(este artículo se publicó originalmente en El Correo el día 2 de enero de 2021)
Estos días también el Banco de
España ha informado que el 40% de los trabajadores se prejubila antes de
alcanzar la edad legal, lo que no ayuda precisamente a sanear la Seguridad
Social y ralentiza el proceso de alinear la edad de retiro con la demografía.
Es sabido que las prejubilaciones son un pacto que permite cobrar pensión sin
perder beneficios: el trabajador no pierde, la empresa gana porque reduciendo
gastos es más competitiva, pero qué pasa con la economía y por tanto con el
bien común.
El envejecimiento es imparable y
la cohorte entre los 55 y 70 años, representa ya un 19,4% de la población total
frente al 8,8% de los jóvenes de entre 16 y 24 años, esa brecha seguirá
aumentando sin freno en las próximas décadas. Al mismo tiempo la realidad
socioeconómica de los seniors -como recuerda el Círculo de Empresarios y la
Fundación Trasforma- está afectada no solo por procesos de prejubilación y de
reemplazo por trabajadores de menor edad, sino también por mayores tasas de
paro, especialmente de larga duración, que afectan negativamente a su futuro y
elevan el gasto en protección social.
Que no haya talento senior
trabajando puede también afectar negativamente al crecimiento. Entre 2018 y
2033, según CaixaBank, la caída de la fuerza laboral reduciría 0,4 puntos el
crecimiento anual español. Asimismo, según el Índice Edad de Oro de la
consultora PwC, prolongar la vida activa de los mayores (hasta alcanzar tasas
de ocupación en torno al 78% que disfruta Nueva Zelanda frente al 53% español),
representaría un incremento de más de 15 puntos del PIB nacional. Pero y he
aquí la paradoja, los emprendedores de más de 55 años no dejan de aumentar
superando ya a los menores de 30 años, como indica el informe GEM. Con su
propia empresa los seniors demuestran lo que no les permite el mercado laboral,
una cultura del esfuerzo, experiencia para adaptarse a los cambios o destreza
para resolver problemas.
Estamos a tiempo de frenar esta
sangría de bienestar para lo que es imprescindible un pacto por el talento
senior y contra el edadismo. Un acuerdo -esta vez sí- de todos, que pase por
desincentivar la jubilación anticipada y fomentar la ampliación voluntaria de
la vida laboral; rediseñar las políticas activas de empleo dando mayor peso a
la formación continua; flexibilizar las condiciones laborales con nuevos
modelos de carrera profesional y medidas fiscales para favorecer el
reclutamiento, la promoción y la retención de trabajadores de mayor edad.
Iñaki Ortega es profesor de Deusto Business School
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