sábado, 17 de diciembre de 2022

Homo economicus

(este artículo se publicó originalmente en el periódico 20 Minutos el día 12 de diciembre )

Encontrar una causa al fracaso de la selección española en Qatar se ha convertido esta semana en el tema preferido de conversación. Me permito aportar mi particular teoría importada de la ciencia económica, seguramente tan peregrina como cualquier de las que he escuchado.

El homo sapiens marca el paso de primate a ser humano racional. Y el Homo economicus, simboliza la importancia que la economía ha alcanzado durante los últimos dos siglos en las decisiones de las personas. Los humanos nos comportamos de manera que podamos obtener el mayor bienestar posible con la menor cantidad de trabajo, siempre en función de las circunstancias que nos rodean.

Ahora pensemos en los futbolistas españoles. Con una edad media de 25 años se sitúan en lo que se ha definido como la generación z. Es la cohorte de edad nacida a partir de 1995, fecha en la cual internet está presente en los hogares y por tanto en la forma en que se educan y socializan todos esos chicos. Los convocados al mundial por Luis Enrique son reflejo de un mundo en el que lo que manda es el dinero y a la vez miembros de una generación, la de internet, donde además prima la gratificación inmediata.

Justo antes de que empezase el mundial de fútbol un estudio puso de manifiesto que para el 64% de los españoles entre 18 y 29 años el ocio es más importante en su vida que el trabajo. Si cuando eres un joven español que padece -según la OCDE- una de las peores situaciones económicas del mundo desarrollado por sus tasas de desempleo y precariedad, el empleo te importa un bledo, imagina la respuesta si con esa edad te dedicas al fútbol profesional en España y tienes la vida resuelta. Según mi hijo -que por las horas que dedica a ver estadísticas futbolísticas en lugar de a estudiar, puede considerarse un experto- de media los chavales de la selección ganan 5 millones de euros al año en sus clubes.

Los Asensio, Pedri y Unai Simón no lloraron en el campo tras la eliminación, tampoco entraron en un periodo de duelo por haber sumido a su país en la depresión o suplicaron clemencia por el soberano ridículo. Tampoco dieron explicación alguna de porqué permitieron que se hinchara la burbuja de las expectativas de un plantel que no ha ganado nada nunca por sí mismos. En cambio la mayoría se fueron de vacaciones a disfrutar el sol y el mar, mientras los demás nos quedamos en la niebla y la lluvia de la frustración por caer de nuevo en octavos de final de una copa del mundo.

No les culpo, como decía el filósofo madrileño José Ortega Y Gasset "yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". Esa circunstancia para los Gavi, Ansu Fati o Morata es la economía y sobre todo el ocio.  Como homo economicus que son no tenían incentivos para ganar, son jóvenes, ricos y me dicen que consentidos por su ya ex entrenador. Su única motivación parece que era una playa paradisiaca en pleno otoño, una viral story en Instagram o la mejor partida del videojuego. O no.  Pero ya nunca lo sabremos.

Iñaki Ortega es doctor en economía en la Universidad de Internet (UNIR) y LLYC

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