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lunes, 10 de julio de 2023

Wagner, no solo en Rusia

 (este artículo se publicó originalmente en el periódico económico La Información el 8 de julio de 2023)

Los atajos siempre han existido, son consustanciales al ser humano. Salirse de la seguridad del camino señalizado para llegar antes, aunque eso suponga transitar por una vereda inhóspita, es habitual. La fortísima tentación de ahorrar tiempo, aun sabiendo que en ocasiones no compensa, bien porque te pierdes, bien porque llegas agotado. El peligro está cuando atajar ha funcionado en anteriores ocasiones porque nuestra mente cae en la trampa de que los éxitos pasados aseguran éxitos futuros.

Algo así le ha pasado a Putin con el ejército Wagner, pero no solo a él.  El primer atajo liderado por Prigozhin, líder de los mercenarios, fue hace ocho años para conquistar la región ucraniana de Dombás y funcionó. Luego asistieron a las fuerzas separatistas de las auto declaradas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y también salió bien. A partir de ahí este ejército de matones participó en guerras civiles donde Rusia tiene intereses, Siria, Libia, Centroáfrica y Malí. La trampa mental se había instalado en el Kremlin y no había razón para pensar que iba a salir mal en la operación especial de Ucrania. Pero este atajo compuesto de expresidiarios y pandilleros ha conseguido poner en jaque al oligarca ruso.

A Pablo Iglesias también le han gustado los atajos. Derrotar en una asamblea del partido a los díscolos es agotador y exige tiempo. Expulsar a los críticos es rápido y mientras Podemos estaba en auge, no tenía desgaste alguno en las elecciones. Por eso fueron cayendo uno a uno todos los fundadores del partido de Pablo Iglesias, desde Errejón a Bescansa pasando por Luis Alegre o Ramón Espinar. El siguiente atajo era cambiar la imagen de Podemos con el trampantojo de Yolanda. Este sesgo cognitivo de que lo que ha funcionado antes volverá a funcionar (y la admiración maoísta de muchos de ellos) llevó a pensar a los directivos podemitas que las purgas periódicas nunca tendrían consecuencia en votos, pero en el 28M se quedaron sin representación en media España. El Wagner de Podemos ha sido Yolanda Diaz con Sumar que se ha revuelto contra Iglesias antes de que fuese ella misma apartada. Para ello, al igual que Prigozhin ha tenido que tomar decisiones drásticas como sacar de las listas a Irene Montero. Putin no olvidará los blindados a las puertas de Moscú, Iglesias tampoco.

Todo lo que acabamos de ver tiene un término que lo resume: la heurística. Es la capacidad que tiene el ser humano para crear o inventar algo, con la finalidad de proporcionar estrategias que ayuden a la resolución de un problema. La RAE va más allá y considera que la heurística, en algunas ciencias, es la manera de buscar la solución de un problema mediante métodos no rigurosos.

En la economía moderna es habitual el uso de la heurística. En concreto en el contexto de la conocida como economía del comportamiento que analiza las razones por las cuales el ser humano no toma siempre las decisiones racionales. Después de estudiar miles de comportamientos fallidos, estos economistas concluyeron que nuestras emociones nos engañan. Y de ahí surgió la fe en la heurística entendida como una serie de reglas de la toma de decisiones rápidas que usamos para simplificar nuestras elecciones diarias y que a menudo funcionan bien, pero en ocasiones crean sesgos o trampas mentales. En otras palabras, en determinadas situaciones, la heurística nos lleva a cometer errores sistemáticos, pero si la usamos adecuadamente puede ayudarnos para bien.


Kahneman y Thaler han recibido respectivamente el premio de la academia sueca por su trabajo en este ámbito.  Existen dos tipos de cerebros, el reptiliano y el racional. El primero es rápido y el segundo es lento. Pero estamos diseñados para funcionar con el primero que es inmediato y no exige esfuerzo como el segundo y eso nos hace tomar decisiones equivocadas. Los atajos son parte de ese pensamiento reptiliano que nos hace fallar tanto. La buena noticia es que estas trampas mentales se pueden vencer e incluso utilizarlas para engañar al cerebro y permitir que se tomen buenas decisiones.

Ahora piensa si en tu empresa se usan atajos para cumplir los planes operativos. O si en tu sector a veces se utilizan métodos no rigurosos para conseguir vender más o a mejor precio situándose en los márgenes de las leyes de competencia. Incluso si en tu desarrollo profesional te has apoyado en atajos para alcanzar antes una determinada posición, aunque por el camino haya quedado una vieja amistad. Hasta el partido político que vas a votar en las próximas elecciones, sea el que sea, quizás en alguna ocasión optó por la vía rápida y sencilla de ocultar sus planes al electorado. Wagner no solo existe en Rusia.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR Y LLYC





lunes, 21 de marzo de 2022

La guerra, nuestra guerra

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 21 de marzo de 2022)



Ahora que parece que ya nos hemos cansado de devorar las imágenes de la invasión de Ucrania es cuando comienza nuestra guerra. En la cuarta semana de ataques rusos, nuestros ojos se han acostumbrado a los resplandores de las bombas y a las caras de pánico de los ucranianos. Pero ahora sí, la guerra de verdad está llegando a España.

