viernes, 3 de junio de 2022

Hoy no voy a trabajar

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 3 de junio de 2022)


Este lunes, 1.186.000 trabajadores se han quedado en casa. Tienen contrato y cobran por ello, sin embargo, hoy no se han presentado en su puesto de trabajo. La mayoría aducirán que están enfermos, pero 300.000 nunca enseñarán la baja médica. Estos datos se han conocido recientemente gracias al informe de absentismo laboral elaborado por Randstad sobre datos oficiales.

¿Quién no ha fantaseado con una buena excusa para apagar el despertador y quedarse un poco más en la cama? Lo que era habitual en la etapa escolar con trucos como calentar el termómetro para simular fiebre, parece que sigue siendo norma en cientos de miles de españoles. Enfermedades repentinas, accidentes domésticos, citas médicas sobrevenidas, inusitadas averías del coche y cuidado inesperado de abuelas o bebés, están detrás de esas ausencias no justificadas.

Para colmo los días con más faltas en las empresas son los lunes y martes. Que por otra parte son las jornadas que a todos nos cuestan más después de un fin de semana, especialmente, si ha sido intenso. Hoy lunes, forofos madridistas faltarán al trabajo por una ronquera incapacitante o una horrible gastroenteritis. Mañana martes será el turno de las jaquecas de los adictos a dormir pocas horas en beneficio de las teleseries. Cualquier día de la semana laboral es bueno para que se ausente el que sufre el polen de la primavera, aunque no falle a la barbacoa del sábado.

España es el país de la picaresca y lo sabemos desde hace cinco siglos con el Lazarillo de Tormes. En las novelas de ese momento histórico, la miseria obligaba a agudizar el ingenio para poder comer, aunque eso supusiera recurrir al engaño. Todos perdonamos los ardides del pícaro hambriento porque la vida (y los amos) le habían maltratado, pero 400 años después las cosas son muy diferentes.

El absentismo además de profundamente insolidario con el que sí madruga para ir a trabajar, aunque el cuerpo le pida otra cosa, tiene graves consecuencias económicas. Para Madrid Foro Empresarial y Fundación Pons las ausencias no justificadas -dos mil millones de horas de trabajo perdidas- suponen un coste de casi 40.000 millones de euros para la economía patria. O lo que es lo mismo un importe muy similar a lo que el Estado gasta en subsidios por el desempleo y los famosos ERTEs. Si todo el mundo cumpliese con su obligación de ir a trabajar, España podría doblar, por ejemplo, su presupuesto en educación.

Para terminar, qué curioso que según estos informes aquellos lugares en los que menos se enseña la historia de España y su siglo de oro de las letras, como son País Vasco y Navarra, sean las comunidades autónomas con más horas pérdidas en relación con su mano de otra. Al mismo tiempo Cataluña lidera sin ambages la estadística española. A ver si leer El Lazarillo, El Buscón o Guzmán de Alfarache vacuna contra los engaños. No lo creo, pero de ilusión se vive.

Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y en LLYC

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