martes, 12 de enero de 2021

El deshielo

(este artículo se publicó originalmente en el diario 20 Minutos, el día 11 de enero de 2021)

 

La borrasca Filomena ha paralizado la vida en muchos lugares de España y confinado a millones de ciudadanos en sus casas. La tormenta de nieve acompañada de un frío inédito ha congelado nuestra habitual actividad. Imposible comprar el pan o dar un paseo, salir a comer o quedar con un amigo. Tras la nieve ha llegado el hielo que lo ha congelado todo. Y si peligrosa es la nevada, bloqueando calles y aislando a personas, el hielo es sinónimo de accidentes y devastación.

Pero no siempre el frío es malo. La congelación natural ha sido utilizada a lo largo de la historia para conservar alimentos y de ese modo paralizar el proceso natural de descomposición.  Aunque no fue hasta el siglo pasado cuando se generalizó la congelación en la industria de productos alimenticios y a la vez en los hogares con la llegada del frigorífico. De ese modo, todos podemos conservar en casa alimentos en perfecto estado durante mucho tiempo. Pero, si la conocida como “cadena de seguridad del frio” se rompe, o lo que es lo mismo en algún momento se interrumpe el frío y se descongela la comida para volverse a congelar, el alimento se estropeará y no podrá consumirse.

Ahora piensa en cuánta similitud con los peores momentos de la pandemia. Los comercios cerrados, la preocupación por acumular alimentos y el pánico ante lo imprevisible, de nuevo disfrazarnos para salir a la calle y la sensación de miedo y fragilidad. Pero aún hay más. Confinarnos y desconfinarnos para volver al confinamiento, rompiendo imprudentemente la “cadena de seguridad” -esta vez sanitaria-. La nieve y Filomena -sin quererlo- nos recuerdan que, aunque estemos encerrados en casa, no podemos dejar de actuar para lo que venga después. Retirar la nieve de nuestras terrazas para que no se hiele y lastime a nadie; limpiar las tuberías para que no se bloqueen cuando lleguen las heladas o podar los sufridos árboles por el peso de la nieve que eviten accidentes. Por eso, esta misma semana, que hemos conocido que las ayudas, como los ERTEs, se mantendrán por lo menos hasta mayo, no podemos dejar de pensar que tarde o temprano vendrá el deshielo de la economía. El apoyo público ha congelado la actividad empresarial, pero nos tendríamos que preguntar qué estamos haciendo ahora para que cuando llegue ese deshielo económico no sea un drama. Qué decisiones están tomando los gobiernos, pero también nosotros en nuestro ámbito personal, para cuando lleguen los despidos, los cierres empresariales y la recesión. Acaso estamos aprovechando estos tiempos para reciclarnos, ahorrar o reinventar nuestros negocios. Dónde están los planes para reflotar empresas o recualificar a millones de trabajadores. No se trata de aguar la fiesta ni de ser un agorero sino simplemente ser previsor a la luz de todos los informes económicos conocidos.

Filomena con su brutalidad de extraordinario fenómeno atmosférico nos puede hacer reflexionar que en plena borrasca– o en pleno covid19- hay que actuar para evitar futuros males mayores.

Iñaki Ortega es director de Deusto Business School y profesor de la UNIR

 

 


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