(este artículo se publicó originalmente el día 4 de mayo de 2020 en el diario 20Minutos)
España ha disfrutado por primera vez en dos meses de un fin de semana casi
normal. Cientos de miles de compatriotas han podido, por fin, salir de casa
para pasear, andar en bici o simplemente tomar el aire. En esta fase del plan
de desconfinamiento los niños ya pueden patinar, los padres correr y los
abuelos callejear y nadie ha querido perdérselo. ¿Nadie? Alejandro tiene once
años y no quiere salir porque dice que el virus está flotando en el aire. El
hijo de Pedro prefiere quedarse en casa y después de siete semanas todavía no
se hartado de jugar al FIFA en su consola. María ha decidido seguir en el sofá
viendo la televisión porque saliendo igual se trae el covid19 en la suela de
sus zapatos. Nieves se ha pasado el puente de mayo con reuniones urgentes y así
terminar el informe para el Consejo que le ha pedido su jefe.
Por si no lo sabías Erving Goffman es considerado uno de los sociólogos más importantes de la historia. Su aportación a la ciencia fue el concepto de instituciones totales que viene al caso estos días de pandemia. Para este canadiense una institución total es un lugar de residencia donde los individuos, aislados de la sociedad por un periodo apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria. En estos lugares, que en su investigación eran cárceles, psiquiátricos u orfanatos se rompe el ordenamiento social básico porque no se distingue entre los espacios de juego, descanso y trabajo. Todo en el mismo sitio y con la misma autoridad. Los que conviven en ellas acaban padeciendo síntomas de inferioridad, miedo e inseguridad lo que se llevó a calificarlas como instituciones absorbentes y totalitarias.
Ahora piensa si tu encierro estos días en casa no ha sido tal y como lo
define Goffman: comer, trabajar, dormir y divertirse en las misma cuatro
paredes con las mismas personas durante 50 días. No debe extrañarnos, por
tanto, que estos días algunos no quieran salir casi como si padeciesen un
síndrome de Estocolmo o incluso que otros vean demasiados peligros en la calle,
como el preso de esa película que delinque para volver a prisión porque sólo
allí se encuentra seguro. Fortnite puede ser tan adictivo como Zoom si has
abusado de ese videojuego o del teletrabajo en este confinamiento.
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