 15 millones de personas
mayores de 55 años que representan uno de cada tres españoles. Esto es un
sinsentido desde todos los puntos de vista: personal, económico y social. Hoy
la mayoría de las personas de entre 50 y 70 años tienen unas condiciones
físicas y mentales buenas. Junto a la esperanza de vida, crece la llamada
esperanza de vida con buena salud que hace aptas para la actividad a más
personas que nunca. El envejecimiento demográfico es en realidad un
rejuvenecimiento porque permite a más personas vivir más años en unas
condiciones mejores.
Estos años ganados a la vida no
han hecho más que empezar. Y avanzamos hacia una nueva era que nos permitirá
vivir más y mejor gracias a la tecnología. Este mes de septiembre el Word
Economic Forum (WEF) ha publicado el informe “Diseñando tecnologías de
inteligencia artificial para adultos mayores” en el que se afirma que la
inteligencia artificial (IA) probablemente sea una de las tecnologías más
transformadoras para el ser humano en un futuro próximo. Gracias a la IA,
afirman desde el WEF, podremos vivir una vida plena y robusta, aunque seamos
adultos mayores. Pero las aplicaciones de la IA no deben circunscribirse a la
dependencia o la salud, fruto de una visión paternalista del envejecimiento,
sino apoyar que los mayores puedan seguir trabajando o manteniendo un ocio
activo. Inteligencia artificial en forma de robots para ayudar en el trabajo, coches
autónomos para facilitar la movilidad y luchar contra la soledad o casas
inteligentes para no abandonar el hogar, son algunos ejemplos. Rafael Yuste,
catedrático español de la Universidad de Columbia defiende que por cada uno de
los escenarios distópicos sobre la tecnología que tanto oímos hay diez
beneficiosos. Por ejemplo, aplicar la neurotecnología en pacientes con la
enfermedad de Parkinson o con depresión a través de estimulación cerebral; en
personas sordas con implantes cocleares en el nervio auditivo que incorporan un
micrófono que recoge sonidos del exterior y estimulan zonas del cerebro para
que puedan oír. Son algunos ejemplos como también que en el futuro se espera
que este tipo de tecnología también se aplique a personas ciegas, así como otras
con Alzheimer a través del refuerzo de los circuitos neuronales de la memoria.
“Va a ser un cambio de la especie humana a mejor” según Yuste.
A mediados del siglo pasado
surgió un movimiento conocido como New Age que consideraba que habíamos
entrado en una nueva época de paz, bienestar y armonía mundial. El New Age
se extendió a la música, la literatura y hasta surgieron tribus urbanas que
seguían ese optimismo. La unión de la madurez de tecnologías disruptivas como
la IA junto a la revolución de la longevidad que vivimos desde hace unas
décadas, nos lleva a pensar que igual ahora sí es posible el ideal de bienestar
del New Age con esta nueva edad que vivirán las personas mayores.
Para leer el informe
completo del WEF
Para leer el informecompleto de FEDEA
Para leer el libro de Pascal Bruckner
Iñaki Ortega es doctor en
economía y profesor de la Universidad Internacional de la Rioja
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