sábado, 31 de mayo de 2025

La brecha de género también afecta a las mujeres trabajadoras mayores de 55 años

(este artículo se publicó originalmente en la revista académica The Conversation  el 27 mayo de 2025)




Las diferencias entre hombres y mujeres han sido objeto habitual de análisis de todo tipo: desde sociales a educativos pasando siempre por los laborales. Sin embargo, el cruce de edad y género no había tenido la misma consideración en España. El centro de investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre ha publicado el IV Mapa de Talento Senior, que mide la presencia de las mujeres mayores de 55 años en el mercado laboral español.

Los resultados del estudio no son alentadores. Muestran las cinco brechas que perjudican a las mujeres séniores frente a los hombres de su misma franja de edad:



1.Trabajan menos.

2.Tienen menores salarios.

3.Sufren mayores tasas de desempleo.

4.Ocupan menos puestos directivos.

5. Hay menos mujeres emprendedoras mayores de 55 años.

Todos estos factores generan, por ejemplo, un impacto directo en sus pensiones. Al tener menores bases de cotización, las mujeres cuando se jubilan reciben pensiones más bajas que las de los hombres.Al revisar las cinco brechas ya nombradas se entiende mejor cómo es la discriminación laboral contra las mujeres en el colectivo de los séniores.

En lo referente al empleo, si usamos como indicador la tasa de actividad –es decir el porcentaje de mujeres que trabajan–, el análisis del grupo de edad de 55 a 69 años muestra que la tasa de trabajo por cuenta ajena de las mujeres es inferior en casi 10 puntos a la de los hombres. Usando la tasa de desempleo, vemos que el paro femenino sénior es cinco veces mayor que el de los hombres.

También el trabajo por cuenta propia está más extendido entre ellos que entre ellas. Hay solo 365 000 mujeres autónomas frente a 673 000 hombres trabajando por cuenta propia. Esta diferencia se mantiene en todos los grupos de edad de la población sénior, pero la brecha crece conforme avanzan los años de vida laboral y se acerca la edad legal de jubilación.

La brecha salarial de género se ha ido acortando entre menores de 44 años. Pero a partir de esa edad va creciendo, hasta llegar a un 27 % entre los séniores mayores de 65.

Por último, es especialmente significativa la diferencia que existe en la categoría de directores y gerentes a partir de los 55 años. No son muchos porque, lógicamente, los puestos de la alta dirección son reducidos (239 800), pero hay dos veces y media más hombres (172 900) que mujeres (66 900) en esta categoría, cuando encontramos mucha más población femenina que masculina a partir de los 55 años.

Las mujeres séniores trabajan menos y reciben menores salarios que los hombres de las mismas edades a pesar de que, de media, son más y vivirán más años. Esas, sumadas a otras lagunas de cotización que sufren las trabajadoras durante su trayectoria laboral –derivadas de la maternidad o de los cuidados de familiares, cuando no de la informalidad de sus empleos–, son causas determinantes de la brecha de género en pensiones.

Una menor pensión de jubilación reduce la capacidad de las mujeres de acceder a los cuidados necesarios en la edad avanzada, limita su capacidad de consumo y repercute en la capacidad de crecimiento del PIB nacional.

No obstante, también detectamos algunos datos para la esperanza. Por ejemplo, hay más mujeres funcionarias mayores de 55 que hombres (27 y 17 % respectivamente). Y aunque hay menos mujeres que hombres entre la población sénior trabajadora, su nivel de cualificación es algo mejor: más de un 40 % de las séniores ocupadas poseen un título universitario, un factor que facilita el trabajo y reduce los riesgos del desempleo.

Además, las tasas de crecimiento de la población activa sénior femenina son mayores que las de los varones: entre 2008 y 2022, la de ellos fue de un 60 %, mientras que la de ellas alcanzó el 150 %, lo que reduce la brecha de género en ese sector del mercado laboral. En 2023 había unos 5 millones de trabajadores, de los que un 53 % eran hombres y el 47 % restante, mujeres. Adicionalmente, la ratio de emprendedoras también crece. Todo esto apunta a que disminuyen las brechas y habrá mejores oportunidades para las futuras mujeres trabajadoras séniores.


Iñaki Ortega es doctor en economía en UNIR y LLYC

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