Juan se disponía a abrir el regalo de
sus hijos después de soplar las velas por su sesenta cumpleaños. No tuvo que
fingir, su alegría era sincera, eran unas botas de fútbol, eso sí con tacos
para césped artificial, el campo en el que semanalmente juega con una docena de
colegas.
Diez años antes, Antonio, con la misma
edad que hoy tiene Juan, contó a su familia que ya no tendría que volver a
trabajar. Había sido prejubilado. Sus hijos se alegraron pero rápidamente le
dijeron: “qué pena, Papá, que con lo bien que estás con sesenta años, tu empresa
no quiera que sigas”.
Juan es uno de los principales
directivos del sector seguros en España, practica un deporte tan exigente como
el futbol y además no piensa en ningún momento en retirarse. Antonio volvió a
trabajar en 2012 para formar parte del comité de dirección de uno de los
principales cinco bancos de nuestro país, donde sigue al día de hoy con sus más
de setenta años, y más contento que nunca.
Lucila en plena transición española ayudó
a crear uno de los principales think
tanks de nuestro país; en 1989 le tocó fundar otra asociación de directivos
a la que sigue ligada con la máxima dedicación a pesar de que el calendario le
exigiría no estar en activo.
Juan, Antonio y Lucila no son personajes
inventados. Existen y son reflejo de una realidad que cada vez tiene más
fuerza. De hecho si miramos a nuestro alrededor veremos que no son excepción y
que la gran mayoría de sexagenarios no solo están en forma sino que les queda
suficiente fuerza para seguir trabajando fuera o en casa –ayudando a la familia-.
La vida ha cambiado mucho en pocos años.
Para los padres de nuestros protagonistas la vida activa comenzaba a terminar
cuando entraban en la década de los sesenta y de hecho se hablaba de que
pasaban a la tercera edad, después de la juventud y la madurez. La tercera edad
era la última y además la más corta de esas etapas vitales, baste recordar que en
1960 la esperanza de vida al nacer en
España era de 67 años. Hoy en cambio una persona que supera los 60 años
tiene por delante un mínimo de 20 años de vida pero además con una calidad,
economía y autonomía inimaginable el siglo pasado.
El prestigioso Instituto Max Planck
propone acuñar el concepto de cuarta edad porque los 72 años de ahora equivalen
a los 30 años de hace 2.000 años. Yo no me atrevo a ir tan lejos en el tiempo y
simplemente quiero recordar que no son pocos los científicos que suscriben al
respecto de la vejez la teoría de la edad prospectiva. Para Scherbov y
Sanderson la clave son los años que nos quedan de vida, no los que ya hemos
cumplido. La edad prospectiva, por tanto, no se fija en tu fecha de nacimiento
sino que ,para estos expertos en demografía, la vejez comienza una docena de años antes de morirte. Si en España la
esperanza de vida hoy supera los 83, pero en apenas una década estaremos en los
90 años, estaremos en disposición de trabajar (porque no seremos viejos) hasta
los 75 años.
No solo el indicador de la esperanza de
vida nos lleva a la tesis que titula este artículo, también el progresivo
aumento de la edad de jubilación, las cada vez mejores estadísticas sanitarias,
la edad de los turistas y el protagonismo en el consumo de esta cohorte de edad.
Cumplir hoy 60 años supone tener por lo menos una década por delante de
actividad profesional y buena salud, exactamente igual que a mediados del siglo
pasado suponía cumplir 40 años.
El barómetro VidaCaixa retrataba hace
unos meses a los jubilados españoles en el que la edad media de jubilación es
62 años y siete de cada diez se sienten jóvenes para hacer todo tipo de
actividades y aprender cosas nuevas. De modo y manera que las personas con más
experiencia están en disposición de seguir aportando y mucho a la sociedad,
también en la actividad profesional. La Fundación San Prudencio ha ayudado a
ello con una reciente encuesta a directivos en la que demostró que los
trabajadores seniors no son más absentistas, pero sí son más disciplinados, no
tienen resistencia a aprender cosas nuevas ni son menos productivos ni tienen
más accidentes. En cambio sí son más leales y tienen más experiencia y ética en
el trabajo.
Es ya una tendencia en el Reino Unido y
en Estados Unidos contratar a mayores de 55 años en las compañías, no solo se
valora la experiencia, sus redes de contactos y conocimiento sino también las
nuevas fórmulas de flexibilidad que abaratan sus costes para la empresas y
sobre todo la motivación y fidelidad frente a otras generaciones.
Por todo lo anterior podemos afirmar con
Juan, Antonio y Lucila, sin temor a equivocarnos, que los 60 de nuestros días
son los nuevos 40.
No hay comentarios:
Publicar un comentario