(este artículo fue publicado originalmente el día 10 de marzo en el diario Expansión en la sección The War Room, firmado junto a Iván Redondo)
Ésta es una Sala de Guerra poco habitual. La palabra que les acercamos por
ello hoy es doble, resultado de la conversación entre dos buenos amigos detrás
de una taza de café. “¿Cuál es el liderazgo que viene?” fue la base de la
disputa intelectual. No piensen en el inefable Donald Trump (sonrían), apuntemos mucho más alto. Memoria,
compromiso y luces largas. Miremos más allá.
Durante mucho tiempo pensamos que tanto en la política como en la empresa
había que luchar contra “la fragilidad” porque te exponía innecesariamente a
demasiados riesgos. De hecho, en la mayoría de las corporaciones y partidos
políticos se promovieron liderazgos robustos, precisamente porque esa rigidez
era lo contrario de la “peligrosa” fragilidad. Recuerden una pregunta básica en
las campañas presidenciales: ¿A quién quieres más? ¿A “papá” (derecha)? ¿O a
“mamá” (izquierda)? Siempre ha sido, y sigue siéndolo, uno de los mejores
medidores a la hora de determinar si estamos en un país ante un ciclo de cambio
o de continuidad. Pueden hacer el ejercicio.
Pero entremos en materia: el nuevo liderazgo. El profesor Nassim Taleb, colega de Daniel Khaneman, padre de la teoría de
la psicología económica, premiado con el nobel de economía,
nos ha demostrado con su exhaustivo estudio de los fenómenos inauditos que muchos
de los analistas están completamente equivocados. Los tiempos actuales tienen
sus propios vectores. “Papá” o “mamá” quedaron atrás.
La antítesis de frágil es algo más que resiliencia o robustez en estos tiempos de cisnes negros. La base de encontrar en los sucesos
aparentemente negativos oportunidades, reside en lo que él denomina “antifrágil”,
que define como aquello que, a diferencia de lo rígido o de lo frágil, se
beneficia de los cambios, del desorden o de la volatilidad. Lo robusto aguanta los choques y sigue
igual; lo antifrágil, sin embargo, mejora. Esta propiedad se halla detrás de
todo lo bueno que se ha mantenido a lo largo de la historia, desde una receta
de cocina a las tecnologías o la forma de ganar una elección.
Las convulsiones que
atisbamos como estructurales y no coyunturales, nos llevan a concluir que también
lo antifrágil ha de aplicarse al liderazgo empresarial y político.
El cambio de época en el que nos encontramos nos exige poner en valor las
grandes cosas que los españoles han hecho en campos en los que tradicionalmente
recurrimos a ejemplos de fuera de nuestras fronteras. Y en esta Sala de Guerra
por un día dejaremos atrás a los referentes políticos. Les recordaremos para
ello la contribución de dos clásicos: la historia de Isidoro Álvarez directivo y empresario de El Corte Inglés durante
cuarenta años o la de Amancio Ortega que
ha sido capaz de convertir Inditex en la empresa de referencia global.
Álvarez, después de egresarse con honores en ciencias empresariales lideró
El Corte Inglés hasta su muerte para convertirlo en una de las mayores
historias de éxito empresarial de nuestro país. Bajo su mandato se crearon
cientos de miles de puestos de trabajo y favoreció la creación de un tejido
económico que floreció gracias a la generosidad y el efecto multiplicador del
retailer español. Su historia personal nos permite poner negro sobre blanco
algunas lecciones de ese nuevo liderazgo que Taleb nos propone y el mundo nos
reclama y de paso seguir apuntalando la capacidad de hacer grandes cosas en un
país como España.
Dos sencillos pilares dieron sentido a la trayectoria vital y empresarial
de Isidoro Álvarez. El ejemplo y la honradez. Álvarez visitaba de incógnito sus
tiendas (y también las de la competencia) ejerciendo así un liderazgo a pie de
calle y de escucha; de estar justo en el lugar donde ocurren las cosas, para
resolver y entender los problemas. Antifrágil. Honradez es pagar tus impuestos
en tu país garantizando las mejores condiciones para tus empleados y
proveedores.
Cultivó, quizás sin saberlo, esa antifragilidad. Porque con la honestidad y
la ejemplaridad por bandera cualquier vendaval no solo no te hunde, sino que
puede impulsarte más allá. Hoy el grupo que lideró y consolidó Isidoro Álvarez
es ejemplo para otros grandes almacenes europeos. Con una cifra de negocios de
15.505 millones, da trabajo a más de 91.600 empleados, el 87% de las compras
que realiza El Corte Inglés son a proveedores nacionales y el 7% a
suministradores de otros países de la Unión Europea y el grupo aporta a la
renta nacional más de 3.700 millones al año.
En nuestros días, cuando la trasformación digital y los nuevos operadores
amenazan cualquier industria y la incertidumbre política campa como quiere en
medio mundo, vuelvan a Taleb. El liderazgo “antifrágil” es una vuelta a lo
básico. Amancio Ortega comienza su carrera, como saben, a la edad de catorce
años en La Coruña, como mozo en unas tiendas de ropa. Tras trabajar un tiempo en Santiago de Compostela, en 1963 crea la compañía Confecciones GOA,
sus iniciales en sentido inverso, dedicada a la fabricación de albornoces.
Perfeccionista y autodidacta, Amancio logra que este negocio alcance un tamaño importante
llegando a distribuir su producto a distintos países europeos. Su filosofía no es
sólo ser vender, sino también fabricar y distribuir. Supera la primera gran
crisis económica de la democracia abriendo la primera tienda Zara en una céntrica calle de La
Coruña y expandiéndose por
toda España.
En 1988, con la tienda en Oporto comienza su expansión
internacional, la cual en plena crisis de los 90, inopinadamente triunfa en Europa, América, Asia, Oriente
Medio y
norte de África. En 2001 sale a la bolsa su empresa Inditex, en una época
poco propicia para ello, lo que no le impide llegar a ser el primer grupo
textil del mundo. Y cuando la penúltima amenaza, la irrupción del online,
parecía que iba frenar el gigante de Amancio Ortega, la brillante gestión de su
ejecutivo de confianza, Pablo Isla,
les ha hecho más fuertes que nunca sacando una distancia impensable a sus
eternos rivales los suecos de H&M y los japoneses de Uniqlo.
Las sencillas lecciones de liderazgo de estos directivos que fueron capaces
de construir empresas como El Corte Inglés o enseñas como Zara, son más que una
llamada a perseverar en los principios y valores que han permitido que España
pase a la historia como una de las grandes naciones. Supieron superar en
diferentes etapas los marcos tradicionales situándose más allá de “papá” o
“mamá”, sacando provecho de la adversidad y siendo referentes en el mundo. El
liderazgo que viene es éste. ¿Pero viene o vuelve? Como decía el Luis Aragonés de General Electric, su
ex CEO Jack Welch, en tantos y
tantos manuales de liderazgo que devoramos en la Universidad, los líderes nunca
pueden ser cerrados de mente. Hay que cambiar de "curso” cuando las
“circunstancias” cambian. “Antifrágiles”. No lo olviden. En estos “días de
futuro pasado”.
Iñaki Ortega, director de Deusto Business School
Ivan Redondo, consultor político y CEO Redondo & Asociados Public
Affairs Firm
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