sábado, 6 de marzo de 2021

¡La pyme ha muerto! ¡Viva la pyme!

 

(este artículo se publicó originalmente en el diario La Información el día 28 de febrero de 2021)


La expresión ¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey! simboliza la continuidad de esa institución y se utiliza en casi todas las realezas. La frase aparentemente contradictoria busca llamar la atención anunciando al mismo tiempo la muerte del monarca y asegurando la continuidad vitoreando al nuevo. Nace en el idioma de la nobleza, el francés, Le roi est mort, vive le roi, para luego traducirse al inglés con The King is dead, Long Live the KIng y llegar a nuestros días en castellano con el popular Rey muerto, rey puesto. Su origen se remonta a la Francia del siglo XIII en la que al fallecer Enrique III se quiso evitar un periodo sin claro sucesor por la inestabilidad que ello podría causar.

La figura literaria usada en este ritual, epanadiplosis o repetición de una palabra al principio y final de una oración nos sirve para describir la situación actual de la economía española. Si las pequeñas y medianas empresas en nuestro país mueren supondrá -como con los reyes en la Francia de las Cruzadas- una amenaza real de inestabilidad. Es imprescindible recordar que las pymes representan el 99% del tejido productivo y el 66% del empleo en España. Son todas esas empresas con menos de 250 trabajadores y una facturación anual inferior a 50 millones de euros. Pero si ponemos la lupa veremos que algo más, 9 de cada 10 pymes son micropymes, es decir que tienen menos de nueve trabajadores. Es decir, casi todos los negocios que conocemos son de un tamaño mínimo.  España, de hecho, es uno de los países de la Unión Europea con menor dimensión empresarial, nuestro tejido está formada principalmente por microempresas como demuestra el dato que el empleo medio por empresas son dos trabajadores. Antes de que nos comencemos a fustigar por ello, hay que destacar que su contribución a la generación de empleo empresarial está en la línea de la media comunitaria. Las cifras económicas, tan frías, nos impiden ver que detrás de ellas hay una mujer o un hombre que vive de ello a la vez que forma parte del principal puntal del desarrollo económico español. En cualquier actividad que se desarrolle en nuestro país encontramos un pequeño empresario o un trabajador autónomo. Vertebran el país porque están en todos los sectores, en cada pueblo, ciudad y comunidad autónoma. Sin ellos nada hubiera sido posible en España y nada lo será en el futuro. Pero por alguna razón en el imaginario popular sigue estando que solo eres un gran país si tienes grandes empresas cuando la realidad es que la fuerza sistémica de cientos de miles de pymes ha construido y construirá las grandes economías del mundo.

2020, con la crisis de la covid19, ha sido el peor año que se recuerda en la historia reciente para un pequeño empresario. Por suerte desde marzo del año no han sido pocas las herramientas para salvar el tejido económico, desde el plan europeo SURE que ha hecho posible financiar los ERTEs y la financiación del ICO, pasando por las rebajas fiscales que han promovido administraciones con visión de futuro. Tras meses de peticiones agónicas y casi en la antesala de la muerte de muchas miles de empresas, el presidente del Gobierno ha anunciado estos días un plan de ayudas, que por desgracia no ha sabido concretar la vicepresidenta del ramo, Nadia Calviño.  En cualquier caso, se precisa un nuevo marco para que las pymes puedan sobrevivir y como recientemente ha afirmado el Rey Felipe VI en la entrega de los premios de la pyme española “serán más fuertes y sólidas, y con una mayor capacidad para crecer y ganar posiciones en mercados altamente competitivos, lo que a su vez permitirá crear empleo estable y de mayor cualificación. De este modo, también podrán aumentar sus exportaciones e invertir más en innovación, ser más productivas y estables y afrontar mejor las variaciones del ciclo económico. En definitiva, unas empresas que ganarán el futuro con los valores y el espíritu de superación que siempre las han caracterizado”

Con la frase ¡El Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!  Se pretendía evitar la peligrosa situación política de los interregnos, pero también expresar la confianza en la continuidad del papel de esa institución. Por eso hoy debemos gritar lo mismo para las pymes. CEPYME en su barómetro nos alerte de que la mitad de las pequeñas empresas ve en riesgo su supervivencia fruto de la pandemia lo que nos llevaría a la peor de las catástrofes. A la vez hemos de dar vivas por ellas. Pedir todas las ayudas, los mejores planes, el mayor consenso para que las pymes vivan y de paso también sobreviva nuestra sociedad del bienestar.

 

Iñaki Ortega es director Deusto Business School y profesor de la UNIR

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