(este artículo se publicó originalmente el día 7 de mayo de 2018 en el periódico La Información en la columna semanal #serendipias)
El viejo chiste anglosajón “scare
or death” que se cuenta en la noche de Halloween nos exige optar entre un susto
o que nos maten, pero también nos recuerda que aunque sean obvias hay que
acertar con las elecciones.

Sin embargo sí es nuevo cómo la
madurez de la tecnología unida a la democratización en su acceso y la
persistencia de la sensación de crisis para millones de ciudadanos en el mundo,
ha dado lugar en este momento a la aparición de nuevos modelos. Son la economía
colaborativa, los sistemas peer to peer (P2P), la innovación abierta, la
apuesta por la desintermediación, el consumo cooperativo y todos los conocidos
como crowd (crowdfunding, crowdsourcing o crowdlending entre otros).
Precisamente por la profusión de nuevos modelos con el prefijo crowd y por lo
gráfico que supone pasar de un sistema económico capitalista dominado por las
grandes multinacionales a uno basado en la fuerza de la muchedumbre que
empoderada toma decisiones en clave económica, ha triunfado el término de
economía crowd.
No es momento ahora de explicar
en detalle cada uno de esos nuevos modelos que están bajo el paraguas de la
economía crowd. Basta con recordar a las americanas UBER, AirBnB y la francesa
BlaBlacar como representativas de la sharing economy, en la que se prima el uso
a la propiedad. Al blockchain y sus aplicaciones, más allá de las criptomonedas,
en asuntos como los servicios profesionales, como expresión del nuevo P2P que
desintermedia frente a los antiguos B2B (business to business) o B2C (business
to consumer). Los hackatones, intraemprendedores e incubadoras corporativas nos
trasladan a la nueva innovación abierta. Plataformas colaborativas para comprar
energía o financiar seguros cuando el mercado no lo hace son ya habituales. Por
último el crowfunding logra que miles de pequeños inversores permitan que un
concierto se celebre, un libro se publique o una disruptiva startup obtenga
fondos. El crowdsourcing hace posible la participación, no solo ciudadana, sino
también creativa en las ciudades más dinámicas del planeta y el crowdlending
está logrando que entidades al margen de la financiación formal puedan
apalancarse para sobrevivir. Por último iniciativas como change.org hoy
canalizan de modo global peticiones a los gobiernos y empresas gracias al apoyo
masivo de esa muchedumbre que da título a esta nueva economía.
Si todavía no se tiene claro de
que estamos hablando, la siguiente definición de la economía crowd puede
ayudar. Básicamente se trata de recordar que este nuevo sistema se basa en
cinco palabras que empiezan por la letra p en inglés (persons, participate,
productive, purpose y platform). La definición del profesor Ludvic Nekaj en el
libro “Crowdfundign for sostenible entrepreneurship and innovation” habla de
una economía basada en un ecosistema dinámico de personas productivas que
participan a través de plataformas con el propósito de obtener beneficios
mutuos. Si comprobamos la resistencia de esta definición, por ejemplo con un
reciente ejemplo de economía crowd, como es la web de compra-venta de productos
de segunda mano, comprobaremos la validez de la propuesta. Las miles de
personas que participan en la plataforma Wallapop son productivas porque buscan
un propósito: sacar beneficio (en clave de uso o de ingresos) a unos
determinados bienes. Cumple las cinco letras p como también, les reto a ello, el
resto de ejemplos de economía crowd que hemos ido desgranando en estas líneas.
Las instituciones de medio mundo,
por tanto, tienen que optar por adaptar sus obsoletas estructuras, hechas a la medida
de un capitalismo de las grandes corporaciones, a un nuevo sistema económico
basado en millones de iniciativas. El reto no es fácil porque eliminar barreras
de entrada en las industrias, en el mercado laboral y en las regulaciones que
solo favorecían a los incumbentes genera un escalofrío a los responsables. El
mismo escalofrío que sienten los protagonistas del viejo chiste con el que
empezó este artículo cuando eligen susto y les gritan a traición. Pero la otra
opción es muerte, no solo en la broma de Halloween sino también en nuestra
particular diatriba alrededor de la economía crowd. Porque o permitimos,
desregulando y legislando a favor de los nuevos entrantes (como ya muchos
países están haciendo con las fintech y los conocidos como sandboxes), que
florezca la economía crowd o vendrá otra economía. Una dominada por las grandes
plataformas (Google, Facebook, Apple y Amazon) que como si un oligopolio se
tratase herirá de muerte nuestra economía de mercado para convertirla en una
economía a su servicio.
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