(este artículo se publicó originalmente el día 5 de marzo de 2019 en el diario La Información en la columna #serendipia)
El antiguo dios Jano ha llegado a
nuestros días en el lenguaje, el mes de enero tiene su etimología en la Roma
Clásica ya que se dedicaban los primeros días del año a su invocación, de ahí
que del latín Ianuariaius evolucionásemos
al primer mes de año en castellano o al vocablo January en inglés. Pero hay algo más que las empresas de todo el
planeta llevan un tiempo practicando que tiene su origen en el culto a Jano. En
la mitología romana a este dios se le representaba con dos caras, ambas de
perfil una mirando hacia delante y otra hacia atrás. De hecho Jano es el dios
de las transiciones, de los comienzos y de los finales. En las puertas y los
portales romanos era habitual una efigie de Jano delante de la puerta (para
entrar) pero también una representación del mismo dios en la parte de dentro de
la puerta (donde se sale). Jano protege, por tanto, en las dos acciones
precisamente porque tiene dos caras y cada una de ella sirve para una función.
Desde hace décadas las
organizaciones más dinámicas han previsto la incertidumbre del momento actual.
Cabe recordar que el concepto de sociedades líquidas fue acuñado por el
filósofo polaco Bauman ya en los 80 del siglo pasado o el recurrido acrónimo
VUCA (volátil, incierto, completo y ambiguo) se utiliza por la inteligencia
americana desde finales del milenio pasado.
Por ello para adaptarse a los continuos cambios que cada vez son más
rápidos e imprevistos, las empresas globales han pergeñado nuevos perfiles para
sus empleados que les permitan gestionar estas situaciones. Profesionales que
gestionen una empresa con estructuras eficientes y optimizadas para servir al
negocio actual pero a la vez abiertos al ingente reto de manejar cambios
exponenciales y superar cualquier estructura pasada. Directivos que cumplan con
las demandas de sus accionistas haciendo crecer la facturación y el beneficio
pero que no dejen de monitorizar las innovaciones disruptivas que hoy ya surgen
en cualquier lado. Altos cargos empresariales que sean exploradores para
descubrir oportunidades en las tecnologías exponenciales pero también guerreros
que defiendan el modelo de negocio de su compañía ante agresiones externas. Ejecutivos
que soporten rígidos mandatos pero promuevan liderazgos ligeros. Dos caras de
una misma moneda, como la representación del dios Jano. Un líder incumbente que
a la vez sea un líder insurgente que solamente puede lograrse en las llamadas
organizaciones ambidiestras. Ambidiestras como esas personas que tienen la
capacidad de usar aparentemente con la misma habilidad la mano izquierda la
derecha. Un deportista ambidiestro, como Rafa Nadal, es diestro con ambas
manos, maneja por tanto las dos extremidades con la misma soltura, y a la vista
están las consecuencias de esa pericia. Las empresas del futuro serán aquellas
que tengan la misma soltura en innovar que en facturar, la misma habilidad en
contentar a los accionistas que a la sociedad, la misma pericia en servir con
eficacia a sus clientes que a sus empleados.
Por eso han visto ustedes estos
días a los mismos presidentes de grandes compañías quitarse la corbata para
pasear casi en camiseta y vaqueros por el Mobile de Barcelona como enfundarse
en sus más oscuros trajes para comunicar sus resultados y previsiones de
dividendos. En esta lógica la presidenta del Banco Santander se declara un día
feminista para otro apostar por los emprendedores o las promociones comerciales
más agresivas. Por no mencionar a otras grandes corporaciones que se pelean no
por estar en la cabeza de los rankings de beneficios sino en los índices de
sostenibilidad. Solamente desde la “ambidestreza” se entiende también la carta
abierta de este año del Consejero Delegado
de uno de los mayor fondos de inversión del mundo, Blackrock. Larry Fink
conocido por ser uno de los mejores gestores del planeta no escribe a sus
participadas para comentar ratios u otros indicadores sino para pedir
diversidad e incorporar “la mentalidad millennial” en las viejas estructuras
empresarial. Otro ambidiestro en el panorama de las organizaciones.
Pero la novedad es que este
fenómeno se está capilarizando a otras disciplinas y la política española la va
a necesitar en buenas dosis y bien aplicadas. Partidos políticos que sean
coherentes con su programa electoral pero a la vez tengan capacidad para
pactar. Líderes que sean atractivos pero con solidez intelectual. Candidatos
que busquen el bien común sin traicionar a su electorado. Coaliciones que
permitan la gobernanza pero no a costa del erario público y el bienestar de las
siguientes generaciones.
Por eso un aviso final para los
aprendices de esta nueva destreza. Un ambidiestro no aparenta simplemente el
dominio de ambas manos porque, por ejemplo en el tenis, al cabo de unos
intercambios de bolas se deshace el engaño. Las organizaciones y los líderes
ambidiestros no se consiguen simplemente con gestos a la galería sino que
detrás de esa destreza lo que hay es horas y horas de esfuerzo, lo que hay es
coherencia. Prueben sino a escribir con su mano izquierda si son diestros, a al
revés en el caso de los zurdos, el partido al que van a votar estas elecciones
generales. El resultado les ayudará a pensar en lo difícil que es ser ambidiestro
sin mucho entrenamiento detrás.
Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la
UNIR
No hay comentarios:
Publicar un comentario