(este artículo se publicó originalmente el día 21 de septiembre en el diario 20 Minutos)
En realidad, la científica lo que
han descubierto es que puede haber vida en las nubes del planeta. Las condiciones
en la superficie de Venus hacían imposible la mera posibilidad, en cambio, en
las nubes hay 30 grados y sobre todo existe un elemento de nombre fosfina. Este
gas funciona como un biomarcador, es decir, que, a partir de una determinada
concentración, como la que ha encontrado la investigadora, solo puede explicarse
por la existencia de microorganismos. La NASA ya anunciado una misión al astro que
junto a la Luna y el Sol más se ve desde la Tierra y a pesar de los prudentes
mensajes de la comunidad científica, la emoción de encontrar vida extraterrestre
se palpaba esta semana en las declaraciones de todos ellos.
Igual no lo recuerdas, pero Venus
es de un tamaño similar al planeta Tierra. Compartimos además ser los únicos
planetas con nombre femenino y los expertos también afirman que poseen parecida
densidad. Además, estarás conmigo, que las condiciones de vida en la superficie
de ambos planetas se han vuelto muy parecidas en los últimos meses. En esta
parte del planeta, a la vista de lo acalorado de las discusiones políticas, la
temperatura va camino de los 400 grados de Venus; los ataques entre las administraciones
llevan tanto azufre como el de la atmósfera venusiana y las medidas contra la pandemia
son tan corrosivas para nuestra convivencia y economía como el acido sulfúrico
que hay en el planeta con nombre de diosa.
Por eso, estos días que todo son
malos augurios para nuestro bolsillo y amenazas para nuestra salud, al devorar
las crónicas sobre este descubrimiento con la ilusión de que se confirme que no
somos los únicos con vida en el universo, he encontrado también un motivo de
esperanza. Si los milagros son posibles y en Venus con tanto calentamiento y
tanto veneno, puede surgir la vida, por qué no aquí.
Si en un planeta como Venus,
donde si no te mata el calor es el azufre quien lo hace, hay indicios de vida, cómo
en España no vamos a tener la esperanza de que pueda haber vida -inteligente-
entre nosotros. En medio de la catástrofe, con la economía por los suelos, medio
país confinado, el otro acongojado o liándola parda, hay como en Venus,
posibilidad de que surja, un poco de esperanza que demuestre que todavía podemos
sobrevivir como país.
Iñaki Ortega es director de
Deusto Business School y profesor de la UNIR
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