Aunque en las noticias Ucrania ocupe cada menos tiempo, en nuestras vidas va a suceder justo lo contrario. La globalización de la que tanto nos hemos beneficiado y que la masacre rusa ha puesto en cuestión, supone que todo está interconectado. Nunca ha sido tan fácil como ahora comprar cualquier producto de cualquier parte del mundo. Viajar, informarse o tener amigos de todas las culturas. Pero detrás de este fenómeno había unas cadenas de suministro que funcionaban como relojes suizos y que las bombas del Kremlin han colapsado. Esta globalización, como si fuese esas construcciones hechas de piezas de dominó, es muy frágil. Ha bastado con que Rusia invada Ucrania para que cayese la primera ficha del dominó que ha arrastrado a la siguiente y así sucesivamente, hasta que la guerra se ha plantado en nuestras vidas. Ya no es una imagen de destrucción que olvidas al apagar tu móvil. Es algo más profundo que ha venido para quedarse.

Nuestra guerra la vemos ya en las baldas vacías del supermercado, en la factura de la luz que no para de subir o cuando llenes el depósito de tu coche esta semana e incrédulamente constates que son 20 euros de más. Ya ven esta guerra los empleados de la automoción que no pueden seguir trabajando porque los cables de Ucrania imprescindibles para producir un coche ya no llegan. Se han dado cuenta de la guerra los obreros de las acerías que les han mandado a casa porque no compensa seguir con la fábrica abierta con el aumento del coste de la energía. Esos hijos que este fin de semana no han celebrado el día del padre, porque a muchos militares les han movilizado en nuestro propio país. O los taxistas que no pueden subir precios, pero en la gasolinera no piensan lo mismo; o los ganaderos que ya no tienen pienso para sus animales y que por ello han descubierto que venía de las llanuras ucranianas. Por no hablar de las familias de vaqueros que no tienen donde almacenar la leche porque los camioneros hartos de pagar los platos rotos de la guerra han decidido plantarse. Prueba a preguntar a las familias que viven del turismo si saben lo que es la guerra de Ucrania y comprobarás que está guerra ya nos está salpicando en cancelaciones de viajes y vuelta a los ERTEs y al desempleo de cientos de miles de compatriotas. Uno de cada diez euros de los ahorros de toda tu vida se habrá esfumado antes de que termine el año por la inflación también cebada desde Moscú.

Ahora sí, la guerra está aquí.

Iñaki Ortega es doctor en economía en La Universidad de Internet UNIR y LLYC



martes, 15 de marzo de 2022

Morituri te salutant

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el 7 día de marzo de 2022)


Se cuenta que los gladiadores justo antes de luchar en el circo romano saludaban al Cesar con la expresión latina “los que van a morir, te saludan”. Han tenido que pasar mas de dos mil años para que otro luchador, esta vez ucraniano y presidente de su país, salude al mundo con el mismo mensaje.

Los rudimentarios discursos de Zelesnky grabados con su propio teléfono son un ataque al ejército ruso, mucho más contundente que cualquier misil. El presidente ucraniano, objetivo número uno de Putin, con su supervivencia insufla ánimos a sus compatriotas y pone en evidencia el poderío militar de sus vecinos. Esos videos caseros, cada día desde un diferente escondrijo, son esperados por todo el planeta, como prueba de que sigue vivo. Cada nueva imagen del mandatario en camiseta kaki, no es solo un día más de vida de Zelensky, sino una bofetada en la cara de Vladimir Putin. Cada pieza es una obra maestra de cómo comunicar “mensajes de la verdad”. Esta expresión que fue acuñada en un homónimo libro hace 30 años, se refería a aquellas situaciones en las que te juegas el futuro y es preciso decir la verdad con todas las consecuencias. Es difícil encontrar más verdades por segundo que en cualquier video del ucraniano. Sin escenarios grandiosos, ni trucos efectistas, desde la autenticidad y la honestidad ha conseguido ser el maestro de la comunicación de nuestros días. 

Los gladiadores, no sin cinismo, saludaban cortésmente al emperador que los llevaba a la muerte en los juegos romanos. Hoy Zelensky recuerda al mundo que puede morir sin que hagamos nada por defender su vida y la de su patria masacrada por un tirano. Rusia ataca a Ucrania y todos pegados al televisor. Dos mil años de distancia. pero todo es igual.

Un Cesar que se entretiene con guerreros y fieras. Esta vez es un oligarca ruso, que juega desde su palacio con las piezas de la guerra; un día masacra una ciudad, al otro amenaza la seguridad nuclear o bombardea corredores humanitarios.

El público que abarrota el circo. Esta vez todo el planeta en sus casas, siguiendo desde sus dispositivos el espectáculo de luces, sirenas, sangre y llantos de la contienda.

Los luchadores que mueren en la arena, esclavos y presos de la peor calaña. Esta vez son ciudadanos libres cuya única culpa fue nacer en la latitud equivocada en el peor momento de tiempo, pero que morirán igual de injustamente.

En Roma los gladiadores se convirtieron en ídolos, las personas con más honor de su civilización adorados por todos los romanos. Por mucho poder que acumulase el Cesar y a pesar de que el emperador sobrevivía y los guerreros morían en el circo cada día de los juegos, el pueblo consagró a los gladiadores como sus héroes y no a los emperadores. Ojalá no tengamos que esperar a que muera Zelensky para convertirlo en un referente. Ojalá no sobreviva Putin a Zelenski. Ojalá no llegué el día en el que la ausencia del video del presidente ucraniano sea la noticia. Ojalá no lamentemos haber hecho caso omiso de sus agónicas peticiones porque estábamos muy ocupados poniendo la bandera de Ucrania en nuestro perfil de Twitter.

Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad en Internet UNIR y LLYC